Wednesday, October 24, 2012

UN MAESTRO, UN VOTO: EN BUSCA DEL SUTEP PERDIDO


Cuando nació el Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú, hace cuarenta años y de la mano del desaparecido Horacio Zevallos, la ideología revolucionaria de Patria Roja que, desde la génesis, tuvo el control del Sutep, no difería demasiado de la de sus primos hermanos de Sendero Luminoso, hoy Movadef: fieles creyentes de la ideología maoísta, el poder nace del fúsil y la estrategia del campo a la ciudad, su desdén por la democracia liberal iba en contraposición a su prédica revolucionaria.

Gracias a una de las geniales iniciativas del gobierno militar de Morales Bermúdez de permitir que los partidos de la izquierda marxista se presenten a la Asamblea Constituyente de 1978 y a las elecciones generales de 1980, Patria Roja se va a ir diferenciando de sus hasta ese momento primos hermanos ideológicos: primero fue la decisión de incursionar en la legalidad política y por tanto de ejercitar la “democracia burguesa” que tanto despreciaron hasta algunos años atrás llegando a tener representantes ante el Parlamento Nacional, así como la penetración de “cuadros políticos” en otras capas del estado como los gobiernos locales y los nacientes gobiernos regionales, conformando así una progresiva “burocracia de izquierda” que vivía y vive a expensas del fisco.

Esta opción política tuvo su gran momento de apogeo hasta fines de los años ochenta; de allí en adelante PR pasaría por el calvario de distintos “partidos tradicionales”, sobreviviendo cuasi fantasmalmente, con escasa representación nacional, aunque bien organizado, con operadores políticos curtidos a la usanza aprista, que pueden fácilmente organizar paros, marchas y revueltas en la capital o en el interior del país como las clásicas “tomas” de carreteras.

El otro gran hecho que los va a separar de Sendero será el control de uno de los organismos laborales más importantes por su tamaño y fuerza: el magisterio peruano con cerca de trescientos mil integrantes.

El dominio sobre el magisterio será decisivo para la subsistencia de Patria Roja como organización política, a tal punto que el control sobre este será permanente a través de los sistemas de delegados, a la vieja usanza de los soviets, ubicando en lugares clave a gente de confianza.

Pero nada de ello podría hacer PR de no controlar también un apéndice importante del magisterio: la Derrama Magisterial que le provee de oxígeno financiero gracias a las obligadas cotizaciones de los docentes, sumando en la actualidad dicha institución un capital de mil quinientos millones de soles, convirtiéndola así en una de las entidades más solventes y sólidas del sistema financiero.

Sindicato Único por un lado, recursos financieros por el otro, permitieron que Patria Roja subsista por tres décadas viviendo de los maestros; hasta que sus ex queridos primos hermanos de Sendero Luminoso/Movadef se percataron que ellos también podían usufructuar de la fórmula y nació el Conare. Todavía no tiene la magnitud del Sutep de Patria Roja, pero está creciendo; y se nutre de los errores y “confort burgués” de la dirigencia patriarojera. Esta ya hace mucho tiempo dejó la prédica de la revolución bien encarpetada para gozar los beneficios de dirigir un sindicato numeroso y con cotizantes forzosos.

Si nos damos cuenta, en la huelga indefinida de Setiembre de 2012 claudicaron al mes por algunas migajas que les concedió el estado: una bonificación por única vez y puntos menores. Según ellos porque no querían perjudicar a los alumnos; pero al parecer la verdad fue su poca capacidad de continuar resistiendo como en los tiempos heroicos del desaparecido Horacio Zevallos, sumado a la amenaza del estado de quitarles las prebendas de la Derrama y porque sus primos del Conare les están pisando los talones.

Quizás no sea tan descabellado permitir que el Conare/Movadef/Sendero Luminoso tome las riendas del Sindicato de Profesores. Lo más probable es que gozando de las mieles del poder y de los millones de la Derrama, se endulcen tanto que guarden su prédica revolucionaria en el desván de la historia, al lado de Abimael si es posible. Como diría el príncipe Salina en El Gatopardo: Las cosas deben cambiar para que permanezcan igual.

Pero más allá del gatopardismo, lo más democrático es que el Sindicato de Profesores se democratice. Valga la redundancia. Ya no estamos en la época de las catacumbas, de la persecución, para continuar con el sistema de delegados a fin de elegir a los representantes de los maestros. Estos más bien deberían elegir a sus representantes directamente, tanto ante la dirigencia del Sutep como de la Derrama Magisterial a razón de “un maestro, un voto”.  Votación directa y secreta, con presencia de la ONPE para hacer las cosas más trasparentes. Eso sí sería revolucionario.

Asimismo, si asociarse es un derecho fundamental libre y voluntario, cae por su peso que no se debería forzar a los profesores del sector público a sindicalizarse en un “sindicato único”, por más unitario que se autodefina. El que quiere forma parte del sindicato A o del sindicato B o de ninguno, que así es la democracia y la libertad.

Con esas dos medidas se modernizaría el sindicalismo magisterial peruano, que buena falta le hace, así como a otras organizaciones populares; incluso indirectamente traería un beneficio a la educación pública, al ser el Sutep parte del problema; en vista que todo parece indicar que la otra ala en discordia, el Conare/Movadef, de usufructuar las ventajas de controlar el magisterio haría exactamente lo mismo que sus ex queridos primos hermanos de Patria Roja hicieron desde el inicio: control político, aprovechamiento lucrativo del gremio y nula reforma magisterial. Las cosas deben cambiar para que permanezcan igual.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Saturday, October 13, 2012

CHAVEZ


Los gobiernos autocráticos se caracterizan por mantener las formas democráticas vaciándolas de contenido. Las instituciones son un cascarón vacío, primando la voluntad del autócrata y de la camarilla en el poder; gozando de popularidad gracias a los programas populistas y al clientelaje que mantiene a su alrededor.

 Es “la dictadura perfecta”: se mantienen las formas democráticas, aparente oposición política y mediática, elecciones periódicas; se coacta las instituciones, se mantiene en puestos clave a gente leal comprando conciencias (a diferencia de las dictaduras, la desaparición y tortura de personas son hechos poco usuales en los gobiernos autocráticos, más se prefiere “comprarlas”), usando los recursos del estado a su favor y la maquinaria judicial para silenciar a los más rebeldes o expropiar por razones de “interés social” las propiedades de los que los incomodan.

Sin importar el color del gobierno, sea de izquierda o de derecha, el modelo se está universalizando entre los países con democracias poco sólidas. Fue el caso del Perú de Fujimori en los años noventa, la Rusia de Putín y la Venezuela de Chávez, contabilizando este con el último periodo presidencial ganado veinte años ininterrumpidos en el poder: la alternancia, requisito indispensable en toda democracia que se respete, es una ilusión en los gobiernos autocráticos.

El modelo al no tener controles reales ni contrapesos, degenera en corrupción, nacen “los nuevos ricos” (la boliburguesía venezolana, los nuevos ricos de la Rusia post comunista o la cleptocracia del fujimorato), las clientelas políticas se encuentran presentes, y el estado y las riquezas nacionales son el botín, dejando unas migajas al pueblo para que se contente. En el caso de nosotros en los noventa fue con el dinero de las privatizaciones, en Venezuela con el petróleo.

En ese contexto, es difícil que aquellos que detentan el poder lo dejen fácilmente. Los intereses creados y lo que se encuentra en juego, motiva a que utilicen todos los medios legales e ilegales para continuar usufructuándolo. Desde modificar o, mejor aún, cambiar la constitución política a fin de permitir que el caudillo se reelija indefinidamente hasta el uso de recursos ilícitos y fraudulentos con el objeto de continuar en el sillón presidencial.

La única forma en que abandonan el poder es muertos, sumamente debilitados por lo que deben renunciar (fue el caso de Fujimori) o por medio de una revolución popular violenta que los deponga por la fuerza (el caso de los países árabes).

En el caso de Chávez, todo parece indicar que solo la primera opción sería la viable: muerto el caudillo, se produce un vacío del poder, casi nunca existe un heredero, menos un partido sólido, permitiendo la confusión reinante y la debilidad de las instituciones que el derrumbe del régimen sea rápido y de paso a un gobierno de transición hacia la democracia. Pueden existir factores externos que ayuden a la caída como el aislamiento internacional, la condena de los países más fuertes o de las instituciones internacionales. Esto último fue también lo que pasó en Perú; pero no en la Venezuela chavista. Chávez tiene el apoyo de vecinos de la región, ha creado su propia alianza bolivariana, ha comprado grupos de izquierda y “partidos progresistas” en todo el continente, tiene la complicidad de estados con ejecutoría democrática bastante dudosa como China, Rusia e Irán, o de instituciones como el Mercosur o Unasur, y algunas cómplices por el silencio como la OEA.

Ello no significa que las fuerzas democráticas al interior de Venezuela se queden de brazos cruzados esperando la muerte del caudillo. Pueden ejercer una “guerra de guerrillas”: golpes efectivos, certeros, que permitan ir minando adentro y afuera del país la credibilidad del régimen. Es un trabajo a largo plazo. El triunfo no tan holgado de Chávez como en otras ocasiones deduce un desgaste de la forma de gobernar del caudillo.

Mientras el precio del petróleo se mantenga alto, Chávez tendrá recursos para continuar ofreciendo dinero a manos llenas a sus amigos de dentro y fuera de Venezuela, de caer los precios cae el régimen. Es el sino trágico de los países primario-exportadores.

Post Data para el “Oso Hormiguero”. Dicen que el Perú es tierra de poetas, con Antonio Cisneros se confirmaba el dicho. Se fue uno de los grandes de la segunda mitad del siglo XX.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Friday, October 05, 2012

INDULTO A FUJIMORI


El indulto es un acto político ejercido por el presidente de la república. Como acto político entran variables relacionadas con quién indulta, quién es el indultado y el momento y circunstancias del indulto. A veces, cuando se trata de un indulto comprometedor políticamente, el presidente prefiere hacerlo cuando está por terminar su mandato, ya que de esa manera “no se quema”. Fue el caso del presidente Bill Clinton en el polémico indulto al evasor de impuestos Marc Rich, a las pocas horas de dejar la Casa Blanca. Otros prefieren no hacerlo de ninguna manera pensando en su futuro político o en un tercer mandato presidencial, como probablemente le ocurrió a Alan García con respecto a Fujimori; decidiendo tener al ex presidente en “una cárcel de oro” antes que liberarlo vía el perdón presidencial. El cálculo político entra en juego.

Algo similar le va a suceder a Ollanta Humala frente al pedido de indulto que presente la familia del ex presidente. Más allá de los argumentos jurídicos o médicos primará el cálculo político; y Humala sopesará esa delicada variable, y lo que puede ganar (o perder) políticamente con una decisión que, sea cual sea, causará controversias. Es evidente que no tiene la mirada de estadista, ni demasiada habilidad política, pero deberá tomar una decisión enmarcada en la facultad que la propia constitución le confiere, más si se trata del llamado “indulto humanitario”. Hasta el propio presidente del Poder Judicial, el mismo implacable magistrado que sentenció al ex presidente Fujimori, ha declarado que no existe impedimento constitucional alguno para indultarlo en una interpretación ius naturalista más allá de las leguleyadas y malabares jurídico-morales de los detractores políticos (los argumentos de estos van desde que el propio Fujimori limitó su indulto con la promulgación de una ley en su propio gobierno hasta los que sostienen que previamente debería arrepentirse y “pedir perdón” a las víctimas, pasando por los utilitaristas que arguyen que primero debería pagar la reparación civil). El indulto es una prerrogativa y gracia presidencial y no se encuentra supeditada a ningún otro requisito o condición, más allá de la voluntad del propio presidente (Art. 118º de la Constitución Política.- Corresponde al Presidente de la República: … 21. Conceder indultos y conmutar penas…). Ni siquiera los informes médicos lo vinculan para ejercerlo.

La pregunta es ¿lo indultará el presidente Humala? Me parece que no.

La presión mediática anti Fujimori, sus detractores políticos, las ong pro derechos humanos y las “conciencias nacionales” como Mario Vargas Llosa se lo impedirán. Salvo que decida “romper lazos” y “cruzar el Rubicón”, rompiendo definitivamente con sus antiguos aliados. O baje tanto en las encuestas por su demora en tomar la decisión que se decida a autorizar el indulto. En política nada está escrito y todo es posible, dentro de ciertas condiciones, más tomando en cuenta que el fujimorismo no es una nada desdeñable segunda fuerza electoral.

Paradójicamente ese “veto” de los enemigos de Fujimori para que no le conceda el indulto, amalgamará más a los simpatizantes del ex presidente en torno al fujimorismo como alternativa política. Casi siempre el efecto buscado es al revés, el perseguido o vetado consigue reunir fuerzas alrededor y presentarse como alternativa legítima frente a sus detractores (y, a veces, hasta como mártir), viéndose en cambio al perseguidor como el verdugo. Sino pregúntenle al partido aprista, tanto el desaparecido Víctor Raúl como Alan García fueron perseguidos políticos y ya sabemos lo que sucedió después y lo que pasó con sus más encarnizados enemigos (quizás por eso es que el partido de la estrella se muestra muy cauteloso con respecto al indulto a Fujimori, sin mostrarse abiertamente en contra y más bien solapadamente lo respalda).

Se dice que la grandeza de un hombre, un partido político, un grupo humano o una nación se mide en la grandeza con el enemigo. Por desgracia nuestra historia política se encuentra plagada de mezquindades y miserias morales. La historia dirá si el caso Fujimori es una página más de ese oscuro baldón.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es