Tuesday, March 30, 2010

REENCONTREMOS LA DIMENSIÓN UTÓPICA

A los veinte años del fallecimiento de Alberto Flores Galindo, uno de los intelectuales más preclaros que tuvo el Perú, publicamos a modo de homenaje su Carta a los amigos, suerte de testamento político. Flores Galindo fue un intelectual “orgánico”, en el sentido gramciano del término, comprometido con su tiempo y con una opción política. En este páramo en que se ha convertido la labor de la inteligencia en el Perú –y en otras partes del mundo- se nota mucho más su ausencia, de aquel hombre que hizo suya con toda justicia la frase del Amauta: “sin calco ni copia, creación heroica”.
EJJ


REENCONTREMOS LA DIMENSIÓN UTÓPICA
Carta a los amigos
Alberto Flores Galindo (1949-1990)
Lima, 14 diciembre, 1989.
Queridos amigos:
El 3 de febrero pasado fui asaltado sorpresivamente por una dolencia: un glioblastoma multiforme en el lado izquierdo del cerebro. En otras palabras, un tipo poco frecuente de cáncer que por su difícil diagnóstico y ubicación requería un tratamiento fuera del país. Gracias a los amigos pude viajar para tratarme durante dos meses en New York (Presbyterian Hospital). Tiempo después tuve que regresar una semana más a ese mismo hospital.
Imaginarán lo costoso que fue todo esto. A pesar de la buena voluntad de algunos funcionarios públicos, del Seguro Social Peruano sólo recibimos promesas, que condujeron a dilatadas reuniones, trámites y pérdida de tiempo. El Seguro Social, además, apenas reembolsaría parte de los gastos. Durante varios meses, casi todos los días, debimos ir a una y otra dependencia, buscar los papeles. Parte de nuestra documentación se perdió, el resto daba vueltas por las oficinas y tontamente nosotros también. Este engaño lleva ya diez meses. Estuvieron a pesar de todo, amigos y, excepcionalmente, algunos dirigentes nacionales que efectivamente quisieron ayudar, pero después de casi un año no pudieron pasar de la intención. Esto, sin embargo, es lo que más vale. El mío no es un caso excepcional. Al Seguro Social no le interesa ayudar a nadie, dificulta intencionalmente los trámites y la atención. El Estado y su burocracia no sirvieron, hasta ahora.
En cambio los amigos sí. Por ellos pude viajar, hacer que me atendieran y enfrentar los males. La amistad aquí no es sólo una abstracción. Es un sentimiento cotidiano y efectivo. Sin la intervención espontánea de mis amigos no podría estar refiriendo esta historia, que me mostró la riqueza de la amistad. Experimentar eso se llama ser solidarios. Muchos intervinieron e inmediatamente armaron un gran movimiento de solidaridad. Hubo desde quienes aportaron muy elevadas cantidades, hasta quienes las monedas que tenían en el bolsillo. Otros, sus visitas. Algunos sus palabras. Estuvieron también esos niños a quienes se les ocurrió llegar con sus propinas. Más importante fue verles y compartir su afecto. Lo más movilizador fue la amistad. Conocidos y desconocidos de fuera y dentro del país han intervenido. De España, Francia, Inglaterra, Alemania y Estados Unidos llegaron colaboraciones. Con ellos me he sentido no sólo peruano, sino parte de todos los sitios. En estos momentos en el Perú, cuando todo parece derrumbarse, cariño y solidaridad me mostraron otros rostros del país. Hubiera querido agradecer personalmente a, cada uno.
No importa que no se haya podido derrotar al cáncer. Perdí. Perdimos. El final es ineludible. Me aguarda tarde o temprano, en semanas más o menos la muerte. Pero lo trascendente es el despliegue de apoyo que aún sostiene mi tratamiento y mi familia, que acompaña a Cecilia, Carlos y Miguel, en los momentos más difíciles. La solidaridad fue moral y económica. Los amigos llegaron incluso a vigilar mi recuperación en el hospital, apoyaron a mi esposa, atendieron y cuidaron a mis hijos. He debido rectificarme, dejar a un lado mi habitual pesimismo. Descubrir la fuerza de la solidaridad.
Aunque muchos de mis amigos ya no piensen como antes, yo por el contrario, pienso que todavía siguen vigentes los ideales que originaron al socialismo: la justicia, la libertad, los hombres. Sigue vigente la degradación y destrucción a que nos condena el capitalismo, pero también el rechazo a convertirnos en la réplica de un suburbio norteamericano. En otros países el socialismo ha sido debilitado; aquí, como proyecto y realización, podría seguir teniendo futuro, si somos capaces de volverlo a pensar, de imaginar otros contenidos. Esto no es la moda. Es ir contra la corriente. También debemos enfrentarnos a los cultores de la muerte o de aquellos que sólo piensan en repetir las recetas de otros países. El desafío creativo es enorme. (¿Podremos?).
Es un desafío, además, donde están en juego nuestras vidas y la edificación del país. (¿Una sucursal norteamericana?) (¿Un país andino?) (¿Qué hacer con el Perú?) (¿Será posible el socialismo?).
Hasta ahora, entre 1980 y agosto de 1989, se han producido 17,000 muertes. Asesinato de propietarios, obreros, desempleados, campesinos. Todos tienen rostros y nombres aunque los ignoremos. Esto ha ocurrido en un país “democrático”, con el silencio de la derecha pero también de la inacción de la izquierda. Muchos convertidos en espectadores. No sólo estamos frente a desafíos económicos, sino también frente a requerimientos éticos.
Ahora, muchos han separado política de ética. La eficacia ha pasado al centro. La necesidad de críticas al socialismo ha postergado el combate a la clase dominante. No sólo estamos ante un problema ideológico. Está de por medio también la incorporación de todos nosotros al orden establecido. Mientras el país se empobrecía de manera dramática, en la izquierda mejorábamos nuestras condiciones de vida. Durante los años de crisis, debo admitirlo, gracias a los centros y las fundaciones, nos fue muy bien y terminamos absorbidos por el más vulgar determinismo económico. Pero en el otro extremo quedaron los intelectuales empobrecidos, muchos de ellos provincianos, a veces cargados de resentimientos y odios.
En definitiva, lo que nos resultará más costoso es haber separado moral de cultura. Socialismo es crear otra moral. Otros valores.
A pesar de algunos intentos y ciertos personajes minoritarios, hemos vivido con el despliegue del autoritarismo y la muerte. La mayoría de los intelectuales y demasiados dirigentes políticos de izquierda, hemos perdido la capacidad de vivir y sentir la indignación. Supimos de tantos enfrentamientos como el de Molinos, en el que entre los subversivos no hubo presos, ni heridos, sólo 62 muertos de los que el MRTA sólo reconoce 42. Estas son ejecuciones. Nadie protestó, reclamó, denunció, se indignó. Esta es una pérdida de moral en la izquierda. Como este hay muchos otros casos. Nos hemos acostumbrado a vivir así. Nadie se atreve a decir que hay gran cantidad de muertos, ejecutados inocentes por las fuerzas represivas. No se puede decir en público, sin romper y colocarse fuera del “orden democrático”. Pero si no lo dicen todo empeora. Puedo decir todo esto con tranquilidad y sin miedo. No temo lo que me puedan hacer. No deberíamos aceptar el armamentismo que nos quieren imponer. También nos hemos acostumbrado a los crímenes del otro lado. En este clima no nos asombra que se quiera hacer proyectos de paz y desarrollo imponiendo el orden cíe las fuerzas armadas. Imposición de los dominadores.
No creo que haya que entusiasmar a los jóvenes con lo que ha sido nuestra generación. Todo lo contrario. Tal vez exagero. Pero el pensamiento crítico debe ejercerse sobre nosotros. Creo que algunos jóvenes, de cierta clase media, tienen un excesivo respeto por nosotros. No me excluyo de estas críticas, todo lo contrario. Ha ocurrido sin discutirse, pensarse y menos interrogarse. Espero que los jóvenes recuperen la capacidad de indignación.
Estos problemas ya han sido planteados, aunque sin éxito, en otros sitios y tiempos. Fue el caso de los populistas. Nombre para diversas corrientes que aparecieron en Rusia y otros países de Europa Oriental desde mediados del siglo pasado. Al principio enfrentados con Marx, quien luego admitió la posibilidad de otra vía al socialismo que no implicara la destrucción del mundo campesino. Hasta allí llegó. Los populistas, a su vez, se diversificaron y enfrentaron entre sí. Desde los legalistas hasta los que perfeccionaron la práctica del terror. No tuvieron una sola línea y son vigentes por los problemas que percibieron y las respuestas y polémicas que desarrollaron. Planteados los problemas siguieron presentes hasta cuando, tiempo después, se eliminaron todas estas discusiones con los muchos desaparecidos o muertos por el estalinismo.
En el Perú sólo hemos pensado en una tradición comunista, olvidando a quienes fueron derrotados pero que quizá planteaban caminos que pueden ser útiles para discutir. No buscar otra receta, hacernos una. En todos los campos. Insistir con toda nuestra imaginación. Hay que volver a lo esencial del pensamiento crítico, lo que no siempre coincide con mostrarse digerible o hacer proyectos rentables. Es diferente pensar para las instituciones o para los sujetos.
El socialismo no debería ser confundido con una sola vía. Tampoco es un camino trazado. Después de los fracasos del estalinismo es un desafío para la creatividad. Estábamos demasiados acostumbrados a leer y repetir. Saber citar. Pero si se quiere tener futuro, ahora más que antes, es necesario desprenderse del temor a la creatividad. Reencontremos la dimensión utópica.
El socialismo en el Perú es un difícil encuentro entre el pasado y el futuro. Este es un país antiguo. Redescubrir las tradiciones más lejanas, pero para encontrarlas hay que pensar desde el futuro. No repetirlas. Al contrario. Encontrar nuevos caminos. Perder el temor al futuro. Renovar el estilo de pensar y actuar. Lo que resulta quizá imposible sin una ruptura con esos izquierdistas excesivamente ansiosos de poder, apenas interesados en lo que realmente sucede.
Sospecho que no hay tiempo indefinido. Desde el siglo XVI, las culturas andinas excluidas y combatidas, han podido resistir, cambiar y continuar. Fueron derrotadas al terminar el siglo XVIII. Desaparece entonces la aristocracia andina, se combate a la sociedad rural, se deporta y extermina a sus miembros. Sin embargo, subsistirá el mundo campesino. En el siglo XX nuevos enfrentamientos. Primero a principios de la década del 1920, después alrededor de 1960 y ahora. El capitalismo no necesita de ese mundo andino, lo ignora. Se propone desaparecerlo. Sobre todo ahora que tenemos nuevamente un discurso liberal, repetitivo y dirigido contra las formas de organización tradicionales. Dispone de instrumentos y posibilidades que antes no tenía.
Esto ha sucedido en otros lugares, pero aquí no es inevitable destruirlo.
Hay que proponer otro camino. Fue advertido por José María Arguedas, pero desde su muerte han transcurrido veinte años y nuestro desafío es cómo y de qué manera evitarlo. La respuesta no sólo está en un escritorio. Exigirá un cambio de vida. Lo que se proponía Arguedas en El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo no era el regreso al pasado sino la construcción de una nueva sociedad, donde:
Todo eso es para ganar plata. ¿Y cuando ya no haya la imprescindible urgencia de ganar plata? Se desmariconizará lo mariconizado por el comercio, también en la literatura, en la medicina, en la música, hasta en el modo en que la mujer se acerca al macho. Pruebas de eso, de lo renovado, de lo desvilecido encontré en Cuba. Pero lo intocado por la vanidad y el lucro está, como el sol, en algunas fiestas de los pueblos andinos del Perú. (José María Arguedas, El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo, p. 22, Lima, Editorial Horizonte, 1983).
Este fue un proyecto formulado hace veinte años y que ahora requiere que quienes se dedican al marxismo y las ciencias sociales continúen ese proyecto pensando en el futuro. Los científicos sociales no lo piensan hasta ahora suficientemente. No hay que limitar el horizonte del pensamiento a cosas locales. Ese libro de El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo, en contra de lo que podía suponerse, no se refiere a problemas locales, sino que aborda el conjunto de la sociedad para incluir propuestas alternativas.
Fue hecho hace veinte años, repito. Sin embargo la izquierda no ha podido todavía responder a ese desafío. Tiene miedo ahora de enfrentar el futuro. En un país como este, la revolución no sólo reclama reformas sino la formación de un nuevo tipo de sociedad. En el país se ha comenzado a discutir el lugar de los campesinos, colocándolos no sólo como anécdotas, sino pensados como protagonistas. Hay que discutir el poder, entonces no hay que discutir la producción y los mercados, sino también dónde está el poder, quiénes lo tienen y como llegar a él. Cuestionar el discurso liberal. Los jóvenes lo pueden hacer. Muchos somos viejos prematuros.
La derecha avanza en todos los terrenos. Quisieran estar listos militarmente. También dan la ilusión de un nuevo discurso. Un discurso en realidad cínico, que tiene tras suyo muchos muertos. Pero esa derecha sigue siendo una suma heterogénea de individuos con intereses particulares, muchas veces demasiado vinculados al exterior. Tampoco tienen sólo un proyecto. Por el contrario. Aparte de las discrepancias hasta ahora no asumen la construcción de una sola alternativa. Pero para ser admitidos esos izquierdistas, que frecuentan más las recepciones que las polémicas y cultivan los buenos modales, se visten a la medida. En otro lado de la ciudad, las marchas, los enfrentamientos callejeros, largos, agresivos se han vuelto frecuentes. Reclaman respuestas urgentes. ¿Las buscamos?
La cuestión se plantea sólo como el dilema entre quienes admiten la violencia y quienes optan por la vía legal. Así como hace falta una nueva alternativa, es necesario pensar el camino. Algunos creen que hay recetas ya establecidas y que apenas tienen que aplicarlas. Cuando las revoluciones han tenido éxito no ha sido así. Todo lo contrario, siempre han sido y serán excepcionales.
El socialismo en el poder comenzó sorpresivamente en 1917, hace sólo 70 años. Apareció apenas terminada la primera guerra mundial en un país y en un lugar que se suponía uno de los espacios más atrasados, donde no se produciría uno de esos cambios sustanciales. Sin embargo, allí surgió el socialismo que, años más tarde, después de la segunda guerra mundial, se expandiría a otros territorios, al Asia, al África. La empresa capitalista, en cambio, lleva ya algunos siglos de expansión. Las puertas al socialismo no están cerradas, pero se requiere pensar en otras vías. Una tercera, cuarta, quinta forma. Un socialismo construido sobre otras bases, que recoja también los sueños, las esperanzas, los deseos cíe la gente. Uno en que se dé cabida también a estas necesidades.
Se requiere de los intelectuales. Pero, insisto, lo lamentable es el desencuentro entre ellos y la militancia política. Aquí también hay una responsabilidad de quienes han estado demasiado preocupados por la lucha inmediata, la imposición de una secta, la disputa del poder minúsculo. Así se envejece. Será muy difícil que estemos a la altura de las circunstancias. pero no todo está perdido. Pueden aparecer otros personajes. Además, ya tenemos hijos. Ojalá pierdan admiración y respeto esos jóvenes, y asuman lo que no ha podido ser hecho. Pasar cuarenta años en este país es haber hecho demasiadas transacciones, consentimientos, silencios, retrocesos. Domesticados.
Algunos imaginaron que los votos de izquierda les pertenecían. Pero las clases populares piensan, aunque no lo crean ellos. No dan cheques en blanco. Recordemos cómo fluctúan las votaciones. Los pobres no les pertenecen.
Pero el socialismo —insisto— exigirá para el futuro un cambio radical en el discurso. Revolución no es sinónimo sólo de violencia. Hace falta proponer una nueva sociedad alternativa. Ahora es un poco tarde. En toda revolución siempre hay un sector demasiado radical que aparece al final. Aquí el desarrollo de los acontecimientos ha sido diferente. Ha surgido primero y, no obstante empezar desde un sector reducido, ha conseguido seguir existiendo y hasta incrementar sus seguidores. Ha aparecido un sector demasiado radical, que ha derivado en el fanatismo, el sectarismo y el crimen. Ha conseguido funcionar y por lo menos tener un relativo éxito en ciertas regiones. Con el tiempo se ha ido tornando más sectario y su acción política ha derivado en una práctica contaminada con lo criminal. Son capaces de eliminar a dirigentes populares, como hace la derecha. ¡Qué horrible! ¡Esta gente que era de izquierda! Y los demás no se lo recriminan. Guardan silencio.
Aquí —como más o menos en otros espacios— no se puede predecir y anunciar el futuro. El futuro no está cerrado. Si doy esa impresión, me corrijo. No hay una receta. Tampoco un camino trazado, ni una alternativa definida. Hay que construirlo, resultado de los múltiples factores: la experiencia de la izquierda, los discursos del pasado, los nuevos problemas. Ahora, en el Perú, hay demasiadas posibilidades contrapuestas. Los enfrentamientos son más duros, con enormes costos de vidas, pero los caminos siguen apareciendo. No es frecuente, pero queda también la posibilidad de un socialismo masivo, revolucionario, pero sin asesinatos.
En estos momentos podemos dividir el espectro político del país básicamente en tres. Tenemos de un lado a la derecha, aglutinada y representada por el Fredemo, aparentemente homogéneo, en realidad con diversos intereses que pugnan en su interior. Tenemos también a Sendero Luminoso y al MRTA, uno transitan—do a la acción criminal y otro insuficientemente creativo y sin propuesta social. Está también la Izquierda Unida en el centro, entre uno y otro. Esta izquierda oficial, empeñada en participar en las elecciones y en los mecanismos tradicionales de poder, se aleja del movimiento popular, es étnica y culturalmente distante de las mayorías populares. No puede sentir como ellos y no los incorpora en los cargos dirigenciales. Pero no es tampoco homogénea. De una izquierda que hace unos años se pensaba todavía revolucionaria, se han ido desgajando y delimitando algunos sectores. Uno transita hacia la derecha o el Apra. Aparentemente la mayoría quiere persistir tercamente en el centro. Se empeña en las reformas. Muy pegados a ellos hay también un sector, más pequeño, que quiere ser revolucionario, no criminal, que quiere remover las estructuras, no reformarlas, que empieza a plantearse el problema de la construcción de un socialismo original. Todavía no existe una alternativa revolucionaria diferente, cuajada. Requiere de esfuerzo, de creación, están allí sus elementos pero no puede crecer liderada por profesionales de clase media.
No repetir, crear otro tipo de dirigente. Dar cabida a otros sectores sociales y a los jóvenes. Ellos no deben seguir haciendo lo mismo, no pueden seguir pensando como hace veinte años. Las cosas han cambiado.
Hay quienes sienten su urgencia y quienes piensan que tienen tiempo. Es más, no es sólo un problema de tiempo. Hay también uno geográfico. Las posibilidades de acción política son diferentes según las regiones del país. Los problemas no se pueden pensar igual desde Lima, desde Ayacucho o la región central.
No se tome todo esto como una crítica por alguien —insisto—que se imagina por encima. Es en parte una autobiografía. Termino evitando ponerme como ejemplo de cualquier cosa. Lo cierto es que, como en otros sitios, hemos sido una intelectualidad muy numerosa, pero a la vez poco creativa. Incapaces de dar a nuestro propio país la posibilidad de un marxismo nuevo. Intelectuales y políticos ignoran el pasado, la historia, lo que han sido. Demasiado modernos. Incapaces de elaborar un proyecto. Insisto que mientras en muchos otros países latinoamericanos el socialismo ha sido destruido, aquí sigue vigente. Todavía. A pesar de estar arrinconado. La izquierda se divide. La mayoría, en estos momentos, parece derechizarse. Pero también está esa minoría que se radicaliza. Hay una posibilidad de izquierda en todo esto, pero debe tomar forma.
Muchas gracias a todos los amigos y desde luego, sobre todo, a quienes discrepan conmigo. Siempre mi estilo agresivo pero que no anula el cariño y el agradecimiento con todos ustedes, más aún con quienes más he discutido. Discrepar es otra manera de aproximarnos: Y, desde luego, cuando acudieron a ayudarme no les interesó saber qué posición tenía en la cultura o en la política.
Un abrazo. ¡Qué buenos amigos!
Alberto Flores Galindo.
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En: Flores Galindo, Alberto: «Reencontremos la dimensión utópica. Carta a los amigos», Ciberayllu [en línea]

Wednesday, March 24, 2010

CORTE SUPREMA COLOMBIANA DECLARÓ INEJECUTABLE LA SEGUNDA REELECIÓN DEL PRESIDENTE URIBE

Los países y gobiernos democráticos no se caracterizan por el solo hecho de sus declaraciones, sino por la solidez de sus instituciones y el respeto de los demás poderes a estas.

El fallo de la Corte Suprema colombiana declarando que es inviable la segunda reelección del presidente Álvaro Uribe señala un precedente en la región, donde más bien los intentos reeleccionistas son moneda corriente, tendencia que –debemos reconocerlo- inició en los años noventa el presidente Fujimori.

Precisamente, a diferencia del gobierno fujimorista, cuando el Tribunal Constitucional peruano declaró la ilegalidad de la manifiesta segunda reelección, saltándose a la garrocha a la propia Carta Política, el gobierno de Alberto Fujimori reaccionó en forma prepotente y autoritaria, hasta con la propia destitución de los probos magistrados; en cambio, en Colombia, el presidente Uribe acató el fallo de la Corte Suprema, sentando un ejemplo de respeto por parte del Ejecutivo a los otros poderes del estado, en especial al judicial, considerado comúnmente por los presidentes latinoamericanos como “el servicio doméstico” de palacio de gobierno.

El gesto del presidente Uribe es importante, dado que se trata de las formas democráticas y el necesario contrapeso de poderes y por más que en algunos aspectos sea cuestionable su gestión, sobretodo en materia de derechos humanos, su acatamiento del fallo judicial en medio de vecinos que practican los presidencialismos plebiscitarios y que han avasallado a los demás poderes y derechos esenciales como el de la libertad de expresión, es un precedente de lo que significa madurez cívica y política. Uribe es uno de los presidentes que deja el poder con uno de los índices más altos de aprobación y con posibilidades de volver a tentar la presidencia pasado un período de gobierno.
Como dice el adagio latino Contra facta non argumenta. Contra los hechos no vale ningún argumento.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Wednesday, March 17, 2010

EL IMPERIO CONTRAATACA: O COMO VUELVEN LOS FUJIMORISTAS A LA TELEVISIÓN (como telón de fondo “El ritmo del Chino”)

La decisión de Frecuencia Latina de “expectorar” a Beto Ortiz no habría tenido como “mano negra” a Jaime Bayly, sino la censura de un reportaje sobre las luces y sombras de la venta de la deuda de canal 4 a los grupos “El Comercio” y “La República”, una vez que José Enrique Crousillat huye luego del derrumbe del fujimorismo en el 2000; dado que Baruch Ivcher tiene un problema similar con sus socios, los hermanos Winter, quienes judicialmente han conseguido en primera instancia el reconocimiento de la ampliación del capital social, cuando detentaban la administración, lo que les permitió hacerse del canal de la avenida San Felipe. Asimismo, el intento de José Enrique Crousillat de querer regresar a canal 4 luego de ser indultado (intento bastante burdo) sería parte de un plan de regreso de los viejos aliados del fujimorismo a controlar los medios de comunicación de cara a las elecciones del 2011.

En el canal 5 (el otrora “canalazo”) ya el hijo de Schütz maneja las riendas de la televisora desde el 2009. Falta ver el desenlace que tendría “la toma” de los canales 2 y 4, con lo que las principales emisoras de señal abierta estarían bajo el control de aliados del fujimorismo que desean volver a los tiempos en que usufructuaban del dinero y del poder.

La estrategia es más o menos similar: se interpone una demanda, casi siempre acogida por un juez “benévolo”, se consigue una resolución judicial, por lo general bajo la forma de una medida cautelar que “adelante” la ejecución de la decisión final, consiguiendo el “beneficiado” con la decisión judicial el ingreso por la puerta grande de la televisora. Todo sazonado con “apoyo” político, económico y mediático, o los tres en el mejor de los casos, como muy probablemente fue con el “indulto humanitario” a José Enrique Crousillat (y que, por la oleada de críticas, motivó que el gobierno lo “deje sin efecto”, trasformándolo en orden de captura al sentirse el presidente de la república “un poco burlado” [sic]).

Precisamente, los indicios apuntan a una “ayuda” del gobierno aprista a los operadores fujimoristas a fin de “ganar a río revuelto” en el 2011. Recordemos que similar “ayuda” ejerció AGP en 1990, a los pocos meses de dejar Palacio, apoyando la candidatura de Alberto Fujimori a fin de neutralizar a su poderoso rival, el Fredemo.

Todos estos líos judiciales-políticos nacen de la débil decisión de Alejandro Toledo cuando asume la presidencia: en vez de cancelar las licencias de los canales envueltos en la corrupción y licitarlos públicamente, prefiere concederlos a amigos cercanos que le deban favores como Genaro Delgado Parker (a través de una sospechosa medida cautelar, ejemplo que quiso seguir Crousillat) o a los grupos El Comercio y La República (que consiguen la administración del canal por medio de la compra de la deuda que ante Indecopi tenía el 4). Lo que sumado al abandono de la lucha anti-corrupción (primero por Toledo y luego por García), propició que muchos prófugos de antaño salgan de sus madrigueras e, incluso, reclamen derechos como José Enrique Crousillat.

En fin, todo apunta a un “resurgimiento” de los operadores fujimoristas a nivel político, judicial y mediático, donde existen fuertes intereses en que el estado de las cosas (y las prebendas que ello conlleva) regresen como era en los años 90. ¿Lo conseguirán?
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Tuesday, March 09, 2010

PATRIMONIO COMPARTIDO

La iniciativa legislativa del congresista Carlos Bruce de permitir que las parejas del mismo sexo tengan un patrimonio compartido es un paso para en un futuro (cercano o lejano, pero irremediable) llegar a la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo (en América Latina, México ya modificó su legislación civil para permitir dichas uniones).

La iniciativa no causa tanta resistencia como “el matrimonio gay”, dado que solo toca el aspecto patrimonial, los bienes adquiridos durante la convivencia, algo similar a cuando se consagró en la Constitución de 1979 la “sociedad de gananciales” en las uniones de hecho entre personas de distinto sexo.

Pero, el proyecto adolece de cierta formalidad que lo alejará de las mayorías, en vista que dentro de la solemnidad plantea que el contrato de patrimonio compartido sea elevado a escritura pública, además de publicaciones en diarios de circulación nacional sobre la manifestación de voluntad de celebrar el acuerdo. Socialmente hablando esa formalidad será cumplida solo por las parejas de sectores medios y altos, con cierto nivel de educación y poder adquisitivo, difícilmente parejas de los sectores D o E cumplirán con los requisitos en mención por el costo que conlleva. Algo similar sucedió con las uniones de hecho heterosexuales que para los efectos de las gananciales deben ser reconocidas ante un juez, lo que desincentiva que muchas parejas (sobretodo mujeres) pidan el reconocimiento. El Poder Judicial se caracteriza por procesos largos y tediosos, y por ende costosos, amén de impredecibles y con sentencias contradictorias.

Quizás la norma debió permitir que el reconocimiento sea más sencillo y expeditivo, sin recargar el costo en la parte interesada, como por ejemplo la apertura de un libro especial ante funcionario de la Municipalidad donde tengan domicilio los contratantes, lo cual permitiría establecer una fecha cierta del inicio del patrimonio. O, si se quiere ser demasiado solemne, un formulario con firmas legalizadas ante Notario, cuyo costo sería más accesible a las mayorías.

Habría que pensar también quién lee ahora los avisos legales de los diarios, medida quizás efectiva en tiempos decimonónicos y con escasa población citadina, cuando el principal vehículo de transmisión de las noticias eran precisamente los periódicos, pero no en tiempos de internet y medios electrónicos.

Igualmente debemos tener presente que al proponer una ley se debe tratar que la norma sea asequible a todas las personas en facilidad y costo. Precisamente el costo-beneficio para los interesados al aplicar la norma tiene una regla inexorable (que no es como equivocadamente se cree cuando se presentan las iniciativas legislativas, entendiéndose como el costo que la norma irrogaría al estado): a menor costo de acceso a la norma (en tiempo, facilidad y gasto), el beneficio de esta comprenderá a una mayor cantidad de personas; e inversamente, mientras el costo de acceso sea mayor (como en el caso del presente proyecto de ley al incrementar las barreras de acceso a la legalidad), el beneficio será para un menor número de personas.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Thursday, March 04, 2010

Cómo defender a los candidatos de la corrupción

Ahora que se viene la época electoral, encontraremos muchos de estos argumentos para defender a candidatos con rabo de paja.
EJJ


Cómo defender a los candidatos de la corrupción
Por Mirko Lauer

° Diga que la asociación de estos candidatos con delitos comprobados puede ser cierta, pero que eso hay que contrapesarlo con su buena gestión. Sugiera además que para realizar cosas en este país uno tiene que saltarse algunas leyes a la garrocha.

° Insista en que la política está llena de personas que han hecho o hacen lo mismo que los candidatos de la corrupción, y que en consecuencia da lo mismo por quién se vota. Concluya en que lo de la corrupción no pasa de ser un argumento político.

° Simplemente dedíquese a la negación radical y afirme que en realidad nada ha sido demostrado nunca, y que la prueba está en que sus candidatos siguen libres. Sugiera luego que el apoyo popular a estos candidatos es una manera de compensar dicha injusticia.

° Haga notar que el Poder Judicial que juzga a los corruptos o la policía que los detiene andan esencialmente en la misma corruptela. A continuación mencione los casos en que estos candidatos acusados han sido exculpados o pasados por alto en el mismo Poder Judicial.

° Señale que existen otras personas mucho más corruptas a las que se les perdona todo, y lance una acusación contra alguien para reforzar el argumento. Puede incluir en el argumento que hay una conspiración antiperuana contra sus candidatos.

° Declare que en una sociedad donde la informalidad campea por encima del 60% no se puede ser 100% estricto. Diga, por ejemplo, que si nos vamos a estar fijando en licencias de conducir o reglas de tránsito, simplemente no podría haber transporte público.

° Échele toda la culpa de los robos de los años 90 a Vladimiro Montesinos, y plantee que sus candidatos asociados a él fueron engañados, y que en esa medida también fueron víctimas de la corrupción.

° Proclame con energía que ya basta de mirar hacia atrás, que ahora lo importante es concentrarse en el futuro. Diga que la democracia precisa la participación de todos, y luego descalifique a un sector de su preferencia.

° Diga que si realmente le llegaran a demostrar que sus candidatos son corruptos, por supuesto que no votaría por ellos. Puede presentar un caso en que eso efectivamente ha sucedido.

° Recuérdele a su interlocutor que los moralizadores en el fondo son los peores corruptos, y a partir de allí despotrique contra los magistrados anticorrupción. Mencione injusticias contra presidentes en la historia del Perú.

° Nunca deje de hacer notar que sus candidatos tienen alta popularidad, aprobación o intención de voto. La conclusión de esto tiene que ser que el pueblo es sabio, y no se deja engañar.
FUENTE: DIARIO LA REPÚBLICA 26.2.10