Monday, January 28, 2008

EL PORNO Y YO

Mi primera relación con el porno fue en secundaria. Tendría unos quince o dieciséis años cuando un compañero de clase trajo una revista extranjera que contenía fotografías bastante explícitas. El texto no lo entendíamos, pero las fotos daban cuenta muy evidente y sin tapujos del sexo oral que una mujer le practicaba a un hombre. Era la primera vez que veíamos imágenes de hombres y mujeres desnudos teniendo sexo. En aquella época –inicios de los setenta, cuando los militares gobernaban el país- solo se encontraba material porno que entraba de contrabando, o por medio de amigos en alguna embajada, o –la vía más directa- con generales dentro de nuestra familia.

La dictadura de aquel entonces, cuidando nuestra salud sexual, había prohibido todo tipo de revistas, películas o libros que atentaran contra “la moral y las buenas costumbres”; incluso habían sido prohibidas películas como “El último tango en Paris”, a pesar que vista a la distancia no pasaba de un juego entre inocente y medio malévolo de un viejito (Marlon Brando) rejuveneciendo con la joven y voluptuosa María Schneider, una chiquilla con los senos bien duritos y ávida de tener experiencias nuevas no concedidas por su novio, más preocupado en hacer películas que en atender como es debido a la prometida; todo en plena época de la revolución sexual (la famosa “escena de la mantequilla” que tanta alharaca causó en Lima cuando fue su estreno, ahora no pasa de una practica bastante común). Hasta “El decamerón” de Pier Paolo Pasolini fue prohibido. Había conseguido su pase a exhibición de la temible censura de la época –especie de Stasi peruana-, pero el día de su estreno, faltando pocos minutos para su proyección en el mítico cine Roma con sala colmada hasta el último asiento, llega un camión del ejército repleto de soldados con armas al ristre y un teniente al mando, rodean el cine como si fuera una madriguera de terroristas e incautan la película “por órdenes superiores”. Los espectadores que estábamos en el Roma –había logrado “colarme” a una película apta para mayores- tuvimos, entre resignados y molestos, que abandonar la sala.

Se estaba educando al “ciudadano revolucionario del mañana” –a fin de ser “iguales”, todos los escolares ya usábamos un horrible uniforme plomo rata-, así que no se podía permitir mal formar nuestras tiernas mentes, a pesar de ser vox populi que muchos generales, gobernantes de los destinos del Perú, veían en funciones privadas lo que al común de los mortales nos estaba vedado. Sin embargo, nunca faltaban esas revistas extranjeras, como la llevada aquella vez por mi compañero de clase, y que originó en algunos alumnos desarreglos nerviosos por un exceso de masturbaciones diarias (“el vicio solitario” como decían nuestros abuelitos).

Los tenedores de un proyector privado –el Beta, ni el VHS, menos el DVD, asomaban todavía- se agenciaban algunas peliculitas porno venidas subrepticiamente por la frontera; pero, generalmente se debía hacer malabares para conseguirlas, tener contactos y el precio era caro. Curiosamente, la prohibición del gobierno militar originó todo un mercado negro del cine porno, convenciéndome en carne propia y a temprana edad que las prohibiciones al final traen más perjuicios que beneficios, y que la libertad es mejor en todo sentido, hasta para apreciar una película pornográfica.

Aquellos que no podíamos pagar los altos precios de las publicaciones o filmes del mercado negro, teníamos que contentarnos con una actriz argentina que exhibía sus atributos en cintas con nombres tan sugestivos como “Carne”, “Lujuria tropical” o “La tentación desnuda”, dirigida siempre por su esposo Armando Bó. Isabel Sarli causó muchos sueños húmedos entre los jóvenes de la época.

La verdad que las películas de la Sarli eran más el título que el contenido, casi siempre tonto, un poco ingenuo y a veces medio truculento; pero al no existir más oferta, los adolescentes iban con asiduidad monacal a las salas de barrio donde proyectaban sus filmes. Debemos recordar que los muchachos de entonces éramos bastante ingenuos y casi casi estábamos descubriendo el sexo a los catorce y quince años, muy diferente a los chicos de ahora que tempranamente descubren los arcanos que rodean al acto sexual por el internet y la televisión (recuerdo hace un tiempo una amiga de mi generación se escandalizó por las películas triple X que pasaban en el hostal donde estábamos, sin saber que sus hijos muy posiblemente ya habían visto y revisto las mismas películas por el internet, la tv o el dvd).

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En el cercado de Lima –Jirón Chota si no recuerdo mal - existía una salita de cine llamada “Rívoli” que se llenaba totalmente de escolares para ver a la Sarli semi desnuda o en poses sugestivas. Como actriz no era gran cosa, pero aprovechaba su gran recurso corporal, esperando con ansias los muchachos de entonces ver que le desgarren la ropa y se insinúen las protuberancias de sus grandes senos o de sus poderosas ancas. Como cinéfilo “convicto y confeso” que ya era por aquellos años, creo a sus películas no les daba más de un tres en una escala del uno al diez.

Por cierto, las películas de la Sarli estaban dentro del llamado “soft core” o porno blando, permitido por la censura del gobierno militar a diferencia del “hard core” o porno duro, con sexo explícito y mostración de genitales, hallado únicamente en el mercado negro.

El cine “Rívoli” quedaba a pocas cuadras del colegio donde estudiaba (un colegio de varones púberes viviendo angustiados por el sexo), así que los días viernes, terminadas las clases a las dos de la tarde, y apenas sonaba la campana, nos íbamos en dirección al Jirón Chota. Felizmente el administrador era bastante tolerante y las películas aptas para mayores de 21 –la mayoridad en aquellos años- permitía el ingreso a jóvenes de dieciséis, quince, o a veces de menos edad. Allí presencié mi primera película porno o la que supuse era una película porno. Mis compañeros ya me habían comentado del “Rívoli”, que “sí dejaba pasar” a menores, así que un viernes, terminando las clases, me animé y fui solo. Ya en aquella época me había fijado ciertas reglas de disciplina para ver un filme y una era ir sin compañía a fin de no sufrir interrupciones durante la función y poder apreciar mejor la proyección (aunque, en honor a la verdad, esa regla ha tenido a lo largo de su aplicación excepciones ocasionales cuando la compañía ha sido agradable).

Entré a la sala sin saber nada del filme. Era una comedia sobre un muchacho que por la edad siente las urgencias del sexo y en uno de esos enredos tiene relaciones sexuales con su propia madre, que lo “estrena” en las artes amatorias, comenzando así su vida sexual, contado todo en un tono risueño y desenfadado, sin dramatismo alguno. Se titulaba “Soplo al corazón”, que de porno no tenía nada, y era del gran realizador francés Louis Malle, de quien vería años después algunas de las películas que guardo con más aprecio en mi memoria.

Sucedía que cines como el “Rívoli” proyectaban cualquier película con escenas de sexo o de “calateo” que llamase la atención del público objetivo concurrente a la sala (escolares deseosos de ver cópulas y mujeres desnudas en el écran). Así, por ejemplo, proyectaron también “Edipo Rey” de Pier Paolo Pasolini, que tampoco era un porno y, dicho sea de paso, a esa edad no entendí muy bien. (Me reencontraría con Pasolini algunos años después, ya un poco más grande y con más películas vistas en mí haber, iría entendiendo poco a poco su cine, conservando en el corazón con mucho cariño su “trilogía de la vida”).

Algunos años después, ya casi al final de la dictadura, ingresaron las películas del “flaco” Olmedo y el “gordo” Porcel. El gobierno militar estaba más preocupado en reprimir las protestas populares y en buscar una salida decorosa a una situación política cada vez más insostenible, así que Porcel y Olmedo invadieron las salas limeñas para hacer olvidar a la gente las subidas de precio de los productos de primera necesidad, ocasionadas por los “paquetazos” (“sinceramiento de precios” en la jerga financiera-burocrática) de un ministro de economía que con los años se convertiría en “gurú” de las finanzas y funcionario internacional gracias a sus constantes cambios conforme el vaivén del viento en la política local.

Un público ansioso colmaría los cines donde se estrenaban “Los caballeros de la cama redonda”, “Los doctores las prefieren desnudas” o “Encuentros muy cercanos con señoras de cualquier tipo”. Conocimos también a las “vedettes” argentinas: altas, bien proporcionadas, “carne blanca” como decíamos (Tula Rodríguez demoraría algunos años en ser “sex symbol”). Susana Giménez y Moria Casan ocasionaron los sueños perplejos de más de un peruano. Aunque en justicia, las películas de la dupla Olmedo-Porcel estaban en el género de la picaresca que en el porno blando propiamente, aunque en época de escasez bien valían las tortas…

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En aquellos años mis gustos cinéfilos se habían vuelto más exigentes y virado hacia las “películas de autor”, descubriendo a cineastas como Kubrick, Bergman, Kurosawa, Fellini, Antonioni, Anderson o aquella generación de jóvenes realizadores representantes de una visión distinta del cine norteamericano, y que marcaron mi cinefilia, como Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, Brian de Palma, Peter Bogdanovich, Woody Allen, entre otros renovadores del Hollywood clásico.
Gracias a la revolución sexual que vivió Norteamérica en los sesenta y a los cambios en la mentalidad y sociedad que acaecieron por esos años –influenciados por la guerra de Vietnam-, el Código de conducta moral Hays -censurador de imágenes o palabras atentatorios contra “el pudor” y que reinó en la industria del cine por más de treinta años- quedó abolido. Ahora se permitían las malas palabras, la jerga, la violencia desmesurada, el acto sexual y los desnudos totales en las producciones, sin que el orden político o los grupos puritanos pudiesen hacer nada. Esa libertad y nuevos aires permitieron la renovación del cine norteamericano, bastante aletargado y que sufría de un proceso esclerótico creativo muy similar al visto ahora en las producciones hollywoodenses.

Era un asiduo concurrente a los “cine clubs”, y en especial a uno ubicado en la Av. Arica, el famoso auditorio Don Bosco, administrado por unos muchachos uruguayos que habían huido de las sangrientas dictaduras que asolaron los países del cono sur en la convulsa década de los setenta.
Salía con el trasero adolorido –las sillas eran de madera- pero contento de haber visto una buena película. Me convertí en un asiduo concurrente de la salita del Don Bosco, muchas veces faltaba a clases en la universidad para no perderme alguno de los filmes proyectados; incluso tenía un abono mensual para concurrir cuantas veces quisiera. Aquellos años, con toda seguridad, fueron los más felices de mi vida. De esa época data también una corta relación con una muchacha uruguaya. Médica de profesión, algo mayor que yo, de izquierda como yo, creía en un mundo más justo y mejor como yo, huía de la dictadura y de las desapariciones de opositores políticos en el Uruguay de Bordaberry, y cargaba con la angustia y culpa de haber dejado al esposo allá, del cual no tenía noticias.
Gracias a M… mi cinefilia creció y comencé a valorar más el cine europeo, y en especial a la “nouvelle vague” francesa. De su mano aprendí varias cosas esenciales en la vida, así como a valorar un cine distinto al norteamericano. Siempre estaré en deuda con ella; pero, esa es otra historia que quizás algún día me anime a contar.

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Si España tuvo su movida terminado el franquismo, nosotros también tuvimos nuestra “movida limeña”. Con el advenimiento de la democracia se terminó la censura y los peruanos pudimos ver por fin la “trilogía de la vida” de Pier Paolo Pasolini o “El último tango en París” con lleno de salas por semanas enteras (por cierto, esta última la acabo de ver hace poco en dvd y contiene escenas bastante aburridas, donde uno, literalmente, se cae de sueño). Llegaba también la actriz holandesa Sylvia Kristel y su trilogía sobre Emmanuelle -que algunos años después la completó con una más-, inaugurando en nuestro medio el llamado “porno de lujo”, películas porno de presupuesto elevado, en el histórico cine “Colón” que exhibiría algunos memorables en la época. Otra de la misma tendencia fue “Historia de O”, que a pesar de contener escenas explícitas de sexo anal (o como diría el Dr. Marco Aurelio Denegri peneano-rectal), vista a la distancia de los años como que ha envejecido, la película es medio tiesa, acartonada. También ingresó el célebre Tinto Brass con “Calígula” en la categoría del “porno histórico”, cuya exhibición causó revuelo en todo el mundo y más en una ciudad como Lima, sacudiéndose lentamente de la pacatería. La película fue condenada por cierta prensa beatona (cuenta la leyenda que ante el escándalo suscitado por el estreno, algunos de los participantes en el filme pidieron que sus nombres fueran retirados de los créditos). En nuestro país fue el cine Roma de nuevo quien tuvo el monopolio del filme y la gente daba literalmente vueltas alrededor de la manzana a fin de conseguir un boleto. Esta vez, felizmente, no se presentó ningún teniente con “orden superior” que incautara la cinta, así que la pudimos ver tranquilamente, apreciando a un gesticulante Malcolm McDowell como Calígula, pero sobretodo a una actriz que daría luego mucho que hablar en el futuro por su buen desempeño actoral: Helen Mirren.

Otra que también causó revuelo fue “El imperio de los sentidos”, y si bien no es un porno stricto sensu, causó estupefacción en la Lima de inicios de los ochenta por la exhibición explícita de coitos y genitales (por ejemplo, se muestra una “fellatio” en primer plano), por lo que algunos comentaristas escasos de luces aventuraron en calificarla como pornográfica. Nagisa Oshima, su realizador, había ido audazmente hacia la frontera bastante indefinida entre el porno y el erotismo. El resultado fue una obra de arte que pervive en el tiempo, no obstante que a algunos espectadores les “chocó” el final donde la protagonista amputa el pene de su amante y, sujetándolo entre sus manos, deambula errática y medio ida entre las tropas japonesas.

Empezando el segundo gobierno de Belaunde se abolió la censura, entró en vigencia la Constitución Política de 1979, una de las más avanzadas de la época, y cayó la temible Stasi peruana, así que el porno duro entró a las salas limeñas libre de todo impedimento y por la puerta grande. No obstante, el Arquitecto restaurador, a fin de evitar que “la moral y las buenas costumbres” no se vieran rebalsadas, reglamentó que el “hard core” se proyectara a partir de la medianoche. Supuestamente la medida era disuasiva –a fin de evitar la concurrencia de demasiados parroquianos-, de tintes moralizantes y hasta religiosos, por no decir cucufatos, pero lo que generó fue todo un mercado a partir de las doce de la noche, como si se tratara de un embrujo mágico. No solo una buena cantidad de espectadores ansiosos por la proyección se congregaban, cual aquelarre, un poco antes de la medianoche –generalmente hombres solitarios que esperaban en el hall del cine se abra la boletería-, sino también los tradicionales vendedores de sánguches y emolientes, de chocolates, chicles y cigarrillos, así como las “chicas de la noche” que esperaban desfogar a los apremiados espectadores al salir de la función, y que a veces, con la complicidad de los boleteros, ingresaban a la sala en plena proyección a ofrecer sus servicios, con lo que presenciábamos un doble espectáculo: el de la pantalla y el de las chicas practicando una “fellatio” en la misma butaca a un parroquiano apurado o cargando con este al baño. Así que las noches en Lima, luego de los “toques de queda” en las postrimerías del gobierno militar, comenzaron a ser más movidas y entretenidas. Por cierto, descubrimos también que las “chicas malas” no eran tan malas como las habían pintado, y sí más bien bastante interesantes, haciéndome amigo y parroquiano seguro de una de ellas, con la cual mantuve una relación compleja de “cliente- amigo cariñoso-confidente” por varios años.
Recuerdo una película de ese entonces. No tengo muy preciso el título (además para llamar la atención aquí les etiquetaban títulos insinuantes como Las noches húmedas, Sexo sádico, Los “anales” de Patricia, entre otros más o menos llamativos), pero era una comedia porno bastante entretenida. Tenía argumento y trataba de un tipo que se las ingeniaba para tener sexo con las mujeres haciéndose pasar por médico. Su sobrenombre no podía ser más evidente: “Doctor sexo”.

Pero, junto a las “chicas de la noche”, aparecieron también los primeros travestis para caballeros con gustos más exquisitos. Fuerte competencia para las primeras, al existir hombres buscadores de algo más “exótico” que una mujer para tener sexo, además el SIDA todavía no aparecía en el horizonte, así que las relaciones eran “piel a piel” y por la entrada que mejor guste o plazca. Algunos años después, los travestis se convertirían en lugar común de la oferta sexual que ofrece Lima de noche y ciertas avenidas de la ciudad son parte de su escenario habitual. Ya no llaman la atención ni mueven a escándalo como hace veinticinco años atrás.

Sin embargo, el ingreso del beta primero y el VHS después, desplazó el placer de ver una película porno de las salas a la tranquilidad del hogar, contribuyendo a ello las deficiencias técnicas en las proyecciones que a veces llegaban a un écran oscuro o totalmente borroso justo cuando estaba en lo mejor la “acción”. Otras veces sucedía que los “rollos” del filme venían alterados. Era un sistema de chasquis en motocicleta que trajinaban con los rollos de un cine a otro, originando a veces la confusión en la continuación de estos, así, en ciertas ocasiones, el final de la película venía primero y el inicio al final. Era una forma medio surrealista de apreciar un filme, hasta parecía cine de vanguardia que rompía los moldes clásicos de la narración.

También contribuyó al eclipse de toda esta época el terrorismo. Los chicos de Sendero decidieron seguir el precepto de Mao “del campo a la ciudad” y no se les ocurrió mejor manera que colocar coches-bomba a diestra y siniestra, causando apagones, volando edificios y practicando su “asesinato selectivo”. Uno, al levantarse, no sabía si al terminar la jornada regresaría vivo o entero a su casa, optando los limeños por quedarse en sus casitas y salir lo menos posible. Era la estocada final a las salas de cine antiguas y que se convertirían poco a poco en iglesias evangélicas -previo exorcismo de los demonios de la carne que pululaban en los otrora cines porno-, o en actividades más mundanas como salas de bingo y la esperanza de abrazar la fortuna con una moneda.

En lo personal, en esos años, mis intereses cinéfilos se habían vuelto cada vez más exigentes, y si una película no satisfacía mis gustos me aburría y sentía una pérdida de tiempo irreparable, por lo que el porno no me llamaba la atención: ver una sucesión de escenas de solo sexo sin una historia interesante que las enlace me resultaba mortalmente aburrido. Aparte que la etapa de la curiosidad juvenil de solo mirar como un voyeur había dado paso hacía mucho tiempo a la de practicar lo visto, más entretenido y emocionante que la ficción.

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Si bien no compro películas porno, tengo un amigo que es un gran coleccionista y de vez en cuando, al visitarlo, le “gorreo” alguna de su enorme catálogo. Existen de todas las nacionalidades: españolas, argentinas, italianas y por supuesto norteamericanas. El porno peruano no se ha quedado atrás y, entre otros medios, se vende por internet. Hace poco me topé con una página peruana que daba cuenta de una chiquilla teniendo sexo con dos hombres a la vez: uno por delante, otro por atrás. Por cierto, los “actores” peruanos físicamente ni por asomo se parecían a los europeos o norteamericanos: musculosos(as), practicantes del fisicoculturismo. La “protagonista” estaba bastante flaca y le colgaban las tetillas, mientras los “actores” daban la impresión de no ver la olla hace muchos días por lo flacos y desnutridos. Ni que se diga de las deficiencias técnicas en iluminación o fotografía, para no hablar ya del encuadre. Digamos que era un porno del tercer mundo. Como dice el viejo adagio “no es lo mismo un desnudo griego que un cholo calato”. Aunque si nos atenemos al principio de realidad, los cuerpos esqueléticos o gorditos y no tan adónicos reflejan mucho mejor la verdad de todos nosotros: imperfectos, deformes y muchas veces hasta risibles. Barriguitas o barrigotas, piernas chuecas, rollitos en la cintura más que evidentes, senos y nalgas flácidos, órganos masculinos de la finura y tamaño de un alfiler, son parte del imaginario común en cualquier parte del mundo. No crean todo lo visto en la pantalla: ni todas las mujeres son tan exuberantes como las actrices porno, ni los hombres tan dotados y con cuerpos musculosos como los “actores”. Eso es solo ficción. La vida real está plagada de aquellas imágenes de cuerpos contrahechos como las mostradas en aquel porno nacional.

No todas las películas pornográficas son pesadas e insostenibles a nivel argumentativo. Hace un tiempo mi amigo me prestó una titulada “Anal planet”. Era una comedia porno de ciencia ficción, donde un grupo de astronautas van deambulando por las galaxias, llegando a un planeta donde se ha inventado un casco para tener sexo virtual, hasta estallar este por demasiados coitos (el “professor”, inventor del casco, muere repitiendo to much sex, to much sex). Es graciosa, ligera y tiene historia entre escenas de sexo y sexo. Me gustó tanto que me la quedé de recuerdo y de vez en cuando la veo. Mi amigo no la va a extrañar entre centenares de películas de su enorme colección.

Algo similar me pasó con otro porno de “ambiente histórico”. Inscrita en la vertiente de la picaresca, trata sobre una chica de pueblo que en el siglo XVIII (la época no es muy precisa en el filme) va ascendiendo de condición social gracias a sus encantos y a cómo los emplea con los ricos con quienes se encuentra, llevando por título el nombre de la protagonista: “Tatiana”. Hasta donde tengo conocimiento se hicieron tres partes, lo que da a entender el personaje fue bastante popular en los años noventa, cuando se produjo el filme.

Ahora, gracias al dvd, por unos cuantos soles podemos ver tranquilamente una película porno en nuestra casa, y si se tiene pantalla ancha, home theatre y surround para apreciar en forma envolvente los gemidos, tanto mejor. Existen muchas tiendas especializadas en la venta de dvd’s porno, así que el negocio anda muy bien, contando con oferta de filmes no solo para heterosexuales, sino también dirigido a segmentos especializados del público (lo que en marketing denominan “nichos de mercado”), así tenemos porno para homosexuales, lesbianas, she-male, pederastas, sado-masoquistas, onanistas, zoofílicos, fetichistas y quizás hasta para necrófilos; y, en las pocas salas de cine que todavía lo proyectan ahora entran mujeres, acompañadas de su pareja o en grupo, no siendo más un coto exclusivo del hombre. La emoción de lo prohibido de antaño ha cedido el paso a la cotidianeidad insípida del ahora.

El porno se ha institucionalizado, se ha asimilado al sistema, se ha “democratizado”. En esta época el sexo ya no es un tabú, y el porno ya no es un artículo prohibido que uno miraba a hurtadillas de los padres o los maestros, como aquella revista que entre fascinados y con angustia por ser descubiertos veíamos unos adolescentes treinta años atrás. Ahora es tan común y tan fácil de conseguir para un joven como comprar un paquete de cigarrillos o una botella de ron, y creo que por eso el porno ya perdió su encanto.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Monday, January 21, 2008

EL COLEGIO DE ABOGADOS DE LIMA

Si bien los gremios tienen un origen medieval, jugaron un papel importante en la articulación de la sociedad urbana y contribuyeron a dotar de una especial fisonomía a la vida de las ciudades. Fueron un ente aglutinador por oficios importantísimo en las futuras urbes, conforme estas cobraron mayor importancia en el desarrollo del capitalismo.

En esta evolución de las asociaciones por oficios, comienzan a cobrar relevancia los gremios de abogados conforme adquieren notoriedad, sea en un estado burgués como fue en los países que siguieron la reforma luterana, o en uno de rasgos coloniales e índole feudal como la España imperial de la contrarreforma. Así, los abogados agremiados irían consolidándose y ganando participación en la sociedad donde se encontraban insertados, teniendo como finalidad inicial el apoyo solidario mediante una caja de auxilios mutuos para casos de enfermedad o muerte; la defensa cautiva de la profesión (de no estar agremiado no se puede ejercer la abogacía); y, establecimiento de un “tarifario” por los servicios prestados a fin de evitar “competencias desleales” entre los miembros de la Orden.

En particular, el Colegio de Abogados de Lima –CAL-, ha tenido una participación destacada en la sociedad peruana. Fundado en 1804, es el colegio profesional más antiguo del país. Estuvo a la vanguardia de la constitucionalidad y el estado de derecho en los momentos difíciles, cuando la autocracia de Fujimori, en los noventa, quiso acallar toda opinión contraria a sus intentos reeleccionistas. Nos hostilizaron y cerraron muchas puertas –incluso, literalmente, hasta llegaron a tapiar la puerta de acceso a la sede del CAL en Palacio de Justicia, signo de la intolerancia que se respiraba en la época-, a varios colegas opositores se les hizo un seguimiento –“reglaje”- o interceptaban sus llamadas telefónicas; pero el Colegio jamás se “fujimorizó”, a pesar de los intentos de un grupo de colegas de darle un sesgo adulador hacia el autócrata y su asesor, hasta hace poco miembro de la Orden, Vladimiro Montesinos.

Sin embargo, da la impresión que el brillo y la prosapia de antaño son parte de un lustre ido y que, como esas viejas familias de rancio abolengo, más bien atraviesa un período de decadencia que quizás sea irrevocable. Tiene prestigio, pero su participación activa en la sociedad es casi nula. Se parece a esas universidades que viven de la época en que eran el faro de la intelectualidad y paradigma de la educación, siendo apenas pálido resplandor de tiempos mejores.

Uno de los problemas que atraviesa el Colegio es su excesiva cantidad de agremiados. En estos momentos estamos cerca a los cincuenta mil inscritos, ya no nos conocemos y solo nos congregamos cuando tenemos elecciones. El “boom” de agremiados ha obedecido a la sobredemanda de aspirantes a letrados existente en nuestro país y su subsecuente sobreoferta de escuelas de derecho. Para nadie es un secreto la alta rentabilidad de una universidad si cuenta con una escuela que “fabrique” abogados: no requiere demasiada inversión –como, por ejemplo, la carrera de ingeniería de sistemas- y genera ganancias inmediatas. Son esas carreras conocidas como “de tiza y saliva”. Es así que el crecimiento del CAL debido a esta sobredemanda de abogados necesitados de colegiarse no corresponde a la estructura orgánica actual, ni a los fines primigenios, previstos cuando el número de inscritos era mucho menor, las escuelas de derecho se contaban con los dedos de una mano y cuando todos, prácticamente, se conocían entre si, como en la Lima de los años cincuenta.

Asimismo, la percepción que la sociedad tiene hacia nosotros es negativa. Los abogados y jueces somos vistos como personas poco confiables: taimados, deshonestos, y que a la menor oportunidad traicionaremos a nuestro patrocinado de ser litigantes o le extraeremos de su bolsillo alguna “coima” si somos magistrados. Debemos ser sinceros: en la sociedad no nos quieren.

Tampoco todos los agremiados son iguales u homogéneos, sino todo lo contrario. Provenimos de distintas generaciones, de diferentes universidades, nuestra formación académica es bastante dispareja entre unos y otros, nuestro origen social es igualmente disímil, así como el ejercicio de la profesión: tenemos desde los “abogados exitosos”, asesores de grandes empresas trasnacionales, casi siempre de universidades privadas exclusivas, hasta aquellos que apenas tienen para sobrevivir, los llamados “abogados ambulantes” que ofrecen sus servicios en los pasillos del Palacio de Justicia, por no mencionar a los desempleados, aquellos dedicados a otros menesteres, menos el de su profesión.

Es lamentable y dramático ese panorama, y la verdad las sucesivas juntas directivas del Colegio no han hecho nada, absolutamente nada, para remediar la penosa situación en que se encuentran sumidos muchos colegas. Han preferido ver hacia otro lado o hacia sus intereses personales, antes que el de los agremiados.

También está el hecho que el Colegio no ha sabido imbricarse con la sociedad. Estamos totalmente desfasados de esta. El Perú, y Lima, han cambiado radicalmente en cincuenta años, sin embargo el CAL sigue siendo una institución conservadora, sin pensamiento crítico, rodeado de ritualismos decimonónicos, como en la época que el Perú era gobernado por unas cuantas familias. No se ha modernizado, ni ha sabido entender a la sociedad donde se encuentra inmerso, convirtiéndose en un islote que nadie comprende ni ha nadie le interesa.

Otro aspecto digno de resaltar es porqué llegar a ser Decano o siquiera pertenecer a una Junta Directiva del Colegio causa tanta aprehensión entre ciertos colegas que realizan campañas ostentosas y caras a fin de acceder al sillón principal del CAL.
Como cualidades personales, el aspirante a decano debe ser un abogado preferentemente con méritos académicos o intelectuales reconocidos, es decir, un tipo versado en materia jurídica, que ha escrito libros, ha ejercido la docencia universitaria o ha sido un juez honesto y probo (difícil de encontrar en estos días, según la apreciación generalizada). Un jurisconsulto respetado en el medio. Por ello, antaño las campañas eran generalmente austeras, entre nosotros, contando con la colaboración de los alumnos del candidato repartiendo volantes en las puertas del Palacio de Justicia o de las dependencias judiciales; pero ahora apreciamos campañas por los medios masivos de comunicación, usando la radio, los periódicos, llamando a la casa u oficina del abogado para pedir su voto, invitando a agasajos de “cierre de campaña” (en lo personal, en la última, me invitaron a uno de los candidatos, que no asistí), haciendo promesas que saben muy bien no podrán cumplir, regalando libros, llaveros, lapiceros, calendarios, etcétera, etcétera. Más parece la campaña de un candidato a presidente o congresista que a un gremio profesional.
Dicho sea de paso, sería bueno que como aquellos, los candidatos al decanato también rindan cuentas de los gastos de campaña y el origen de su financiamiento: Somos abogados, debemos ser los primeros en dar el ejemplo de transparencia.

La pregunta que emerge, sin necesidad de mucha malicia, es de dónde proviene tanto dinero para dichos gastos, y porqué el interés en ser decano si el cargo es ad honorem.

Y, en ello, cabe el prestigio del CAL. El CAL será una institución decimonónica y con olor a naftalina pero, como esas viejas familias de apellido compuesto y escasa fortuna, todavía conserva un aura de cierta gloria pasada. Quien acceda al decanato consolida sus ambiciones profesionales (bastante legítimas) ampliando su cartera de clientes o el poder dentro de la universidad donde se desempeña, teniendo la posibilidad de contactarse con personajes políticos que le permitan ingresar a la vida pública o la oportunidad de acceder a algún cargo “de importancia”; además de conceder puestos de confianza remunerados dentro de la institución a quienes lo apoyaron en las elecciones. Como denunció un ex decano, el CAL se ha convertido en una “fábrica de empleos”, obedeciendo el decano entrante más a los intereses de quienes le ayudaron en la campaña que a los agremiados propiamente, de quienes casi siempre se olvida una vez finalizada la justa electoral. En eso se parece mucho a los candidatos al Congreso que llegan a ocupar una curul en la Plaza de la Inquisición.

Con honestidad y pena debemos reconocer que el CAL dejó de ser la gran institución que fue en el pasado. Es un gremio más y punto, que tiene su sustento en la defensa cautiva requerida por los abogados para ejercer su oficio. Sugiero que se vaya trabajando la propuesta de no existir la obligatoriedad de inscribirse en un colegio profesional, en cualquier colegio profesional, para ejercer una carrera liberal. El sentido de la obligatoriedad se comprendía en los gremios medievales que así defendían los intereses de sus agremiados frente a la “competencia”, pero en esta época de globalización, internacionalización de los servicios y aperturas de mercados, carece de sentido y solo debería ser voluntaria la inscripción en un gremio profesional. De reunir los requisitos establecidos en la ley, el ejercicio de la profesión debe ser enteramente libre. Daríamos un cambio revolucionario a la tónica de los colegios y estoy seguro que más de uno se desanimaría a candidatear al ansiado sillón de decano.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Monday, January 14, 2008

SECESIÓN EN BOLIVIA

La creación artificial del estado boliviano por Simón Bolívar obedeció a una estrategia geopolítica: se debía contrarrestar el poderío del otrora poderoso virreinato del Perú desmembrando parte de su territorio, a fin que nunca más se levanten las ambiciones coloniales. Para cumplirlo pensó como político, superponiendo los intereses de la Gran Colombia y su proyecto de una sola América a los intereses peruanos, quienes –especialmente los criollos- habían demostrado una “tibieza” en la gesta emancipadora. Así Bolivia nació como un estado artificial, carente de pasado, desmembrado de sus antiguas raíces. No es casual que los distintos gobiernos mayormente hayan sido militares, y la precariedad en sostenerse parte de su endeble institucionalidad política, casi siempre obedeciendo a los grupos de poder económico y a mantener las prebendas de una oligarquía, que como la peruana, fue incapaz de transformarse en clase dirigente.
El golpe de gracia fue la guerra del Pacífico, cuando Bolivia pierde su mar y se convierte en un país mediterráneo. Si para nosotros la guerra fue un trauma, para los bolivianos fue una amputación sin anestesia. Como nación nunca más se levantó.

Al cuadro descrito se debe agregar las diferencias étnicas y regionales principalmente entre dos grupos muy distintos: los cambas y los collas (existen otros grupos étnicos, pero los en pugna son principalmente estos dos). Los primeros, habitantes de la selva boliviana; los segundos, del altiplano. Esas diferencias étnicas y regionales se han visto agravadas por el recurso del gas, encontrado en territorio camba. Los cuatro departamentos reclamantes de autonomía (Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando) concentran las dos terceras partes de la riqueza nacional. Es decir, la separación aspirada es más económica que política, queriendo administrar los cambas sus propios recursos naturales, aunque el detonante haya sido la Constitución boliviana que Evo Morales (colla) pretende imponer al margen de los otros grupos políticos, constitución similar al modelo “refundacional” de su mentor, Hugo Chávez.

Es cierto que las ambiciones autonómicas de los cruceños (principal motor del separatismo) obedece a su relego del poder central. Mientras convivieron y usufructuaron del mismo las tensiones étnicas y regionales se mantuvieron controladas y la vocación autonomista no se manifestó tan abiertamente. Es con el gobierno de Evo Morales y sus medidas de tintes socializantes que los departamentos del oriente boliviano marcan distancias del poder central, en una relación bastante tensa con el ejecutivo.

Es probable que Evo halla querido explorar caminos de solución antes que de imposición, en el tiempo de residente en Palacio Quemado ha demostrado “muñeca política”, superior a la de Chávez, pero el proyecto “refundacional” de su grupo político y las necesidades de no quedarse rezagado frente a otros líderes collas más radicales que él (como Felipe Quispe, “El Mallku”) ha precipitado un desenlace “forzoso” abriendo el camino a la secesión. Los cambas saben muy bien que el gas es su arma tanto para negociar políticamente con Evo Morales, como para solicitar su reconocimiento oficial de estado autónomo ante la comunidad internacional (principalmente de sus vecinos Brasil, Argentina y Chile, todos ellos necesitados del gas boliviano). Si Evo opta por la solución militar (o los separatistas al golpe de estado), la guerra fratricida se desata con consecuencias políticas para la región. Si negocia (lo más probable, considerando su actuar político) y se ponen de acuerdo en una suerte de “estados autónomos” dentro del estado boliviano es probable que la secesión no se produzca, aunque continúe como una alternativa latente. Lo primero, en todo caso será la lucha política mediante los sucesivos referendos que se producirán durante el año 2008: el de revocatoria del mandato presidencial, el de aprobación de la Constitución “refundacional” promovida por el partido en el gobierno, o de los estatutos autonómicos promovidos por los separatistas. De no encontrar ambos bandos una solución política negociada, la salida violenta tendrá más probabilidades, lo cual se puede agravar con la intervención directa de Hugo Chávez y los “bolivarianos”, como tantas veces ha amenazado.

A nosotros también nos afectaría una eventual separación violenta en Bolivia. De producirse la secesión sangrienta, muchos collas se instalarán en el altiplano peruano, refugiados a los que será difícil cerrar la frontera, bastante porosa entre ambos países, aparte que no sería humanitario. Lo positivo es la venida de muchos inversionistas bolivianos a nuestro país, atraídos por su estabilidad económica, seguridad jurídica y los tratados comerciales que estamos suscribiendo. Es la ventaja comparativa en un escenario de guerra. (Ya algunos empresarios altiplánicos, ante el fin inminente del ATPDEA para Bolivia y las medidas políticas de Evo Morales, están haciendo maletas para “cruzar el lago”).

En caso de una conflagración interna, por la cercanía de nuestro territorio, puede conllevar un encarecimiento de precios por escasez y especulación de alimentos, desajustando los índices macroeconómicos; amén del proselitismo político a favor de Evo Morales y contra “la derecha oligárquica” que soliviantarán las casas del ALBA afincadas al sur del país. Pero, sobretodo, lo más preocupante es la puesta al día del discurso recurrente de la creación de un estado aymara con las poblaciones étnicas a ambos lados de la frontera: tienen un mismo origen, lengua, costumbres, tradiciones y no se sienten extraños frente a la división política que los criollos hicieron de un territorio milenario. La idea no es tan descabellada, y en estos tiempos de escisiones territoriales para la creación de nuevos estados, bastante factible.

Ojalá no se produzca una guerra fratricida para solucionar un problema económico y político, lo ideal sería resolverlo por la autodeterminación de los pueblos (referéndum, y seamos realistas, incluso también si alguna vez los aymaras peruanos deciden unirse libremente a los aymaras bolivianos para crear un nuevo estado), pero no siempre es posible, y allí está el ejemplo de Yugoslavia, que, salvando las distancias, tiene mucho de la historia de Bolivia.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Tuesday, January 08, 2008

PRONÓSTICOS PARA EL 2008

En lo económico:
Año sin sobresaltos (salvo se produzca un evento inesperado de gran magnitud), donde se ratifica el modelo económico iniciado con las reformas neoliberales de Fujimori en 1990, sellado diecisiete años después con la firma del TLC y demás tratados que se vienen con Europa, Asia y algunos vecinos de la región. Como ha sucedido en otros países del continente que adoptaron el modelo, será difícil, casi imposible, que el voluntarismo de algún caudillo-candidato convertido en presidente pueda modificar -así lo haya jurado en campaña- los parámetros macroeconómicos de sentarse en el sillón de Palacio de Gobierno el 2011.
Punto débil: La apuesta por el modelo primario-exportador sujeto a las variaciones de los precios internacionales. Si los precios bajan, nuestros ingresos también. Asimismo, los parámetros macroeconómicos pueden verse afectados (subida del IPC y TC errático) por el alza del precio del petróleo y de los alimentos importados. También la recesión norteamericana puede ser un problema para el 2008, afectaría nuestras exportaciones y tendremos masivamente productos norteamericanos importados. El “colchón” de reservas internacionales va a ayudar a paliar la situación.

En lo político:
Sin estabilidad política de nada nos sirve la estabilidad económica, ambas son los soportes de la viabilidad democrática y la gobernabilidad, por lo que urgen reformas inmediatas en el plano político. Así nos parezcan aberrantes, los partidos políticos son necesarios en democracia y apenas tenemos uno a nivel nacional que puede llamarse propiamente partido: El APRA, y a nivel de Lima, el PPC. Y ninguno de los dos puede decirse que sea un partido moderno. (A nivel regional tenemos varios movimientos, casi siempre coyunturales y con alcance limitado).
También deben consensuarse ciertas leyes importantes, como la ley orgánica del poder judicial, la modificatoria de los códigos procesales a fin de acortar los plazos en los procesos civiles y penales, la ley de carrera administrativa poniendo énfasis en la meritocracia para los ascensos y tener una burocracia moderna, preparada y eficiente.
Punto débil: Las reformas del sistema político se están dejando en la “congeladora” del Congreso. No existe ánimo ni voluntad de hacerlo, pensando en el corto plazo, lo que a futuro puede ser perjudicial para los propios partidos.

Reformas pendientes:La reforma del estado, y dentro de esta, creo que es prioritaria la reforma educativa en todos sus niveles, desde la elemental hasta la superior. Sin capacitación científica y tecnológica no estaremos aptos para competir conforme a los estándares internacionales, privilegiándose a los sectores pudientes que pueden pagar una educación cara y de calidad a sus hijos. Quizás la principal de todas las reformas sea la educativa, junto a la reforma fiscal.
Punto débil: El gobierno no tiene un plan coherente de reformas, sino más bien “parches” que causan impacto a corto plazo pero no son eficaces en el mediano o largo plazo. Ejemplo caro y palpable: la campaña “one laptop for child”. Como ya han indicado los especialistas en el tema, no basta una computadora por niño para hablar de una reforma educativa.

Horizonte electoral:Las elecciones están todavía lejanas, así que los candidatos se mantendrán con un perfil bajo, procurando no “quemarse” demasiado.
Si debo hacer un pronóstico arriesgado para el 2011, diría que gana la derecha. No necesariamente con Lourdes Flores, puede ser con un “outsider” que en campaña tenga un discurso cautivador centro-izquierdista y llegado a Palacio un actuar bien de derecha. Incluso, por más paradójico que parezca, el mismo Ollanta Humala podría ser un continuador de los lineamientos políticos y económicos actuales (aunque llegue a ganar es otro cantar).

La escena política oficial
La escena política oficial va a continuar más o menos igual. Con un presidente cada vez más obeso pero de repente no tan conservador si las cifras de aceptación popular le siguen siendo esquivas. Como lo dijimos hace un tiempo atrás (cuando Alan García era candidato y algunos pensaban iba a repetir sus mismos errores), AGP está expiando los “pecados” de juventud, haciendo lo que no hizo en su primer gobierno. El trauma que le quedó por sus errores de la gestión anterior es tan fuerte que no le quedó más remedio que virar esta vez a la derecha. Y recordemos, los “reconversos” son los más fanáticos creyentes. Vade retro.

La izquierda aupada al humalismo buscará protestas de todo tipo contra el TLC, presentarán otra acción de inconstitucionalidad contra el tratado comercial que también será declarada improcedente, y tratarán de organizar paros y protestas sobretodo en el interior del país en coordinación con los líderes regionales, especialmente en la sierra sur. Más allá de eso difícil que pueda crecer como movimiento político tal como lo fue en la década del ochenta, cuando se convirtió en la segunda fuerza electoral. El proyecto de Izquierda Unida quedó sepultado por los propios errores de la izquierda. Mientras no realice un “aggiornamento” seguirá de tumbo en tumbo, apoyando a cualquier candidato con poses nacionalistas o izquierdistas, tal como le pasó en el año 90 con Fujimori y actualmente con Humala. En términos sicológicos podemos decir que escogen mal a sus parejas.
Maríategui tenía mucha razón al fundar hace ochenta años atrás un Partido Socialista (convertido años después de su muerte en Partido Comunista). Carecemos de uno sólido a la usanza chilena, y buena falta que nos hizo.

Política internacional
Nos estamos “durmiendo” en nuestra relación con Brasil. Lula, junto a Evo y a la presidenta Bachelet han acordado una carretera transoceánica que desembocará… en mar chileno. Si bien la escena internacional estará signada por la demanda ante la Corte de la Haya por la delimitación del mar con Chile, creo que lo más importante será Bolivia. De producirse una conflagración entre los departamentos autonomistas y el gobierno central nos afectará directamente a nosotros; más aún si Hugo Chávez y los “bolivarianos” se inmiscuyen a favor de Evo, y con las casas del ALBA en el sur del país, la situación se complicaría.

El petróleo y el gas
La subida del precio del barril de petróleo se veía venir de tiempo atrás, tomando desprevenido al gobierno con respecto al cambio de la matriz energética. La improvisación en tomar decisiones –conforme se van presentando los problemas- tiene un claro ejemplo en que recién este año se van a tomar decisiones, cuando el barril de crudo llegó a los cien dólares (y parece va en aumento). La conversión a gas es importante y no podemos darnos el “lujo” de exportarlo –y a precio “huevo” todavía- cuando no tenemos las suficientes reservas comprobadas como Bolivia, por ejemplo. A pesar que suene decimonónico, el recurso del gas requiere una política nacionalista, a fin de privilegiar primero a los peruanos y lo que “sobre” se venda afuera.

Juicio a Fujimori
El proceso en sí no será lo más importante, sino la estrategia política de su grupo. Si el juicio concluye definitivamente (con sentencia firme) entre el 2009 y 2010 como se tiene proyectado, los fujimoristas moverán sus piezas del ajedrez político conforme nos vayamos acercando al 2011. El fujimorismo es una fuerza que no se puede desestimar.
Me atrevo a hacer un “vaticinio jurídico”. Posiblemente lo condenen a 10 o 15 años de los 30 exigidos por la Fiscalía (me refiero a los casos de la Cantuta y Barrios Altos). De la condena final sólo pasará en la cárcel la mitad del tiempo y saldrá libre sea por el beneficio penitenciario del dos por uno, o en el peor de los supuestos con arresto domiciliario. También la opción del indulto presidencial o la amnistía del Congreso en un escenario post 2011 no se pueden descartar.

El problema de la droga
Estamos por convertirnos en carteles internacionales y en acelerar la cooptación del estado por parte de los narcotraficantes (quienes han pactado una suerte de “joint venture de la droga” con los capos del negocio mundial). Como la experiencia enseña, la solución no pasa por la represión, más bien esta ha demostrado su inutilidad. Más viable es la legalización de los estupefacientes. Pero, por desgracia, el gobierno norteamericano se opone a esta salida, gastando miles de millones en campañas inútiles y con una población altamente adicta a drogas de todo tipo.

El terrorismo
Faltó una labor de “monitoreo” a quienes se iba liberando, así como controlar los remanentes del movimiento de Abimael Guzmán. No se hizo y estamos pagando las consecuencias. La solución no es tanto militar o represiva (menos la publicación de la lista de los “liberados”), sino de inteligencia, al igual que se hizo para capturar a los principales cabecillas quince años atrás. A Sendero Luminoso le está ocurriendo lo mismo que le sucedió a las FARC en Colombia: prestan sus servicios a los amos de la droga o entran al negocio directamente. Es la degeneración de un movimiento que se proclamaba “revolucionario”. Dudo que se repita lo acaecido en los años ochenta o en todo caso su accionar político va a ser muy distinto.

El medio ambiente
El anuncio de la creación del Ministerio del Medio Ambiente más obedece a una condición impuesta en el TLC recientemente firmado que a una decisión política nacional. A no dudarlo, el problema del medio ambiente es mundial y la solución es multilateral, pero algo debemos hacer nosotros para cuidar el nuestro, sobretodo porque vamos a ser los principales perjudicados en caso se produzca “el efecto invernadero”, y si bien actualmente existen demasiados órganos dispersos, la creación de un ministerio no es la llave maestra para encarar la problemática.

Sociedad civil
Más o menos los grupos de presión de la sociedad civil seguirán siendo las ONG “caviares” como las llama la derecha, pero que tienen la capacidad de articular a diferentes grupos sociales. Hace falta mayor variedad de organizaciones civiles. Dónde están por ejemplo los de minorías sexuales que peleen por sus derechos (quo vadis MHOL?). Tenemos el Código Civil más conservador en materia familiar, donde se estigmatiza el homosexualismo como causal aberrante de divorcio y los grupos guys y lésbicos no proponen ninguna reforma legislativa. ¿Dónde están las propuestas para la facilitación de las disoluciones conyugales?, ¿dónde los grupos feministas por el derecho al aborto o los grupos progresistas por el derecho a la eutanasia? La lucha por los derechos civiles a su vez es una forma de ampliar los espacios democráticos. Es lucha cívica y política al mismo tiempo, en la cual el ciudadano es el principal actor. Falta mayor presión y organización.

Las desigualdades sociales
Si no se realizan las reformas pendientes, las desigualdades sociales continuarán ahondándose. Ni el mercado ni los tratados de comercio por sí solos las superan. No hay “milagros”, se requiere la participación activa del estado.
Punto débil: Salud, empleo y educación se encuentran a la zaga y el gobierno no pone énfasis en los programas de inclusión social necesarios para que el “chorreo” llegue a las mayorías.

La televisión digital
El “gran cambio” vendrá hacia el 2010, pero este año la Comisión encargada del estudio de factibilidad deberá emitir su informe a fin de determinar que sistema usaremos (en el mundo existen tres: el norteamericano, el europeo y el japonés). De implementarse la televisión digital significará una fuerte competencia para los canales locales que deberán asociarse a capitales extranjeros a fin de sobrevivir. Reconvertirse será una lucha darwiniana, donde los canales “chiquitos” serán los más afectados de no conseguir “alianzas estratégicas”. Se quiera o no, será necesario aumentar el porcentaje autorizado de capital extranjero en telecomunicaciones.

El ciudadano común
El ciudadano de a pie continuará viendo los “progresos” económicos sin sentirlos en su bolsillo (los sueldos y salarios se encuentran bastante atrasados con respecto a las ganancias del capital). Salvo la inserción de algunos sectores modernos urbanos, el resto de la población –sobretodo la rural andina- continuará en el atraso. Como ya lo dijo recientemente un neoliberal “puro y duro”, libre de sospechas de estatismo, el propio Presidente de la República debe liderar la campaña en la Sierra Sur. Ser el “Taita Presidente”; y yo añadiría, por lo menos debería estar la tercera parte de su tiempo allá, dirigiendo en persona las políticas sociales. Parece caudillismo (y lo es), pero es más efectivo que nombrar un burócrata oscuro.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es