Monday, August 27, 2007

SECUELAS DEL TERREMOTO (II PARTE)

Una de las medidas que debe evaluarse es crear un fondo especial de contingencia para cualquier tipo de desastre, ese fondo debe incluir la compra de alimentos no perecibles y ponerlos en lugares estratégicos del país. Significa también comprar más sismógrafos, más tarea de prevención y una reforma radical de Defensa Civil.

Eso va a significar invertir dinero y la oposición del Ministro de Economía y del grupo de neoliberales enquistados en el gobierno. Significa también que el Presidente de la República tome una decisión política y “cortar cabezas” donde sea necesario.

Si bien para los gastos de estos momentos de emergencia no se puede tener controles burocráticos tipo SNIP, tampoco se puede dejar de fiscalizar. Para ello la prensa seria y la sociedad civil deben convertirse en fiscalizadores severos. Ya se detectaron apropiaciones de las donaciones en funcionarios de menor jerarquía, hay que seguir con esa labor de fiscalización. Una ventaja que tenemos con relación al terremoto de 1970 y las donaciones que terminaron en las casas de los militares, es que ahora estamos en un sistema democrático y por tanto la fiscalización es tarea inherente de la sociedad (y mucho ojo con la “reconstrucción” de Pisco que se anuncia).

Igualmente, debemos tener un sistema ágil y eficiente de ayuda. Lo que pasó en los días posteriores al sismo, cuando existiendo donaciones estas no llegaban, significa que no había organización y el Estado no llegó a tiempo a los damnificados. El Estado desapareció. Eso no debe volver a pasar si queremos ser prevenidos. Al margen del pensar de los ácratas, todo pueblo organizado tiene un Estado y Hegel decía que las naciones que tienen historia son aquellas que tienen Estado. Hasta en los países capitalistas desarrollados existe un Estado presencial en todos los poros de la sociedad.

La reconstrucción de las ciudades desvastadas significa ubicarlas en otra zona cuando sea necesario, como es el caso de Pisco, así como construir casas antisísmicas apropiadas. Cuando los costos burocráticos son elevados y los trámites meramente formales (sin labor de fiscalización ni educación de por medio, y una desidia de los funcionarios responsables) y no existe una cultura antisísmica, cada uno hace su vivienda como mejor puede o quiere, obviando los requisitos técnicos necesarios. Eso pasó en Pisco y ahora estamos viendo las consecuencias.

Un detalle: la gran solidaridad demostrada por el pueblo peruano de todos los sectores sociales ha evidenciado que hemos sentido como nuestra la tragedia de nuestros connacionales (uno de los voluntarios en la zona del desastre, empresario para mayores detalles, decía: “es mi país…es mi gente”); pero, ¿ello significa que estamos logrando formar una nación o por lo menos un espíritu nacional? Algunos sostienen que Lima se volcó en un gesto de generosidad poco común debido a que también la golpeó el sismo. Creo que la explicación resulta insuficiente y bastante superficial. Creo que intervienen otros factores. El más cercano que entre pisqueños, chinchanos, iqueños y limeños compartimos una idiosincrasia similar al ser ciudades costeñas. Pero también influye ese sentimiento “mestizo” que se está consolidando en nuestro país poco a poco. Alguien decía –más o menos- que nación es cuando a tú vecino le duele el pie y tú también lo sientes. No estoy seguro todavía que podamos decir que somos una nación coherente, pero sí de que por lo menos ese espíritu sale a flote en momentos emotivos muy fuertes (una desgracia nacional o cuando juega la selección peruana, a pesar que pierda); y, también que estamos construyendo o se está formando una “nación de cholos”, de mestizos, con sus lastres y sus problemas no resueltos todavía y con otros que deberemos resolver a futuro, pero hacia allí vamos. Estamos en eso y es bueno.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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