Thursday, March 29, 2007

TANTAS VECES PLAGIO: EL CASO ALFREDO BRYCE

En mis años como moderador de dos foros virtuales me di con una práctica bastante usual: el transcribir artículos enteros de otros autores y hacerlos pasar como propios, lo que comúnmente se conoce como plagio. Así, por ejemplo, una sicóloga (¡) en la vida real, quería pasar como entendida en cine (el suscrito era el moderador de los foros de cine y realidad nacional) copiando comentarios íntegros que aparecían en las páginas webs o blogs personales sobre algún estreno de interés. Otro, un autotitulado “científico” –que al parecer no había concluido siquiera su bachillerato- nos quería encandilar como descubridor de una nueva teoría social que revolucionaría la ciencia, lo que hurgando un poco en la red nos percatábamos que era copia fiel de investigaciones ya existentes. Curiosamente la vida real de ambos –llegué a conocerlos personalmente y fueron mis amigos- era bastante opaca y frustrante.

Generalmente ese querer pasar por “autoridad” en un tema determinado utilizando los recursos intelectuales de otros, obedece a un mecanismo de compensación ante la cruda realidad que –según ellos- no los gratificó como se merecían, entonces utilizan una vía alternativa de ficción o ensueño que les permita “compensar” esa frustración existente. De esa manera se sienten “gratificados”, gratificación que al final resulta una droga, al necesitarla cada vez más y más frente a la poca bella realidad. En cierta forma existe un candor en estas personas que plagian y un juego al filo de la navaja. Un “atrápame si puedes” (parafraseando el título de una conocida película de Spielberg) o un más llano y criollo “no me chapas”.

En el fondo hay algo insano también en esa conducta sistemática de actuar en riesgo constante. Riesgo que lleva consigo todo “plagero”, que ayudado ahora gracias a la tecnología puede “copiar y pegar” impunemente todo lo que se le ocurra y hacerse pasar por una “autoridad” en bellas artes, música, literatura o física cuántica. Pero ahora el riesgo a ser descubiertos es también mayor gracias a esa misma tecnología y a los poderosos buscadores que existen fácilmente se puede detectar los plagios, por más escondidas o remotas que se encuentren las fuentes donde hurgó.

Cuando se trata de estos pobres seres marginales que momentáneamente buscan salir del anonimato, “tener su cuarto de hora de fama”, como que llama más a compasión que a condena. Pero, cuando se trata de un escritor famoso, una de nuestras poquísimas figuras literarias nacionales vivas reconocidas a nivel mundial el asunto se torna más vergonzoso, peor aún cuando trata de excusar la falta cometida con argumentos tan ridículos como echarle la culpa a la secretaria. No me imagino, por ejemplo, a Mario Vargas Llosa jamás plagiando un artículo para hacerlo aparecer como suyo (algo que modestamente este humilde “pechito” sigue como regla). Mario se documenta concienzudamente antes de escribir sobre un tema y si es necesario citar pasajes de una obra ajena menciona la fuente, sin atribuirse méritos ajenos. Es la diferencia entre un plagiador y un intelectual honesto. El primero carece de escrúpulos y luces propias para hacer algo interesante por si mismo, por lo que recurre a la apropiación de los méritos de terceros. El segundo suda y consigue con talento crear algo por él mismo. Es la diferencia entre la mediocridad y la originalidad.

Por eso es doblemente condenable lo perpetrado por Alfredo Bryce y agravante al conocer que su conducta de acometer plagio ha sido reiterada y que lo ha querido negar ridículamente. Yo recuerdo que hace algún tiempo atrás, en una de sus colaboraciones habituales en El Comercio, escribió un extenso y documentado artículo sobre la educación en el Perú. Caray, me decía, que bien documentado está¡ Aunque algo no me convencía del todo, precisamente por la excesiva documentación, a lo que Bryce no es muy afecto, como poner fechas exactas, etapas precisas de la evolución educativa, presidentes que estaban en ejercicio en ese entonces. Me olvidé del asunto hasta que un tiempo después el verdadero autor denunció el plagio que había acometido Bryce. Como sucede con los “plageros famosos” (es decir personajes célebres o muy conocidos) respondió airadamente y creo que incluso trató de resentido al denunciante, hasta que no le quedó más remedio que disculparse públicamente frente a la evidencia de los hechos.

Pensé que era un incidente aislado, un “resbalón” como decimos los peruanos, hasta que se hizo a luz pública que Bryce sistemáticamente plagiaba principalmente a periodistas españoles (según las informaciones periodísticas), no salvándose siquiera nuestro querido embajador Oswaldo de Rivero, a quien plagió en un reciente artículo. Por eso sostengo que el plagero debe ser muy ingenuo para no darse cuenta que era relativamente sencillo atraparlo “con las manos en la masa”. Quizás inconcientemente busca que lo descubran en ese juego riesgoso del “atrápame si puedes”. La mente humana es muy compleja.

*****

Si bien el plagero es un ser abominable por tratarse de la apropiación del trabajo intelectual de otra persona, en nuestra sociedad existe una tolerancia bastante permisible al plagio. Desde los estudiantes que para hacer sus tareas escolares o universitarias se apropian ilegalmente del trabajo de otros hasta el caso de celebridades como Bryce. Viveza criolla que le dicen.
No se como andará la cosa en otras latitudes, sobretodo en las sociedades nórdicas, pero presumo que google y el Internet han facilitado también la “tentación” por buscar el camino fácil del plagio, aunque la condena social debe ser más severa que entre nosotros. En las universidades ya es cosa común el “copiar y pegar” para las tareas académicas. Algunas instituciones responsables se preocupan por el tema, otras se hacen de la vista gorda, lo que trasciende a las instituciones y el ejercicio profesional.

Precisamente, hace algunos años un conocido jurista local fue “ampayado” con el plagio de un libro entero (Luis Pásara habla de un artículo, yo tengo la otra versión) que no era suyo. Le pusieron como “chapa” (apodo) el “Doctor Xerox”, y eso que no existía internet todavía. A nuestro personaje no le pasó nada y llegó incluso a ser decano del colegio profesional más antiguo del país (el Colegio de Abogados de Lima), congresista de la república, decano de alguna facultad de derecho si lo memoria no me falla; y, actualmente es considerado uno de nuestros juristas más respetables y estoy seguro que llegará a ser tarde o temprano Presidente del Tribunal Constitucional y juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Otro caso que salió a la luz pública recientemente y está relacionada con mi gremio sucedió hace dos o tres años. Asistí a la entrevista pública del único candidato a Fiscal Supremo que había quedado en el proceso de selección que somete a sus postulantes el Consejo Nacional de la Magistratura. Una hora antes de comenzar la entrevista la sala ya estaba llena y muchas personas (principalmente abogados) se quedaron sin ingresar. Había asistido también la señora madre del candidato, una señora de avanzada edad. Pensábamos que estábamos ante una eminencia del derecho, el único que había “sobrevivido” al riguroso examen a que somete el CNM a los candidatos. La decepción fue grande.

Como siempre sucede en estas entrevistas, lo primero son las frases de rigor, los saludos protocolares, un breve comentario del currículo vital del candidato, donde como siempre este trata de mostrar una falsa modestia y presentarse poco menos que como estampita de santo laico, amante y firme defensor de la democracia, de los valores que la sustentan, creyente y temeroso de Dios, gran vecino y amigo, amante de los animales y la naturaleza, etc., etc.

En un momento determinado uno de los consejeros rompió fuegos. Llamaba mucho la atención la cantidad de publicaciones jurídicas acumuladas por el candidato en tan corto tiempo (los libros y publicaciones dan más puntaje). El consejero comenzó a “meter” el filo del cuchillo suavemente. Había una denuncia de plagio contra el candidato por uno de sus libros. Al inicio lo negó airadamente y luego, ante la evidencia de los hechos, terminó por admitirlo y reconocer lo que era obvio a todas luces. Como sucede en estos casos la excusa fue pueril, ridícula (el candidato manifestó que no pudo citar la fuente ya que la fotocopia donde estaba la publicación tenía el nombre del autor demasiado borroso y no sabía quién era). Nunca llegó a acceder a vocalía o fiscalía alguna, pero la que más llamaba a compasión era su señora y anciana madre, que a cada estocada contra su hijo se retorcía las manos de dolor en aquellas largas y agónicas dos horas que duró el interrogatorio. Pero acá no acaba la historia. No supe de este oscuro candidato hasta que hace pocos meses me enteré por el diario oficial que ocupaba un alto cargo en el actual gobierno y una de sus “tareas” era acusar constitucionalmente a altos dignatarios del anterior gobierno, incluyendo al ex presidente de la república. ¿Venganza, revancha por no haber sido nombrado en aquella oportunidad o se trata más bien de un tipo que se deja manipular fácilmente por el poder y por esa razón ha sido nombrado en ese alto cargo? Razones misteriosas hay que me hacen dudar seriamente de las “reservas morales” en este país a que alude Lucho Pásara.

Ya no hablemos del plagio de comerciales y programas concursos enteros. Gracias al cable podemos descubrir ahora que nuestros “creativos” locales copian todo al milímetro, hasta los escenarios y los parlamentos de los actores.

¿Qué hacer para detener esta ola? Yo creo que es imposible, pero lo que sí debe seguir ejercitándose es denunciar cuanto plagio se presente. El “affaire” Bryce es solo un punto en que se han centrado los reflectores por la notoriedad del personaje, pero quedan en la oscuridad miles, millones de casos de plagio que quedan impunes, como el de aquellos dos foristas del inicio de mi relato (cuya amistad perdí justamente cuando censuré su proceder y me gané más bien su animadversión) que, creyendo que nadie se daba cuenta, se apropiaban impunemente del trabajo de otros. El juego del “atrápame si puedes” empieza todos los días.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

1 comment:

Anonymous said...

Los invito a leer http://plagiodemariaelenawalsh.blogspot.com/ : Plagio de María Elena wals a la Lic. Sara Zapata Vlaeije (2do. puesto del Premio Clarín de novela 2005)

http://plagiodeleonferrari.blogspot.com : Plagio de León Ferrari a Arturo Ballester.

http://plagiodehugomidon.bloigspot.com/ Plagio de Hugo Midón al Lic. Mariano Vara.