Friday, February 26, 2010

Torero o matarife

Pocas son las crónicas que con elegancia y fina ironía pueden desnudar a un personaje. Una de esas es la de César Hildebrandt que dedica a Jaime Bayly y que reproducimos textualmente. La noche del domingo 21 de Febrero fue fatal para el conocido entrevistador. Como bien señala Hildebrandt, Bayly quedó como un vulgar matarife y no el torero que hace verónicas con el toro (Ivcher), mientras este último, viejo y astuto zorro (como dice el dicho “más sabe el diablo…”), daba la autorización para que se trasmita el programa donde lo insultaba grotescamente. Al final Ivcher -amigo y operador de Fujimori y Montesinos antes de la sonada pelea de aquel entonces- parecía un demócrata suizo ejemplar por la tolerancia y la contención, no se bajó al zócalo del escribidor. En fin, si alguien en su sano juicio creía que Bayly podía ser un candidato idóneo a la presidencia, después de leer esta crónica pierda toda esperanza.
EJJ


Torero o matarife
César Hildebrandt

Nadie debe haberse sentido más feliz viendo a Jaime Bayly despeñarse que el propio Baruch Ivcher.
Bayly quizá calculó que su pregrabación iba a ser vetada por la ira de Ivcher. De ese modo el misterio lo absolvería, la censura lo engrandecería y la victimización acompañaría la marcha de su candidatura.
Pero todo fue un mal cálculo. Aconsejado por sus mejores diablos azules, Ivcher le dio paso a una larga diatriba –a ratos divertida, a ratos vulgar, muchas veces lumpen- dirigida al propietario del circo en cuestión y, para usar las palabras de Bayly, a “los monos que le sirven y que se cagan en donde pueden” (o sea Beto Ortiz y un tal Miyashiro).
Y cuando Bayly insultaba, Ivcher –esa gran impostura- renacía. Y cuando Bayly volvía a insultar, desde una histeria maníaca y quejumbrosa, Ivcher se llenaba de vida y de esperanza y marchaba con el tranco resuelto de los muertos vivientes.
¿Quién era el demócrata, entonces? ¿Era Bayly, el insultador; o era Ivcher, el presidente del directorio permisivo y, en este caso, mucho más suizo que israelí?
El demócrata aquella noche fatal no fue Bayly. Bayly fue el lúcido tardío que, después de varios años, se daba cuenta de que Ivcher era un tal por cual (y justo cuando, desde el miércoles pasado, tiene en su bolsillo una oferta de Canal 4 para hacer allí “El francotirador”).
Ivcher no lo censuró y quedó, aunque a algunos nos duela, como un ejemplo de tolerancia.
Fue una noche fatal porque asistimos a un suicidio que se veía venir pero que superó todo lo imaginable en relación a ese arte equívoco de la autodestrucción.
No soy de quienes odian a Bayly. Siempre le guardé aprecio y casi siempre me enternecieron sus primeras locuras y sus apariciones fulgurantes en la tele.
Me dio lástima, eso sí, verlo agusanado en Miami y uribizado en Colombia. Y, antes, en los tiempos de la persecución y el SIN, me dio rabia que su antiFujimorismo fuera mudo y sus silencios explícitos.
No soy lector de sus libros pero sería rácano negar que es un escritor de enorme éxito internacional y un personaje continental de la comunicación.
Dicho esto, tengo que añadir que lo que vi hace dos días ha sido un show sombrío y crepuscular de alguien que, con el nombre de Jaime Bayly, imita al escritor, desfigura al conductor, desacredita al personaje y envilece la propia memoria.
Ese Bayly que vimos carraspeando groserías, inyectadamente temerario, contradiciéndose cada diez minutos, no es el Bayly que una vez apareció en “La Prensa” y en Canal 5 y se convirtió en líder de opinión.
El Bayly que vimos hace días derrapa en la procacidad y es un eco malo de los buenos tiempos.
Pero, sobre todo, es un Bayly que parece no tener ninguna reputación que preservar.
Su capacidad de ser grosero, que llega a tener tintes patológicos, lo que demuestra es un narcisismo con sueños de omnipotencia. Bayly no candidatea a la presidencia: candidatea a ser Dios, un Dios cruel e impune que azota y/o quema a los herejes.
Cuando insultaba a Ivcher de un modo tan rastrero, tan racista, tan xenófobo y tan primario, yo pensaba:
-Este Jaime no sabe hasta dónde ha metido la pata. Cree que es un desplante lo que es una fechoría.
Y el hecho de que Bayly siguiera fingiendo que todo su enojo (divino) se debía a que Beto Ortiz y el tal Miyashiro “habían saqueado la propiedad intelectual” de su amigueta (primero novia, luego íntima, más tarde amiga), me causó la viva impresión de que ese programa estaba siendo transmitido desde una casa de salud y que, en cualquier momento, aparecerían batas blancas, jeringas goteando pócimas sedantes, enfermeros musculosos y dispuestos a dominar al paciente.
¿Alguien puede creer que Jaime se enojó porque dos aviesos colegas de pantalla leyeron párrafos de una novela inédita?
El problema no era ese. Si Jaime recordase, a estas alturas, que es posible decir la verdad diría que lo que de verdad lo molestó no fue la incursión bucanera del dúo Ortiz-Miyashiro sino la espantosa calidad de lo leído, la indigencia literaria del manuscrito en cuestión, el final del juego de un libro que a él se le había ocurrido recomendar antes de que saliera a la venta. Es que Jaime no sólo es Dios: también es Midas –el rey que todo lo que tocaba lo hacía de oro- y la niñata en cuestión era oro en polvo.
Y si Jaime siguiera empeñado en ser honesto –una virtud que tuvo hasta que la televisión lo volvió un monstruo- diría también que todo ese arrebato histriónico, esa furia teatral, eran una manera de darle a su ego –convertido en peleador de sumo- la sobrealimentación de notoriedad y de escándalo que cada día reclama.
A todo esto hay que sumar el asunto de la candidatura, algo que la personalidad escindida de Bayly proclama una noche por la boca y rechaza al día siguiente por la imprenta, algo que ha terminado de perturbar a este personaje complejo que cree que escribir es vomitar y que hace tiempo ya no lucha con sus demonios sino que los obedece.
Ivcher se dio el gusto de propalar en su canal la transmisión radiográfica de Jaime Bayly, la autobiografía hablada de un escritor talentosísimo y de un ser humano ayer entrañable convertido en esa fábrica de agravios, en ese géiser del mal gusto y la incontinencia.
A tanto llegó Bayly que Ortiz y el tal Miyashiro parecieron, por contraste, unos caballeritos vestidos en Gamarra, pundonorosos, subordinados y con el bozal en su sitio.
A tanto llegó que Ivcher, el hombre del cheque discreto de 20 millones de soles entregados por Toledo, pareció víctima de un Hugo Chávez que le hubiese expropiado el canal y lo mandase insultar desde sus propios estudios.
Lo curioso es que Bayly cedió en el único asunto que a Ivcher de veras le importaba: el del dinero.
Porque cuando Bayly se retractó de lo dicho en relación a la deuda tributaria de Ivcher, le dio en la yema del gusto al dueño de la silla en la que estaba sentado.
Y esa indebida concesión –indebida porque la deuda de 54 millones de soles de Ivcher es un asunto que la Sunat mantiene vivo- es la que, al final, quizá explique por qué el propietario de Frecuencia latina propaló lo que Lúcar le había aconsejado no propalar. Total, si el dinero es lo que importa, ¿qué importan algunos adjetivos que el viento y Youtube se llevarán?
El hombre-bomba que explosionó ante nuestros ojos hace unos días era lo que quedaba de Jaime Bayly después de varios años de coquetear con la locura.
Tengo la sensación de que Bayly comenzó su vida pública temiendo que descubrieran su bisexualidad. Cuando la confesó y la vendió como mercancía y la registró como marca, dejó de tener un gran secreto que cuidar. Fue un alivio.
Pero Bayly necesitaba más. Las parejas que hizo desfilar en sus columnas, las infidencias de cama y de camastro que describió con placer, el confeso odio a su padre, el desprecio a buena parte de su familia, sus furias anecdóticas de infancia contra curas y militares, el estilo de autoabominarse para inspirar respeto y compasión, la coprolalia creciente que parece empobrecer su lenguaje y afear su interior, todo eso constituye un cuadro clínico tan evidente y desgarrador que sólo una sociedad enferma como la nuestra pudo pasar por alto y, más bien, aplaudir y fomentar.
Jaime se sintió un torero hace unos días. Pero el mandil ensagrentado, la sierra de motor, los anteojos de mica salpicados de sanguaza, la mirada turbulenta, la decisión gozosa de cortar y trocear, no engañaban. Sus peores enemigos gozaban como cerdos: Bayly había sido –por fin- un matarife más en el viejo camal de Baruch Ivcher.
Y cuando, en su mensaje final, dijo que, en realidad, lo que quería “era quedarse en Canal 2 y reconciliarse con Ivcher” este columnista creyó ver en pantalla un remedo de esos psicópatas que, en las películas B, terminan diciendo que no recuerdan nada y preguntando qué es lo que hicieron y por qué tienen las manos manchadas de sangre.
LA PRIMERA 23.2.10

Tuesday, February 23, 2010

HORRORES ORTOGRÁFICOS

La denuncia del congresista nacionalista Pedro Santos sobre errores ortográficos en textos escolares distribuidos por el Ministerio de Educación es un baldón más al maltrato del idioma.

El hecho no es nuevo, solo que se ha agudizado en los últimos años y lo que llama la atención esta vez fue que no se salvaron ni los textos oficiales. El descuido en el uso del idioma se produce en todos los niveles sociales y profesionales. Ni siquiera el decano de la prensa nacional se salva, basta que se revise algunas de sus páginas para tropezar con más de un error en la ortografía o en la sintaxis.

Los alumnos que usen esos textos, aparte que vienen con una deficiencia del hogar en el manejo del lenguaje, por añadidura creerán, ahora de buena fe, que “áerea” (sic) se escribe con tilde en la a, o “guion” es huérfana de toda tilde, para no mencionar “absorven” (sic) en el más crudo liberalismo ortográfico. Ya no hablemos de los pobres profesores, que sus neuronas estarán más confundidas de lo que comúnmente están en estas cosas del lenguaje. De repente muchos maestros encontrarán su justificación aortográfica en los dichosos textos.

En colmo de males, los libros cuestionados fueron impresos en Chile, por lo que si uno se pone a sospechar en plan malicioso podría pensar que hasta fueron premeditados los “horrores ortográficos” por nuestro querido vecino del sur, a fin que nuestra niñez salga más rebuzna de lo que usualmente sale de las aulas. Pero, aparte de las suspicacias e ironías, lo que llama la atención es que textos escolares peruanos fueran impresos en otro país, quitándole así las posibilidades de trabajo a los connacionales, más en períodos de crisis externa como el que ocurrió el año pasado. Para terminar, una pregunta obvia e ingenua: ¿los chilenos, ecuatorianos o colombianos habrían impreso sus textos escolares en nuestro país?
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Wednesday, February 17, 2010

MANDELA Y EL PERDÓN DEL ENEMIGO

Reconozco que no soy fiel seguidor de Mandela, ni de su inspirador, Gandhi, y el pacifismo de ofrecer la otra mejilla (y soy conciente también que no es políticamente correcto decirlo, menos en esta fecha de aniversario); aunque, como hombre, es admirable el gesto del perdón del enemigo que lo tuvo cerca de treinta años en prisión. Esa experiencia de enclaustramiento en una celda pequeñísima fue vital para el líder africano, trasmutó todo el odio y rencor natural que se puede sentir contra “el otro”, en la política de inclusión de quienes le hicieron purgar una larga condena, decisión nada fácil que, por cierto, tuvo un alto costo político dentro de su partido, que con mucho esfuerzo acató lo que él propuso. Su visión de nación fue total, no parcializada, visión que lo elevó a nivel de estadista.

Pero, colocarlo como un “santo laico”, abstrayendo de la realidad esos ideales inclusivos y de perdón, sería distorsionar el sentido de las cosas. La política de reconciliación nacional de Mandela también fue una estrategia política efectiva cuando llegó al poder. De haber segregado a la minoría blanca, se quedaba sin cuadros técnicos preparados dentro del estado y en el aparato productivo de la sociedad, lo que habría llevado al colapso a Sudáfrica, y en el frente internacional ese “apartheid al revés” habría sufrido la condena de muchas naciones, como la sufrió cuando fue la segregación racial de la mayoría negra, así como habría ahuyentado las inversiones extranjeras en una época (los años noventa) en que se iniciaba la globalización económica. Por eso no fue mero idealismo el de Mandela como actualmente se pinta, ni sólo se inspiró en valores abstractos al plantear la inclusión del enemigo en su gobierno. Su actitud es encomiástica, eso está fuera de toda duda, pero tuvo un sustento pragmático al ejecutarla. Ese aspecto no hay que olvidarlo ahora que se han escrito toneladas de toneladas de panegíricos acerca del líder sudafricano. Por ello también es que el “ejemplo Mandela” no puede ser replicado ciegamente sin tomar en cuenta el contexto histórico de cada país.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Tuesday, February 09, 2010

MEDICINA TRADICIONAL

Sí, la medicina que cura con plantas, barro o pasándole un animal por el cuerpo. El proyecto presentado el año pasado por la congresista Hilaria Supa (la misma que fue ridiculizada por un periódico capitalino al fotografiar sus fallas ortográficas) causó controversias dentro del gremio médico y fuera de él, desde aquellos que vociferaban que se iba a institucionalizar la brujería y el diagnóstico y cura de un cáncer o el SIDA por medio de las hojas de coca o pasándole el cuy, hasta los que ven con respeto y humildad las bondades de la medicina tradicional, entre ellos, muchos médicos reputados en su oficio (no los del Sabogal que por cualquier cosa te cortan una pierna o un brazo).

Estoy muy lejos de hacerme tratar por un “brujo” de caer enfermo. Prefiero mil veces un buen médico que un chamán; pero no puedo negar que la medicina tradicional tiene orígenes y abolengo milenario en mi país y que en otros más occidentalizados y europeos ya se le ve con respeto: existen enfermedades que no puede curar la medicina que conocemos, lo que pomposamente se denomina “ciencia médica” y un sencillo brujo sí lo hace, incluyendo enfermedades mentales; y, ya no hablemos del “milagro” de curar con las manos como Cristo o de la sanación por la palabra, eso sería herejía pura.
Claro, hay mucho de sugestión, de creer el paciente en que el procedimiento lo curará y eso ayuda bastante. La relación mente-cuerpo ya la conocían los antiguos y muy bien. Pero, el proyecto de ley de la congresista Supa tenía interés en incorporar a los practicantes de esa medicina ancestral a los órganos oficiales, al “establishment” médico, a través de un Registro Nacional de Agentes de Medicina Tradicional, lo cual era bueno, ya que iba a ayudar a separar a los charlatanes, aquellos que con sebo de culebra te ofrecen curarte de todo, de los que practican con seriedad la medicina tradicional. Era un paso, y muy importante, de incorporación a los cánones oficiales de esta medicina milenaria, relegada hasta hace muy poco para aquellos que no podían acceder a un médico, a un centro de salud, o que eran considerados sencillamente como “ignorantes”.

La próxima vez que concurra al policlínico de mi gremio de repente me atenderá un “doctor” vestido con un poncho y tocado con un sombrero de alas anchas, que con aire circunspecto me revisará y me dará algún brebaje para mi mal, no creo que me pase el cuy o me someta a una sesión de ayahuasca, pero quizás su pócima sea tan buena o mejor que las pastillas que tomamos para cualquier cosa en esta época donde el hombre ya no soporta el dolor, ni la enfermedad y menos la muerte.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Tuesday, February 02, 2010

DROGAS: UNA GUERRA PERDIDA

Así lo manifestaron en un sincero y desgarrador documento, un grupo de ex presidentes que propiciaron un estudio a fin de analizar el problema de las drogas*.

El estudio es bastante sereno y frío en sus conclusiones. Plantea que la estrategia represiva ha fracasado rotundamente y, lo peor de todo, es que no se quiere reconocer ese fracaso a nivel oficial, continuándose perniciosamente con el modelo.

A renglón seguido plantea que se debe atacar el problema no solo en la “oferta exportable” de los países productores, sino también en la demanda de los países consumidores, principalmente Estados Unidos de Norteamérica y la Unión Europea. Pero, también plantea soluciones audaces como legalizar el consumo de marihuana, situación que, de facto, se produce en muchas ciudades de Norteamérica y Europa, utilizar métodos de prevención con el consumidor, colocando a las drogas como un asunto de salud pública, y focalizando las estrategias represivas en la lucha contra el crimen organizado y los efectos perniciosos que conlleva en la corrupción de las instituciones del estado, control de territorios y población, tráfico de armas, y –algo todavía tabú para quienes siguen la política netamente represiva- dejar de “satanizar” el uso lícito de plantas ancestrales como la hoja de coca.

En Traffic (2000), la contundente película de Steven Soderbergh, la lucha contra las drogas tiene la sensación de una guerra perdida, como que van avanzando a pasos gigantes los carteles del narcotráfico en desmedro de “los cruzados” contra el crimen, por más buena voluntad y empeño que ponen en la causa parece una guerra perdida. Ojalá no sea demasiado tarde para cambiar las políticas en la lucha contra las drogas y que la guerra no sea una guerra pérdida.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es


* Los ex presidentes fueron: Fernando Enrique Cardoso (Brasil), César Gaviria (Colombia) y Ernesto Zedillo (México).