Tuesday, October 28, 2008

A PROPÓSITO DE LOS 7 ENSAYOS: 80 AÑOS DESPUÉS

Por la coyuntura diaria olvidamos hechos que son más importantes. Humano es. En nuestra vida nos afanamos por las cosas efímeras y descuidamos lo importante, que pasa a nuestro costado sin darnos cuenta.

Este mes se conmemoran los 80 años de la publicación de los 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana. El autor, es redundante decirlo, se trata de José Carlos Mariátegui.

Pocos autores han influido tanto en las generaciones posteriores como Mariátegui. A diferencia del otro intelectual que también más influenció en el pensamiento político peruano del siglo XX, Víctor Raúl Haya de la Torre, Mariátegui no dejó un partido político orgánico ni herederos directos. Sus herederos comprenden un arco tan grande y variopinto que van desde el líder del terrorismo que asoló el país a fines del siglo pasado, Abimael Guzmán, hasta izquierdistas moderados como el desaparecido Alfonso Barrantes que se autoproclamaba mariateguista.

Es difícil sino imposible conciliar tantos sucesores colaterales, sin contemplar los legados de pensadores que no pertenecen a la rama marxista leninista propiamente, pero que se sienten identificados con el pensamiento del Amauta, o, para ser más preciso, con su estilo de pensar.

Precisamente el ensayo fue el género que permitió el tanteo, la aproximación a la realidad, usando la imaginación y la crítica, para dar paso a un pensamiento creativo de estilo propio. En eso Mariátegui fue magistral, así como su uso de las herramientas que le proporcionó el marxismo, libre y sin las ataduras del dogma oficial.

Pero, qué se puede rescatar ochenta años después de los 7 Ensayos.
Si nos atenemos a la literalidad de los ensayos muy poco o casi nada. El Perú ha cambiado enormemente en las últimas décadas. Difícilmente lo reconocería el propio Amauta, o en un supuesto imposible, de vivir todavía habría reescrito su libro capital no una sino muchas veces con ediciones corregidas, modificadas y añadidas. Si como “herederos de Mariátegui” nos atenemos al principio de literalidad, creeremos que el Perú sigue siendo semi-feudal y semi-colonial o que el problema del indio sigue siendo el principal problema del país. Es lo que le sucedió a Sendero Luminoso cuando hizo su “análisis” de la sociedad peruana: se convirtieron en recitadores fanáticos de textos. Ese es el Mariátegui de pedestal, de estampita, que él hubiera aborrecido.

¿Cómo podemos ser tributarios del Amauta en estos tiempos tan revueltos?
Creo que la mejor forma de ser tributario del Amauta es siguiendo su método y su forma de ser: abierto a todas las corrientes de pensamientos pero crítico a la vez; tolerante con todas las formas de pensar pero siendo honestos y consecuentes con la propia; abrirse al horizonte cultural y “absorber” lo mejor pero trasformándolo creativamente; tener emoción social pero también frío razonamiento de los hechos, y al final decir orgullosos como él, queremos un socialismo (o un país mejor) sin calco ni copia.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Monday, October 20, 2008

LA VISIÓN DE LOS COMBATIENTES: A PROPÓSITO DEL FILME VIDAS PARALELAS

Las películas peruanas que tocan el tema del terrorismo son pocas todavía. Quizás el hecho traumático que significó la violencia terrorista y la relativa cercanía de los acontecimientos, amén que muchos actores del drama siguen vivos, no ha permitido procesar con serenidad lo ocurrido en esos terribles años y por ende ficcionalizarlos. Solitariamente, La boca del lobo (1988) y Días de Santiago (2004), cada una con enfoques y estilos totalmente distintos, siguen siendo las mejores representaciones en el cine de la temática terrorista.

Vidas paralelas es lo que podríamos llamar una película apologética y, por tanto, con un punto de vista y una carga ideológica declarada, no oculta. No creo que sea casual que la haya producido una universidad donde los militares todavía tienen presencia y que haya sido estrenada coincidiendo con el quinto aniversario del informe final de la Comisión de la Verdad – CVR. Podríamos decir que Vidas paralelas es el “anti-informe fílmico” a la CVR.

Pero, que una película tenga una carga ideológica y un mensaje declarados abiertamente no quita las bondades estilísticas que pueda tener. Dependerá del punto de vista del espectador o del crítico de cine valorar la propuesta de “reaccionaria” o no, de “encubridora de crímenes de guerra” o de “denuncia reveladora de hechos del pasado”, lo cual es ajeno a la calidad intrínseca de la película. Hay filmes que ideológicamente son “reaccionarios” (por ponerlo en esos términos), pero estilísticamente son muy buenos. Eso sucede cuando el realizador ha sabido “ocultar” su mensaje en la ficción, por lo que el mensaje subyacente no entorpece el discurso narrativo de esta; cuando pasa lo contrario (que el mensaje se sobrepone a la ficción), estamos solo ante el panfleto o la propaganda descarada.

Veamos que bondades y flaquezas se aprecian en Vidas paralelas.

La película tiene un buen comienzo, que cautiva al espectador. Con escenas rápidas y concisas, acompañado de buen pulso en las escenas de acción, nos adentra rápidamente en el tema. En un pueblito de Ayacucho incursionan los terroristas, matan a varios pobladores, secuestrando a otros, entre ellos un niño (Sixto) que con los años se convertirá en el brazo derecho del “camarada Teodoro” (un apenas camuflado Abimael Guzmán), mientras el otro niño (Felipe) será adoptado por el oficial del ejército encargado de la incursión militar, iniciándose así “las vidas paralelas” a que alude el título del filme, abarcando un arco temporal de veinte años aproximadamente.

El uso de la pantalla partida en que nos va narrando el discurrir de la vida de estos dos jóvenes (uno adoctrinado por Teodoro, el otro siguiendo los pasos de su padre adoptivo) gana en agilidad al relato, con una –baches más, baches menos- lograda primera parte. Sin embargo, en la segunda parte, flaquea, hasta desbarrancar en el epílogo conclusivo. Cuando se cambia la perspectiva de “las vidas paralelas”, con el protagonismo de la “camarada Bertha” (Jimena Lindo, como siempre muy buena) y su relación con Felipe, como que lo contado hasta ese momento ya no convence, como que la relación sentimental se nota forzada, impostada, fuera de lugar (incluso tenemos un “bache narrativo”: de la escena del encuentro casual de Felipe y Bertha, cuando se tropiezan en la calle, pasamos sin mayor resolución de continuidad al diálogo entre ambos posterior al primer combate amoroso de la pareja: una elipsis más rápida que un cuy eléctrico). Pero, donde ya desbarranca totalmente es en el juicio a Felipe, ubicado en la época actual (“post CVR”) y restaurada la democracia. Todo es demasiado esquemático, panfletario y burdo.

Incluso, y debido a este esquematismo, subliminalmente parece decirnos que en la época de la autocracia fujimorista todo estaba mejor o por lo menos se combatía más eficientemente al terrorismo, no como ahora que se le deja hacer de las suyas. Porque algo que no oculta la película es precisamente “la eficacia” con que se pudo actuar contra el terrorismo en los años noventa y que esta “guerra interna” no ha terminado, lo cual se grafica en la escena final donde apreciamos a Sixto dirigiendo un grupo terrorista dedicado al narcotráfico. Por tanto –es lo que dice implícitamente la película- se debe dejar actuar libremente a los militares a fin que terminen con el problema y no entrabar su accionar con juicios parcializados, mediáticos, engorrosos e injustos, que solo le hacen el juego al terror, suerte de “tontos útiles”.

Como decíamos líneas arriba, cuando el mensaje se sobrepone a la ficción, esta pierde su sentido y pasa a ser un filme panfletario o propagandístico, consiguiendo un efecto opuesto al deseado: que el receptor del mensaje (el espectador) no se lo crea. Es lo que le sucedió a Vidas paralelas.
Es muy respetable que los militares quieran “lavar su imagen” de los hechos acaecidos en la época del terrorismo. Tienen todo el derecho de plantear su punto de vista y cómo se sienten; pero, si se quiere hacer apología a favor de un grupo determinado, existen medios más eficaces, aprovechando mejor los recursos disponibles (que suponemos provienen de los ingresos de dicha universidad, al ser la productora del filme).

Para terminar, hay una cosa en que sí acierta la propuesta narrativa de la película: que la violencia terrorista no se debió a las condiciones de pobreza de la zona como machacona y simplistamente se ha sostenido, sino a la fanatización ideológica de un grupo altamente politizado. Quienes hayan conocido un senderista de verdad, sabrán que citaban los textos de Mao o del “camarada Gonzalo” como si fuesen citas de la Biblia, similar a esos grupos religiosos que en siglos pasados mataban “en nombre de Dios”. Eso pasa cuando la ideología la elevamos a dogma de fe, y es lo que le pasó a SL, generando la ola de violencia que desangró al Perú por más de doce años. Lástima que no haya podido ser tratado de forma más inteligente, los resultados hubiesen sido distintos.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es


VIDAS PARALELAS
Dir.: Rocío Lladó
Guión: Carlos Freyre
c/ Oscar López Arias (Felipe), Jimena Lindo (Bertha), Renzo Schuller (Sixto), Fernando Vásquez (Teodoro), Edgar Núñez (Alcalde), Rocío Lladó (La fiscal)
Perú/2008/Drama**/Cine/Estrenos

Tuesday, October 14, 2008

“EL KARMA DE GARCÍA”

Según las doctrinas religiosas orientales, el Karma son las acciones de un ser y su retribución. La causa y el efecto. En otras palabras, “pagamos” por nuestros actos, en esta vida o en la siguiente.

El primer gobierno de Alan García estuvo caracterizado por dos hechos que marcaron su administración: la inflación que llegó a niveles astronómicos y la corrupción que también llegó a niveles siderales.

Si bien parecía querer desligarse de estos dos pesados lastres de su primera administración, ambos, poco a poco, subrepticiamente, sin que nadie lo note, han retornado como si se tratase de un destino trágico o de un “karma”. Sobre la inflación, si bien no estamos en los índices hiperinflacionarios de hace veinte años y es justo reconocer que gran parte no es su culpa –como sí lo fue en su primer gobierno-, pero que hay inflación reptante, la hay. Y sobre la corrupción revelada en los audios, donde dos connotados apristas están concertando esfuerzos nada santos a favor de una empresa extranjera para la concesión de lotes petroleros hace pensar como que los viejos tiempos vuelven de nuevo.

La primera pregunta que el ciudadano de a pie se hace es ¿se trata de un caso aislado de corrupción en la actual administración de AGP o pueden existir más casos similares por “desenterrar”? Todo parece indicar lo segundo. Sin ánimo de rasgarnos las vestiduras (en buena cuenta todos los gobiernos han tenido grados más o grados menos de corrupción), la verdad es que los compañeros tienen una vocación por copar las instituciones del estado y medrar de estas en lo cual son campeones, por lo que no sería raro que existan más casos similares. Y no se crea, como han sostenido algunos periodistas venales a favor del régimen, que estamos ante una conspiración o preguntándose masoquistamente quién pagó los benditos audios. Es difícil encontrar ingenuidad en esas preguntas, por lo general más bien existen oscuros intereses cuando se hacen, como queriendo desviar el foco de atención. Lo más sano es reconocer que sí hay corrupción en el presente gobierno, por infantil que pueda parecer admitirlo. Ese reconocimiento dice mucho más de quienes gobiernan que la tesis conspirativa de buscar “tumbarse” –o siquiera “desprestigiar”- al partido en el gobierno, o esgrimir la tesis acusativa preguntándose quién compró los audios, buscando culpables donde no debe ser. Generalmente los halagos o el echar la culpa a los demás (la tesis del “perro del hortelano”) llevan al despeñadero al gobierno de turno. Entre tanto aplauso interesado y lisonja cortesana es fácil perder el rumbo.

Por cierto, cuando se escuchan los audios, hablando con esa familiaridad, lo primero que se viene a la memoria son los videos de Montesinos. Todo “se arreglaba” de la misma manera: con naturalidad, entre amigos, acompañado de algunas palabras de grueso calibre que coloreen la conversa y, por supuesto, “billete de por medio”. El “cuánto hay” se impone. Tarde o temprano llega en el negocio del arreglo. En uno de los audios escuchamos entre ajos y cebollas de manera elegante hablar de “honorarios de éxito”. No coima por favor, eso será para un policía de tránsito, los corruptos de alto vuelo hablan de “honorarios de éxito”. Y en otro audio escuchamos con la mayor naturalidad, aludiendo al ex diputado Rómulo León Alegría, el “manager de la gestión”, a que tiene derecho a “ganarse los frejoles”. Con la mayor concha, como si el tráfico de influencias se tratase del trabajo más respetable y honrado del mundo. Gente curtida en estos menesteres. Precisamente escuchamos al “coordinador” de todas las transacciones, el tristemente célebre RLA, hablar con seguridad y desenvoltura al referirse a los “chanchullos” que hay que hacer para conseguir la licitación. Tiene “labia”, hay que reconocérselo, incluso se jacta de haber realizado “un faenón”. Un tipo con “expertise” en estos asuntos, de eso no cabe duda.

Igualmente llama la atención el desparpajo y la excesiva confianza con que hablan por teléfono los implicados, sin temor a ser escuchados o “chuponeados”. ¿Inexperiencia o soberbia? Creo que es más lo segundo. Tipos que se sienten protegidos por el poder y eso les permite hablar sin inhibiciones. Lo mismo les pasaba a los que se sentaban en la salita del SIN a hablar de sus problemas con el “Doc”: los ganaba la excesiva confianza de estar amparados por los poderosos de turno y que nada les iba a pasar. Y como aquella vez, existe similitud hasta en el show mediático de la “búsqueda del ladrón”. Igual que cuando Fujimori buscaba a Montesinos. Solo que a veces la historia se repite como comedia.
Los audios de la corrupción trajeron cola, se “tumbaron” un gabinete entero, con un premierato que tuvo una buena performance, pero que necesitaba oxigenación y la entrada de un nuevo equipo con Yehude Simon a la cabeza, izquierdista radical reciclado en socialdemócrata y que da un poco de confianza y optimismo frente a los hechos acaecidos (nos reservaremos para otra oportunidad un análisis de lo que pueda ofrecer al país cuando se presente ante el Congreso, pero se trata de un giro de timón hacia la centro izquierda de AGP, real o aparente lo veremos en las próximas semanas). Pero, más allá de lo que pueda augurar la nueva gestión y la defensa que el gobierno aprista ha hecho de sus principales líderes (y sobretodo “blindando” a AGP), tenemos a un gobernante acorralado entre sus dos más terribles “karmas”: la inflación y la corrupción. ¿Podrá salir de ellos?

Post Scriptum: Un lector me comenta sobre el caso de discriminación denunciado recientemente por Morgana Vargas Llosa. Entre audios y corruptelas pasó medio desapercibida la denuncia de Morgana que estando en un conocido restaurante campestre de Santa Clara, sus empleadas del hogar fueron discriminadas por los propios mozos. Segregación racial y social monda y lironda. Nadie se cree que los empleados hayan actuado por iniciativa propia como manifestaron los dueños en sus descargos (es como creer que el grupo Colina “se mandó” por su cuenta sin órdenes superiores) sino que se trata de una política de los propietarios del local. Lo mejor que se puede hacer es no ir jamás a ese restaurante y no recomendarlo, por lo menos hasta que cambie de política y no segregue a las personas. Es el poder que tenemos los consumidores.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Tuesday, October 07, 2008

3 DE OCTUBRE DE 1968

Los sucesos en el Perú y en el mundo han pasado tan rápido que lo acaecido hace cuarenta años, el 3 de Octubre de 1968, tiene sabor a pre-historia, a “ya fue” como dicen los muchachos ahora. Quién se acuerda del general Juan Velasco Alvarado y la reforma nacionalista que lideró. Muy pocos, como que este 3 de Octubre pasó medio desapercibido.

Las “nacionalizaciones” de empresas extranjeras que inició con la IPC, la reforma agraria, el uso oficial del quechua, la confiscación de los periódicos o la formación de una frondosa e inepta burocracia consecuencia del rol empresarial del estado, son hitos de un proceso que quedará, como muchas cosas en el Perú, a medio hacer. ¿Fue necesaria la revolución nacionalista del 3 de Octubre? Visto a la distancia, pareciera que no; es más, vistos los resultados económicos de la reforma, supondría que incluso fue contraproducente. Y cuando un candidato en las últimas elecciones presidenciales enarboló las banderas del extinto general Velasco, auto declarándose “nacionalista”, prácticamente fue “crucificado”, generando un rechazo en gran parte del electorado (y los intonsos no crean encontrar en lo dicho una defensa de ese candidato, dado que el propio suscrito contribuyó con su “granito de arena” a la campaña de demolición).
Todavía hablar del gobierno reformista iniciado en 1968 genera polarizaciones, o estás a favor o estás en contra; algo muy similar a lo que sucede –a pesar que a muchos no les guste- cuando se habla del gobierno de Fujimori.

En esta época de “globalización” y de libre mercado, como que el nacionalismo suena a anacronismo y se cree rápidamente que más es el daño que el beneficio que pueda traer. Pero limitar el análisis de lo que comenzó el 3 de Octubre de 1968 al plano solo económico sería bastante reduccionista de un hecho tan complejo como las reformas que comenzaron aquel año; algo similar a cuando los neoliberales simplifican la rica tradición liberal nada más que al “libre mercado”. Simplificación ingenua o interesada.

A veces quienes lideran un proceso de cambio generan en la sociedad un efecto duradero que no estaba previsto en sus planes originales, mientras estos últimos no perduran más allá del tiempo que estuvieron en el poder. Un ejemplo de lo expuesto es Napoleón. Su sueño de la Francia imperial no duró más de diez años, pero su Código Civil lleva más de doscientos, y ha sido fuente de inspiración para muchos códigos civiles fuera de Francia. Un efecto secundario que no estaba previsto y tuvo más trascendencia que sus sueños de ambición.

Igual sucede con la reforma nacionalista de 1968. De la reforma iniciada aquel año, no queda nada. Es más, casi todos los proyectos reformistas fueron un sonoro fracaso y originaron una deuda externa enorme dado que no había financiamiento interno (por lo que se tuvo que recurrir a un “desembalse” en la llamada “segunda fase” del gobierno militar).
Pero quedaron dos cosas. La primera, una ideología nacionalista, cuyo referente básico pasa por la figura y gestión del general Juan Velasco Alvarado.
Que esta ideología puede ser totalmente debatible, lo puede ser; pero, que tiene un sustento de oposición a la globalización que vivimos y se presenta precisamente como alternativa anti-globalizadora, también lo es. Con mayor razón en esta época de crisis del sistema capitalista. Esa ideología no ha muerto y es posible –dependiendo como marchen las cosas en el Perú y el mundo- que pueda ser “resucitada” con fuerza en un futuro mediato o inmediato. Los fantasmas del pasado no han muerto, están vivitos y coleando.

Y el otro efecto secundario de la revolución nacionalista del 3 de Octubre es que gracias a ella se cortaron amarras y se eliminaron muchos lastres del pasado feudal y aristocrático que impedían una movilidad social de los de abajo. Los Quispes y los Mamanis pudieron emerger como actores sociales, dejando de ser considerados ciudadanos de segunda. Lo voy a poner de otra manera: fenómenos (en el sentido de hechos sociales) como el de estrellas de televisión del nombre, presencia y extracto social de Tula Rodríguez o Karen Dejo, o de congresistas con los apellidos Arpasi o Sucari (para no mencionar a dos ex presidentes, uno de origen marcadamente andino y otro hijo de migrantes japoneses), emergen gracias a la reforma nacionalista, a que se cambia la mentalidad feudal que teníamos, y se permite una mayor afluencia de los procesos inclusivos dentro de la sociedad peruana (procesos que todavía no han terminado). Esos cambios (de esquemas y de mentalidades) hubiesen sido imposibles sin la reforma del 3 de Octubre, dado que cortó las amarras que mentalmente nos mantenían atados a un pasado todavía colonial, a la llamada república aristocrática, cuyo tiro de gracia lo dio justamente Velasco (de allí también el odio o la gratitud que genera, “los cholos se igualaron” como decían antaño). Eso fue quizás lo más importante de aquel ya lejano proceso. Cortó amarras del pasado y nos hizo enfrentar a un nuevo Perú. A la “cholificación”. Para bien o para mal (esa es otra cosa), pero muy distinto al Perú anterior a 1968.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es