Tuesday, May 18, 2010

A TREINTA AÑOS DEL TERROR

A treinta años del inicio de las acciones terroristas de Sendero Luminoso, sorprende como la nueva generación considera ese hecho histórico como algo lejano, envuelto en una nebulosa mezclada con algún que otro vago recuerdo personal como el de los apagones, relatado por sus padres sobre aquella trágica época. Es una suerte de “limbo” medio extraño y ajeno a ellos. Lo he podido comprobar con mis alumnos que ahora frisan los veinte años y lo de Sendero como que “no lo sienten” como nosotros, la generación anterior, que lo vivió en carne propia.

Y ello es peligroso, porque pueden ser la nueva “carne de cañón”, los nuevos reclutados teniendo como consigna la justicia social, sobretodo si son jóvenes con sentido y emoción sociales que observan como las desigualdades que existen en el mundo y en el país se agravan día a día.

Por eso es importante un Museo de la Memoria, a fin de no olvidar lo que pasó en las décadas de los ochenta y noventa, un Museo vivo que “machaque” cuál fue la génesis de aquellas dos décadas del terror. Cómo un grupo extremadamente ideologizado (los conocí bastante cerca cuando milité en la izquierda), fanatizado al extremo y atragantado con las citas del “libro rojo” de Mao, llevó a la práctica lo que los otros grupos de ultraizquierda solo declamaban retóricamente y no se atrevían a hacer: iniciar “la lucha armada” y “la larga marcha del campo a la ciudad”.

Una razón sustantiva por la cual la “izquierda legal” en nuestro país tenga escasa representatividad política se debe precisamente a Sendero Luminoso. En primer lugar que parte de esa izquierda no desmarcó desde sus inicios con las acciones terroristas, y más bien fue complaciente y hasta medio hipócrita en los hechos, haciéndose “de la vista gorda” hasta que Sendero comenzó a eliminar a sus dirigentes. En ese momento ya fue demasiado tarde.

No querer desmarcar a tiempo, quizás en parte por ese infantilismo que todavía recorría a la izquierda, que ejercía la labor parlamentaria como un trabajo subalterno y hasta medio vergonzante por su carácter “burgués” (“el establo parlamentario” como decía Abimael Guzmán), frente a la acción a que obligaba el cambio revolucionario. Ese error lo pagó caro la izquierda y de ser la segunda fuerza representativa del país en los ochenta pasó a ese estado pigmeo y larvado del que todavía no sale.

Por eso es bueno recordar esta fecha y ser conciente que el terrorismo no ha terminado, que puede “resucitar” bajo otra fachada (una facción de Sendero está en lo que llaman “acumulación de fuerzas”), que se han vuelto más “refinados”, usando las herramientas que concede la democracia y el debido proceso. Y, no cometer el error de desmantelar los aparatos de inteligencia del estado o, pero aún, no darles el presupuesto necesario, que si algo demostró la derrota del senderismo en el año 92 fue que una labor de inteligencia puede más que la fuerza bruta.

Y no olvidar tampoco la memoria viva, trasmitiéndola a las nuevas generaciones, que lo vivido no fue un mal sueño sino algo muy real, una pesadilla que puede volver a repetirse.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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