Monday, November 05, 2007

DE PERROS, CAVIARES Y TRUCHAS: A PROPÓSITO DEL ARTÍCULO “EL SÍNDROME DEL PERRO DEL HORTELANO” DE ALAN GARCÍA

Es curioso como cada cual ha “analizado” a su manera el artículo periodístico (a ensayo no llega) del presidente Alan García “El síndrome del perro del hortelano” (El Comercio, 28.10.07). Para la derecha ortodoxa “pura y dura” es el realismo llevado a la excelsitud, gracias a lo cual AGP pasará como el mejor presidente de la historia de nuestro país (de paso le sacan lustre con la franela y elevan su ego). Para la izquierda anquilosada en los años setenta debería más bien seguir el camino de Evo Morales, que gracias a sus medidas nacionalistas y de “socialismo del siglo XXI” está muy por encima en las encuestas que AGP, recomendando por tanto más estatismo como antaño (Nelson Manrique). Creo que ambos extremos (la derecha ortodoxa y la izquierda arcaica) yerran en sus apreciaciones y lo ven de acuerdo al prisma ideológico que cargan.

El artículo tiene cinco áreas de diagnóstico: recursos forestales, tierras sin trabajar, recursos mineros y petroleros, recursos marinos y fluviales, y trabajo formal y educación. Por cierto, el artículo está plagado de lugares comunes, y más son creencias relacionadas al modelo económico neoliberal que ideas desarrollados en base a un conocimiento, por lo menos empírico, de la realidad. Pero, más que el diagnóstico de cada área económica, el artículo pone énfasis en cómo algunas personas se dedican a solo criticar o colocar obstáculos que impiden el desarrollo del país, son una suerte de “perro del hortelano”. Si bien no lo dice con nombre propio, se refiere a la llamada “izquierda caviar” (de allí que Nelson Manrique haya “saltado” hasta el techo al día siguiente de publicado el artículo, ver su respuesta en Perú21, 29.10.07, posteriormente ha recibido también respuestas furibundas de otros conocidos izquierdistas) que se opone ciegamente a la explotación de los recursos naturales a través de un discurso anacrónico y camuflado ahora como ambientalista a través de ciertas ONG’s. En la lista –sin aludirlos- están también los llamados “curitas rojos”, sacerdotes católicos comprometidos con los más pobres e inspirados en la teología de la liberación, aparte de otros como los profesores del SUTEP (a quienes, a contrapelo de la izquierda caviar, he bautizado como “la izquierda salchipapa” por lo popular y masivo), los profesores de las universidades públicas que reclaman aumentos sin elevar la calidad de la docencia impartida y perjudicando así a los futuros profesionales del país, los presidentes de ciertas regiones de raigambre chavista-humalista ( “la izquierda trucha”), entre otros más.

En pocas palabras, según AGP, serían pequeños grupitos que se encargan de entorpecer el desarrollo sostenible de nuestro país y de que pase a la historia como el mejor presidente de la república.

Coincido con Enrique Bernales (El Comercio, 30.10.07) en que esos grupos existen. De haber, siempre ha habido y habrá grupos políticos, económicos o sociales que se dediquen a hacer oposición por cálculo de intereses o por el mero placer de oponerse. Ya Víctor Raúl Haya de la Torre comentaba hace más de ochenta años del palo encebado, algo parecido a la tesis del perro del hortelano, aunque tocaba un tema sensible a nuestra idiosincrasia nacional: la mediocridad del medio, donde se “castiga” al que busca la renovación y el cambio, y se “premia” al que se conforma con el status quo y medra con el conformismo (un ejemplo claro sería la mediocridad del fútbol peruano, representado en una dirigencia también mediocre). Pero, de allí a responsabilizar a los “perros”, “caviares” y “truchas” por el fracaso de las acciones del gobierno y de su baja en la popularidad de las encuestas, dista mucho.

Hay otro hecho que es sintomático, y es el uso bastante evidente del sustantivo adjetivizado “perro”. No es la primera vez que el presidente lo utiliza para dirigirse a quienes se oponen a sus medidas. Aunque el perro es un animal noble (quien haya tenido uno lo sabe), el uso de la voz es denigratorio, implica una persona sin principios, casi casi lindante con lo salvaje, exento de toda nobleza y altruismo. Es cierto que un gran sector de la izquierda no lo quiere a Alan (y sueñan más bien con verlo en la Base Naval junto a Montesinos por la masacre de El Frontón). Pero, ¿son “perros” quienes se oponen a las políticas de gobierno? No lo creo. Uno puede estar en desacuerdo, muchas veces enceguecido por la política partidaria y la inmadurez para ver el largo plazo (el infantilismo político), preocupado más en destrozar al rival que en construir un país. Quienes actúan así son más bien inmaduros y el pueblo los ha castigado con la orfandad electoral. Están barridos del mapa político (a pesar que quieren recomponerse en un frente humalista), igual que las dirigencias de las centrales sindicales que se quedaron en los discursos pasatistas sin tomar en cuenta los cambios tecnológicos y económicos que trajo para el empleo los últimos veinte años. Incluso la Francia de tradición socialista se ha dado cuenta de eso. Pero, insisto, creo que es exagerado calificarlos como “perros”, infantiles, quizás, o arcaicos, además que son vocablos que suenan más bonito que el denigrante “perro”.

La receta para el progreso que vierte AGP en su artículo es sencilla y se basa en grandes inversiones privadas. Es el mismo argumento neoliberal: modelo primario exportador, inversión del sector privado –preferentemente en recursos naturales- que genere puestos de trabajo y traiga capital y tecnología, donde el rol del estado es cumplir apenas con las seguridades jurídicas a fin de darle estabilidad a largo plazo a la inversión.

Lo malo es que la “receta” de AGP es trasnochada, al igual que sus más acérrimos enemigos. El mundo se mueve hacia el centro del péndulo. NI a la derecha tan derecha, ni a la izquierda tan izquierda, más bien el centro. Por eso –y frente al fracaso de las “recetas” del Consenso de Washington-, las sugerencias del desarrollo pasan por una activa participación no solo de los agentes económicos privados, sino también del estado, que no puede quedar como un mero garante de la inversión, sino que debe buscar e instituir mecanismos adecuados de distribución de la riqueza generada y de inclusión de los sectores menos favorecidos.

El mercado per se no corrige los desequilibrios sociales, más bien los agrava como sucedió en el propio Chile, donde la “receta” funcionó, pero a costa de excluir a grandes sectores sociales, de allí que los últimos gobiernos chilenos inviertan en gasto social, mejorando los niveles de calidad de los sectores menos favorecidos. En pocas palabras es mercado pero también estado.

Una pregunta que no se han hecho ninguno de los “analistas” que destrozaron o ensalzaron el artículo de AGP es porqué lo publicó. El principio de oportunidad se les fue de sus “análisis”. En política no se puede ser ingenuo como decía –maquiavélicamente- el propio Alan García en su primer gobierno y bien difícil creer que Alan lo sea.

En primer lugar se debe resaltar el lugar de la publicación. Sección opinión de el diario El Comercio, periódico conservador, una especie de El Mercurio chileno, donde en materia económica solo se da cabida a articulistas “sensatos”, vale decir fieles creyentes del modelo ortodoxo (radicales, estatistas y keynesianos abstenerse, ellos escriben en La República o La Primera), son gente de la derecha económica, muchos académicos de universidades privadas de “prestigio” (aunque en política dan cabida a izquierdistas reciclados y hasta “caviares” como Enrique Bernales).

Otro hecho es que el diario que le abrió las puertas es el mismo que en el pasado mostró un odio furibundo contra el APRA, odio que iba más allá de toda racionalidad. El APRA de Víctor Raúl Haya de la Torre e incluso del primer gobierno populista de AGP, hubiese sido imposible que encuentre tribuna en el decano de la prensa nacional. Es más, El Comercio apoyó abiertamente los golpes de estado cuando candidateó el fundador del partido aprista, así como a finales de los años ochenta –y en contra de AGP- apoyó al FREDEMO y su prédica de libre mercado.

No es necesario ser muy zahorí para encontrar la respuesta. El propio decano la reveló en un editorial, a la semana siguiente de publicado el artículo: “…gratificante asistir a lo que podríamos llamar una maduración doctrinal del pensamiento político del doctor García…”(4.11.07, en negrita nuestro). Es decir, ahora el doctor García –para El Comercio- ha “madurado”.

El momento. Creo que no se trata de una simple “boutade” o berrinche del presidente (o como dirían los muchachos “se rayó”), sino que subyace un mensaje directo, ya que él mismo suscribe el artículo. Parece decirnos: soy firme defensor de las grandes inversiones privadas y que estas no deben sentir ningún temor en mi gobierno por el trato, éste seguirá igual, garantizando un continuismo de políticas económicas que comenzó con Fujimori, pasó por Toledo y sigue conmigo. Las cosas no van a cambiar, no hay de qué preocuparse. El mensaje es claro y preciso.

Pero, porqué ese llamado, si supuestamente las cosas entre el gran empresariado y el gobierno van bien. Posiblemente hayan existido tiranteces y portazos internos, que no han salido a luz. Es como en un matrimonio, los problemas van puertas adentro, solo cuando es grave y uno de los cónyuges se marcha, lo saben los vecinos del barrio. Algo así probablemente ha pasado entre ambos y el presidente no ha querido reaccionar como en 1987 que estatizó la banca cuando se peleó con los poderosos de la época. Jamás se lo perdonaron y AGP aprendió la lección.

También es una garantía para las futuras inversiones. Un canto de sirena, sobretodo ahora que estamos tan cerca de la firma del TLC y del ansiado grado de inversión (que, ojo, no es otra cosa que nuestros bonos estarán mejor calificados en el mercado internacional). Pero, también está el Alan García “converso”, fiel creyente de la “revolución capitalista”, marcando distancias con el Alan “populista” de los años ochenta. Algo de eso también existe. Recordemos que no hay peor cosa que un converso, debido a que tiene que demostrar ante todos que “renegó” de su antigua religión y ahora profesa la que considera la “verdadera”. Y, si su gobierno se sostiene sobre el gran empresariado y los poderes económicos, con mayor razón aún.

El mundo no es blanco y negro como en el artículo de AGP. Felizmente. Y si quiere pasar a la posteridad debe dejar de escuchar a los que le aconsejan continúe con la “receta”, pese a que esta no levanta el pastel y más bien lo está quemando junto al cocinero.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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