Friday, February 22, 2013

LA RENUNCIA DEL PAPA


Pasada la impresión de los primeros momentos de la renuncia, podemos aproximarnos a lo que es el acontecimiento estremecedor del mundo católico. Que un Papa renuncie no es hecho usual.

Generalmente se le ha calificado al Papa Benedicto XVI como conservador, al igual que a su antecesor, Juan Pablo II. Es más, este último lo hizo su hombre de confianza, recomendando incluso que sea su sucesor. Al parecer frente a los cambios en el mundo de los últimos treinta años, la Iglesia Católica decidió mantener su tradicionalidad, no cambiar ni adaptarse a los nuevos tiempos. Mantener su pureza. Por eso frente a exigencias ciudadanas como el derecho al matrimonio para las personas del mismo sexo, la incorporación de sacerdotisas al ministerio, el matrimonio de los propios sacerdotes o el uso de métodos artificiales anticonceptivos, la Iglesia siempre se opuso. Pareciera que ella misma se alejaba de sus feligreses, pero más bien estaba manteniendo su naturaleza clásica frente a los tiempos convulsos que vivimos.  A ello se sumó el silenciamiento de corrientes heterodoxas al interior como la teología de la liberación y la opción social por los pobres. Que sea suicida o no sea suicida un comportamiento así para la iglesia católica como institución, solo el tiempo lo va a determinar.

A ese conservadurismo contribuyó en gran medida el papa Benedicto XVI. No solo de políticas eclesiales esenciales, sino también ideológico y organizativo: la mayoría del cuerpo cardenalicio obedece a dicha corriente, por lo que no sería extraño que el papa electo en el cónclave a fin de elegir al sucesor, sea de esa tendencia.

No obstante el conservadurismo del papa renunciante, se debe reconocer que tuvo la ética suficiente para enfrentar los malos manejos financieros de una institución tan compleja y antigua, así como las innumerables denuncias en todo el mundo sobre sacerdotes pedófilos.

Si bien en muchos casos se prefirió discretamente llegar a un acuerdo monetario con los afectados, en otros las sanciones fueron drásticas como en el caso de Marcial Maciel, dirigente de los Legionarios de Cristo.

El Papa pasará a la historia, no tanto como un reformador, más como un pastor que quiso mantener las cosas como están, pero rescatando principios morales y cristianos esenciales, así como demostrando desprendimiento del poder, algo raro entre los hombres, por más cercanos que se encuentren al cielo.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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