Tuesday, January 13, 2009

EL PERJUDICIAL

Así denominaba don Ricardo Blume en sus crónicas de cada jueves al poder judicial. Claro, la connotación es evidente y ha pesar que han trascurrido más de veinte años desde la publicación de aquel escéptico artículo y varias reformas de por medio, la cosa como que sigue igual, por lo menos en lo que a servicio y eficiencia al ciudadano se refiere.

Olvidamos que un poder del estado ofrece un servicio público: administrar justicia en el presente caso. Que de eso se trata, ni más ni menos. Y para ejemplo de la poca eficiencia en el servicio y la escasa importancia del ciudadano un botón: luego de un largo feriado por navidad y otro por año nuevo, los usuarios del poder judicial esperaron el lunes 5 de Enero a que abra sus puertas para conocer el estado de sus juicios. Preocupación natural ya que habían pasado varias semanas de inactividad por las fiestas de Diciembre. Estuvieron desde temprano esperando. Eran más de las ocho de la mañana y las puertas no se abrían. Qué pasó, se preguntaba desconcertado el público. El portero no vino a trabajar, se quedó dormido o se le perdió las llaves. Nada de eso, los magistrados (servidores públicos) decidieron no atender ese día porque era “la apertura del año judicial” y había que escuchar los discursos de rigor del nuevo presidente del perjudicial. La pregunta obvia es: porqué no hicieron su bendita apertura del año judicial el viernes 2, así el lunes atendían a tanto litigante deseoso de justicia. Ese gesto hubiera sido mucho mejor que mil discursos.

Claro, se me replicará que el viernes era “día no laborable para el sector público” por “disposición gubernamental”, por lo que ellos, como celosos guardianes de la ley, debían “acatar lo que la ley disponga”. Lex dura lex. Efectivamente, el viernes 2 era día no laborable para el sector público, pero pudieron “habilitarlo” para la apertura del año judicial, hacer sus discursos protocolares sobre que este año “sí cambia el poder judicial”, tomar su brindis de honor, aplaudir copiosamente a su nuevo presidente y atender normalmente el lunes.

Hubiese sido una pequeña muestra que para el estado, y en especial para el poder judicial, el ciudadano sí importa. Pero, el mensaje fue: te esperas nomás a que terminemos nuestros aburridos discursos, cócteles, sobemos al nuevo presidente y te vienes el martes, y si no te gusta, piña pues.

Con esa mentalidad es muy difícil imaginar un estado eficiente y al servicio de la persona, sino más bien tenemos la forma tan vieja del “estado patrimonialista”, donde el funcionario se sirve del estado para su provecho personal y le importa un rábano el ciudadano.

Y si no veamos otro ejemplo: El flamante presidente del poder judicial, el doctor Javier Villa Stein, el mismo día de su asunción al cargo se le vio rodeado de abogados y ex magistrados francamente cuestionados, los cuales son parte de su entorno más íntimo. Uno estuvo comprometido con varios connotados personajes que controlaron el poder judicial en la época del fujimorismo, con ONG propia que defiende a estos señores impresentables, además de cargar con varios procesos en contra por estafa y apropiación; la otra, cuando era jueza, regalaba pasajes de la empresa Aerocontinente como si se tratase de boletos de rifa, y, según se dice, era “la intermediaria” entre los Zevallos cuando estaban en su época dorada y el poder judicial.
Amén de contar el presidente del perjudicial entre sus filas de “asesores externos” a un lobista (dizque el Dr. Villa Stein “relacionista público”) conocido por “arreglar juicios” por una módica suma de dinero. Y, de yapa, un ex secretario técnico del Consejo de la Magistratura cuestionado por manipular los nombramientos de jueces y fiscales cuando estuvo en ese cargo. Verdaderas joyitas de familia.

Como defensa de sus “asesores” al estrenadísimo presidente de un poder tan importante como el judicial no se le ocurrió mejor recurso que argüir que “Ser abogado de Satanás no es delito” (sic). Así estamos. Y este es el hombre que ha prometido “luchar a fondo” contra la corrupción en el poder judicial. Y este es el poder que debe administrar justicia “a nombre de la nación”.

Habría que recordarle a don Javier el viejo adagio: “dime con quién andas y te diré quién eres”, así como que con esa actitud difícilmente se gana legitimidad y respeto en la sociedad, menos tratándose del líder de un poder del estado.

Pero, no se crea que el “perjudicial” es la única institución del estado que anda chueca. El Ministerio Público no se libra de críticas y lo que pasa dentro de sus paredes haría temblar al más sereno; ni menos el Consejo Nacional de la Magistratura encargado de seleccionar y ratificar a jueces y fiscales.
Recuerdo que en las entrevistas para “seleccionar” a magistrados, a uno de los entrevistadores, un consejero autor de enjundiosas obras jurídicas, en vista que para él el mejor juez es aquel que sabe de memoria los distintos articulados de la constitución política y demás leyes, no se le ocurrió mejor idea que preguntar al aspirante en la entrevista personal y mismo examen de grado, cosas como qué dice el artículo 485º del Código Civil sobre la reducción de alimentos al indigno (?). No se si buscaban un juez que deberá tener sus códigos y leyes a la mano para consultarlos y que sobretodo sea un hombre o mujer probo, o una computadora con memoria incluida pero corrupta.

Ya no hablemos de las incoherencias en la redacción de las sentencias por parte de los magistrados que en más de una ocasión resultan ininteligibles y uno no sabe si debe acudir a un adivino o a un astrólogo para desentrañar el arcano metafísico del letrado, o los menudos disparates que ya es solencia de citar leyes derogadas en sus resoluciones, como extrañando una onda retro de todo tiempo pasado fue mejor.

La verdad que el problema no es reciente, es tan antiguo como la república misma. El hecho es que ahora “el lado oscuro” del poder judicial resplandece más gracias a que mal que bien estamos en un estado de derecho, y la libertad de expresión además del uso del internet permiten una información más fluida, así que las críticas son más abiertas y aireadas. Qué les guste o les disguste a los que están arriba es otra cosa. Posiblemente esos “asesores” del presidente del poder judicial sean depuestos por la presión mediática, pero dice mucho de cómo andan las cosas en el tristemente célebre “perjudicial”.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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