Friday, May 18, 2012

¿NEONAZIS EN EUROPA?

Si bien la historia suele repetirse, no necesariamente los hechos tienen que ser idénticos, pero sí con algunos elementos similares. Es lo que sucede en Europa con el ascenso al poder en Grecia de grupos neonazis como Amanecer Dorado, con un inquietante diez por ciento conseguido en las últimas elecciones parlamentarias y exhibiendo un símbolo muy similar a la cruz gamada del III Reich.

Hasta el nombrecito tiene un “tufo” a nuestro vernáculo Sendero Luminoso y, como este, con un dogma a prueba de balas, con militantes totalmente ideologizados (o idiotizados) con una “doctrina” que justifica propuestas como tender un cerco de minas antipersonales sobre la frontera del país helénico para impedir el ingreso de los inmigrantes o expulsar “a patadas” a los que ya están adentro. Y no lo dicen en broma los muchachos de Amanecer Dorado, sino muy en serio.

¿Pero este y otros elementos como el clima de xenofobia que se respira en Europa pueden dar pie para creer que estamos ante un resurgimiento del nazismo?

Creo que no. O para ser más preciso, todavía no.

Aunque el marco tiene algunos elementos en común con lo vivido en los años treinta del siglo pasado, como crisis económica, desempleo y echar la culpa de todo ello a “los extranjeros”, no por eso podemos hablar todavía de un “resurgimiento” nazi en Europa. Para que suceda tendría que prender la chispa en países más grandes y fuertes que Grecia, como serían Alemania o Francia.

Precisamente, en Francia hay una “alerta amarilla” con el nada despreciable tercer lugar que obtuvo en las últimas elecciones presidenciales la “neofascista” Marina Le Pen. Lo peligroso, “la alerta roja”, sería que de acá a cinco años, en las siguientes elecciones presidenciales, Marina Le Pen pase al “balotage”, como al parecer fue su estrategia al no apoyar a Sarkozy en la pasada segunda vuelta, permitiendo así que ganen los socialistas, se desgasten estos en el poder con las reformas de austeridad que van a tener que ejecutar y ella coseche la insatisfacción gala para las próximas presidenciales.

En ese momento sí habría que preocuparse del fascismo en Europa. O si en países medianos como España o Italia gana la “derecha dura”. Ya no Rajoy o “il cavaliere”, sino los otros, los que proponen, como los neonazis griegos, eliminar a los extranjeros como fuente de todo mal y empoderar a “la raza pura” como solución a los problemas que les aqueja: el nacionalismo chato y maloliente que en épocas de crisis vende muy bien como cebo de culebra.

Pero, la política va asociada a la economía. Ese panorama un tanto sombrío podría materializarse de persistir Alemania con las recetas de “austeridad” propuestas para los países con déficit fiscal.

En América Latina ya pasamos por esas “recetas” en las décadas de los ochenta y noventa y no trajeron mucho beneficio que digamos. La verdad que austeridad sin crecimiento traerá más crisis y más desempleo, y consiguientemente, mayor malestar social, que será canalizado astutamente por los grupos neonazis en Francia, España o Grecia, por mencionar solo a tres de los veintisiete estados de la Unión Europea.

Alemania ha optado porque los socios con problemas paguen la factura solitos, factura que ha tenido que ver con las deudas de los bancos en el descalabro financiero iniciado el 2008. Al proceder así “quema” a los gobiernos, los desgasta rápidamente. Pasó con los socialistas en España y pasará con el actual gobierno de los “populares” (PP). Le sucedió a Sarkozy en Francia, tildado –como decimos nosotros- de “chulillo” de la Merkel (y les pasará a los socialistas galos si siguen la receta). En Inglaterra la coalición conservadora-liberal, dedicada con fruición a recortar el gasto social, ha recibido el peor castigo en las elecciones para alcaldes, quedando en tercer lugar. Como decimos por estos lares, “no sacaron ni para el té”. En Grecia la coalición socialista-conservadora no ha podido hacer gobierno, en vista que los partidos menores ponen ciertos condicionamientos “para no quemarse”, como no seguir ciegamente las recetas de austeridad y recorte fiscal del Banco Central Europeo, bajo pena que Amanecer Dorado siga creciendo en las intenciones de voto.

A ello se suma que los países de la UE tienen moneda única, el euro (salvo Inglaterra y algunos otros que persistieron en su propia moneda), por lo que los países con problemas no pueden devaluar para favorecer su tipo de cambio y fomentar sus exportaciones, viéndose bastante limitados para poder reactivar su economía, así como por los acuerdos unionistas, principalmente con el Banco Central Europeo manejado por los alemanes, y que somete a severas condiciones cualquier ayuda financiera.

También hay mucho de mito y propaganda ideológica neoliberal con respecto al déficit fiscal de los estados europeos. No es tan cierto que estos cargaban con un gran déficit antes del estallido de la crisis financiera de 2008, sino que fue a raíz de esta y para salvar a los principales bancos en problemas, que los estados se endeudan a niveles inmanejables. La prédica neoliberal interesada en desmontar el estado de bienestar solo enfoca una arista del problema pero no todo en su conjunto, lo cual puede ser un “boomerang” que le retorne con mayor fuerza si los grupos neonazis crecen exponencialmente, eliminando toda oposición, incluyendo la neoliberal.

Por eso, la “solución” al resurgimiento de la intolerancia en Europa no es solo política. No se trata de perorar sobre las bondades de la democracia estando con el estómago vacío, con enormes cifras de desempleo o desmontando el estado de bienestar. Más bien el crecimiento y el volver a poner en marcha el circuito virtuoso de la economía podrá alejar “el fantasma” del nazismo en el viejo continente.

Sería una soberbia ironía de la historia que gracias a las tozudas políticas de austeridad dictadas por Alemania, indirectamente fomente el auge de grupos neonazis en la Europa unitaria. Algo similar pasó con el ascenso al poder de Hitler en los años treinta: en gran parte fue gracias a las humillantes condiciones que los aliados impusieron al derrotado estado prusiano al terminar la Gran Guerra. Tan humillantes que fomentó el nacionalismo alemán que precipitó el holocausto y la segunda contienda mundial.

Ojalá la sensatez se imponga.

Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Friday, May 04, 2012

EL ÁRBOL DE LA PRETENSIÓN: SOBRE LA ÚLTIMA PELÍCULA DE TERRENCE MALICK



Terrence Malick (1943) es un caso peculiar en el cine. Graduado en Filosofía, por cuestión cronológica y empática pertenece a la generación hippie. En 1973 estrena su primer largo, Malas tierras, donde, en embrión, se puede apreciar la relación entre el hombre y la naturaleza, importante en su cinematografía. Luego, en 1978, entrega Días de gloria, filme de espectacular lirismo. Después vendrá un silencio de veinte años hasta La delgada línea roja en 1998. En 2005 se estrenó El nuevo mundo, su visión personal del pacto fundacional que daría nacimiento a los Estados Unidos de Norteamérica y, ahora último, El árbol de la vida, al parecer su obra más ambiciosa. Actualmente tiene dos proyectos en post producción y otros dos en pre. Parece que el mutismo de antaño ha cedido el paso a una incontinencia fílmica, lo que necesariamente no quiere decir que todo lo visto sea de calidad pareja.

El cine de Malick se caracteriza por un intenso lirismo sustentado en una cuidadosa fotografía y una banda sonora no menos exquisita. Sus imágenes son plásticas, hermosas y dicen mucho de su filosofía personal, expresada en un panteísmo basado en el júbilo a la naturaleza y una reflexión honda de sus personajes sobre su existencia, ayudados por una voz en off que expresa sus conflictos y malestares, lo que sienten por dentro, así como “el choque” entre el hombre y su entorno natural, lo cual evidencia que sociedad y civilización se desprenden en los orígenes de “un tronco común primigenio” como es la naturaleza-Dios, de la cual procedemos todos los seres. Era evidente en La delgada línea roja, donde los hombres que se aprestan al combate cavilan sobre sus pesares y angustias en medio de la floresta tupida en el océano Pacífico.

En El árbol de la vida, Malick ha querido llevar estos principios a extremos radicales, suprimiendo casi toda historia en las dos horas veinte de proyección y entregándonos sus ideas a través de las imágenes y las cavilaciones del personaje interpretado por Sean Penn. Ya el título alude al árbol del bien y el mal bíblico. No en vano la película comienza con un versículo del Libro de Job, lo cual nos hace presagiar que vamos a visualizar una obra con pretensiones “filosófico-metafísicas”, incluyendo dinosaurios en el camino.

Para ser sincero, El árbol de la vida no convence. Pretenciosa, retórica, reiterativa, grandilocuente, suerte de sinfonía poética, el filme pretende ser “la obra cumbre de la metafísica visual”. Da la impresión que Malick actúa en forma conciente de estar realizando “la obra maestra”, todo acompañado con un telón musical estridente que satura los sentidos y así tener la impresión de omnipotencia que irradia lo visto.

El autor cae en un preciosismo manierista que se emparenta muy de cerca con el “cine arty”, aquel que narra una historia con toques pretenciosos, aburridos y pesados. Con una gravedad y solemnidad como que estamos ante “un hecho de gran trascendencia”. Esta vez para explicar el devenir del hombre y su relación con el cosmos y la naturaleza, Malick nos retrotrae al origen del universo, los dinosaurios y con citas bíblicas por añadidura para hacerlo más solemne todavía. Todo para contarnos las cavilaciones, desencuentros y encuentros de Sean Penn niño y luego adulto.

Justamente este actor encarnó hace algunos años atrás una película igual de insufrible, 21 gramos (2003), de Alejandro González Iñárritu, sólo que allí trataba sobre la muerte y Malick más bien trata sobre la vida y sus azarosos avatares.

Soy conciente que criticar a Terrence Malick no es “políticamente correcto”. Suerte de vaca sagrada de cierta “crítica intelectual” que aplaude orgiásticamente todo lo que lleve su rúbrica (la explicación de esta crítica al por qué la gente sale desconcertada de las salas de cine luego de ver la película es que se trata de un “filme exigente”), lo consideran como “el autor” por excelencia, por lo que no es raro leer justificaciones a favor del monstruo parido.

Película pretenciosa y poco convincente, apostando doble contra sencillo, estoy seguro que de aquí a treinta o cuarenta años será tan olvidable y descartable como las miles de películas que se estrenaron en el presente año. Esperemos que su siguiente trabajo nos traiga al Malick que tanto apreciamos.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es


EL ÁRBOL DE LA VIDA [The Tree of Life]
Dir. y guión: Terrence Malick
c/ Brad Pitt (Mr. O'Brien), Sean Penn (Jack), Jessica Chastain (Mrs. O'Brien)
EEUU/2011/Drama***/Estrenos