Friday, December 21, 2012

YO SOY


El concursante está parado en medio del escenario, los reflectores lo enfocan, va a comenzar su interpretación no sin antes proclamar resueltamente “yo soy…” y a continuación el nombre del cantante que imitará. Comienza así una larga competencia que durará varias semanas y donde al final de la batalla solo habrá un ganador que se lleve los veinticinco mil dólares. Ya van cuatro temporadas más una corta rueda de revancha que han hecho del programa concurso “Yo soy” quizás el más exitoso de los últimos años.

Reality producto de una franquicia cuya exclusividad para Perú la tiene GV producciones, la productora de Gisella Valcárcel, el programa concurso nativo de los países bajos se replica en distintas latitudes del mundo con un  formato similar: concursantes que deben imitar al milímetro a algún cantante famoso.

Semana tras semana se presentarán los aspirantes al premio mayor cuyo referente es un cantante vivo o ya fallecido, conocido o no tan conocido entre nosotros, de idioma castellano o de habla inglesa, teniendo al frente a un jurado implacable con el mínimo desvío, más que jurado, celoso censor que observa al detalle que el concursante no se salga de “la línea correcta”: las reglas del concurso obligan a una mimetización absoluta con el personaje original. No pueden existir desvíos, creaciones propias, sino el concursante debe copiar al milímetro voz y entonación, al igual que gestos, mímica, dominio escénico y hasta físico idéntico al modelo imitado. No hay lugar para la creatividad.

Aunque en cierta manera sí. Debe hacernos creer por tres o cuatro minutos que nos encontramos frente al modelo original. Debe “hechizarnos” con una “magia” que durará apenas unos minutos, algo así como lo que sucede con los buenos escritores, que deben “atrapar” al lector y hacerle creer que el texto leído representa un mundo real; de igual manera los muchachos (y algunos no tan muchachos) que van en busca de fama y fortuna, nos deben encantar.

Esas semanas de competencia comienzan con un casting, seleccionando el jurado a los concursantes que pasarán al torneo. Luego vendrá la competencia, todos contra todos, donde solo habrá un ganador. Dudo mucho que dentro del grupo exista una camaradería sincera como “los detrás de cámaras” nos quieren hacer creer.  Existiendo una competencia tan despiadada es imposible que se genere un clima de colaboración mutua o de amistad sincera como nos endilgan, más como argumento edulcorado, como parte del show, que una “realidad real”.

Semanas estresantes para los que se encuentran en la arena, mayor aún cuando se acerca la gran final. En más de una oportunidad se ha apreciado síntomas claros de estrés por la fuerte presión que significa un concurso donde se exige fidelidad exacta en la copia del modelo original. No importa si estás con fiebre, dolor, diarreas, faringitis o si un ser querido ha muerto: debes seguir igual como te lo recuerda dictatorialmente el productor-jurado, “el pequeño césar” sin pelos en la lengua ni en la cabeza. Haz firmado un contrato como Fausto y debes continuar, me importa un pepino lo que te pase por dentro. En caso de rebeldía o desobediencia, un ejército de abogados al servicio de la productora les recordará a estos chicos el contrato que han firmado, las cartas notariales comenzarán a llegar a sus domicilios con amenazas de juicios y embargos si se salen una línea de lo suscrito.

Precisamente ese concursante está sometido a un contrato, cuyos términos no son revelados al público, pero imaginamos debe contener compromisos de sometimiento a las reglas del concurso, exclusividad y reserva de las cláusulas contractuales, entre otros aspectos. Algunos ex concursantes incluso han insinuado abiertamente que esos contratos son abusivos, pagan un fuerte “derecho de piso” sin ninguna contraprestación por el lado del canal o de la productora. En las semanas del torneo –e incluso en las semanas previas, cuando son reclutados- tienen que dedicarse en exclusiva al concurso. Entre extenuantes ensayos y presentaciones en vivo por la noche no hay tiempo disponible para hacer otra cosa, sino dedicarse por entero al programa, sin aparentemente ninguna contraprestación de la otra parte.

De ser cierta la sospecha, “los concursantes” que son la base del programa (debido a que de imitar mal o no parecerse al modelo original, “el show se cae”) serían los únicos en no recibir una compensación por su trabajo, a pesar de las grandes dosis de tiempo y esfuerzo que invierten en su mimetización. Sería interesante que algún medio, haciendo ejercicio del periodismo de investigación -si es que existe todavía en el Perú periodismo de investigación-, consiga una copia de esos contratos leoninos que firman todos los concursantes que intervienen en el reality. Creo que en más de un detalle nos va a asombrar.

El “jurado-censor” (que suponemos sí cobra unos honorarios por su trabajo) es un tema aparte por la importante gravitación en salvar o “bajar el dedo” a algún concursante. Suerte de “emperadores romanos” desde su olimpo mediático, pueden “sentenciar” o “salvar de la muerte” a alguno de los competidores esgrimiendo un falso eruditismo. Se ha dicho incluso que muchas veces sus decisiones son arbitrarias. Gente proveniente de la farándula, dudo que tenga los conocimientos musicales suficientes para determinar las bondades o no de alguno de los aspirantes al premio mayor, como ha quedado al descubierto en más de una oportunidad cuando un concursante se armó de valor y les ha replicado sobre los “sesudos comentarios” que el jurado esgrime.

No menos cierto es que en este tipo de realities interviene el público a través de su voto por la opción favorita o “mandando al cadalso” a alguno de los participantes. Y, en las últimas temporadas ha sucedido un hecho reiterativo: el ganador es aquel que imita a un cantante muy conocido en nuestro medio. No necesariamente es el mejor imitador, pero el imaginario popular lo ayuda notablemente; así contra todo pronóstico se han impuesto los imitadores de Julio Iglesias y de Fher de Maná contra otros de mayor valía pero cuyos imitados no son tan conocidos por estos lares. El concursante que quiera llegar a la final es más recomendable que imite a un “cantante comercial” que a uno no tan oído y visto en nuestro medio como les ha sucedido a los copistas de Robert Plant o Janis Joplin. Cosas de la democracia.

Luego del receso de verano, Yo soy regresa. La franquicia es una mina de oro. Prácticamente se tiene una materia prima a la que, a modo de los esclavos, no se le paga nada, salvo la vaga promesa de un premio y un poco de fama. La pregunta es si continuará la mina así de suculenta o se estará agotando. Creo que el cantante Raphael tiene la respuesta cuando afirmó que estos programas se van a terminar por saturación. Las franquicias de este tipo se agotan por la repetición continua, el desgaste diario. En un momento determinado ya no llaman la atención o se produce un agotamiento de los insumos (leáse “cholo gratis”, perdón “aspirantes con talento”), al final de cuentas son recursos escasos, por lo que la sintonía comienza a decrecer. “Rating manda”.

Hasta que no se produzca ello, veremos todas las noches a hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes, aspirando llegar al ansiado premio o siquiera tener su cuarto de hora de fama porque “yo soy…”.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Tuesday, December 11, 2012

EL BOOM Y LOS CINCUENTA AÑOS DE LA CIUDAD Y LOS PERROS

El homenaje recibido en distintos lugares a la célebre novela de Mario Vargas Llosa, La ciudad y los perros, con edición homenaje de la propia Academia de la Lengua, marca un hito en la narrativa hispanoamericana, a tal punto que por convencionalismo se ha fijado en el año de la primera edición (1962) como la fecha de inicio del llamado boom, sonido onomatopéyico que alude a la explosión de la narrativa de esta parte del mundo.


Pero, ¿fue solo un movimiento comercial promovido por editoras españolas como sus detractores aseveran?

Sería mezquino afirmar esa sentencia tajantemente. El puñado de escritores que estuvieron en la cresta de la ola (Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes) contaba con una calidad incuestionable. Renovaron las letras hispanas, cuando en la propia cuna del castellano, España, la creatividad se había apagado de la mano del franquismo. Bebiendo de las canteras de Joyce, Proust, Faulkner y Hemingway comenzaron a contar las historias del desencanto vividas en pueblos remotos, inventados o reales.

Es justo reconocer que también existió un marco publicitario, de marketing al decir de la jerga actual, que permitió “vender” los libros de estos jóvenes escritores. Carlos Barral fue quizás el principal animador de esta hornada literaria. Al final de cuentas a los editores les importaba que vendan sus libros. Fueron best sellers, pero de calidad.

Otra característica fue la pose, ya no de “escritor maldito” a la usanza de los franceses del XIX, pero sí de la mal denominada profesionalización del escritor. El escritor visto como un profesional de las letras, cuyo deber sobretodo es vivir para la literatura.

Posición discutible, una suerte de trabajador de las letras a tiempo completo, en contraposición a las generaciones anteriores de escritores dominicales como el propio Vargas Llosa los motejaba un tanto despectivamente.

La experiencia ha demostrado que el dedicarse en exclusiva a las letras no conlleva necesariamente tener obras de calidad pareja; y viceversa, aquellos que eran escritores en tiempo libre o cuando la satisfacción de sus necesidades materiales lo permitía, hicieron obras que traspasaron la barrera del tiempo.

Precisamente atentó contra esta supuesta profesionalización del escritor y las obras maestras que podía escribir los contratos que los célebres escribas firmaban con las editoriales. El recibir adelantos por derechos de autor les permitía vivir holgadamente, pero tenían como contrapartida que -al igual que los escritores de best sellers “comerciales”- entregar cada cierto tiempo una nueva novela a la editorial.

Como bien anotó Marco Aurelio Denegri, ello trae como consecuencia que el escritor se repita a si mismo. Cree “una formula” que con variantes repite de novela a novela. Es imposible hacer “obras maestras” en serie. Muchos de esos autores callaron esa parte nada romántica de sus compromisos contractuales, mientras daban la imagen de “independencia literaria”.

Otra característica de los escritores del boom fue su compromiso social y político. Nacidos al calor de la revolución cubana, su posición a favor del socialismo en Cuba les dio la imagen de “escritor progre”, con idas y venidas frecuentes de la isla, defendiendo a capa y espada la revolución, hasta que el encanto se rompió cuando el gobierno de Castro comenzó a virar cada vez más hacia la Unión Soviética, restringiendo libertades y censurando obras.

El célebre “Caso Padilla” fue el parteaguas que dividió a los escritores del boom en dos; aquellos que continuaron fieles a la revolución como García Márquez y aquellos que optaron por un cambio gradual hasta anclar en el campo del liberalismo como el caso de Vargas Llosa.

¿Qué queda de todo ese bullicio del boom?

Dos escritores vivos, cada uno exhibiendo un premio Nobel, cuya principal obra la escribieron antes de convertirse en “vacas sagradas”, otros ya murieron dejando una obra importante tras de si, y están aquellos que no tuvieron la suerte de tener el respaldo de una gran editorial, pero que anteriores o contemporáneos a las celebridades del boom, dejaron una obra memorable y que sin muchos premios o reconocimiento de ventas, su huella es vital en las letras. Pienso en los también desaparecidos connacionales Julio Ramón Ribeyro, Eduardo Zavaleta o Manuel Scorza. No fueron “best sellers” pero la importancia de su obra está fuera de dudas. No fueron parte del boom pero lo merecieron.

Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Tuesday, November 27, 2012

DE NUEVO EL MOVADEF


La alarma que significa el crecimiento del Movadef, sobretodo entre jóvenes universitarios, ha aparejado una reacción contraria: cerrarle los resquicios de la legalidad y la inclusión política a los post senderos o acuerdistas de 1992 (de la línea que demanda una solución política para los problemas derivados de la guerra). Dentro del paquete de medidas estaría el proyecto de ley del negacionismo propuesto por el ejecutivo, la amenaza del Fiscal de la Nación de declarar ilegal al movimiento, la recientemente ley aprobada que reprime duramente el financiamiento de actos terroristas o la separación de los claustros universitarios de profesores y alumnos simpatizantes, amén de un sinfín de denuncias y expresiones de rechazo de distintas organizaciones y personas, sean de derecha o de izquierda.

La pregunta es si el Movadef pone en riesgo la democracia o, de no ser así, si sería posible permitirle el ingreso a la vida política oficial.

Personalmente me inclino por la segunda opción, a la inclusión del movimiento en la vida política oficial. No es que tenga plena certeza de su sinceramiento democrático (estoy de acuerdo en que sus activistas sean seguidos por inteligencia), pero tampoco es un grupito de lunáticos que buscan reiniciar “la lucha arnada”; o, por lo menos, la opción radical no es la única dentro del Movadef. Están los otros, los que quieren participar en política, sea en las próximas elecciones regionales y municipales, como en las generales del 2016.

La forma más inteligente que dejen las armas o que sean una minoría inocua los que la propugnen, es incluyéndolos en la vida política oficial. Negándoles el acceso, la opción radical podría tener preeminencia en el Movadef, con una organización clandestina o semiclandestina sólida y “cuadros duros”, dispuestos, cuando las circunstancias lo permitan, a reiniciar “la guerra popular”. Incluyéndolos, ese peligro disminuye.

Se que es difícil para un gobierno tomar una decisión así, sin ser acusado de “tonto útil” o algo peor y, de tomar una decisión inclusiva, el costo político sería elevado, con consecuencias dramáticas para los actores involucrados, sean del gobierno o de la oposición, por lo que prefieren optar por lo “políticamente correcto” que es proscribir al Movadef, en una posición intransigente y sin matices.

Pero la historia demuestra que las opciones inclusivas son las más idóneas a largo plazo, como sucedió por ejemplo con el APRA, que de ser un partido que buscaba llegar al poder por las armas en los años treinta pasó a ser un partido democrático años después; o la izquierda legalizada hacia fines del gobierno militar y que del discurso radical pasó a sostener el sistema. Ya no hablemos de las experiencias en el continente o fuera de él de partidos políticos con procedimientos violentos que pasaron luego a integrar y renovar el sistema político. Aunque resulte paradójico, la inclusión del Movadef oxigenaría nuestro raído sistema de partidos políticos (lo cual no quiere decir que se atienda su pedido de “amnistía” para Abimael Guzmán y los principales mandos senderistas).

Lo bueno que tenemos como sociedad es que estamos “vacunados” contra dos nefastas “enfermedades” que azolaron al Perú de los ochenta: la hiperinflación y el terrorismo. Muy difícil que la historia se repita. Así como colocamos una serie de candados y trancas constitucionales y legales para impedir el desborde demagógico en economía; así también nos inmunizamos contra el terror adquiriendo reflejos de reacción inmediata como lo demostró la marcha por la paz y la democracia.

Incluyendo en la escena oficial al Movadef estará más a la vista, con los reflectores encima se podrá debatir con sus representantes y se podrá extraer conclusiones de su proceder que simplemente negándolos. Cortando esa posibilidad pasaría al reino de las sombras con pronóstico incierto para el país y la democracia.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Tuesday, November 13, 2012

BRYCE Y EL PREMIO FIL


Me voy a meter “en un lío de blancos” donde no tengo vela ni entierro como el polémico premio Feria Internacional de Literatura 2012 concedido a mi connacional Alfredo Bryce Echenique.

La verdad que el galardón ha dividido los criterios y las aguas no solo en Perú sino en otras latitudes. Incluso muchos escritores y académicos peruanos y no peruanos publicaron una carta abierta de respaldo a Bryce por la obtención de tan distinguido laurel. Carta muy sesuda, digna de intelectuales de gran talla y valía. (Dicho sea de paso nuestro Nobel, Mario Vargas Llosa, no firmó la célebre carta).

En resumen podemos decir que los argumentos a favor de Bryce son: 1) que premia su obra literaria que no está en cuestión y no la periodística que sí lo está por los sonados casos de plagio comprobado; y 2) que la moral o ética no debe entrar en el asunto, en vista que la calificación para conceder el premio es netamente literaria.

Con el primer argumento se relativiza el plagio, total eran artículos periodísticos y no se le ha acusado jamás de plagiar textos de su obra narrativa que es la importante y que ha sido merecedora de tan importante presea. Con la lógica del segundo argumento podríamos premiar también a un pedófilo o a un genocida pero que escribe bien; y si viola niños o mata gente, eso es secundario.

Los que se encuentran en contra sustentan su argumentación en el criterio moral o ético: un plagiador comprobado, por más que sea de artículos periodísticos, no merece recompensa tan significativa.

Todo este jaleo ha llevado a que el premio de marras se le entregase discretamente en su casa, sin mucho público y sobretodo sin periodistas que realicen preguntas incómodas.

Sin ánimo pontificador y estando muy lejos de los sesudos e intrincados argumentos de quienes defienden a Bryce, debo recordar que uno de los vacíos del Occidente actual es la falta de valores y la subsecuente relativización de los actos humanos prohibidos o trasgresores de ciertas conductas. El tabú que existía en las sociedades primitivas ha desaparecido y el gran sustituto que fue la religión prácticamente encerrada en un pequeño desván personal.

Estos hechos dieron lugar a la modernidad y al reconocimiento de derechos fundamentales para la persona; pero también dio lugar a relativizar en la sociedad ciertas conductas censurables, las que fueron despojadas de todo calificativo moral o religioso. De allí existe apenas un paso para la conducta cínica en política y, al parecer, también en el mundo de las letras.

Desde ese punto de vista, los argumentos de “los defensores” de Bryce son deleznables: no importa que haya plagiado, si eran solo artículos para periódicos. Quizás olvidan que los hombres públicos –y Bryce lo es- son el ejemplo a seguir. Son “arquetipos” que pueden inspirar a otras personas a quienes se les dice implícitamente que el plagio de creaciones de terceros es “una pecata minuta”. No importa, si eres famoso y ganas bien con tus libros, plagia nomás, hasta puedes conseguir premios internacionales.

Creo que es signo de los tiempos la relativización de hechos que como el plagio en creadores literarios sean ahora consideradas cosas sin importancia y que “con toda conchudez”, como decimos los peruanos, se reciba un premio tan importante en el mundo de las letras. Eso sí, solapa nomás, para “no hacer roche”. Signo de los tiempos.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Tuesday, November 06, 2012

LA PARADA O UNA GOLONDRINA NO HACE EL VERANO


Más allá de las imágenes que vimos el jueves por la tarde y el sábado, cuando fue acordonado el ex mercado mayorista La Parada, el asunto tiene distintas aristas desde donde puede ser enfocado: sociológico, político, jurídico-legal o administrativo.

Sentimentalmente podemos decir que los lumpen contratados por los comerciantes como “fuerza de choque” son la expresión de una sociedad injusta que no les otorgó las oportunidades debidas a esos jóvenes u hombres que murieron baleados (y que probablemente le cuesten al estado un juicio promovida por alguna ONG de derechos humanos); en lo político podemos decir que al final de cuentas y en medio de la revocatoria aprobada fue “un triunfo” de la alcaldesa de Lima que se atrevió a lo que otros burgomaestres no se atrevieron jamás, con el consiguiente costo político. Quizás algo de razón hay en eso. Jurídicamente añadiríamos que el estado ha hecho uso del monopolio de la violencia a fin de imponer el principio de autoridad y el respeto a la ley.

Sobre eso último quisiéramos reflexionar brevemente: en toda sociedad organizada el principio de autoridad y respeto a la ley es parte importante del “contrato social” para vivir en comunidad: nadie puede hacer lo que quiere, sino bajo ciertos parámetros, y esos parámetros se encuentran en enunciados abstractos y genéricos que se denominan “ley”. Si no se respetan existe una sanción.

Sobre la sanción podemos acotar que no se trata solo de “hacer pagar al culpable”, sino que el hecho sancionado sirva de ejemplo para otros casos. Si el acto trasgresor es sancionado adecuadamente (con todas las garantías de un debido proceso) servirá de ejemplo para que otros no repitan el mismo acto a sabiendas de lo que les va a suceder (lo cual conlleva naturalmente a que la sanción contenga penas severas).

La reubicación de la Parada, imponiendo el principio de autoridad y el respeto a la ley, fue la excepción a la regla en nuestro agitado clima social; en vista que por lo general las acciones vandálicas como “tomas de carreteras”, quemas de edificios públicos o privados y la pérdida de vidas humanas y patrimonio, quedan impunes. Casi nunca se sanciona a los trasgresores, lo que motiva copiar conductas delincuenciales a sabiendas que no habrá sanción efectiva posterior. Ironías de la vida, “el principio de autoridad” lo tuvo que imponer un grupo político de izquierda -Fuerza social-, más bien proclives al no uso de la fuerza contra sectores populares.

De repente por tratarse de la capital y de un hecho tan notorio (y que circuló por todo el mundo) esta vez el estado ha querido hacer respetar el principio de autoridad y el respeto a la ley. Es un buen paso, pero como dice el dicho “una golondrina no hace el verano”. Para que el efecto se replique y se consolide en el tiempo, de ahora en adelante todo acto perturbatorio del orden público y la paz social debería exigir la mayor firmeza del estado, por más que el hecho se produzca en una provincia olvidada del Perú. Todos sabemos que ello no va a suceder. En principio, habría que hacer muchos cambios, como “empoderar” al policía de la calle, lo que obviamente pasa por una reforma profunda del Ministerio del Interior y las fuerzas policiales; así como los políticos arriesgarse al costo de ciertas medidas impopulares, y algunos “bien pensantes” desterrar de su léxico, ideología y forma de ser esa visión sensiblera y oportunista de los problemas sociales.

Una golondrina no hace el verano.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Wednesday, October 24, 2012

UN MAESTRO, UN VOTO: EN BUSCA DEL SUTEP PERDIDO


Cuando nació el Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú, hace cuarenta años y de la mano del desaparecido Horacio Zevallos, la ideología revolucionaria de Patria Roja que, desde la génesis, tuvo el control del Sutep, no difería demasiado de la de sus primos hermanos de Sendero Luminoso, hoy Movadef: fieles creyentes de la ideología maoísta, el poder nace del fúsil y la estrategia del campo a la ciudad, su desdén por la democracia liberal iba en contraposición a su prédica revolucionaria.

Gracias a una de las geniales iniciativas del gobierno militar de Morales Bermúdez de permitir que los partidos de la izquierda marxista se presenten a la Asamblea Constituyente de 1978 y a las elecciones generales de 1980, Patria Roja se va a ir diferenciando de sus hasta ese momento primos hermanos ideológicos: primero fue la decisión de incursionar en la legalidad política y por tanto de ejercitar la “democracia burguesa” que tanto despreciaron hasta algunos años atrás llegando a tener representantes ante el Parlamento Nacional, así como la penetración de “cuadros políticos” en otras capas del estado como los gobiernos locales y los nacientes gobiernos regionales, conformando así una progresiva “burocracia de izquierda” que vivía y vive a expensas del fisco.

Esta opción política tuvo su gran momento de apogeo hasta fines de los años ochenta; de allí en adelante PR pasaría por el calvario de distintos “partidos tradicionales”, sobreviviendo cuasi fantasmalmente, con escasa representación nacional, aunque bien organizado, con operadores políticos curtidos a la usanza aprista, que pueden fácilmente organizar paros, marchas y revueltas en la capital o en el interior del país como las clásicas “tomas” de carreteras.

El otro gran hecho que los va a separar de Sendero será el control de uno de los organismos laborales más importantes por su tamaño y fuerza: el magisterio peruano con cerca de trescientos mil integrantes.

El dominio sobre el magisterio será decisivo para la subsistencia de Patria Roja como organización política, a tal punto que el control sobre este será permanente a través de los sistemas de delegados, a la vieja usanza de los soviets, ubicando en lugares clave a gente de confianza.

Pero nada de ello podría hacer PR de no controlar también un apéndice importante del magisterio: la Derrama Magisterial que le provee de oxígeno financiero gracias a las obligadas cotizaciones de los docentes, sumando en la actualidad dicha institución un capital de mil quinientos millones de soles, convirtiéndola así en una de las entidades más solventes y sólidas del sistema financiero.

Sindicato Único por un lado, recursos financieros por el otro, permitieron que Patria Roja subsista por tres décadas viviendo de los maestros; hasta que sus ex queridos primos hermanos de Sendero Luminoso/Movadef se percataron que ellos también podían usufructuar de la fórmula y nació el Conare. Todavía no tiene la magnitud del Sutep de Patria Roja, pero está creciendo; y se nutre de los errores y “confort burgués” de la dirigencia patriarojera. Esta ya hace mucho tiempo dejó la prédica de la revolución bien encarpetada para gozar los beneficios de dirigir un sindicato numeroso y con cotizantes forzosos.

Si nos damos cuenta, en la huelga indefinida de Setiembre de 2012 claudicaron al mes por algunas migajas que les concedió el estado: una bonificación por única vez y puntos menores. Según ellos porque no querían perjudicar a los alumnos; pero al parecer la verdad fue su poca capacidad de continuar resistiendo como en los tiempos heroicos del desaparecido Horacio Zevallos, sumado a la amenaza del estado de quitarles las prebendas de la Derrama y porque sus primos del Conare les están pisando los talones.

Quizás no sea tan descabellado permitir que el Conare/Movadef/Sendero Luminoso tome las riendas del Sindicato de Profesores. Lo más probable es que gozando de las mieles del poder y de los millones de la Derrama, se endulcen tanto que guarden su prédica revolucionaria en el desván de la historia, al lado de Abimael si es posible. Como diría el príncipe Salina en El Gatopardo: Las cosas deben cambiar para que permanezcan igual.

Pero más allá del gatopardismo, lo más democrático es que el Sindicato de Profesores se democratice. Valga la redundancia. Ya no estamos en la época de las catacumbas, de la persecución, para continuar con el sistema de delegados a fin de elegir a los representantes de los maestros. Estos más bien deberían elegir a sus representantes directamente, tanto ante la dirigencia del Sutep como de la Derrama Magisterial a razón de “un maestro, un voto”.  Votación directa y secreta, con presencia de la ONPE para hacer las cosas más trasparentes. Eso sí sería revolucionario.

Asimismo, si asociarse es un derecho fundamental libre y voluntario, cae por su peso que no se debería forzar a los profesores del sector público a sindicalizarse en un “sindicato único”, por más unitario que se autodefina. El que quiere forma parte del sindicato A o del sindicato B o de ninguno, que así es la democracia y la libertad.

Con esas dos medidas se modernizaría el sindicalismo magisterial peruano, que buena falta le hace, así como a otras organizaciones populares; incluso indirectamente traería un beneficio a la educación pública, al ser el Sutep parte del problema; en vista que todo parece indicar que la otra ala en discordia, el Conare/Movadef, de usufructuar las ventajas de controlar el magisterio haría exactamente lo mismo que sus ex queridos primos hermanos de Patria Roja hicieron desde el inicio: control político, aprovechamiento lucrativo del gremio y nula reforma magisterial. Las cosas deben cambiar para que permanezcan igual.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Saturday, October 13, 2012

CHAVEZ


Los gobiernos autocráticos se caracterizan por mantener las formas democráticas vaciándolas de contenido. Las instituciones son un cascarón vacío, primando la voluntad del autócrata y de la camarilla en el poder; gozando de popularidad gracias a los programas populistas y al clientelaje que mantiene a su alrededor.

 Es “la dictadura perfecta”: se mantienen las formas democráticas, aparente oposición política y mediática, elecciones periódicas; se coacta las instituciones, se mantiene en puestos clave a gente leal comprando conciencias (a diferencia de las dictaduras, la desaparición y tortura de personas son hechos poco usuales en los gobiernos autocráticos, más se prefiere “comprarlas”), usando los recursos del estado a su favor y la maquinaria judicial para silenciar a los más rebeldes o expropiar por razones de “interés social” las propiedades de los que los incomodan.

Sin importar el color del gobierno, sea de izquierda o de derecha, el modelo se está universalizando entre los países con democracias poco sólidas. Fue el caso del Perú de Fujimori en los años noventa, la Rusia de Putín y la Venezuela de Chávez, contabilizando este con el último periodo presidencial ganado veinte años ininterrumpidos en el poder: la alternancia, requisito indispensable en toda democracia que se respete, es una ilusión en los gobiernos autocráticos.

El modelo al no tener controles reales ni contrapesos, degenera en corrupción, nacen “los nuevos ricos” (la boliburguesía venezolana, los nuevos ricos de la Rusia post comunista o la cleptocracia del fujimorato), las clientelas políticas se encuentran presentes, y el estado y las riquezas nacionales son el botín, dejando unas migajas al pueblo para que se contente. En el caso de nosotros en los noventa fue con el dinero de las privatizaciones, en Venezuela con el petróleo.

En ese contexto, es difícil que aquellos que detentan el poder lo dejen fácilmente. Los intereses creados y lo que se encuentra en juego, motiva a que utilicen todos los medios legales e ilegales para continuar usufructuándolo. Desde modificar o, mejor aún, cambiar la constitución política a fin de permitir que el caudillo se reelija indefinidamente hasta el uso de recursos ilícitos y fraudulentos con el objeto de continuar en el sillón presidencial.

La única forma en que abandonan el poder es muertos, sumamente debilitados por lo que deben renunciar (fue el caso de Fujimori) o por medio de una revolución popular violenta que los deponga por la fuerza (el caso de los países árabes).

En el caso de Chávez, todo parece indicar que solo la primera opción sería la viable: muerto el caudillo, se produce un vacío del poder, casi nunca existe un heredero, menos un partido sólido, permitiendo la confusión reinante y la debilidad de las instituciones que el derrumbe del régimen sea rápido y de paso a un gobierno de transición hacia la democracia. Pueden existir factores externos que ayuden a la caída como el aislamiento internacional, la condena de los países más fuertes o de las instituciones internacionales. Esto último fue también lo que pasó en Perú; pero no en la Venezuela chavista. Chávez tiene el apoyo de vecinos de la región, ha creado su propia alianza bolivariana, ha comprado grupos de izquierda y “partidos progresistas” en todo el continente, tiene la complicidad de estados con ejecutoría democrática bastante dudosa como China, Rusia e Irán, o de instituciones como el Mercosur o Unasur, y algunas cómplices por el silencio como la OEA.

Ello no significa que las fuerzas democráticas al interior de Venezuela se queden de brazos cruzados esperando la muerte del caudillo. Pueden ejercer una “guerra de guerrillas”: golpes efectivos, certeros, que permitan ir minando adentro y afuera del país la credibilidad del régimen. Es un trabajo a largo plazo. El triunfo no tan holgado de Chávez como en otras ocasiones deduce un desgaste de la forma de gobernar del caudillo.

Mientras el precio del petróleo se mantenga alto, Chávez tendrá recursos para continuar ofreciendo dinero a manos llenas a sus amigos de dentro y fuera de Venezuela, de caer los precios cae el régimen. Es el sino trágico de los países primario-exportadores.

Post Data para el “Oso Hormiguero”. Dicen que el Perú es tierra de poetas, con Antonio Cisneros se confirmaba el dicho. Se fue uno de los grandes de la segunda mitad del siglo XX.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Friday, October 05, 2012

INDULTO A FUJIMORI


El indulto es un acto político ejercido por el presidente de la república. Como acto político entran variables relacionadas con quién indulta, quién es el indultado y el momento y circunstancias del indulto. A veces, cuando se trata de un indulto comprometedor políticamente, el presidente prefiere hacerlo cuando está por terminar su mandato, ya que de esa manera “no se quema”. Fue el caso del presidente Bill Clinton en el polémico indulto al evasor de impuestos Marc Rich, a las pocas horas de dejar la Casa Blanca. Otros prefieren no hacerlo de ninguna manera pensando en su futuro político o en un tercer mandato presidencial, como probablemente le ocurrió a Alan García con respecto a Fujimori; decidiendo tener al ex presidente en “una cárcel de oro” antes que liberarlo vía el perdón presidencial. El cálculo político entra en juego.

Algo similar le va a suceder a Ollanta Humala frente al pedido de indulto que presente la familia del ex presidente. Más allá de los argumentos jurídicos o médicos primará el cálculo político; y Humala sopesará esa delicada variable, y lo que puede ganar (o perder) políticamente con una decisión que, sea cual sea, causará controversias. Es evidente que no tiene la mirada de estadista, ni demasiada habilidad política, pero deberá tomar una decisión enmarcada en la facultad que la propia constitución le confiere, más si se trata del llamado “indulto humanitario”. Hasta el propio presidente del Poder Judicial, el mismo implacable magistrado que sentenció al ex presidente Fujimori, ha declarado que no existe impedimento constitucional alguno para indultarlo en una interpretación ius naturalista más allá de las leguleyadas y malabares jurídico-morales de los detractores políticos (los argumentos de estos van desde que el propio Fujimori limitó su indulto con la promulgación de una ley en su propio gobierno hasta los que sostienen que previamente debería arrepentirse y “pedir perdón” a las víctimas, pasando por los utilitaristas que arguyen que primero debería pagar la reparación civil). El indulto es una prerrogativa y gracia presidencial y no se encuentra supeditada a ningún otro requisito o condición, más allá de la voluntad del propio presidente (Art. 118º de la Constitución Política.- Corresponde al Presidente de la República: … 21. Conceder indultos y conmutar penas…). Ni siquiera los informes médicos lo vinculan para ejercerlo.

La pregunta es ¿lo indultará el presidente Humala? Me parece que no.

La presión mediática anti Fujimori, sus detractores políticos, las ong pro derechos humanos y las “conciencias nacionales” como Mario Vargas Llosa se lo impedirán. Salvo que decida “romper lazos” y “cruzar el Rubicón”, rompiendo definitivamente con sus antiguos aliados. O baje tanto en las encuestas por su demora en tomar la decisión que se decida a autorizar el indulto. En política nada está escrito y todo es posible, dentro de ciertas condiciones, más tomando en cuenta que el fujimorismo no es una nada desdeñable segunda fuerza electoral.

Paradójicamente ese “veto” de los enemigos de Fujimori para que no le conceda el indulto, amalgamará más a los simpatizantes del ex presidente en torno al fujimorismo como alternativa política. Casi siempre el efecto buscado es al revés, el perseguido o vetado consigue reunir fuerzas alrededor y presentarse como alternativa legítima frente a sus detractores (y, a veces, hasta como mártir), viéndose en cambio al perseguidor como el verdugo. Sino pregúntenle al partido aprista, tanto el desaparecido Víctor Raúl como Alan García fueron perseguidos políticos y ya sabemos lo que sucedió después y lo que pasó con sus más encarnizados enemigos (quizás por eso es que el partido de la estrella se muestra muy cauteloso con respecto al indulto a Fujimori, sin mostrarse abiertamente en contra y más bien solapadamente lo respalda).

Se dice que la grandeza de un hombre, un partido político, un grupo humano o una nación se mide en la grandeza con el enemigo. Por desgracia nuestra historia política se encuentra plagada de mezquindades y miserias morales. La historia dirá si el caso Fujimori es una página más de ese oscuro baldón.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Tuesday, September 25, 2012

EVITA / MARILYN


Pareciera que no existe ninguna relación entre ambas mujeres: con personalidades distintas, diferentes lugares de nacimiento y destinos igualmente disímiles. Sin embargo tienen algunas cosas en común: ambas fueron de la misma generación de la primera post guerra. Eva Perón nació en 1919 y Marilyn Monroe en 1926; por añadidura las dos fallecen en el esplendor de sus vidas, una a los 33 años, la otra a los 36; y su desaparición física dista apenas una década una de otra (1952 Eva, 1962 Marilyn).

Pero existen otras coincidencias: ambas procedían del mundo artístico donde desarrollaron una carrera. Incluso podemos arriesgar a decir que ese “talento histriónico” lo volcaron a sus vidas fuera del escenario: una dedicada a la política, la otra en esa vida difícil detrás de cámaras. Y, al haber muerto jóvenes, en el esplendor de sus vidas, luego se tejió en torno a su memoria una maraña de leyendas que pervive hasta el presente, convirtiéndolas en mitos, manteniéndose así su vigencia hasta el presente.

Eva Duarte de Perón sin haber llegado a la presidencia era el poder detrás del trono en el experimento populista más intenso de Sudamérica. Eva encarnó “la distribución del pan entre los pobres”, entre “los descamisados” y con esa imagen se fue al más allá. Luego comenzaría la leyenda coadyuvada por un partido, el justicialismo, necesitado de iconos. De allí al apelativo de “santa Evita” apenas habría un paso.

Marilyn Monroe con un puñado de películas sentó la imagen de la mujer sexy, aparentemente tonta pero más despierta que una ardilla. La fotogenia, el talento artístico que no se puede negar, más las especulaciones que en vida se urdieron por su accidentada existencia, la inseguridad evidente, los sucesivos y frustrados matrimonios, y las distintas teorías escritas en torno a su muerte, sentaron los cimientos de la leyenda que vendría después. 

El ser humano necesita leyendas, mitos para vivir. Algo en que creer. Puede haber intereses detrás, ideológicos, religiosos, políticos, económicos o comerciales, pero las leyendas se van formando. Y, de morir joven, la intensidad del mito es mayor. Es como una estela fulgurante que se apaga en el cenit de su vida. Cosa distinta hubiese sido si ambas hubieran muerto octogenarias. De ser así habría sido más difícil crear las leyendas que vinieron luego. Una persona con una larga vida pasa por distintos vericuetos existenciales.

Por ponerlo en imágenes. El que muere joven es como una única fotografía instantánea de su vida que perdurará después de muerto. Esa “foto” es la única imagen del héroe, así lo verán las generaciones futuras. En cambio, de morir viejo(a) habrá sucesivas “fotos”, un conjunto abigarrado de imágenes, muchas veces contradictorias unas con otras, que desdibujan la imagen única. Un ejemplo: si el “Che” Guevara hubiese muerto viejo difícilmente se tendría la imagen del héroe socialista que murió por sus ideas de justicia social y un mundo mejor que hasta ahora se guarda de él.

O, por citar un ejemplo más cercano a nosotros, el caso de Mariátegui y Haya de la Torre. La imagen de “amauta” de las ideas socialistas en el Perú que se guarda de José Carlos en gran parte se debe a su muerte temprana. La “creación heroica” de febril trabajo intelectual y proselitismo que en poquísimos años pudo realizar es la que conservamos de él. Esa imagen icónica, cuasi religiosa, obedece en gran parte a su temprana desaparición física. Tenemos una “única fotografía” convertida casi en “estampita de parroquia” por sus contrapuestos y disímiles herederos; mientras la imagen de Víctor Raúl, el otro gran político e ideólogo peruano de la primera mitad del siglo XX, es más bien un conjunto heterogéneo de imágenes, estas sí bastante contradictorias unas con otras: de “revolucionario” primero, luego de “conviviente con la derecha” y al final de su dilatada existencia, de demócrata tolerante como presidente de la Asamblea Constituyente. Mientras uno es admirado y respetado no solo por la izquierda, al otro solo lo admiran los seguidores del partido que creó de la nada.

De allí que la corta pero fulgurante vida de Evita y Marilyn, cada una en escenarios totalmente distintos, con vidas igualmente diferentes, permitió que después de muertas la leyenda comenzara a crecer y se nutriese conforme pasaban los años en una suerte de auto alimentación, convirtiéndose esa imagen que todos relacionamos cuando asociamos sus nombres en leyenda viva y, quizás, en un momento determinado la leyenda absorberá totalmente a la persona de carne y hueso, el mito se superpondrá a los hechos reales.

Es mejor morir joven, sentencia Julien Sorel en Rojo y Negro. No estoy seguro que la afirmación se pueda generalizar. La vida nos reserva un papel diferente a cada uno de nosotros. Algunos les toca ser una estrella de vida corta pero fulgurante; mientras a otros les corresponde una quizás más pálida pero perdurable en el firmamento. A Evita y Marilyn les cupo ser esas estrellas radiantes pero fugaces en el firmamento, cuya estela hasta ahora pervive.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Tuesday, September 11, 2012

A VEINTE AÑOS DE LA CAPTURA DE ABIMAEL GUZMÁN: NEGANDO EL NEGACIONISMO

Derrotadas militarmente las organizaciones políticas que cometieron actos atroces contra la humanidad (genocidio, asesinatos sistemáticos, eliminación de poblaciones enteras, etc.), tiende a sobrevivir la ideología y, en algunas ocasiones, la propia organización política, en la cual comienza a gestarse un “resurgimiento” bajo otros membretes. Es lo que sucedió con los grupos neonazis en Europa, movimientos que niegan el pasado genocida del nacionalsocialismo, pese a inspirarse en la ideología de “la raza superior”. De allí que en la propia Alemania se encuentra prohibido negar el holocausto judío. Es una forma coactiva de conservar viva la memoria de un hecho traumático para un país y una sociedad.

Luego de veinte años de la captura de Abimael Guzmán, los “acuerdistas” de Sendero Luminoso (seguidores del acuerdo de paz planteado por Guzmán luego de su captura) se reciclan bajo el membrete de Movadef como organización política que busca insertarse en la actividad política oficial. Básicamente buscan darle una “solución política a los problemas derivados de la guerra popular”, como declaran sus principales voceros. No es secreto que en su estrategia se plantea la amnistía total a los involucrados en el conflicto armado, incluyendo a los que estuvieron al otro lado del río como “los represores” y que actualmente purgan cárcel (v. gr. Fujimori y Montesinos).

Con un Movadef con mayor presencia en los ámbitos académico, gremial e intelectual, “el negar” su pasado genocida va a ser parte de la estrategia necesaria para la inserción política oficial.

No debemos perder de vista un detalle: más allá de las acciones terroristas, Sendero Luminoso siempre fue y es una organización política. No fue un grupo de descarriados dementes, sino una organización político-militar a la usanza de los antiguos soviets y comités populares chinos. Al haber sido derrotado militarmente, subsistió en el ámbito político (es harto conocida la sentencia de Guzmán al ser capturado: las ideas quedan aún si las personas mueren), queriendo actuar ya no solo como partido semi-clandestino, sino en la escena oficial. Nos guste o no, Sendero se está “acomodando” a la política burguesa que tanto despreció en el pasado y es bastante probable que la tan mentada exigencia de amnistía para su líder máximo sea apenas un pretexto a fin de mantener cohesionada a la base y ganar nuevos feligreses. Digamos que más práctico para la causa es un Cristo crucificado que un Cristo vivo (o libre). Quizás –y es apenas una hipótesis- a los nuevos mandos pro senderistas no les convenga tener suelto en plaza a Guzmán.

De allí que el negacionismo no sea la solución idónea. Eso los convertiría en mártires, aparte que una ley de esa naturaleza en manos de funcionarios obtusos o complacientes con el poder, podría atentar contra la libertad de expresión y el remedio sería peor que la enfermedad.

A Sendero se le debe combatir en el terreno político, ideológico y educativo (la memoria viva es el mejor antídoto contra el terror); y en ese combate juegan un rol fundamental los “partidos políticos democráticos”. No se les ve en las universidades nacionales o en los gremios laborales como el Sutep. El formalismo de una ley de negacionismo no atenuará la presencia real de Sendero entre jóvenes o gremios descontentos, más bien la acrecentará. Es como intentar tapar el sol con un dedo. A veinte años de la captura de su principal líder, Sendero se recicla.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Friday, August 31, 2012

A 25 AÑOS DEL INTENTO DE ESTATIZACIÓN DE LA BANCA, MVLL Y EL MOVIMIENTO LIBERTAD, ALAN GARCÍA Y ALBERTO FUJIMORI

La fecha pasó bastante desapercibida por los medios, quizás por no querer recordar un momento de difícil entendimiento entre el entonces joven y vehemente presidente Alan García y parte importante de la derecha peruana (que hoy se llevan bastante bien). Pero, qué pasó, por qué se intentó una medida a todas luces descabellada como la de confiscar la banca.

En estas interrogantes ayuda mucho las fechas a fin de reflexionar sobre qué ocurrió antes del 28 de Julio de 1987 y lo que vino después hasta el 28 de Julio de 1990 cuando un desconocido Alberto Fujimori asume la presidencia de la república.

Como bien ha apuntado Javier Barreda, el APRA de los años 80 todavía conservaba rezagos izquierdistas, subrayados por la ausencia de un ala conservadora, al ser expulsado Andrés Townsend en la pugna por el poder frente a Armando Villanueva a inicios de esa década. Muerto Víctor Raúl, la lucha por el poder se desató entre las dos alas del partido, ganando los izquierdistas. Villanueva pierde las elecciones en 1980 y Alan García (“el delfín de Villanueva”) gana la presidencia cinco años después.

Asimismo, en el contexto latinoamericano de aquellos años, las nacionalizaciones eran parte del recetario económico de distintos gobiernos. México, en 1982, cinco años antes del intento alanista, estatizó la banca. Motivos distintos pero igual objetivo de pasar los bancos al Estado. Expropiar empresas privadas y convertirlas en públicas era una medida común en el imaginario económico de aquel entonces, sea de gobiernos de derecha o de izquierda, democráticos o militares. Recordemos que en 1974, en pleno gobierno militar, se produjo la confiscación de los medios de comunicación entre vítores de la “inteligencia progresista”, muchos de cuyos integrantes pasaron a dirigir y trabajar en los diarios confiscados, y la conformidad bastante benevolente de la clase media y de los empresarios. Estatizar empresas o medios de comunicación no era todavía “tabú” como lo sería algunos años después.

Pero volvamos al primer gobierno de Alan García.

El programa económico ejecutado era de naturaleza heterodoxa, mediante la reactivación de la economía por el consumo interno, aumento de sueldos y salarios por decreto, control de precios también por decreto, control del tipo de cambio, emisión inorgánica de papel moneda (algunos recordarán los cheques que sirvieron como medio de pago en los primeros meses de su gobierno) que nos hizo vivir dos años de aparente bonanza; pero, como todo paraíso artificial, terminada “la borrachera nacionalista”, la resaca de la realidad fue estrepitosa.

La situación a largo plazo con esas medidas era insostenible, de allí que Alan García y su equipo económico esperaban que los empresarios reinviertan sus utilidades, a fin que ellos continúen con el ciclo virtuoso de bonanza, cosa que no ocurrió y más bien estos reexportaron al exterior las ganancias obtenidas. El gobierno los había ayudado generosamente a ganar dinero vía dólar subsidiado (el tristemente célebre dólar MUC), restricción de importaciones y un mercado interno casi cautivo; pero estos no colaboraron en igual sentido. Por lo menos esa era la óptica de García. Parece que es allí donde “se cruza” e intempestivamente ordena la nacionalización de la banca en su mensaje a la Nación del 28 de Julio de 1987. Será el inicio del fin de su primer gobierno.

Probablemente el intento obedeció a una medida desesperada. Se le terminaban los recursos económicos dilapidados en dos años y necesitaba “dinero fresco”, aparte que estatizando los bancos controlaba el tipo de cambio y las remesas de dólares al exterior. Los bancos en manos del estado le otorgaban un control político y económico a la vez.

Pero, quizás no esperó una resistencia tan fuerte a la medida. No solo de los banqueros que “con uñas y dientes” defendieron lo suyo, sino de sectores medios que ya comenzaban a sentir los efectos del alza en el costo de vida que se trasformaría en hiperinflación entre los años 88-90. Entre el terrorismo, el desgobierno, la escasez de productos básicos y la hiperinflación parecía en esos años que el Perú se desintegraba. El “aprendiz de mago” García sucumbía a su propio encantamiento.

Merece destacarse la disciplina aprista impuesta por Haya de la Torre al forjar el partido. Como apuntábamos líneas arriba, producido el cisma entre el ala izquierda y la derecha del APRA, muchos de los que se fueron con Andrés Towsend decidieron regresar al partido de Alfonso Ugarte. Fue el caso, por ejemplo, de Luis Alberto Sánchez, una de las figuras más prominentes del ala conservadora. Sánchez llegó a ser primer ministro del gobierno de García, y él y muchos otros que no comulgaban con la medida prefirieron hacer mutis o, por lo menos, las discrepancias no las ventilaron en público como sucedería en un partido poco cohesionado internamente. Esa disciplina interna se impuso al momento de tomar Alan García la decisión de la nacionalización de la banca, entendible desde el punto de vista de coherencia hacia fuera que debe adoptar un partido político, pero discutible al no existir un contrapeso dentro del APRA que hubiese podido sino cambiar por lo menos atemperar la decisión tomada por el joven y vehemente presidente aprista.

Igualmente, gracias a la medida, en lo político trajo nuevos actores a escena, uno de ellos impensable algún tiempo atrás como fue el escritor Mario Vargas Llosa, que como outsider aprovechó la ocasión para lanzarse a la palestra política a la cabeza del Movimiento Libertad, el último movimiento liberal serio en el Perú. Fueron tres años de dura campaña e ingentes recursos; sin embargo MVLL no consiguió la presidencia. Fue un oscuro personaje el que accedió al sillón de Pizarro: Alberto Fujimori Fujimori, quien en 1990 accedió a la primera magistratura y, por esas cosas del destino que se van a repetir en sucesivos gobiernos, asumirá el plan de gobierno del candidato perdedor, colocando los cimientos del modelo económico que hasta hoy se mantiene inalterado.

Si bien MVLL no obtuvo la presidencia, lo positivo de su intensa campaña fue la docencia política de esos tres años de proselitismo. No solo el magisterio de la decencia en política que impuso en sus discursos públicos, fiel al legado sartreano, siendo trasparente en lo que iba a hacer de llegar a ser presidente (shock para bajar de golpe la hiperinflación, reducción del aparato burocrático, privatización de empresas públicas, predominio de la economía de mercado), sino también en la docencia de las ideas liberales. En un ambiente económico marcadamente estatista, las ideas liberales que impulsó oxigenaron el ambiente político e ideológico en el país, a tal punto que los que defendían a ultranza el statu quo del inmovilismo estatista pasaron a ser los conservadores, mientras los liberales que defendían el libre mercado fueron los radicales –algunos exageradamente radicales- de los cambios económicos en el Perú; ideas que, de una u otra forma, hasta el presente se mantienen en vigencia a falta de otras más interesantes.

Asimismo, otra lección de la época fue sobre los límites al voluntarismo político, al punto que el presidente más ególatra y voluntarioso de las últimas décadas no pudo cambiar el curso de la realidad. Fue una dura lección que, a contrapelo de lo que dicen los manuales de derecho, el presidente no es el hombre más poderoso de la república, sino los poderes fácticos, los que se encuentran “detrás del escenario” manejando las marionetas.

Aquella época fue también la del surgimiento de los outsiders, aquellos candidatos que sin militar en partidos políticos ni hacer carrera pública, aspiraban a la primera magistratura. Y fue también el lento declive y desprestigio de los partidos políticos, declive que parece no detenerse luego de 25 años.

Podemos decir que el intento de estatización de la banca fue uno de los últimos actos de populismo, en vista que poquísimos años más adelante la línea ortodoxa en economía sería la predominante en la región. En cierta forma se cerró todo un ciclo con aquel fallido intento de 1987.

En lo ideológico servirá de justificación para el recetario neoliberal que vendrá luego: predominancia de la economía de mercado, abstención del estado de controlar o regular la economía, disciplina fiscal, rol subsidiario del estado empresario, emisión responsable de papel moneda, todo lo cual se consagró en la propia constitución política, convirtiéndose en sentido común muchas políticas ortodoxas.

Época difícil la de aquellos años y que merece más investigación. Muchos de los personajes de aquel entonces siguen vivos: uno, contra todo pronóstico, volvió a ser presidente; otro regresó al mundo de las letras y ganó el Premio Nobel; y el tercero purga cárcel, quizás de por vida. Y, apenas han pasado veinticinco años. Sic transit gloria mundi.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Monday, August 13, 2012

LINTERNA VERDE ES GAY

Linterna Verde “sale del closet” y se declara abiertamente gay. Gatúbela se confiesa lesbiana y otro héroe de los comics, Northstar, se casa con su pareja homosexual. Solo falta que Batman y Robin declaren su amor en público y Superman revele que “es homo”, siendo el noviazgo con Luisa Lane apenas “un barajo” (disimulo).

Son los últimos cambios en la personalidad de los famosos superhéroes de los comics, acorde con el clima liberal de las uniones gay que se respira en Norteamérica. Lo declarado por el presidente Obama, en el sentido que apoya las bodas entre personas del mismo sexo, no solo es estrategia electoral para captar votos en los sectores homosexuales de la sociedad norteamericana, sino sintonizar con ese espíritu de tolerancia hacia las minorías sexuales que se vive en los Estados Unidos, principalmente en las grandes ciudades.

Parece un contrasentido en relación al aire conservador en política; pues mientras los conservadores van obteniendo una mayor preeminencia, como los ministros religiosos ganados a la política, aquellos que “hablan con Dios” y Biblia en mano despotrican de “la Sodoma” en que se ha convertido Norteamérica, así como la condena eterna al fuego del infierno para los que practican “las relaciones contranatura”, ganando cada vez más posiciones en el escenario político y hasta candidaturas presidenciales como la del republicano de confesión mormona Mitt Romney; en cambio, en la vida diaria, común y corriente, se respira un ambiente liberal de tolerancia cada vez mayor hacia las minorías que la vivida treinta años atrás, no solo hacia “las relaciones homo”, sino a lo que llaman “las parejas mixtas”, es decir de un blanco(a) con un negro(a).

Ese ambiente de efervescencia liberal es el que permite que Linterna Verde, Gatúbela y otros superhéroes de los comics que vendrán después declaren abiertamente sus preferencias homosexuales, impensable cuando fueron creados. En Norteamérica todo es negocio, y los editores se han dado cuenta que una forma de relanzarlos al mercado es adecuarlos a los nuevos tiempos.

Por ello no sería raro que en un futuro no muy lejano veamos otras “salidas del closet” de conocidos superhéroes, quién sabe, de repente hasta “la boda” de Batman y Robin.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Wednesday, August 01, 2012

AL PRIMER AÑO DE “LA GRAN TRASFORMACIÓN”

Los candidatos a la presidencia que proponen un cambio de lo realmente existente (hablar de organizaciones políticas en nuestro país es una exageración), o bien proponen reformas o bien cambios radicales, pero llegados al poder hacen lo contrario a lo prometido.

Sucedió con Fujimori y su política de no shock y no despido de estatales; con Toledo y su cambio responsable; con García y su anti-TLC; y, ahora último, con Ollanta Humala y su promesa de “la gran transformación” reducida posteriormente a una más modesta “hoja de ruta”.

En otras palabras, los candidatos radicales llegados al poder “se suavizan” y se acomodan al statu quo existente, dejando de lado las promesas iniciales de cambio.

La pregunta es ¿a qué se debe?

Existen diferentes tentativas de respuesta. Algunos afirman que se trataría de “un secuestro” de los recién ungidos presidentes por parte de los poderes fácticos, de las “fuerzas vivas” que controlan el timón del manejo económico. Los que sostienen esta tesis dicen que las pruebas del “secuestro” se encuentran en la continuidad de la política económica, la inamovilidad de cargos claves como Ministro de Economía o Presidente del BCR por parte de actores con ideología y prédica de “libre mercado”, así como el no reformar el capítulo constitucional referente a los principios económicos de clara raigambre “neoliberal”. Algo de razón no les falta. Es muy fácil para, por ejemplo, un presidente del directorio de una AFP contactarse con el recién electo presidente. Muchas veces viven en el mismo barrio, frecuentan el mismo club social o las mismas amistades, por lo que “la llegada” al presidente se produce sin muchas complicaciones y al ritmo de un tranquilo almuerzo. Pero esta hipótesis es insuficiente para explicar el dramático cambio.

Otros, más cínicos, sostienen que el candidato a presidente de un país como el Perú debe necesariamente “engañar” al pueblo para alcanzar la presidencia de la república porque, caso contrario, no lo lograría. Como argumento irrefutable de su afirmación exhiben el ejemplo del estrepitoso fracaso de Mario Vargas Llosa para llegar a la presidencia en las elecciones de 1990 precisamente por decir la verdad, pese a los innumerables recursos de todo tipo que tuvo a su favor. Ser sincero con el pueblo le costó el sillón de Pizarro. Consecuentemente, se justifica “enamorar” a las masas con promesas que son imposibles de cumplir de ganar el poder; caso contrario, el candidato perdería toda esperanza de conseguir la presidencia.

En esta justificación por el engaño existe una concepción negativa del ciudadano medio peruano (conformista, facilón, mediocre, emotivo, intelectualmente infradotado y deseoso que todo le llegue del poder sin esfuerzo alguno) reflejado en el neologismo “electarado”. De esa manera se explica que Humala haya tenido un discurso radical de candidato y otro muy distinto de presidente, dado que debía cautivar a un electorado bastante primario y con necesidades inmediatas que satisfacer.

Si bien esta tesis se basa en un hecho cierto (el poco desarrollo material de la ciudadanía en el Perú), implica también maquiavélicamente que el fin justifica los medios, dejando el cuestionamiento moral o del deber ser del político reservado a la especulación filosófica. Obvio que de allí a esgrimir “la razón de estado” para todo acto u orden presidencial –incluyendo las reñidas con la ley- existe apenas un paso. (Los que se basan únicamente en este enfoque explicativo plantean como “antídoto” al engaño que se incluya como una causal de vacancia presidencial en la Constitución Política el incumplimiento de las promesas electorales. Debo confesarlo que a veces me parece que razón no les falta).

Y hay una tercera posición que me parece es la más coherente. Se encuentra relacionada con lo que el candidato ungido como presidente puede hacer. Esta tesis sostiene que dentro de ciertos parámetros de un gobierno formal democrático, así como de los recursos internos o externos disponibles (no solo los económicos, sino también los sociales, humanos y tecnológicos, amen del grado de eficacia de un estado para llegar a todo el país), lo que puede hacer un presidente de la república en países como el Perú es bastante limitado. No es el hombre más poderoso del país, ni remotamente. De allí que -siguiendo con esta tesis- si por ejemplo el radical presidente regional de Cajamarca, Gregorio Santos, alguna vez llegara a la presidencia de la república, lo más probable es que continúe con la línea de Ollanta Humala: prometer una cosa y hacer algo distinto, conservando el statu quo. Una de dos: o se acomoda a las condiciones que existen o renuncia al cargo.

Son los límites al cambio que representa todo voluntarismo político especialmente en países heterogéneos y fragmentados como el Perú. Con mayor razón si el presidente no cuenta con un sólido partido político y cuadros técnicos solventes que lo respalden. Le sucedió al voluntarioso García en su primer fallido mandato (el único presidente en los últimos 25 años que contaba con un partido que lo respaldase), a Fujimori en el 90, a Toledo en el 2001 y ahora último a Humala.

Por otra parte, y muy al margen de las personas o rostros, están las propuestas de gobierno viables que puedan reemplazar a las ya existentes.

Desaparecido el modelo de “socialismo realmente existente”, así como el de las economías estatales y centralmente planificadas (no menciono a los “socialismos petroleros” a lo Chávez ya que es un modelo primario exportador sin futuro), lo que quedó fue la llamada economía de mercado, donde el estado tiene un rol bastante secundario, tímido y subsidiario. Ese modelo –o sistema para ser más preciso- funciona en casi todo Occidente, e incluso en países como China o Vietnam con regímenes de partido único. Esto ha dado como resultado que ciertos diseños a largo plazo como el estado de bienestar en Europa o los subsidios previsionales se vean seriamente afectados. En cierta forma, la globalización de la economía de mercado, así como las crisis sistémicas que viene acarreando, afectan a las esferas social y política de las naciones, así como a las interpretaciones ideológicas que quieren explicar o “resolver” los problemas de la hora actual.

Asimismo, “el modelo” nos guste o no, funciona. Es cierto que no es perfecto y que necesita cambios que deben venir desde el estado (v. gr. reducir la desigualdad social que genera). Pero, es viable. Tiene una lógica y una razón de ser. Y una mala noticia de refilón: no existe otro que lo pueda sustituir, por lo menos históricamente no ha nacido todavía. Los sistemas económicos no nacen en laboratorios ni en la imaginación de algún economista, sino en la misma realidad.

En cambio, los que ciegamente buscan “bajarse” el modelo económico, no tienen una alternativa viable para reemplazarlo. Es lo que sucede con los que se oponen a la explotación minera en Cajamarca. El “Conga no va” es solo un grito de protesta, existencial, desgarrado, dramático, pero grito al fin; mas no existe un modelo de viabilidad alternativo de la magnitud del “Conga sí va”. Y, el vacío de propuestas es claro cuando los antimineros piden al estado mejoras para la región pero no ofrecen los medios económicos que hagan posible esas mejoras. En buen romance, ¿cómo se financian los programas sociales si ya no habrá ingresos por la explotación minera?

En cierta manera esas contradicciones irresueltas dan razón a aquellos que sostienen que la lucha es entre un progresismo que implica mayor occidentalización del país –con todo lo bueno y malo que ello acarrea- y un conservadurismo de aquellos que optan por las formas arcaicas y agraristas, intocables, dado que los recursos naturales son “bienes de Dios”; curiosamente en una línea de creacionismo muy cercano al de los republicanos derechistas de Estados Unidos. Dentro de esa disyuntiva es muy difícil plantear una propuesta de crecimiento con inclusión.

En fin, es una lucha entre lo urbano-occidental contra lo agrario-feudal, una pugna entre el progresismo y el pasatismo, entre una apuesta por el futuro versus un pasado idealizado en una suerte de miltoniano “paraíso perdido”.

En ese contexto, bastante complicado y con matices (al cual se debe agregar el discurso ambiental), aparecen los líderes con ambiciones políticas. Pocos logran llegar a ser candidatos a la presidencia de la república, poquísimos a ser presidentes. Posiblemente Humala cierre un ciclo de este tipo de candidatos. Pero, creo que fue sincero en su discurso, sobretodo el Humala radical, el de la primera hora, creyó en lo que decía (por lo menos se le veía bastante convencido en los videos), mas llegado a la presidencia la óptica del asunto cambia.

Quizás ese “choque con la realidad” hizo modificar sus ideas, a tal punto que el Humala presidente en su mensaje ante el Congreso empezando el segundo año de “la gran trasformación” fue un mensaje anodino y, peor aún, poco convincente. Más parecía el discurso de un gerente ante el directorio de una empresa exponiendo las cifras de la compañía que el de un presidente que trasmita convencimiento en lo que dice. Es el trágico sino de muchos presidentes izquierdistas en la región.

Como comentaba con una colega, ardorosa defensora del Humala de la gran trasformación, su futuro será muy parecido al de Alejandro Toledo (ironías del destino: nunca se ha cumplido con tanta precisión el adagio “Dios los cría…”), otro outsider que emergió a la política gracias a un gesto de “rebelión” (uno con “la marcha de los cuatro suyos”, el otro con el “locumbazo”): su administración terminará entre escándalos y escandaletes –incluso familiares-, desprestigiada, con poca aprobación y muchos trásfugas que se irán conforme el barco nacionalista se vaya hundiendo. Por lo menos en el caso de Humala no tiene el agravante de hijos sin reconocer, aventuras escabrosas en hostales de dudosa reputación e infinitos litros de buen whisky. Por lo menos en eso se salva para la historia.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Friday, July 20, 2012

LAS INSTITUCIONES EN DEMOCRACIA, LOS REVOCADORES DE SUSANA VILLARAN, EL RENIEC O DE COMO “LA CHACRA” YA NO LA MANEJA UNICAMENTE LA DERECHA

Debo precisar que no soy simpatizante ni de los revocadores ni de la revocatoria contra Susana Villarán (para mayores señas se encuentra mi artículo en este blog “Sobre la revocatoria: el caso Susana Villarán”). Es más, en el caso se hubiese producido el proceso de revocatoria, hubiera votado en contra, no porque crea que doña Susana es una “excelente alcaldesa” (ni remotamente), sino porque los perjuicios para la ciudad serían peores que la revocatoria misma, la que no es “muy santa” ni prístina que digamos y tiene a más de un lobo disfrazado de demócrata. Pero, vayamos al proceso y al trágico sino de los revocadores impuesto por el Reniec.

En un sistema democrático idóneo, las instituciones deben ser no solo eficientes y al servicio del ciudadano, sino imparciales, lejos de todo interés partidario o de los poderes fácticos. Lo contrario, es lo que usualmente se conoce como el manejar la cosa pública al estilo de “una chacra”. Es decir, convertir la institución en una parcela donde los funcionarios hacen y deshacen a su libre arbitrio e intereses particulares o partidarios. Es utilizar los organismos del estado para fines propios, de beneficio personal, para favorecer a terceros o, peor aún, como instrumento de venganza o de “contención” política (v. gr.: la famosa megacomisión de los colegios emblemáticos).

Claro que llegar a ese nivel de imparcialidad y eficiencia administrativa requiere tiempo, especialización y mucha voluntad y consenso político, de lo cual nosotros estamos bastante lejos. Pero hacia eso debemos ir.

Por ello lo sucedido a los revocadores y sus planillones en la Reniec linda con lo kafkiano: el propio órgano electoral señaló mediante un documento que tenían plazo hasta el 6 de Julio para presentar las firmas que faltaban (a fin que el proceso de revocatoria se diera el próximo año), pero –siguiendo al órgano electoral- declara que cometió “un error de digitación” y que, oh sorpresa, no era el 6 sino el 5 de Julio la fecha máxima de presentación, por lo que los planillones entregados carecen de valor y todo vuelve a “fojas cero”.

El incidente me hizo recordar esas leguleyadas que uno ve con frecuencia en el Poder Judicial, donde para ciertos jueces la noche puede ser mañana y la mañana noche, y todo lo contrario (todo depende “del mejor postor”). Solo que esta vez los protagonistas no fueron jueces venales, sino funcionarios del Reniec muy cercanos y simpatizantes de la alcaldesa de Lima y a Fuerza Social. En otras palabras, en el incidente fueron juez y parte. Como que la cosa no fue muy imparcial.

Curiosamente, a pesar de ser gente de izquierda y “progresista” la que se encuentra en medio de este desaguisado, comete los mismos vicios que los otros, los de derecha “bruta y achorada”. Los extremos se juntan y los viejos vicios de nuestra cultura se repiten solo que cambiando de actores, sean de izquierda o de derecha.

Esperemos se corrija el entuerto, no por el bien de los revocadores (estos con el dinero que manejan fácilmente el próximo año consiguen de nuevo las firmas), sino de la institucionalidad democrática. Si persiste “el error” y los revocadores por joder acuden a todas las instancias administrativas y judiciales internas y luego las de fuera, la que se va a resentir es la escasa fragilidad institucional que manejamos. Se vería que “la chacra” ya no la maneja únicamente la derecha, sino también la izquierda, la que ha tenido un rápido “expertise” en estos menjunjes institucionales.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Friday, July 13, 2012

EL PRI REGRESA AL PODER

Existe un viejo dicho que en política no hay muertos. En cierta forma se cumple con el regreso del Partido Revolucionario Institucional a la presidencia de México.

Si bien el PRI no estuvo del todo apartado del poder, dado que conservó en estos doce años varias gobernaciones, municipios y representantes en los congresos estatales y el federal, el hecho está más bien relacionado con el regreso al sillón presidencial, el cargo más ostentoso e importante en México, lo que ha causado inquietud por sus viejas prácticas y mañas adquiridas en setenta años ininterrumpidos de ejercicio cuasi solitario del poder.

En principio habría que preguntarse por qué regresó luego de doce años “de andar en el desierto”.

Por lo general el regreso de viejas figuras o viejos partidos obedece al desgaste del partido en el poder y que las nuevas opciones no convencen del todo.

El desgaste del partido en el gobierno, el PAN, luego de doce años en la presidencia, tiene como causa principal la violencia que ha traído la guerra contra el narcotráfico con 60,000 muertos (casi la misma cantidad “oficial” de muertos que tuvimos nosotros en la época más dura del terrorismo), así como el aumento en la brecha entre pobres y ricos lo que a su vez origina desigualdad social. En otras palabras, en la estrategia de “guerra interna” los costos son muy altos y los resultados casi nulos; mientras que con las recetas de “libre mercado” las diferencias sociales se han agudizado.

Matices más, matices menos, el fracaso del PAN obedece a esos dos factores. Existen otros como la corrupción eterna en México o la abierta declaración del ex presidente panista Vicente Fox a favor de Enrique Peña Nieto, el candidato opositor a su agrupación política; pero principalmente los dos factores antes señalados fueron decisivos para que la diosa Fortuna diera la espalda al partido que arrebató al PRI la presidencia en el año 2000. Aparte de ello, en México la solidez institucional de los partidos políticos es superior a la peruana, donde agonizan en una muerte lenta o a plazos.

Podemos decir que en la designación de Peña Nieto, y más allá de “la compra de votos” denunciada por el segundo en discordia, López Obrador, se aplicó el viejo adagio “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Aunque el retorno a la presidencia supondrá el temor inconciente del retorno de estos malos hábitos y una presumible nueva eternización en el poder.

Personalmente no lo creo. Las circunstancias y condiciones que rodean el triunfo de Peña son otras. Enrique Peña gana con un discurso ambiguo y amplio más una imagen carismática. Fue “un lavado de cara” del PRI, algo similar –salvando las distancias- a la que ocurrió con la candidatura de Alan García para la presidencia en 1985: discurso amplio e inclusivo, promesas electorales genéricas, candidato carismático y toques efectistas de publicidad, respaldado por un sólido partido y los medios de comunicación.

El candidato era idóneo para este “reencauche político”. Otra cosa distinta es el ejercicio de la presidencia en México, casi siempre marcada por signos autoritarios (el presidente elegía a su sucesor más o menos a la usanza romana, era el conocido “tapado”). Sobre lo que sucederá solo caben conjeturas, pero lo más probable es una continuación “en piloto automático” de las políticas de su antecesor, quizás con algunos cambios de estilo, pero sin alterar la esencia. Igual en el modelo de mercado, de repente hasta se atreva a privatizar o por lo menos invitar a capitales privados en coparticipación a fin de modernizar la todopoderosa PEMEX; claro, si cuenta con el respaldo de su partido y los sindicatos. En la lucha contra el narcotráfico, continuará con la política represiva o quizás baje la intensidad, si es cierto que muchos de sus compañeros priistas están metidos en profundas alianzas con narcos locales. De la corrupción ni que se diga, ese es un mal endémico de la sociedad y el estado mexicano. “La mordida” es el ejercicio nacional.

En fin, quizás no será mucho lo que cambie, para bien o para mal, y de repente de acá a seis años vuelva a abandonar el poder el viejo partido institucional. Por lo menos eso se espera para que el relevo oxigene el sistema democrático.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Friday, July 06, 2012

PROFETAS DEL ODIO

La reciente irrupción violenta de miembros del Movadef (partido de fachada de Sendero Luminoso) en la presentación del libro “Profetas del odio” del sociólogo Gonzalo Portocarrero a fin de “polemizar” con el autor del texto dice mucho de los escasos modales democráticos de las huestes de Abimael Guzmán y que las viejas prácticas autoritarias siguen vigentes en Sendero.

La estrategia fue similar a la usada en la época de la “guerra popular”: irrumpir bruscamente en un lugar donde no han sido invitados a fin de lanzar arengas a favor del partido o –en ese entonces- del “presidente Gonzalo”.

No se trató de polemizar con el autor del libro usando argumentos, que hubiese sido lo razonable y “democrático”, sino de utilizar la presentación como espacio de propaganda partidaria. La estrategia es muy usual en los partidos totalitarios, sea el nazismo, el fascismo, el comunismo o sus derivaciones contemporáneas. No se trata de buscar razones que se opongan a otras razones distintas, sino de “imponer” a la fuerza el punto de vista.

No creo que con esa estrategia busquen una “inclusión democrática”. Habría que ser poco perspicaz para suponer que esas prácticas autoritarias van a ganar adeptos en los sectores democráticos mayoritarios que les permita salir del entrampamiento ideológico y político en que se encuentran.

Da la impresión que más bien buscan “consolidar el gueto” o “el frente interno” y ganar a la causa jóvenes con tendencias radicales y que crean a pie juntillas en “la guerra popular” iniciada en 1980. Gestos así tienden a unir a los “verdaderos partidarios”, como en el pasado el martirologio unió a los primeros cristianos e hizo crecer su número, o en el APRA auroral cuando la persecución a sus líderes y seguidores unió más al pueblo aprista en torno a la figura de Víctor Raúl.

Unir en torno al partido y al “presidente Gonzalo” a aquellos creyentes fervientes a pie juntillas en las acciones terroristas como expresión de la “guerra interna” a fin de liberar al país del oprobio de las taras coloniales y conducirlo al socialismo bajo “el sendero luminoso de José Carlos Mariátegui” (con el perdón de José Carlos Mariátegui).

Como apunta Gonzalo Portocarrero, el odio y la violencia fueron consustanciales al senderismo. Quizás al inicio tuvieron un fin altruista, cuando muchos jóvenes con ideales entregaron sus vidas entre 1980-1992 por un Perú más justo y equitativo, pero al final la violencia los devoró y de ser un instrumento pasó a ser un fin en si misma. Sucede cuando la violencia y el odio se salen de los cauces de control como en Camboya con Pol Pot o en la cruenta guerra étnica en la antigua Yugoslavia. Al final se elimina a todo aquel considerado distinto y por lo tanto “enemigo”: sea distinto por ideas, creencias religiosas, raza, etnia, color de piel, género, forma de vida o clase social.

No fue tan descabellada la incursión senderista de aquella noche de la presentación del libro de Portocarrero, ni tampoco fue propaganda inútil. Quizás en estos momentos algún joven con inquietudes de justicia social y hastiado de la política criolla, haya sido motivado a abrazar el “sendero luminoso” trazado por un grupo de fanáticos a la cabeza de un “presidente” que purga penitenciaría en la base naval del Callao.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es