Wednesday, September 15, 2010

ELECCION POLÍTICA Y CLASE SOCIAL

El tema viene a cuento por la enorme aprobación en los sectores A y B de Susana Villarán, la candidata de la izquierda que se presenta para la alcaldía de Lima; mientras su rival, Lourdes Flores, de centro derecha, tiene una aprobación mayoritaria en los sectores C, D y E.
Si lo miramos racionalmente, parece una incongruencia. Se supone que la candidata de la izquierda debería tener su “núcleo duro” en los sectores populares, mientras que la candidata de la centro derecha debería tener la aceptación mayor en los sectores pudientes.

Las decisiones políticas de clase no son reflejo mecánico directo de la situación socio-económica de estas. Creo que tampoco cabe como explicación la supuesta “degeneración de clase” como se ha especulado por allí o la de “suicidio masivo” de una clase social que ya perdió el rumbo y las ganas de vivir. No me parece que las explicaciones pesimistas den una respuesta adecuada al tema.1

Hugo Neira en su estimulante libro “Las independencias” trata de explicar las razones que impulsaron a los libertadores a la titánica tarea de romper con el imperio español, dejar de ser colonia y pasar al estatus de nación soberana. Por extracción social, los libertadores procedían de los sectores pudientes del imperio y se beneficiaban de este. Por lógica debieron continuar con los privilegios que su condición de clase les otorgaba. Sin embargo, no lo hicieron. Ellos rompieron con sus privilegios clasistas. Fueron los revolucionarios de su época. Salvando las distancias, sus ideas a inicios del siglo XIX fueron tan radicales como las de Abimael Guzmán a fines del XX.

No, la clase social no condiciona la decisión política.

Volviendo al “fenómeno Villarán”, creo que una explicación más cabal se encuentra relacionada con aquello definido por la popular “China Tudela” como “GCU”. “Gente como uno”. Susana María del Carmen Villarán de la Puente, ex alumna del Colegio Sagrado Corazón y candidata de la “izquierda moderada” proviene de una de las familias de mayor linaje y rancia aristocracia limeña. Es “gente decente” como dirían nuestros abuelos, dándole al término ese significado social y de clase utilizado antaño.
En consecuencia, no me parece que la tesis “catastrofista” o la del “suicidio masivo de clase” den una explicación cabal del porqué los sectores socio-económicos A y B voten por una candidatura de la izquierda. Creo que en el presente caso cuenta más la parte afectiva, emocional del asunto, que explicaciones racionales o que pretenden traspolar el origen de clase para determinar la opción política.2

La “GCU” significa un segmento social libre de “cholerías” (tal como esta clase mira a las que están debajo de ella), hecho que por extracción Lourdes Flores no representa. También significa no haber servido (profesionalmente) a tipos impresentables como Cataño, aunque la razón sea ganar algunos miles de dólares más.3 Por otra parte, a los sectores C, D y E no les importa mucho que haya asesorado a un presunto narcotraficante. Es más, lo ven como mérito de mujer emprendedora. Su moral es muy distinta y cuándo se vive en franca sobrevivencia, importa más la parte pragmática o utilitaria, y muy poco de dónde proviene el dinero para “parar la olla”.

En el mejor de los casos la popular Lulú representa a la típica “arribista”, mientras Susan darling “está allí”, sin necesidad de haber luchado por conseguir el sitio social que ocupa, dado que le vino de cuna. También cuenta mucho para la elección de la Villarán que, aparte de ser mucho más carismática que su oponente, representa un “rostro nuevo” en la política.4
Y tengamos presente también esa idea colonial supérstite de clase, entendida más como casta procedente del nacimiento, que méritos personales o profesionales propios para llegar a una posición determinada dentro de la sociedad o la política, méritos que puede exhibir muy bien la candidata Flores, pero que para efectos del “privilegio clasista” no cuenta mucho (se puede resumir en la despectiva frase “naciste cholo y cholo te quedas”).

En fin, creo que la explicación de las opciones tiene más un componente afectivo o “emocional de clase” que hace reconocer como un igual, sin importar mucho el lado programático (propuestas de gobierno) o la opción política de la candidata. Y, lo que si podemos arriesgar a aseverar es que gane cualquiera de ellas está condenada a hacer una buena gestión, tanto la que se juega su futuro político luego de varias derrotas electorales sucesivas, como aquella que volvería a reeditar un gobierno izquierdista en la principal alcaldía del país luego de más de 25 años de ausencia.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es


1. Más bien estas interpretaciones obedecen a una no muy velada crítica de “la inteligencia” (bueno, es un decir) conservadora, cuya subjetividad de identificación de clase es trasladada a una aparente situación objetiva de desastre (“degeneración de clase dirigente”, “suicidio de clase”, etc.). Posteriormente se ha querido buscar una “explicación” bastante forzada para lo sucedido en “el efecto Bayly”, interpretado como una suerte de “titiritero electoral” que puede colocar y descolocar candidatos a su antojo y gusto.
2. Si efectuamos esa operación mecánica no podríamos explicar, por ejemplo, el origen de “los caviares” en el Perú, es decir de aquellos que perteneciendo por extracción a los sectores socio-económicos A y B, optaron en su juventud por abrazar una política y acción de izquierda marxista.
3. En todo caso una persona de la calidad profesional de Lourdes Flores sería contratada por estos sectores para algún asunto jurídico, pero sin pertenecer a ellos. Sería algo así –sin ser despectivos- como “su empleada”.
4. Y tengamos presente también que la gran oportunidad de Susana Villarán surge una vez despejada la alternativa entre elegir a un candidato –Kouri- relacionado con el fujimontesinismo y cuyas obras, como el peaje en la Avenida Faucett, son francamente cuestionadas, versus una candidata considerada como “el mal menor”, Lourdes Flores, representante de lo que ha venido en llamarse “la derecha democrática”.

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