Tuesday, January 12, 2010

CRISTINA FERNÁNDEZ CESÓ POR DECRETO AL PRESIDENTE DEL BANCO CENTRAL ARGENTINO

(Como telón de fondo el tango “Mi Buenos Aires querido” interpretado por el gran Carlitos)

Digno de “una república bananera”, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner destituyó por decreto al presidente del Banco Central argentino por negarse a entregar parte de las reservas al Ejecutivo, “préstamo” ascendente a la suma de US$ 6,500 millones de dólares para pagar deudas contraídas (eufemísticamente se le puso el nombre de “Fondo del Bicentenario para el desendeudamiento –sic- y la estabilidad”). Como si se tratase de “su chacra”, al negarse el presidente del Banco Central, Hernán Martín Pérez Redrado, a entregar la suma exigida lo destituyó “muy a su pesar”.

Las reservas monetarias de un país son como el ahorro de una familia. Imagine usted, amigo lector, comience a echar mano a sus ahorros o al “chanchito” familiar para pagar los recibos de agua, luz o teléfono, y cuando se acaben recurre a las alhajas y hasta la bacinica de plata que dejó la abuela. Algo anda mal en su economía, ¿no? Igual sucede en una nación que comienza a recurrir desesperadamente a las reservas solo para pagar deudas.

El hecho ha suscitado secuelas y roces políticos y judiciales, dado que la oposición por un lado ha encontrado un buen pretexto para atacar al oficialismo y, posiblemente, derogar el decreto en el Congreso; mientras que el destituido ex presidente recurrió al Poder Judicial interponiendo una acción de nulidad contra la norma que lo destituye por su manifiesta inconstitucionalidad, habiendo conseguido una medida cautelar a fin que quede en suspenso sus efectos hasta que se resuelva la cuestión principal; lo que motivó que el jefe del gabinete de la presidenta Kirchner califique como “payasada” la resolución admisoria de la medida y, en franca actitud prepotente e intimidatoria, típica del matón de barrio, ordene a efectivos policiales el seguimiento de la magistrada que se aboca al caso (el Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, es el mismo que se jactaba hace poco de dar instrucciones a la Policía Federal para desobedecer una orden impartida por un Juez Nacional).

Es cierto que los gobiernos tratan de “atar” corto a los bancos centrales a fin que no vayan en camino distinto a la política económica trazada; pero, por lo general, cuando existe una sólida institucionalidad se coordinan las políticas entre el gobierno de turno y el ente emisor en un plano horizontal, respetando la autonomía y legalidad de este último, y con un trato digno a quien lo representa. Cuando no existe esta institucionalidad o se encuentra muy deteriorada, se le trata autoritariamente, en una relación vertical de amo a sirviente, y de no ser complacido el amo propina un puntapié a quien se le oponga. Es lo que sucedió en la Argentina con la destitución al presidente del Banco Central por negarse a la entrega de parte de las reservas monetarias al gobierno de Cristina Fernández que, dicho sea de paso, hace algunos meses se apropió también del dinero de los pensionistas de las AFP, retornándolos obligatoriamente al sistema estatal.

Más allá de la anécdota política o judicial, lo sucedido en la república de Sarmiento y San Martín dice mucho de cómo se encuentra el estado de derecho por allá y de los niveles a que sigue bajando la cultura política gaucha, signo de su imparable involución. Si lo acaecido hubiese ocurrido en un típico país tercermundista autoritario (o en el Perú del primer gobierno de Alan García o el decenio de Fujimori) no llamaría tanto la atención, más allá de una escueta nota de prensa; pero, se trata de Argentina, uno de los países que a inicios del siglo XX parecía “saltar” hacia el primer mundo y que se jactaba de mirar más a Europa que a sus vecinos de Latinoamérica. No se trata de un “paísucho” cualquiera, aunque ya hace algún tiempo se comporta como tal.

Es una pena realmente. Y hechos lamentables como el comentado seguirán sucediendo en el país del sur, sea que estén los peronistas o cualquier otro grupo político, porque es parte de una involución indetenible. De seguir así, no sería extraño que de aquí a algunos años la migración entre Perú y Argentina sea al revés. Hasta hace poco tiempo, masivos grupos de connacionales iban a trabajar al país austral, generalmente en oficios como mozos, vigilantes o empleadas del hogar; y, en reciprocidad, los argentinos nos mandaban entrenadores de fútbol, “peloteros parrilleros” (como acertadamente los calificó un conocido comentarista deportivo), animadores y vedettes (o “puti vedettes” como dicen algunas tías). Tienen labia. El ser “palabreadores” es su principal fortaleza, hay que reconocerlo; pero, de empeorar las cosas por allá, no sería raro que comiencen a venir trabajadores gauchos para todo servicio, incluyendo el doméstico, y veamos en las casas a “Natachas” (como se les denomina en nuestro país a las empleadas del hogar) altas, blancas y bien plantadas, atendiendo los quehaceres domésticos o gasfiteros “palabreadores” impresionando con su labia a potenciales clientes. Como están las cosas en Argentina, no sería raro.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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