Friday, February 03, 2012

SAN STEVE

Todo ser humano es controvertido. Tenemos luces y sombras y no somos enteramente “buenos o malos”. Sucede con el ilustre desconocido y con aquel que legó a la humanidad valiosos aportes, sea en las artes, letras, ciencia o tecnología.

Ello ha raíz de la aparición de facetas del “lado oscuro” de Steve Jobs, el fundador de Apple. Testimonios que manifiestan el despotismo y hasta humillación hacia sus subordinados, la forma implacable y sin escrúpulos con que se imponía en el mercado o, peor aún, el negarse a reconocer por largos años a una hija extramatrimonial.

Luego de su fallecimiento se aplicó a Steve Jobs un adagio muy peruano: “no hay muerto malo”. Cuando alguien muere pasa a la santidad, así haya sido un desgraciado en la tierra. Lo lloran hasta sus peores enemigos. Algo de eso sucedió con Jobs cuando falleció. Se quemó incienso, se lloró a mares por pérdida tan irreparable, se decía que nos miraba desde “la nube”, lo cual ya tenía una connotación de santidad.

Los testimonios que han aparecido contrabalancean esa imagen prístina, inmaculada. Y está bien, porque eso nos dará una imagen más cabal y equilibrada del hombre de carne y hueso. No de “San Steve”, ni tampoco del ser pérfido que se quiere dibujar en las redes.

Quizás a futuro reconozcamos que fue un hombre genial en la industria del software, con innovaciones sorprendentes que usamos todos en nuestras computadoras, pero que tuvo también su lado oscuro como cualquier mortal. No fue ni santo ni demonio.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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