Tuesday, January 18, 2011

ARGUEDAS: CIEN AÑOS

A lo largo del mes se está celebrando con justa razón la conmemoración de los cien años del nacimiento de José María Arguedas. Pero, más allá de los ánimos celebratorios, habría que preguntarse cuántos peruanos de la nueva generación leen o leyeron a Arguedas. Si conocen, por lo menos, sus cuentos o novelas más conocidos. Cuántos escolares han leído Yawar Fiesta, Agua, Los ríos profundos. Todas las sangres, El sexto o El zorro de arriba y el zorro de abajo. Estoy seguro que muy pocos.

El mejor homenaje que puede recibir un escritor es que lo lean. No tanto los críticos o la “inteligencia”, sino las mayorías, que las nuevas generaciones lo consideren “vivo”, contemporáneo a ellos. Reviso google para saber si encuentro siquiera en la red alguna versión íntegra de alguno de sus libros y los resultados son desalentadores.

Así las cosas, el homenaje por el centenario de su natalicio se reduce a un homenaje de elite, de amigos, académicos y gente ilustrada, más no del pueblo, como le hubiera gustado a Arguedas. La mejor conmemoración que pudo recibir era una edición popular de sus obras más conocidas. No se hizo. Ni por parte del estado, ni por parte de la iniciativa privada, ni por una combinación de ambos, ahora que están tan de moda las asociaciones público-privadas. Como si el Nobel a Vargas Llosa fuese suficiente distinción a las letras peruanas. (Y acá me arriesgo a una pregunta temeraria y fuera de contexto: habría que ver si las generaciones venideras leerán con la misma fruición a nuestro Nobel).

En fin, creo que el mejor homenaje personal que se le puede hacer a nuestro querido Arguedas es leer o releer sus libros. A pesar que algunos de ellos parecen describir un mundo que ya no existe, precisamente por eso; y, también, porque, como los buenos escritores, intuía que el Perú iba hacia la confluencia de lo andino con lo costeño, a la “cholificación”, a “todas las sangres”. Naturalmente no llegó a ver ese nuevo Perú, pero intuyó con agudeza hacia dónde iba, más allá de los sociólogos y antropólogos que lo maltrataron en la célebre mesa redonda de 1965. ¿Quién se acuerda de esos “sabios doctores” y de sus farragosos e indigestos discursos?

Leyéndolo es el mejor homenaje que le podemos rendir.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

No comments: