Monday, January 18, 2010

DEVALUACIÓN CHAVISTA: LOS LÍMITES DEL MODELO

Es paradójica la situación de Venezuela: teniendo un mar de petróleo, la pobreza y la carencia de servicios básicos es notoria. O, de repente, por “la maldición” del petróleo viene todo lo demás, incluyendo el proyecto autoritario de Hugo Chávez.

La devaluación del bolívar no solo significa la necesaria liquidez a la que debe recurrir el autócrata del Caribe para afrontar un año electoral difícil, sino también los límites de su modelo, “el socialismo del siglo XXI” (que un candidato en Perú quiso emular en el 2006). La crisis económica, la crisis energética, la inflación galopante, aunado a la creciente corrupción gubernamental (con una casta de nuevos ricos denominados los “boliburgueses”), demuestra que el proyecto chavista se basa en una sola palabra: populismo, traducido en control de precios y tipo de cambio, así como subsidios económicos que le reportan una clientela política leal, cuyo interés no es que salgan de la pobreza, sino se mantengan en ella con un asistencialismo masivo, mero paliativo a su situación. Por eso los índices de pobreza en Venezuela ni siquiera se han mantenido, sino han empeorado; lo que aunado al clima político represivo a toda oposición, la delincuencia, inseguridad y violencia generalizada que se vive en las urbes, y el control de los medios de comunicación (algo que la OEA no ve tan bien como otras cosas), está generando una caldera que tarde o temprano explotará.

Y, el clima político, social y económico se seguirá enrareciendo. No es necesario ser adivino para augurar que tarde o temprano estallará en una crisis. Nosotros, en Perú, conocemos el libreto: hace veinte años atrás Alan García, en su primer gobierno, aplicó la misma receta: control de precios, “dólar MUC”, mercantilismo y corrupción generalizada, receta gracias a la cual casi desaparecemos como nación y por lo que su primer quinquenio es considerado el peor de la historia republicana o por lo menos la del siglo XX. Por eso los peruanos conocemos en carne propia como termina “la magia” del populismo ahora chavista: más pobreza, más ricos que ganan a río revuelto y más corrupción.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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