Wednesday, December 22, 2010

WIKILEAKS

La revelación por parte de Wikileaks de documentos secretos del gobierno norteamericano tiene varias aristas interesantes. Una es la tradicional libertad de expresión e información, uno de los pilares del liberalismo clásico, versus la “seguridad de estado”, eufemismo que puede abarcar desde el espiar a enemigos y amigos hasta el asesinato selectivo. ¿Cuál es más importante? Depende mucho en que lugar nos encontremos, si estamos a favor de la libertad o a favor de los secretos de gobierno y de su impunidad moral para ciertos actos. Esa tensa lucha ha marcado por siglos a Occidente y una serie de derechos reconocidos a la persona, así como cuotas de poder reservadas al estado.

Todos los que han exigido que J. Assange debe ser procesado, encarcelado y ejecutado (no importa si lo último se haga primero) están a favor de “las razones de estado” y todo lo que bajo su cobijo se puede hacer o deshacer, incluyendo, claro está, las razones del más grande e importante del planeta. No es casual que este sector de políticos, intelectuales y plumíferos celebre las presiones del gobierno norteamericano por cerrar Wikileaks o “el juicio” contra Assange, según parece por no usar preservativo al tener relaciones sexuales ocasionales y consentidas con un par de damas escandinavas. La maquinaria judicial de nuevo, algo que, para nosotros, los peruanos, no nos resulta extraño.

Pero la otra arista que por obvia no se ha reparado lo suficiente es la de la tecnología de la información. La web e internet están barriendo con los mejores secretos, con aquellos que se encontraban en los más recónditos y oscuros lugares. Las restricciones, censuras y bloqueos usuales no tienen efecto en el mundo virtual.

Contra ese fenómeno, y el poder que significa la información, es que se resisten los gobiernos que han hecho eco a Estados Unidos de cerrar Wikileaks, hecho por demás imposible, dado que tarde o temprano aparecerá otro web site, con nombre distinto de repente, pero igual de eficaz. Por eso la imposibilidad de luchar con armas del siglo XX contra un fenómenos del XXI. De allí también la reacción desesperada de diversos gobiernos que, en este incidente, se han unido, más allá de sus tradicionales recelos y diferencias.

También el “affaire Wikileaks” es síntoma que el viejo republicanismo nutrido de los ideales liberales que paradójicamente dieron nacimiento al Occidente moderno, está siendo reemplazado poco a poco por un estado cada vez más intervencionista. Sofisticado en su intervención, pero intervencionista. Un estado que ha aprendido a usar la tecnología del siglo XXI para controlar a sus ciudadanos, pero que “le revienta” cuando estos la usan contra él.

Wikileaks es apenas un vértice, pero también un gesto, una bandera, de quienes luchan todavía por la libertad, ya no en abstracto sino con acciones muy concretas contra este “Leviatán moderno”. La partida recién comienza.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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