Friday, July 06, 2012

PROFETAS DEL ODIO

La reciente irrupción violenta de miembros del Movadef (partido de fachada de Sendero Luminoso) en la presentación del libro “Profetas del odio” del sociólogo Gonzalo Portocarrero a fin de “polemizar” con el autor del texto dice mucho de los escasos modales democráticos de las huestes de Abimael Guzmán y que las viejas prácticas autoritarias siguen vigentes en Sendero.

La estrategia fue similar a la usada en la época de la “guerra popular”: irrumpir bruscamente en un lugar donde no han sido invitados a fin de lanzar arengas a favor del partido o –en ese entonces- del “presidente Gonzalo”.

No se trató de polemizar con el autor del libro usando argumentos, que hubiese sido lo razonable y “democrático”, sino de utilizar la presentación como espacio de propaganda partidaria. La estrategia es muy usual en los partidos totalitarios, sea el nazismo, el fascismo, el comunismo o sus derivaciones contemporáneas. No se trata de buscar razones que se opongan a otras razones distintas, sino de “imponer” a la fuerza el punto de vista.

No creo que con esa estrategia busquen una “inclusión democrática”. Habría que ser poco perspicaz para suponer que esas prácticas autoritarias van a ganar adeptos en los sectores democráticos mayoritarios que les permita salir del entrampamiento ideológico y político en que se encuentran.

Da la impresión que más bien buscan “consolidar el gueto” o “el frente interno” y ganar a la causa jóvenes con tendencias radicales y que crean a pie juntillas en “la guerra popular” iniciada en 1980. Gestos así tienden a unir a los “verdaderos partidarios”, como en el pasado el martirologio unió a los primeros cristianos e hizo crecer su número, o en el APRA auroral cuando la persecución a sus líderes y seguidores unió más al pueblo aprista en torno a la figura de Víctor Raúl.

Unir en torno al partido y al “presidente Gonzalo” a aquellos creyentes fervientes a pie juntillas en las acciones terroristas como expresión de la “guerra interna” a fin de liberar al país del oprobio de las taras coloniales y conducirlo al socialismo bajo “el sendero luminoso de José Carlos Mariátegui” (con el perdón de José Carlos Mariátegui).

Como apunta Gonzalo Portocarrero, el odio y la violencia fueron consustanciales al senderismo. Quizás al inicio tuvieron un fin altruista, cuando muchos jóvenes con ideales entregaron sus vidas entre 1980-1992 por un Perú más justo y equitativo, pero al final la violencia los devoró y de ser un instrumento pasó a ser un fin en si misma. Sucede cuando la violencia y el odio se salen de los cauces de control como en Camboya con Pol Pot o en la cruenta guerra étnica en la antigua Yugoslavia. Al final se elimina a todo aquel considerado distinto y por lo tanto “enemigo”: sea distinto por ideas, creencias religiosas, raza, etnia, color de piel, género, forma de vida o clase social.

No fue tan descabellada la incursión senderista de aquella noche de la presentación del libro de Portocarrero, ni tampoco fue propaganda inútil. Quizás en estos momentos algún joven con inquietudes de justicia social y hastiado de la política criolla, haya sido motivado a abrazar el “sendero luminoso” trazado por un grupo de fanáticos a la cabeza de un “presidente” que purga penitenciaría en la base naval del Callao.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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