Tuesday, November 24, 2009

EL FRACASO DE LA ECONOMÍA Y LOS ECONOMISTAS

Hace muchos años un economista ironizaba en el sentido que podían existir tantos modelos económicos como economistas puede haber; e, incluso, hasta podían existir más modelos económicos que economistas, si a alguno de ellos se le ocurría un nuevo paradigma. Para ello solo bastaba que comenzaran su propuesta con las palabras mágicas Ceteris paribus (salvo una variable, todo lo demás permanece constante). Así cualquier modelo podía caber en la imaginación utilizando la frase “Supongamos que…”, con lo cual se le otorgaba un aire de “cientificidad” al esquema económico, y si era respaldado por matemáticas rigurosas y cálculos probabilísticas inimaginables, mucho mejor.

Es así que llegamos al “crack” del año 2008 y los “bonos basura” que intoxicaron al sistema financiero primero y luego, cual pandemia exterminadora, al sistema económico mundial.
¿Ni los economistas de la FED, el FMI, el BM o cualquiera de las cientos de instituciones económicas “sagradas” pudieron prever lo que se venía?
Honestamente creo que no fue así. Creo que más bien “se hicieron de la vista gorda” con la especulación de los “bonos basura”.

El error fue más humano que divino, sin descontar que la crisis económica debería provocar un serio debate sobre la “ciencia económica” y ser estos profesionales un poco más humildes en sus vaticinios. La modestia nunca cae mal.

Al haberse secularizado las sociedades occidentales y hacerse más patente el sustento económico de las relaciones sociales, el hombre, que siempre intenta predecir el futuro y ver “más allá de lo evidente”, ya no recurre como antaño al brujo, chamán o sacerdote, sino al economista. Él se ha convertido en “el nuevo brujo” de nuestros tiempos. Por eso se les entrevista en los medios y el entrevistador queda boquiabierto, como un idiota, ante tanto disparate que dice el invitado, tomándolo como “la palabra sagrada”.

Así como los sociólogos tuvimos que replantear nuestros parámetros luego de la caída del muro de Berlín y volver a nutrirnos de los clásicos (sí pues, no existía ningún “paraíso” a la vuelta de la esquina), los economistas deberían replantear los fundamentos de su supuesta “ciencia” y no creer que el mercado se regula solito a través de una “mano invisible”, suerte de “Dios económico” que restablece cualquier desequilibrio, y divagar con que el crecimiento económico puede ser hasta el infinito, cuando el planeta Tierra es bastante finito.

En fin, que no existen las infalibilidades y que los supuestos cimientos “científicos” de la economía –como de las demás ciencias sociales- son solo supercherías, así como nuestros ancestros millones de años atrás creían que el rayo o la lluvia eran producto de algún dios oculto, no revelado.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Tuesday, November 17, 2009

BOLON - PAOLA VARGAS

La amplia atención mediática que ha causado el homicidio de la joven Paola Vargas por parte de un integrante de la “barra brava” del club Universitario de Deportes apodado “Bolon”, invita a reflexionar no únicamente sobre las soluciones para controlar a las “barras bravas”, o las reformas legales a los clubes deportivos convirtiéndolos en sociedades anónimas como simplistamente se ha esbozado por allí, para ya no mencionar las reiteradas declaraciones de ministros, congresistas o del propio presidente de la república –un ministro hasta sugirió que saldrían las fuerzas armadas a patrullar las calles-, sino de las razones para tan amplia cobertura mediática. Para decirlo en otros palabras, ¿habría merecido la misma atención de la prensa, radio y televisión, así como de políticos del oficialismo y la oposición, o el celo de la policía para ubicar y capturar al sospechoso si la víctima hubiese sido una humilde vendedora ambulante de rasgos andinos o una joven madre soltera de un asentamiento humano que circunstancialmente subió al microbús a vender sus caramelos?

Todos en nuestro interior sabemos que no. Sabemos que la atención mediática obedece a que la víctima pertenecía a una familia de clase media acomodada, de rasgos blancos y que por añadidura contaba con estudios en una de las universidades del medio llamadas “de prestigio”, así como trabajar en una empresa de “primer nivel”. Es decir –por ponerlo en esos términos- la joven víctima pertenecía al pequeño grupo social de los “afortunados” en este país de notables contrastes. Quizás, de haber continuado con vida, se habría convertido en una Mercedes Araoz de algún futuro gabinete o en una importante funcionaria de algún banco o AFP.

Paola era una chica angelical, pero también promesa de “las fuerzas vivas” del país, mientras que su victimario pertenece al sector “lumpen” de la sociedad peruana, de aquellos que comienzan a robar y a inhalar drogas desde niños, los sin futuro, los sicarios que matan por unos cuantos billetes, los que terminan sus días en la cárcel o el cementerio como dice el conocido bolero. “Bolon” pertenece a los “excrementos” de la sociedad, a la hez, a los desechos, a los que les espera un largo prontuario judicial por violaciones, asaltos a mano armada y homicidios.

Ese contraste evidente entre víctima y victimario es el que llama la atención de los medios, del público y de los políticos que tienen una riquísima veta para figuretear con sus pomposas y huecas declaraciones. Es el contraste perfecto entre la buena y el malo, y no dudamos que capturado “Bolon” y terminado el proceso en su contra, los jueces le impongan la más alta pena privativa de libertad, así se cerrará el círculo con “el castigo” al malvado y nosotros nos sentiremos aliviados y podremos dormir tranquilos.

Pero, vuelvo a hacer la pregunta inicial: ¿habría merecido igual atención de los medios, la justicia y el público si la víctima hubiese pertenecido al mismo grupo social que el victimario? Todos tenemos en nuestro interior la respuesta, solo que no nos atrevemos a expresarla.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Thursday, November 12, 2009

LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN: VEINTE AÑOS DESPUÉS

Los muros representan simbólicamente separación, desunión, segregar el uno del otro; pero también significan mecanismo defensivo, de protección, de temor hacia el extraño, el diferente a uno, por lo que su significado es doble: diferenciación, pero también miedo, ambivalencia que tenemos en lo más íntimo y primitivo de nosotros.

Así, el muro que se yergue en Oriente para separar a palestinos de judíos, significa también temor al otro, a que vaya a “invadir” lo que “nos pertenece” o defender “nuestro territorio”. El que se construye a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México ni que se diga. Los latinos son considerados “los nuevos bárbaros”, a los que se tiene que separar de la riqueza anglosajona y la pureza “WASP”. Y, el muro de Berlín no fue la excepción.

Construido en plena guerra fría a fin de marcar la diferenciación entre dos formas de vida, de visión del mundo y de ideologías contrapuestas, fue uno de los “puntos de presión” en los juegos de poder de las dos superpotencias de ese entonces: Estados Unidos y la extinta Unión Soviética. El socialismo o el capitalismo parecían dos opciones irreconciliables de las que se debía elegir una u otra. Visión excluyente, era muy similar a la visión irracional entre protestantes y católicos que marcaron las guerras religiosas de Europa en el siglo XVI. El ser humano no aprende.

Como siempre sucede en la historia, la fecha celebrada tiene más de simbólica que de real, algo así como el 14 de Julio de 1789, parte aguas entre dos épocas. Es cierto que “la caída del muro” estuvo antecedida de un lento pero progresivo deterioro del bloque socialista, que se aceleró en los años previos, con la crisis terminal de la Unión Soviética y las reformas de Gorbachov y su equipo, posiblemente contraproducentes y aceleradoras de la extinción definitiva. Claro, en esos años nadie se dio cuenta, ni los más conspicuos analistas pudieron predecir lo que se vino luego, ese análisis fue tarea de la historia.

Pero, ¿qué queda veinte años después? La verdad que el mundo posterior a la caída del muro no fue muy halagador que digamos. El capitalismo como único sistema económico y sin competidor cercano ha ahondado las desigualdades sociales, la globalización económica y el modelo no han sido propiciadores de cerrar brechas sociales, sino todo lo contrario, tenemos “islas de prosperidad” en un mar de pobreza. En cuanto a la democracia como sistema político del capitalismo, si bien es un sistema casi universal y que ahora nadie discute, sin embargo el proceso de democratización en algunos países es más remedo que autenticidad, más fachada que realidad, como en la Rusia de Putin, la Venezuela de Hugo Chávez o el Perú de Fujimori en los noventa. La autocracia y hasta los tintes dictatoriales están allí, presentes y agazapados.

No es un mundo muy bello que digamos (y no comentemos los críticos problemas ambientales para no caer en el pesimismo). Este mundo más se parece a las “distopías”, a las pesadillas que fueron concebidas por escritores y artistas; y sobretodo no hay sueños de un mundo mejor, de un “paraíso en la tierra”. El hombre desde que tomó conciencia de si ha tenido sueños, visiones de mundos mejores que el existente, ahora no tenemos nada de ello; en su reemplazo solo hay un intolerante fundamentalismo religioso, un nacionalismo bastante chato y vulgar practicado por algunos, y un neoliberalismo simplón e indigente en ideas.

Quizás como lección nos queda que es inútil edificar cualquier torre de Babel que quiera ascender al cielo y que más bien sus peldaños pueden conducir al infierno del sectarismo y la idiotez humana.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Wednesday, November 04, 2009

LA PÍLDORA PARA LAS POBRES Y LA PÍLDORA PARA LAS RICAS: EL FALLO DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Comúnmente se cree que los magistrados son personas cuerdas, racionales y libres de todo prejuicio. Nada más lejos de la realidad. Los magistrados, como cualquier mortal, tienen su “corazoncito” y su cerebro guarda una carga ideológica y prejuicios que son revestidos con un barniz de racionalidad. Esa “superestructura mental” es recubierta con fórmulas legales, dogmas jurídicos y jurisprudencia que no desmerecen el “pathos” que mueve sus decisiones. Ya no hablemos de las presiones que reciben sea del poder político o de los poderes fácticos, presiones que solo algunos resisten y la mayoría cede, sea porque quieren conservar su buen remunerado puesto, porque van a recibir alguna “compensación extra” por los servicios prestados, o sencillamente por quedar bien con los “poderosos” del país. Así que, amable lector, la aparente objetividad no existe entre los serios y adustos magistrados del sistema de justicia, incluyendo a los que componen el Tribunal Constitucional.

El reciente fallo del TC no escapa a las consideraciones extra jurídicas por más que las 59 páginas de la sentencia digan lo contrario. Porque, ¿cómo se puede defender la vida, si por un lado se prohíbe la entrega de la llamada “píldora del día siguiente” en los establecimientos públicos de salud y por el otro se permite su expendio en las farmacias particulares? Si la píldora fuese abortiva, por simple lógica (“igual razón, igual derecho”), debería prohibirse tanto en los establecimientos públicos como privados.

Otra incongruencia que muestra el fallo del TC es el referente a una sentencia anterior donde sí permitió a los establecimientos de salud pública la entrega de la píldora; sin embargo ahora se desdice de su propia opinión. Sabemos que solo Dios y los tontos se muestran invariables, pero cambiar de opinión en tan pocos meses y por los mismos integrantes del Tribunal, como que deja mucho a la especulación. ¿Qué pasó para que estos “santos varones” fuesen “iluminados por la verdad”?

En el caso de la píldora del día siguiente el impacto social inmediato en los sectores populares que no podrán acceder al costo de la píldora será que se incrementarán los embarazos no deseados y subsecuentemente el número de abortos clandestinos con el natural riesgo para la madre, mientras que las mujeres de los sectores económicamente pudientes no tendrán ningún problema en adquirir la píldora en una farmacia particular y no se harán problemas con un eventual embarazo; planteándose así una discriminación generada –ironías de la vida- por el propio guardián de la constitucionalidad. Ello a su vez conlleva, a mediano plazo, el incremento del número de pobres y de la población en general, por lo que la renta per capita tenderá a decrecer, afectando sobretodo a los sectores populares por la cantidad de hijos por familia, a diferencia de los sectores medios o altos que suelen controlar los embarazos, generándose así un círculo pernicioso de pobreza.

El derecho debe tratar de regular lo mejor que pueda los fenómenos o hechos sociales, si está muy retrasado o lo regula forzosamente (“con calzador”), los agentes sociales (vale decir nosotros como sociedad) hacemos caso omiso a sus regulaciones o buscamos alternativas distintas, incluso de carácter extralegal (“hacemos nuestro propio derecho”), dado que la regulación oficial nos causa perjuicio o no nos conviene (intereses particulares). El fallo del Tribunal Constitucional –así como el inútil debate acerca de la despenalización del llamado “aborto sentimental” y el aborto eugenésico- es un claro ejemplo del desfase entre derecho y sociedad.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es