Monday, June 18, 2007

¿FUJIMORI EXTRADITABLE?

Me ha llamado la atención que algunos “analistas” políticos escriban sobre la posible extradición de Fujimori como si fuera un hecho inminente, que se produciría ya, en cualquier momento, lo cual dista mucho de la realidad. El hecho que la Fiscal chilena haya acusado, dictaminando que procede la extradición, no en todos, sino en seis de los once cuadernillos de extradición, no es motivo para algaradas ni falsos triunfalismos que pueden degenerar en una decepción futura, sino tomar las cosas con bastante serenidad. La acusación fiscal es apenas un paso en un largo proceso que en el mejor de los casos podría terminar a inicios del próximo año con la extradición definitiva o la absolución del extraditado, supuesto último por el cual podría retornar libre a Japón.

No vamos a comentar los barbarismos legales que se han dicho estos días, algunos incluso comentaban que se agregarían nuevos cuadernillos con nuevos cargos para la extradición de Fujimori. Hasta donde se por mis clases de derecho internacional, una vez que la Corte Suprema envía los cuadernillos de extradición no puede agregar nuevos cargos, y de hacerlo serían objeto de un nuevo proceso, no del que está tramitándose en estos momentos.

Pero, supongamos que es posible la extradición y esta se produce (a contrapelo de lo que sostiene Javier Valle Riestra que plantea una tesis opuesta por razones de precedentes de la propia justicia chilena en el caso Pinochet y algunos antecedentes interesantes de denegatoria de extradición que menciona en su artículo en el diario Correo del 17 de Junio pasado), el efecto político local sería sísmico, no solo en las huestes fujimoristas, sino en las demás tiendas políticas. En principio que todo el debate sobre las reformas políticas se paralizaría. Estamos ante la posibilidad de reformar el sistema. Claro que es una reforma incompleta y a tropezones, pero allí vamos. Todo ese esfuerzo se paralizaría para focalizarnos en el proceso judicial contra Fujimori.

También la correlación de fuerzas cambiaría. La alianza tácita entre fujimoristas y el gobierno se trastocaría, debido a que el APRA tendría que marcar distancia con los seguidores del ex presidente. (Es curiosa la alianza tácita formada entre perseguidores y perseguidos de ayer, algo similar a lo sucedido con la coalición del APRA con los odriístas en los años 60, luego de que en la década de los 50 éste los persiguiera a muerte).

En el campo de la oposición la correlación de fuerzas también cambiaría. Entre una Unidad Nacional que no se siente fastidiada con el modelo económico que legó el gobierno de Fujimori y una UPP-Humalistas que harían un circo del encarcelamiento del ex mandatario, tendríamos a una serie de histriónicos metidos a políticos que competirían por decir el peor disparate.

El mismo encarcelamiento de Fujimori en Perú sería políticamente contraproducente debido a que le generaría simpatías. Recordemos que una buena parte del electorado siente simpatía por el ex mandatario. Imagínense recluido a Fujimori en la base naval del Callao. Generaría reacciones encontradas. Los que están a favor sostienen el argumento de que robó pero hizo obra, exculpando así al ex mandatario.

El propio megaproceso se vería politizado, con show mediático de por medio, llegando al paroxismo con el careo frente a frente con Vladimiro Montesinos, con cámaras de televisión incluidas. Y, de llevarse el mismo proceso hasta el final, la sentencia que se dicte en definitiva (que sea cosa juzgada y por tanto firme) se emitiría cerca al año 2011 –considerando apelaciones y excepciones que pueden dilatar el proceso-, vísperas de las elecciones presidenciales y parlamentarias, por lo que el argumento de la judicialización sería usado políticamente, con resultados que podrían ser insospechados.

Por eso, políticamente quizás no convenga la venida de Fujimori para las fuerzas políticas en escena, aparte que muchos tienen un temor escondido de que el prófugo comience ha hablar de vínculos nada democráticos con los actuales actores de la escena nacional.
Asimismo, la venida podría servir para saltar a la publicidad a otro outsider más radical que Humala, que se subiría a la cresta de la ola para hacerse propaganda y quien sabe hasta ganar la presidencia. Los disparates y el circo ganan popularidad en el show mediático, por más disparatado que parezca el argumento del candidato.

Estamos en el inicio del partido, como jueguen los equipos dependerá el cambio en el marcador a favor de uno u otro bando. La última palabra todavía no está dicha, dejemos los falsos triunfalismos de lado y veamos con serenidad el desenvolvimiento del juego, sin falsas expectativas ni triunfalismos infundados.

POST SCRIPTUM: LA DESIGNACIÓN PARA EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL.-
Lo sucedido con la designación de los nuevos miembros del Tribunal Constitucional es vergonzoso. Un Congreso que se autotitule democrático no puede efectuar la elección entre bambalinas y a media luz, con audiencias privadas y sin dar a conocer el currículo de los candidatos. Votar a ciegas por una lista cerrada que contenía a un candidato con antecedentes bastante oscuros y relaciones nada santas con un conspicuo ex dirigente aprista y operadores fujimontesinistas, dejando de lado a muchos candidatos probos e idóneos por aquellos proclives a uno u otro grupo parlamentario, dice mucho de la forma en que se eligió a los cuatro candidatos finalistas: no importaba mucho su trayectoria ni méritos personales (bastante pobre de los cuatro designados en el campo constitucional) con tal que sean afines a una u otra tienda política. Lo sucedido me convence cada vez más que la designación de los miembros del Tribunal Constitucional debe ser hecha por un organismo técnico autónomo, sea el Consejo Nacional de la Magistratura u otro similar y no por un órgano colegiado tan politizado (y mediocre en la actualidad) como el Congreso. Pero, como eso sería posible solo con una reforma constitucional y legal, si el actual Parlamento quiere reivindicarse ante sus electores debería anular la elección del miércoles último y volver a fojas cero. Es mejor demorarse un poco más y evitar desbarres como el sucedido, actuando esta vez sí públicamente y a luz de todos, con audiencias abiertas y difusión en el portal del Congreso del currículo de cada candidato, respetándose estrictamente el orden de méritos. Transparencia, publicidad y meritocracia. Quizás sea mucho pedir para el actual Congreso, pero algo hay que hacer si no quiere caer en la deslegitimación absoluta antes que finalice su mandato.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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