Wednesday, July 29, 2009

AL TERCER AÑO DEL GOBIERNO DE ALAN GARCÍA

Cuando cae el gobierno de Fujimori en el 2000, los partidos y agrupaciones políticas que tuvieron un perfil bajo en la década anterior, comienzan a tener una presencia más notoria en la escena política. Son partidos que quedaron maltrechos luego de las reformas fujimoristas en el plano económico y social, y por lo tanto más o menos deben acomodarse a este “nuevo Perú” que muchas veces no entienden bien y menos sintonizan en forma apropiada. Si bien van copando las instituciones democráticas y el aparato estatal, el alcance nacional es bastante reducido. Incluso el principal y más antiguo partido del país, el APRA, ya no tiene la proyección nacional de otros tiempos, debiendo compartir el escenario con agrupaciones independientes de carácter regional; y, cuando existen crisis graves como la de Bagua no cuenta con operadores políticos locales idóneos que solucionen el problema, debiendo recurrir el primer ministro, en persona, desde Lima. De allí que fue fácil arrinconar y golpear duro al viejo partido de Alfonso Ugarte, cargándole incluso con muertos que jamás existieron. Veinte años atrás era impensable que al partido aprista se lo pueda jaquear con tanta soltura.

Pero, si bien existe una carencia de proyección nacional de los principales partidos políticos, también se suma la carencia de la necesaria democracia interna a fin de elegir a sus dirigentes y tomar las decisiones conforme al principio “un militante, un voto”. La renovación dirigencial es un mito y la “dedocracia” practica común, resistiéndose mucho los partidos políticos ha democratizarse internamente, lo que relacionado con el escepticismo de hacer política de las nuevas generaciones hace que no se encuentren los mejores elementos dentro de las organizaciones partidarias, sino todo lo contrario. Cuando el ex presidente Toledo señalaba que el nuevo premier está en un tercer nivel, razón no le faltaba desde el punto de vista político (aunque la frase muy bien le pudo rebotar a él, como en efecto ocurrió). Ante la carencia de una figura respetable de primer rango para tan importante cargo, a AGP no le ha quedado más remedio que echar mano de un político que pertenece a las filas secundarias de su partido. Faltan operadores políticos idóneos, sobretodo a nivel regional, que tengan la autonomía necesaria, la autoridad y respeto de su comunidad, así como la habilidad política suficiente para solucionar los conflictos. Volviendo otra vez a Bagua, el conflicto debió ser resuelto a nivel regional y nunca debió ocurrir la tragedia subsecuente. Ello nos lleva a plantear otras cuestiones de balance como ¿hasta qué punto son eficaces los gobiernos regionales?, ¿qué están haciendo por mejorar la calidad de vida de su población?

A lo anterior se suma el supuesto giro aprista hacia “la derecha”, lo cual engloba muchos elementos. Más allá de la oposición que se haga al partido aprista por su “viraje político” (bastante discutible en términos absolutos), no se puede negar que haciendo comparación se encuentra en una posición más estable que “el toledato” en su tercer año. Muchos recuerdan que las cifras de aceptación hacia el presidente Toledo eran de apenas un dígito y los escándalos del entorno familiar pan de cada día, y así y todo pudo terminar su mandato. Por eso, es poco probable que la estrategia desestabilizadora que pretenden ciertos grupos radicales de resultados al igual que en Ecuador o Bolivia (aparte que nuestra realidad es muy diferente a la de estos países), estrategia que incluye mucha desinformación como en Bagua y que ha sido desmentida no solo por la Defensoría del Pueblo, sino por propios observadores internacionales que han constatado in situ que no se produjo ninguna masacre de nativos. Incluso esta estrategia desestabilizadora puede ser perjudicial para esos mismos grupos y beneficiar a la derecha autoritaria con la consigna imperante de “Orden”. En política nadie sabe para quien trabaja.

Naturalmente que esperar cambios en los dos años que restan al gobierno de AGP es como pedir peras al olmo (y su reciente mensaje a la nación lo confirma). Seguirán en lista de espera temas como la reforma del estado, la reforma tributaria, la inclusión social, la democratización horizontal, reparto más equitativo de la renta nacional, consulta de leyes a la sociedad civil, igualdad de oportunidades, entre otros temas más. Más bien, por la composición del nuevo gabinete, parece que se prepara para tiempos difíciles, colocando “halcones” de línea dura en ministerios clave para la seguridad, mientras se va preparando para las explosiones sociales que irán aumentando a partir del 2010, conforme nos acerquemos a las justas presidenciales. Que algunas de esas ebulliciones sociales tengan un ingrediente agregado de manipulación política, lo tienen, sin perjuicio de la legitimidad de las demandas. Habría que ser o muy ingenuo o muy calculador para decir que son protestas sociales “puras”. Operadores políticos de izquierda, simpatizantes de la línea chavista y el “socialismo del siglo XXI”, saben magnificar muy bien las protestas, que en eso son buenos, siendo la confrontación más fuerte conforme nos acerquemos al 2011.

Si por el lado del oficialismo tenemos a un gobierno más o menos arrinconado (y que busca “oxigenarse” y salir del jaque con las propuestas de participación popular anunciadas por el presidente), por el lado de la oposición no podemos decir que sea una oposición congruente, con una alternativa de gobierno viable, sino todo lo contrario: encontramos fragmentación, balbuceos ideológicos y cero ideas prácticas de gobernabilidad, más allá de algunas frases clichés. El espectro va desde una derecha tugurizada, comprendiendo al ala liberal y democrática y concluyendo en la derecha de signo autoritario; y una izquierda que va perfilando candidatos variopintos que no están muy convencidos de la opción Humala, y si bien tienen pocas opciones, por lo menos se harán conocidos. En el medio, un centro que todavía nadie llena en su cabalidad, por eso la propuesta de Lourdes Flores de confluir una fuerza de centro no era descabellada, aunque sí inviable por el apetito personal de muchos aspirantes a la banda presidencial que difícilmente abdicarán de sus aspiraciones.

¿Habrá algún outsider esta vez? Difícil saberlo, es poco probable, aunque nada está dicho. Humala ya perdió el encanto de la novedad y ahora es parte del sistema político que tanto denostó en la campaña del 2006, tratando más bien desesperadamente de quitarse todo signo de radicalismo y presentar una imagen de nacionalismo “light” que haga más potable su candidatura para los electores de centro e incluso de derecha moderada. Por eso su conversación con Mario Vargas Llosa en España, para que el célebre escritor no crea que es “el cáncer” de la política peruana y que él no tiene “nada que ver” con Hugo Chávez. Como irónicamente se dijo, el laureado escritor debió haberse matado de la risa con esa entrevista que haría las delicias de “Pantaleón y las visitadoras”.

En ese contexto entraremos a un 2010 agitado, posiblemente saliendo de la crisis económica mundial que afectó nuestras exportaciones no tradicionales, y una serie de “avivatos” de distinto pelaje que querrán pescar a río revuelto.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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