Tuesday, August 26, 2008

CARTA ABIERTA AL ALCALDE DE LA MUNICIPALIDAD DE LIMA

Se bien que usted no es aficionado a la lectura, así que difícilmente leerá mi carta, pero como aquellos náufragos que arrojan una botella al mar, tengo una leve esperanza que llegue por el mar electrónico a su despacho. Porque me siento como un náufrago en mi propia ciudad entre calles cerradas y obras inconclusas. Quizás para usted debo ser uno de los que están contra el progreso (una variante del “perro del hortelano” de nuestro presidente) o que no quiere romper los huevos para hacer la tortilla, en la usual metáfora que suele emplear cuando escapa de su habitual mudez. Pero, las obras que empiezan con el natural estilo eufórico de su administración, con un cartelito donde se distingue una imagen de cómo será “la nueva avenida”, pasan rápidamente a un deplorable estado depresivo dado que destrozada “la vieja avenida” no se ve personal que esté edificando “la moderna”, la que quedará para la posteridad, salvo un par de operarios que con una pala extraen la tierra hacia una carretilla. Y así pasan semanas y semanas sin que nadie de razón del motivo de tanta melancólica inacción. Igual sucede con las obras “inauguradas” (sería más preciso decir reinauguradas) donde lo nuevo solo consiste en haberle pasado un poco de brea por encima y punto. La avenida Arequipa luce igual que antes, la Marina ídem, la Javier Prado ni que se diga. O ver que un volquete carga tierra de lo que era la berma central de la avenida, para al día siguiente devolverla a su lugar de origen. Entonces, por qué la extrajeron. ¿Para “airearla”? Igual sucede con el misterio de la vía expresa. Hasta ahora solo vemos las señales de desvío hacia calles laterales, pero de la obra bien gracias, y según parece el presupuesto “ya voló”. No se si se refieren a que el presupuesto tiene la condición de alado o que el dinero se ha terminado. Si es lo segundo, ¿no tienen en el municipio contadores y gente especializada en finanzas que realicen un cálculo elemental de lo que costará una obra? Un contador egresado de un Cenecape lo podría hacer muy bien. Extraño, muy extraño, un caso digno de los expedientes X. Y frente a estas inquietudes ciudadanas solo tenemos su habitual mudez, salvo su habitual metáfora de los huevos y las tortillas.
Otra cosa es el tiempo de duración de las obras. ¿Será que tampoco tienen un ingeniero que pueda decir cuánto demorará la obra en ejecutarse? Sin ser muy zahorí uno puede pensar que de repente la tardanza en ver concluidas las obras obedece a que se acerque el 2010. De repente, conforme nos acerquemos a ese número cabalístico las obras por arte de magia se irán terminando con un lindo letrerito en color amarillo que nos recuerde quién fue el alcalde que “inauguró” la “nueva avenida”. Pero, no vaya a ser que de repente para ese año sea demasiado tarde. Utilizando su misma metáfora de los huevos y la tortilla, no vaya a ser señor alcalde que se le vaya a quemar la tortilla en la puerta del horno.
Con mis naturales irrespetos,
Un vecino de la ciudad.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Tuesday, August 19, 2008

EL CLUB DE TOBY DEBERÁ ADMITIR A LAS NIÑAS

Existen ciertas medidas normativas que se producen por ser “políticamente correctas”. No es exclusividad de nuestro país, sucede en otras latitudes, incluyendo a sociedades más abiertas y críticas como las europeas o la norteamericana. Todo lo “políticamente correcto” –entendido como aquellas formas o maneras de tratar a las denominadas minorías o a sectores segregados o agredidos en la sociedad- es plausible. Por eso nadie se atreve a ir en contra de una medida que contribuya, por lo menos en el papel, a superar una desigualdad, menos los políticos, ni mucho menos opinar en sentido opuesto, dado que inmediatamente sería blanco de las más severas críticas. Es así que generalmente aquellos que van con la ola de lo “políticamente correcto” opinarán favorablemente sobre cualquier medida que supuestamente beneficie a una minoría o los más decorosos, que sienten va contra su conciencia, guardarán un prudente silencio.
Es lo que ha sucedido con el reciente decreto supremo que “ordena” no se discrimine el ingreso de las mujeres a las personas jurídicas sin fines de lucro reguladas por el Código Civil, en especial a las asociaciones privadas, que van a ser las más afectadas*.

Como puede existir algún lector desorientado(a) que puede sacar conclusiones apresuradas como calificar de “machista” lo que lea a continuación, debo aclarar que el comentario que sigue es netamente jurídico, quizás una deformidad inevitable de mi segunda profesión, y si sigue pensando que soy machista o pertenezco al club de Toby (donde no se admiten niñas) lo remito a mis artículos anteriores publicados en El Observador o En la escena contemporánea (como se habrán percatado algunos, un pequeño homenaje al Amauta).

El decreto en mención confunde lo que son los derechos en igualdad entre géneros con los derechos de las asociaciones privadas de, conforme a su estatuto, tener una calidad específica de asociado.

Los derechos a igualdad entre géneros se califican en abstracto, y pueden ser derechos políticos (derecho a elegir o ser elegido), derechos económicos (igualdad en la remuneración por un mismo trabajo), derechos educativos (el ingreso en igualdad de condiciones desde los estudios primarios hasta superiores) o sociales de carácter especial (derecho al reconocimiento como madre y lo que se deriva de ello: el período pre y post natal, la lactancia, etc.). Esos derechos son indiscutidos e indiscutibles, y al consagrarlos en norma (algunos elevados a precepto constitucional) se ha buscado materializar la igualdad entre el hombre y la mujer en la sociedad, lo cual no se ha debido a la generosidad de ningún mandatario, sino a las propias conquistas sociales que ha conseguido la mujer principalmente a lo largo del siglo XX.

Las asociaciones privadas, consagradas también a nivel constitucional, como el derecho a la reunión libre de las personas naturales y/o jurídicas para un fin común, se les considera como personas jurídicas sin fines de lucro, debido a que a diferencia de las asociaciones mercantiles, no buscan el lucro o la ganancia de sus asociados, sino la consecución de un fin de interés para la comunidad.
Por lo que la gran variedad de asociaciones que existen las podemos clasificar atendiendo a su finalidad en asociaciones educativas, deportivas, recreacionales, políticas, culturales, científicas, etc., etc.

Ahora bien, existen asociaciones que congregan ciertos grupos humanos minoritarios, que asociándose buscan defender sus derechos. Ejemplo, una asociación de homosexuales o una asociación de lesbianas. Sería ilógico que en una asociación, por ejemplo, que agrupa a una minoría sexual, por mandato de un decreto supremo se deba admitir a mujeres. O, volteando la pregunta, en una asociación de lesbianas, ¿sería racional y prudente que se admita a hombres atendiendo al principio de igualdad entre géneros? Obviamente no, debido a que cada asociación tiene una finalidad distinta y por lo tanto agrupa a asociados con ciertas calidades especiales (homosexuales en un caso, lesbianas en el otro).
De la misma forma podemos tener una asociación que agrupe a personas por su pigmentación de piel o por su origen nacional. Así podemos tener una asociación de solo negros o una asociación que agrupe solo a los descendientes de chinos –por poner solo un par de ejemplos-, a la cual -atendiendo a la igualdad entre géneros- “forzaríamos” a incluir a un hombre o mujer blancos –“caucásicos” como dicen eufemísticamente los norteamericanos-.

También podemos poner el caso de las asociaciones religiosas. Hasta donde tengo entendido existen asociaciones religiosas que agrupan a hombres por un lado y mujeres por el otro, atendiendo a criterios como edad y preparación especial religiosa para cada género. Incluso existe una asociación educativa que tiene una universidad exclusivamente para mujeres, y en particular mujeres católicas. Si aplicáramos el decreto en mención y apelando a la igualdad entre géneros deberían forzar a esta asociación –que es religiosa- a admitir también hombres o mujeres que sean de otra fe o pero aún agnósticos o ateos, lo cual va contra su finalidad y objeto para la cual fue creada.

El decreto supremo ha confundido burdamente lo que son los derechos de igualdad entre géneros con los derechos de la asociación (y por extensión de todas las personas jurídicas sin fines de lucro) a agrupar a sus agremiados atendiendo a la finalidad y objeto de esta. Al existir la confusión entre unos y otros se producen los contrasentidos ilustrados. De allí que el bonachón de Toby y su pandilla, no entendiendo en que país ha caído, entre resignado y confuso deberá sacar su cartelito que advertía que en ese club “no se admiten niñas”. Todo por lo “políticamente correcto”.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es


* El d.s. 004-2008-Mimdes utiliza una jerga más “técnica”, indica en su art. 1º: “Precísase [sic] que los estatutos de todas las formas de organización jurídica sin fines de lucro deberán adecuarse a las normas de la Constitución Política del Perú y de la Ley relativas a la igualdad jurídica del varón y la mujer.” Por cierto es un calco de una norma similar de España, que obligaba el ingreso en partes proporcionales de hombres y mujeres a los directorios de las empresas.

Monday, August 11, 2008

¿UN MINISTERIO DE CULTURA?

Dentro de su último mensaje a la Nación, el presidente de la república propuso la creación de un Ministerio de Cultura a la usanza de otros países donde ya cuentan con uno.

Creo que la idea no es oportuna, por el momento, y por varias razones.

Un Ministerio de Cultura exige que previamente exista una política cultural por parte del estado. Sin política cultural explícita no puede haber ministerio de cultura. Es una relación de causa a efecto. El estado peruano es huérfano de políticas culturales. Siempre lo fue, salvo contadas excepciones. Un ministerio de cultura no va a llenar ese vacío, le faltaría “alma” (para citar un término que usó el presidente) convirtiéndose como tantas otras propuestas en un elefante blanco, repleto de burócratas (que ya salieron algunos buscadores de “chamba” en el nuevo ente) y decorativo.

Si se quiere fomentar la cultura (que el término es bastante amplio y se presta a múltiples interpretaciones) se debe comenzar por lo más sencillo. De menos a más. Una primera medida es potenciar el Instituto Nacional de Cultura, de repente otorgándole nuevas competencias y un perfil más ejecutivo y no “el cuidador de huacas” en que se ha convertido. Lo mismo se puede hacer con las demás instituciones que tiene el estado, incluyendo un mejor presupuesto. Y por qué no, se debe dar paso a la creación de un Instituto Nacional del Cine que pueda promover el cine peruano, tanto dentro como fuera del país. Si existe un arte que es la imagen y representación más directa de un país es el cine, y el estado debería fomentar una industria nacional del cine, no “regalando” dinero para hacer películas, sino auspiciando, apoyando, dando becas de estudio a los realizadores peruanos, sobretodo a los de provincias, y otras tareas más que no requieren demasiada inversión y sí aparejan bastante beneficio. Hasta ahora no tenemos una carrera profesional de cine propiamente, menos estudios de post grado, ni tampoco el personal académico necesario para impartir cine. ¿Por qué no empezamos trayendo a algunos destacados cineastas internacionales a que dicten un seminario por estas tierras?

Igual sucede con el fomento a los actores de la cultura. Hace mucho tiempo que no existen premios nacionales de cultura o por rubros o sectores que estimulen a los cultores de un género determinado. Para citar solo algunos casos, dónde están los premios nacionales de ensayo, de crítica de arte, de pintura, de música folclórica, para no mencionar el fomento a la ciencia y tecnología. Dónde la política cultural para “atraer” a los talentos que se fueron del país.
Y requiere también que el estado “invierta” en cultura. No tratarla como un gasto superfluo, sino como una inversión a largo plazo, que redundará en los millones de peruanos.

Por esa razón, mientras no se despejen estas y otras interrogantes y el estado no se comprometa con el fomento a la cultura, difícilmente prosperará la iniciativa de un ministerio “de cultura” eficaz.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Monday, August 04, 2008

LUCES Y SOMBRAS DEL DISCURSO DEL 28 DE JULIO: COMENZANDO EL TERCER AÑO

Se ha dicho que el discurso del 28 de Julio más parecía la rendición de cuentas de un gerente ante el directorio de una empresa que un discurso político propiamente; pero, creo que ese ha sido su motivo: aburrir, distraer, con exposición de cifras que es imposible verificar en el momento y de esa manera eludir los temas palpitantes. El “animal político” que es AGP está agazapado detrás de ese soporífero discurso. Maniobra distractiva hábil para no entrar a temas espinosos como la desigualdad social, la creciente brecha entre ricos y pobres, o el problema del narcotráfico –sino queremos convertirnos en un “narcoestado”, que hacia eso vamos-; sin embargo sí tocó un tema peliagudo que puede echar abajo cualquier buena intención o política pública: la inflación. Conocida como “la maldición de García” o “el karma de García” (debido a que en sus dos gobiernos lo ha perseguido), la inflación actual se debe principalmente a factores externos relacionados con la subida del precio de ciertos productos alimenticios (trigo, maíz y soya principalmente), del precio del petróleo y el destino de tierras cultivables para los biocombustibles; pero existen ciertos factores internos que coadyuvan al proceso inflacionario como la mayor demanda interna, el gasto público o la especulación. Esa es la razón por la cual ha anunciado el recorte del gasto público a fin de “no acelerar” los precios internamente, lo cual tiene que estar coordinado con una política de subida de las tasas de interés por parte del BCR, a fin de “enfriar” el calentamiento de la demanda. En cuanto a la especulación, se hace necesaria una intervención del estado. No basta con decir que los precios suben y punto. Es cómo decir qué vamos a hacer, es producto de la fatalidad o del destino. Se hace imperativo que el estado intervenga, no controlando precios, que no funciona, pero existen otras formas que permitan detener la especulación, más allá del fatalismo que expresó nuestro presidente.

Curiosamente, en esta semana patria que pasó, lo más llamativo fue el exagerado “desgarro de vestiduras” de ciertas autoridades gubernamentales con respecto a la fotografía de una conocida vedette de cumbia que posó desnuda en un caballo y con la bandera como manta de descanso de sus posaderas. Sin ser muy suspicaz se puede sospechar que con el “arrebato” se buscaba más distraer sobre las jugadas políticas para conseguir la presidencia del Congreso que una sincera reacción por una supuesta afrenta a nuestros símbolos patrios.

Discurso con más vacíos y sombras que luces (sobre una política para la ciencia y tecnología no se dijo nada, y sí más bien de un –por el momento- innecesario Ministerio de Cultura), sin mucha autocrítica y con un “autobombo” excesivo que no convence. Comenzando el tercer año, busca seguir en “piloto automático” la economía. La pregunta es ¿podemos hablar de gobernabilidad a largo plazo solo contando con las cifras de crecimiento económico o hace falta una distribución por parte de el estado de ese beneficio a fin que “chorree” a todos?
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es