Tuesday, September 11, 2012

A VEINTE AÑOS DE LA CAPTURA DE ABIMAEL GUZMÁN: NEGANDO EL NEGACIONISMO

Derrotadas militarmente las organizaciones políticas que cometieron actos atroces contra la humanidad (genocidio, asesinatos sistemáticos, eliminación de poblaciones enteras, etc.), tiende a sobrevivir la ideología y, en algunas ocasiones, la propia organización política, en la cual comienza a gestarse un “resurgimiento” bajo otros membretes. Es lo que sucedió con los grupos neonazis en Europa, movimientos que niegan el pasado genocida del nacionalsocialismo, pese a inspirarse en la ideología de “la raza superior”. De allí que en la propia Alemania se encuentra prohibido negar el holocausto judío. Es una forma coactiva de conservar viva la memoria de un hecho traumático para un país y una sociedad.

Luego de veinte años de la captura de Abimael Guzmán, los “acuerdistas” de Sendero Luminoso (seguidores del acuerdo de paz planteado por Guzmán luego de su captura) se reciclan bajo el membrete de Movadef como organización política que busca insertarse en la actividad política oficial. Básicamente buscan darle una “solución política a los problemas derivados de la guerra popular”, como declaran sus principales voceros. No es secreto que en su estrategia se plantea la amnistía total a los involucrados en el conflicto armado, incluyendo a los que estuvieron al otro lado del río como “los represores” y que actualmente purgan cárcel (v. gr. Fujimori y Montesinos).

Con un Movadef con mayor presencia en los ámbitos académico, gremial e intelectual, “el negar” su pasado genocida va a ser parte de la estrategia necesaria para la inserción política oficial.

No debemos perder de vista un detalle: más allá de las acciones terroristas, Sendero Luminoso siempre fue y es una organización política. No fue un grupo de descarriados dementes, sino una organización político-militar a la usanza de los antiguos soviets y comités populares chinos. Al haber sido derrotado militarmente, subsistió en el ámbito político (es harto conocida la sentencia de Guzmán al ser capturado: las ideas quedan aún si las personas mueren), queriendo actuar ya no solo como partido semi-clandestino, sino en la escena oficial. Nos guste o no, Sendero se está “acomodando” a la política burguesa que tanto despreció en el pasado y es bastante probable que la tan mentada exigencia de amnistía para su líder máximo sea apenas un pretexto a fin de mantener cohesionada a la base y ganar nuevos feligreses. Digamos que más práctico para la causa es un Cristo crucificado que un Cristo vivo (o libre). Quizás –y es apenas una hipótesis- a los nuevos mandos pro senderistas no les convenga tener suelto en plaza a Guzmán.

De allí que el negacionismo no sea la solución idónea. Eso los convertiría en mártires, aparte que una ley de esa naturaleza en manos de funcionarios obtusos o complacientes con el poder, podría atentar contra la libertad de expresión y el remedio sería peor que la enfermedad.

A Sendero se le debe combatir en el terreno político, ideológico y educativo (la memoria viva es el mejor antídoto contra el terror); y en ese combate juegan un rol fundamental los “partidos políticos democráticos”. No se les ve en las universidades nacionales o en los gremios laborales como el Sutep. El formalismo de una ley de negacionismo no atenuará la presencia real de Sendero entre jóvenes o gremios descontentos, más bien la acrecentará. Es como intentar tapar el sol con un dedo. A veinte años de la captura de su principal líder, Sendero se recicla.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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