Friday, August 31, 2012

A 25 AÑOS DEL INTENTO DE ESTATIZACIÓN DE LA BANCA, MVLL Y EL MOVIMIENTO LIBERTAD, ALAN GARCÍA Y ALBERTO FUJIMORI

La fecha pasó bastante desapercibida por los medios, quizás por no querer recordar un momento de difícil entendimiento entre el entonces joven y vehemente presidente Alan García y parte importante de la derecha peruana (que hoy se llevan bastante bien). Pero, qué pasó, por qué se intentó una medida a todas luces descabellada como la de confiscar la banca.

En estas interrogantes ayuda mucho las fechas a fin de reflexionar sobre qué ocurrió antes del 28 de Julio de 1987 y lo que vino después hasta el 28 de Julio de 1990 cuando un desconocido Alberto Fujimori asume la presidencia de la república.

Como bien ha apuntado Javier Barreda, el APRA de los años 80 todavía conservaba rezagos izquierdistas, subrayados por la ausencia de un ala conservadora, al ser expulsado Andrés Townsend en la pugna por el poder frente a Armando Villanueva a inicios de esa década. Muerto Víctor Raúl, la lucha por el poder se desató entre las dos alas del partido, ganando los izquierdistas. Villanueva pierde las elecciones en 1980 y Alan García (“el delfín de Villanueva”) gana la presidencia cinco años después.

Asimismo, en el contexto latinoamericano de aquellos años, las nacionalizaciones eran parte del recetario económico de distintos gobiernos. México, en 1982, cinco años antes del intento alanista, estatizó la banca. Motivos distintos pero igual objetivo de pasar los bancos al Estado. Expropiar empresas privadas y convertirlas en públicas era una medida común en el imaginario económico de aquel entonces, sea de gobiernos de derecha o de izquierda, democráticos o militares. Recordemos que en 1974, en pleno gobierno militar, se produjo la confiscación de los medios de comunicación entre vítores de la “inteligencia progresista”, muchos de cuyos integrantes pasaron a dirigir y trabajar en los diarios confiscados, y la conformidad bastante benevolente de la clase media y de los empresarios. Estatizar empresas o medios de comunicación no era todavía “tabú” como lo sería algunos años después.

Pero volvamos al primer gobierno de Alan García.

El programa económico ejecutado era de naturaleza heterodoxa, mediante la reactivación de la economía por el consumo interno, aumento de sueldos y salarios por decreto, control de precios también por decreto, control del tipo de cambio, emisión inorgánica de papel moneda (algunos recordarán los cheques que sirvieron como medio de pago en los primeros meses de su gobierno) que nos hizo vivir dos años de aparente bonanza; pero, como todo paraíso artificial, terminada “la borrachera nacionalista”, la resaca de la realidad fue estrepitosa.

La situación a largo plazo con esas medidas era insostenible, de allí que Alan García y su equipo económico esperaban que los empresarios reinviertan sus utilidades, a fin que ellos continúen con el ciclo virtuoso de bonanza, cosa que no ocurrió y más bien estos reexportaron al exterior las ganancias obtenidas. El gobierno los había ayudado generosamente a ganar dinero vía dólar subsidiado (el tristemente célebre dólar MUC), restricción de importaciones y un mercado interno casi cautivo; pero estos no colaboraron en igual sentido. Por lo menos esa era la óptica de García. Parece que es allí donde “se cruza” e intempestivamente ordena la nacionalización de la banca en su mensaje a la Nación del 28 de Julio de 1987. Será el inicio del fin de su primer gobierno.

Probablemente el intento obedeció a una medida desesperada. Se le terminaban los recursos económicos dilapidados en dos años y necesitaba “dinero fresco”, aparte que estatizando los bancos controlaba el tipo de cambio y las remesas de dólares al exterior. Los bancos en manos del estado le otorgaban un control político y económico a la vez.

Pero, quizás no esperó una resistencia tan fuerte a la medida. No solo de los banqueros que “con uñas y dientes” defendieron lo suyo, sino de sectores medios que ya comenzaban a sentir los efectos del alza en el costo de vida que se trasformaría en hiperinflación entre los años 88-90. Entre el terrorismo, el desgobierno, la escasez de productos básicos y la hiperinflación parecía en esos años que el Perú se desintegraba. El “aprendiz de mago” García sucumbía a su propio encantamiento.

Merece destacarse la disciplina aprista impuesta por Haya de la Torre al forjar el partido. Como apuntábamos líneas arriba, producido el cisma entre el ala izquierda y la derecha del APRA, muchos de los que se fueron con Andrés Towsend decidieron regresar al partido de Alfonso Ugarte. Fue el caso, por ejemplo, de Luis Alberto Sánchez, una de las figuras más prominentes del ala conservadora. Sánchez llegó a ser primer ministro del gobierno de García, y él y muchos otros que no comulgaban con la medida prefirieron hacer mutis o, por lo menos, las discrepancias no las ventilaron en público como sucedería en un partido poco cohesionado internamente. Esa disciplina interna se impuso al momento de tomar Alan García la decisión de la nacionalización de la banca, entendible desde el punto de vista de coherencia hacia fuera que debe adoptar un partido político, pero discutible al no existir un contrapeso dentro del APRA que hubiese podido sino cambiar por lo menos atemperar la decisión tomada por el joven y vehemente presidente aprista.

Igualmente, gracias a la medida, en lo político trajo nuevos actores a escena, uno de ellos impensable algún tiempo atrás como fue el escritor Mario Vargas Llosa, que como outsider aprovechó la ocasión para lanzarse a la palestra política a la cabeza del Movimiento Libertad, el último movimiento liberal serio en el Perú. Fueron tres años de dura campaña e ingentes recursos; sin embargo MVLL no consiguió la presidencia. Fue un oscuro personaje el que accedió al sillón de Pizarro: Alberto Fujimori Fujimori, quien en 1990 accedió a la primera magistratura y, por esas cosas del destino que se van a repetir en sucesivos gobiernos, asumirá el plan de gobierno del candidato perdedor, colocando los cimientos del modelo económico que hasta hoy se mantiene inalterado.

Si bien MVLL no obtuvo la presidencia, lo positivo de su intensa campaña fue la docencia política de esos tres años de proselitismo. No solo el magisterio de la decencia en política que impuso en sus discursos públicos, fiel al legado sartreano, siendo trasparente en lo que iba a hacer de llegar a ser presidente (shock para bajar de golpe la hiperinflación, reducción del aparato burocrático, privatización de empresas públicas, predominio de la economía de mercado), sino también en la docencia de las ideas liberales. En un ambiente económico marcadamente estatista, las ideas liberales que impulsó oxigenaron el ambiente político e ideológico en el país, a tal punto que los que defendían a ultranza el statu quo del inmovilismo estatista pasaron a ser los conservadores, mientras los liberales que defendían el libre mercado fueron los radicales –algunos exageradamente radicales- de los cambios económicos en el Perú; ideas que, de una u otra forma, hasta el presente se mantienen en vigencia a falta de otras más interesantes.

Asimismo, otra lección de la época fue sobre los límites al voluntarismo político, al punto que el presidente más ególatra y voluntarioso de las últimas décadas no pudo cambiar el curso de la realidad. Fue una dura lección que, a contrapelo de lo que dicen los manuales de derecho, el presidente no es el hombre más poderoso de la república, sino los poderes fácticos, los que se encuentran “detrás del escenario” manejando las marionetas.

Aquella época fue también la del surgimiento de los outsiders, aquellos candidatos que sin militar en partidos políticos ni hacer carrera pública, aspiraban a la primera magistratura. Y fue también el lento declive y desprestigio de los partidos políticos, declive que parece no detenerse luego de 25 años.

Podemos decir que el intento de estatización de la banca fue uno de los últimos actos de populismo, en vista que poquísimos años más adelante la línea ortodoxa en economía sería la predominante en la región. En cierta forma se cerró todo un ciclo con aquel fallido intento de 1987.

En lo ideológico servirá de justificación para el recetario neoliberal que vendrá luego: predominancia de la economía de mercado, abstención del estado de controlar o regular la economía, disciplina fiscal, rol subsidiario del estado empresario, emisión responsable de papel moneda, todo lo cual se consagró en la propia constitución política, convirtiéndose en sentido común muchas políticas ortodoxas.

Época difícil la de aquellos años y que merece más investigación. Muchos de los personajes de aquel entonces siguen vivos: uno, contra todo pronóstico, volvió a ser presidente; otro regresó al mundo de las letras y ganó el Premio Nobel; y el tercero purga cárcel, quizás de por vida. Y, apenas han pasado veinticinco años. Sic transit gloria mundi.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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