Wednesday, December 26, 2007

WONG ES CHILENO, PU

Sería necesario ensayar una “sociología de los sentimientos” para analizar mejor el “feeling” de ciertos sectores sociales por la venta de los supermercados del grupo Wong, tantas veces negada por sus representantes, a un consorcio chileno.
Es que Wong se había identificado con “lo nuestro”. Así como la Inca Kola es “la bebida de sabor nacional” o la cerveza Cristal, “la cerveza de todos los peruanos” (aunque ambas marcas pertenecen hace mucho a grupos trasnacionales), los supermercados Wong y Metro “eran” los supermercados peruanos por antonomasia, con una estrategia de marketing -según los especialistas- muy acertada de sentirse el consumidor como ir a la bodeguita de la esquina donde el tendero te conoce de toda la vida. Atención personalizada que le dicen.

Pero, creo, ese sentimiento “de traición”, cuyo público objetivo ha llegado a jurar que jamás volverá a comprar en la conocida cadena, lo puede compartir un pequeño segmento social perteneciente a las capas medias y altas ubicadas geográficamente en la ciudad de Lima, concurrentes habituales a supermercados, que sienten “les han clavado un puñal por la espalda” por la venta de estos a capitales chilenos. Es bastante improbable encontrar ese mismo sentimiento de contrariedad, por ejemplo, entre los consumidores de los sectores populares, más asiduos a los mercados tradicionales que a las grandes cadenas de tiendas (aunque gradualmente esta cambiando esa actitud, de allí que la cadena Wong incluya a los almacenes Eco, dirigido a los sectores populares).

Es como un matrimonio, cuando uno de los cónyuges niega en todos los idiomas la infidelidad que el otro cónyuge sospecha, y luego es “ampayado” con el tercero o la tercera en cuestión, queda mal. Igual ocurrió ahora. Los originales propietarios negaron repetidas veces que la cadena de supermercados iba a ser vendida a un grupo chileno, cuando los rumores del acuerdo eran bastante evidentes en el mundo empresarial. Aunque la reserva esté vinculada a razones de estrategia de negociación -generalmente esas transacciones son muy reservadas y no se anuncian hasta no materializarse la venta-, los “fieles”, los “caseritos” de Wong no lo ven de ese modo, sino como “la prueba” de la infidelidad matrimonial. Me dijiste que no me engañabas y te he visto con mis propios ojos.

Racionalmente no se puede explicar un sentimiento. Actúan contra toda lógica y sentido práctico (por eso quienes han declarado, como los economistas, “que todo seguirá igual” y es una tontería considerarlo chileno ahora, que eso es nacionalismo trasnochado del siglo XIX, o que los Wong tenían endeudados hasta los calzoncillos y fue suerte el encontrar un comprador interesado en sus tiendas, no convencen). Y este sentimiento tiene algo parecido a cuando Telefónica fue comprada por los españoles. Existía una percepción de abuso, más exagerada que de haberla adquirido un consorcio trasnacional de cualquier otro país. No obstante los abusos evidentes acometidos por Telefónica en los primeros años de su gestión, el considerarlos “españoles” agudizaba la animadversión de los usuarios. Era como sentir una “nueva invasión”. Algo similar sucede ahora. Cómo explicar los sentimientos encontrados de muchos “caseritos” de Wong si no es porqué fue comprado “nuestro” supermercado, orgullo nacional, por un consorcio mapocho.

Los chilenos tienen en nuestro país cadenas de supermercados (Tottus y antes Santa Isabel), ferreterías (Sodimac y Ace), farmacias, tiendas por departamentos (Saga y Ripley), aviación comercial (Lan), financieras, bancos y otros negocios más. En ninguno de esos casos ha existido rechazo de la población, sin embargo ahora sí. Quizás esté relacionado con la teoría de la gota que derramó el vaso. Una percepción que nuestros vecinos del sur se están apropiando de “todo lo nuestro”. El pisco primero, nuestra gastronomía después (recordemos el “affaire” originado hace un tiempo atrás por el suspiro a la limeña producido en Chile) y ahora nuestro mejor supermercado. El “feeling” es más de terruño, de valorar lo propio, que de fríos números, demostrando en estos tiempos de globalización que el nacionalismo subyace incluso en las capas urbanas más modernas (aunque se trate de un nacionalismo muy diferente al - por ejemplo- arcaizante de los Humala).

No sé si la venta afectará la popularidad y aceptación que tienen los supermercados Wong. Si esa clase media que compraba devotamente y por años en dichos establecimientos lo seguirá haciendo, si llegarán a cumplir su juramento de no comprar “nunca más” en la cadena comercial o tan solo sea un shock pasajero y serenados los ánimos se olviden las ofensas. Creo dependerá mucho de la habilidad en el marketing que maneje su nuevo propietario, la cadena Cencosud, de respetar el estilo de gerenciamiento de los supermercados, de respetar “las tradiciones Wong” como el corso de 28 de Julio, la atención personalizada, las políticas laborales como contratar discapacitados, de seguir trabajando con los proveedores peruanos, por más chauvinista que parezca en esta era de internacionalización de capitales (porqué comprando Sapolio, señora, usted da trabajo a un peruano, como inteligentemente decía un comercial). En fin, de muchos factores. La habilidad del nuevo dueño será clave.

Por el momento, estimado lector, si usted era de los que compraba religiosamente en Wong y se siente “traicionado” por la venta, si se siente todavía mal y le friega esté ahora en manos chilenas, ya no compre más en ningún establecimiento de la cadena, váyase a otro supermercado, que en eso de los afectos como de los amores no hay banderas ni colores, y como dice el viejo adagio, cuando se cierra una puerta se abre otra. Pero, pasado el momento inicial, dese una vueltecita como quien no quiere, use la racionalidad y vea si los precios y la atención, así como la calidad de los productos, no han disminuido. Y si no ve la bandera de la estrella solitaria dentro del establecimiento, ni tampoco escucha una cueca como fondo musical, ni menos que las góndolas solo contienen productos con la marca “made in Chile” (recuerde Sapolio de nuevo), y sobretodo no se cumple la leyenda negra según la cual el nuevo propietario obliga a sus empleadas a usar pañales para no recurrir al baño, ni –peor aún- encuentra usted en la sección licores “pisco chileno”; sino más bien todo sigue igual, regrese, que, como en los amores, a veces existen segundas oportunidades. No siempre, claro.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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