Tuesday, January 06, 2009

LA REVOLUCIÓN CUBANA: 50 AÑOS DESPUÉS

Con una hermosa metáfora Yoani Sánchez creo que ha descrito con mayor precisión lo que se siente a los cincuenta años de la revolución cubana: “Los colores se le corrieron al avejentado rostro de la utopía y la sinfonía de la victoria se trastocó en un reggaetón de la sobrevivencia”.

Las utopías también mueren o para ser más preciso se avejentan. Es lo que le ha sucedido a la revolución cubana en su cincuenta aniversario. Es muy difícil seguir creyendo que es “el paraíso sobre la tierra” y “el ejemplo ha seguir” para los demás pueblos de América Latina, salvo ser muy crédulo o muy cínico.
El romanticismo guerrillero que ganó tantos adeptos entre los jóvenes e intelectuales en todo el mundo ha cedido paso a un escepticismo si no a una crítica abierta en lo que devino la revolución.
Sin embargo, el sueño de una sociedad justa se mantiene incólume, lo que sucede es cuando se quiere materializar ese sueño en la vida: casi siempre se convierte en pesadilla. Dante tenía razón cuando sentenciaba que el infierno se encuentra empedrado de buenas intenciones.

Como otros países del ex bloque socialista, Cuba trata ahora de sobrevivir convirtiéndose al “socialismo de mercado”, tímidamente pero se va abriendo camino. Lo que ocurre es que “el patriarca” no da su visto bueno total para todas las reformas necesarias y por otra parte la cúpula dirigencial adolece de un problema geriátrico: todos tienen más de setenta años, tornando poco viable los cambios se produzcan más rápidamente como el país demanda. Le sucede lo mismo que a la extinta URSS en sus años finales: “la jerarquía” pasaba las siete décadas y eran burócratas del partido que no les interesaba demasiado los cambios urgentes que requería el país. Cuando Gorbachov (que frisaba la cincuentena) llegó al poder fue demasiado tarde.

Lo que muchos olvidan es que la revolución cubana nació como una revolución nacionalista que tenía como ideario ideológico “El anti imperialismo y el APRA” de Víctor Raúl Haya de la Torre. Incluso el entonces joven Fidel Castro y sus compañeros alzados en armas se autoproclamaban apristas. Fue a raíz del bloqueo norteamericano que a la naciente revolución no le quedó más remedio para sobrevivir en un ambiente hostil que sovietizarse e hipotecar su soberanía a Moscú. Ojalá Obama sea inteligente y flexibilice el trato con Cuba para que esta se abra más al mundo.

Por cierto, es muy difícil encontrar en la historia latinoamericana un personaje tan fascinante como Fidel, por eso el caudillo una vez muerto deberá ser sustituido por una burocracia insípida y gris pero eficiente. “Tecnócratas” más que caudillos, como en la China post Mao. Ingenieros más que políticos con verbo encendido (la duda es si la historia lo absolverá).

Existe un hermoso relato insertado en la película Guantanamera del desaparecido y siempre recordado “Titón” Gutiérrez Alea: se cuenta que Dios creó el mundo y a los hombres, pero se olvidó de crear también la muerte. No morían, por lo que el mundo se comenzó a poblar, a poblar y a poblar, hasta que ya no había espacio para nadie más. La solución fue el diluvio y solo los niños y los jóvenes que se treparon a los árboles se pudieron salvar, muriendo ahogados los más viejos. Precisamente la película cierra con una lluvia bíblica que hace caer en la tumba a los viejos fósiles de la burocracia comunista encarnada en el “compañero sepulturero” de ideas absurdas (como todo burócrata) para hacer más eficiente un servicio funerario.

Cuba deberá hallar su camino en estos tiempos revueltos. No creo sea ni el apocalipsis cataclísmico post Fidel con que cada vez con menos esperanzas sueñan los cubanos de Miami (y de paso cargarse al país a “precio huevo”), ni tampoco el modelo soviético de economía centralizada con subsidios generalizados y sin libertades que anhelan los comunistas de viejo cuño (que los hay). Un camino intermedio. Algo de esa lluvia bíblica a la que aludía la película del recordado Titón.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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