Saturday, April 14, 2012

A CUARENTA AÑOS DE EL PADRINO

Este año también cumplió cuarenta años de su estreno El padrino (1972), co-escrita y dirigida por el entonces joven director Francis Ford Coppola, uno de los puntales de la renovación del cine norteamericano en los años setenta.

Es historia conocida lo difícil que fue el proceso de pre-producción. Un joven realizador que no tenía demasiado poder en los grandes estudios de Hollywood se enfrasca en una película sobre la mafia y el crimen organizado, el de la familia Corleone. Decide para los protagónicos tener a Marlon Brando encarnando a don Vito Corleone, un actor que estaba “vetado” en los estudios por tener fama de conflictivo; y, en el otro papel de importancia, a un desconocido joven actor que daría mucho que hablar, Al Pacino, quien representó a Michael, el hijo y continuador de la dinastía.

Como cuenta el propio Coppola fue difícil convencer a los ejecutivos de la Paramount la inclusión de estos dos actores en el reparto principal. Parece que el modesto sueldo que percibieron fue el argumento contundente para que la productora los acepte. (Brando solo cobró cincuenta mil dólares por el papel, “un sencillo”; aunque lo salvó las regalías que obtuvo el filme a lo largo de los años).

Pero, “el gran valor añadido” de la cinta fue que no se trataba de “una película más” acerca del mundo de la Mafia, sino que Coppola la elevó sobre el común de los filmes del género al otorgarle un aliento trágico que envolvía el destino de los personajes. Existe “una predestimación de los dioses” más allá de la voluntad o el camino que decidan tomar. El caso más trágico es el del propio Michael Corleone, quien en un inicio se niega a tomar parte en los negocios de la familia y termina de jefe al morir su padre, ser asesinado su temperamental hermano mayor Sonny, y ante la debilidad de carácter de su hermano intermedio, Fredo.

En igual sentido, lo que se quiere proteger, termina siendo destruido. El caso más patente es el de la propia familia, la cual se busca proteger a toda costa (todo el esfuerzo de los Corleone se encamina a ello), siendo destruida o disgregada. Sonny asesinado, Fredo exiliado y luego ordenado asesinar por su propio hermano Michael, la familia de este último separada por los turbios negocios que no comparte su esposa Kay. (A la lista se debe añadir el asesinato de la primera y efímera esposa siciliana de Michael, el asesinato de su joven hija en la tercera parte de la saga, así como los intentos de asesinato de Vito y Michael Corleone).

Pero, también habla del poder y de los medios para consolidarse o llegar a él. Se percibe un aliento shakespiriano presente como en las célebres obras del bardo inglés. Esa consolidación en el poder es por medio de la violencia, pero usando sobretodo la inteligencia y la astucia. El más astuto o el más hábil es el que gana la partida, no el que tiene la fuerza bruta (las escenas violentas y de acción son escasas en el filme y se encuentran adecuadamente dosificadas). Las tres partes de El padrino se abren con un acontecimiento importante que congrega a la familia y “anuda” la trama, terminando con una serie de asesinatos que la resuelven.

Similar uso tienen las traiciones. El traidor casi siempre es del grupo íntimo de la familia, sea como el caso de Fredo por “ganarse unos dólares” por su cuenta o de los lugartenientes o parientes políticos de los Corleone. La traición, al ser descubierta, se paga con la vida. Se la considera como “el peor de los pecados”, al decir del Dante.

Fue interesante también el tratamiento de la Mafia. No fue presentada en su aspecto más violento u oscuro, sino que los jefes mafiosos son definidos como ciudadanos comunes y corrientes, “hombres de negocios” felizmente casados y con una familia de la cual se sienten responsables. Como ya se apuntó, tanto Vito como su hijo Michael, hacen lo que deben hacer por mantener a salvo a su familia. Desde ese punto de vista, existe una “justificación moral” de sus acciones, ganándose de esa manera la simpatía del público. (Se especula que este “lavado de cara” de la Mafia obedeció a las presiones que recibieron tanto Coppola como Puzo del crimen organizado, en vista que ambos son descendientes de italianos).

El padrino le otorgaría fama y fortuna temprana a Francis Ford Coppola. Y, a pesar que después “renegó” de su popular trilogía, lo cierto es que cimentó su carrera para proyectos futuros, uno de ellos la segunda parte (1974) que, excepción a la regla, sería mejor que la primera y catapultaría a otro joven y desconocido actor: Robert de Niro, encarnando al joven Vito Corleone. Años después se incorporó al díptico una irregular tercera parte (1990) que, según se dice, Coppola se animó a realizar más por cuestiones de dinero (sus proyectos anteriores no habían reportado la expectativa económica deseada) que por engrandecer su filmografía. Es opinión casi unánime que esa tercera parte es prescindible.

En cuanto a Brando, gracias a El padrino pudo relanzar su carrera en los años setenta en papeles memorables de filmes como El último tango en París, The Missouri Breaks o Apocalipsis ahora. Ni hablar del despegue que significó los roles para las carreras actorales de los jóvenes Al Pacino o Robert de Niro.

Asociado con la célebre melodía de Nino Rota, tarareada al infinito en todo el mundo, El padrino demostró una vez más que una obra concebida solo para ganar dinero (la Paramount buscaba desesperadamente un filme que la saque de la difícil situación económica en que se encontraba), trascurrido el tiempo puede ser apreciada tan fresca y vigente, como lo fue el día de su estreno, lo que sucede solo con los clásicos.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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