Tuesday, December 30, 2008

UN AÑO QUE TRAJO MUCHAS COSAS

El 2008 significó la consolidación de tendencias contradictorias a nivel mundial: por un lado un capitalismo internacionalizado fuertemente cuestionado por las desigualdades que genera, cuestionamiento reforzado por la crisis financiera iniciada en Estados Unidos; y, por otra parte, tendencias de carácter nacional, sea de signo religioso como el fundamentalismo musulmán, propuestas demagógico-populistas como “el socialismo del siglo XXI”, y el de cierta derecha xenófoba europea que ve como un peligro a los migrantes sin distinción alguna. Es decir, entre las fuerzas expansivas del gran capital internacional y fuerzas de resistencia focalizadas, sean de signo religioso, político o económico, se debate una gran parte del mundo. (Ello sin mencionar el problema ecológico-ambiental que es un problema ya permanente y que afecta a todo el planeta).

Está muy lejos “el consenso de Washington”, cuando hace veinte años atrás se quiso imponer el modelo capitalista “neoliberal” que resultó vencedor de la guerra fría, al derrumbe del Muro de Berlín. Ese modelo unívoco -que incluso tuvo una justificación ideológica en la tesis del “fin de la historia”- se encuentra fuertemente cuestionado no solo por la crisis financiera desatada en el segundo semestre del 2008, sino por la expansión de “los focos de resistencia” expresados en el mundo fundamentalista con una guerra que no la está ganando Occidente, un nacionalismo pasatista como el bolivarianismo chavista sustentado en el petróleo, la emergencia de nuevos actores internacionales (Rusia, China, India y Brasil en América del Sur), y el gradual cierre de Europa hacia los migrantes extranjeros, justificado en propuestas xenófobas huérfanas de argumentos y recurrentes a la razón de la fuerza.

Esa tensión está produciendo el surgimiento de un mundo multipolar, el fin del hegemonismo norteamericano (no el fin del capitalismo como sistema, tal como algunos se han aventurado a pronosticar) y la focalización de tensiones sociales que repercuten en todo el mundo. El atentado terrorista último en la India demuestra que esta guerra se juega en distintos escenarios y no se puede entender solo etiquetándolos de “fundamentalistas” o “mesiánicos”. El proceso de resistencia es mucho más complejo. En el caso hindú, por ejemplo, entran en juego no solo las cuestiones religiosas sino las enormes desigualdades sociales y económicas que se están produciendo paradójicamente gracias al despegue de la economía india, buscando los marginados respuestas en opciones violentas.

Pero, a pesar de esos cuestionamientos, en el presente no existe ningún otro modelo alternativo viable al capitalismo como sistema, tal como lo fue en su momento, por ejemplo, el socialismo marxista de fines del siglo XIX e inicios del XX, que inspiró el nacimiento de una serie de estados con un modelo económico y social alternativo al capitalismo. De allí que los cuestionamientos van más hacia el lado distributivo, social y hasta axiológico del “modelo”; manteniéndose incólume el sistema económico, incluso en países que cuentan en la actualidad con gobiernos autoproclamados “socialistas” como España, Chile, Brasil o la propia Venezuela de Hugo Chávez; y también de aquellos países del ex bloque socialista marxista que han adoptado el modelo capitalista en lo económico (el llamado “socialismo de mercado”) como China, Vietnam o todavía tímidamente Cuba, ratificándose así plenamente “la vigencia” del sistema a falta de una alternativa viable.

En América Latina la tensión se refleja entre los países que siguen el modelo de economía de mercado, entre ellos el Perú, y aquellos que han optado por un modelo intervencionista por parte del estado. Ambos no son “modelos puros”, sino que cuentan con matices, la economía de mercado contiene intervención reguladora y presencia del estado, con énfasis mayor o menor; y, en los países de modelo intervencionista estatal sucede igual (no es idéntico, por ejemplo, el modelo chavista en Venezuela, que el de Correa en Ecuador).

En el caso específico del Perú el nivel de reservas internacionales y políticas keynesianas de reactivación de la economía deben amainar la ola recesiva que se viene el 2009 y pasarla sin demasiados sobresaltos, aunque habrá de todas formas que ajustarse los cinturones. Es necesario también que el aparato burocrático se “agilice” y modernice en muchos aspectos a fin de ejecutar eficientemente la inversión pública planificada. La falta de credibilidad en los poderes e instituciones por parte del ciudadano es constante y la reacción de respuesta de estas –entendidas como servicios públicos- es muy defectuosa y en muchos casos corrupta. Tenemos, salvo contadas excepciones, una burocracia bastante atrasada y poco apta para los nuevos retos del país, lo que hace dudar del éxito del programa anticíclico lanzado por el gobierno. La reforma del estado sigue pendiente.
Asimismo, otro reto a nivel social que tenemos es “cerrar” las brechas entre el Perú atrasado, sobretodo el sur andino, y el más moderno que se encuentra al norte. Ese “cerrar brechas” es una tarea impostergable.
A nivel popular, conforme el panorama sea más turbio, las protestas regionales y populares se van a hacer sentir más. De eso no cabe duda, y, conforme se acerque el año electoral, recrudecerán.
En pocas palabras, el 2009 será un año movido y difícil.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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