Debo confesar
que el resultado, como a muchos, me sorprendió. Pensaba que Nicolás Maduro con
todos los recursos a su favor (logísticos, institucionales, monetarios,
humanos, amén de la bendición póstuma de Chávez) iba a ganar por unos holgados
diez puntos de ventaja sobre Henrique Capriles; sin embargo ha sido apenas por
un punto y con fuertes rumores de fraude.
Las cosas no van
bien para el heredero de Chávez. Como que el pueblo venezolano ha diferenciado
claramente entre el comandante y su “hijo político”. Es que los autócratas y
dictadores tienden a equivocarse en la elección del delfín: eligen al mediocre
por obsecuente o al taimado por hipócrita que oculta su verdadera intención.
Parece que en este caso fue lo primero como se demostró en la breve y pobre (de
ideas) campaña política oficialista: folclórica, surrealista, mágico-religiosa.
El pajarito que encarnaba a Chávez, Chávez que intercedió “en el cielo” para
contar con el primer Papa latinoamericano, Chávez apareciendo en los sueños de
Maduro, Chávez en “el paraíso de los revolucionarios”, etc.,etc.
Maduro (que se
ha apresurado a juramentar “por si las moscas”) con este pobre resultado se
enfrenta a un cuestionamiento de su legitimidad al interior del chavismo. No le
será tan fácil “comprar voluntades” entre los jerarcas del PSUV como Diosdado
Cabello u otros que le salgan al frente. Ser reelecto presidente para un
período adicional significaría cometer fraude en las próximas elecciones a fin
de quedar en el Palacio de Miraflores y enfrentar de nuevo a un verdadero
“animal político” como ha demostrado ser Henrique Capriles. A ello se suma que
tiene una gestión como presidente bastante complicada: inflación alta, déficit
fiscal, devaluación del bolívar, mercado negro de productos, inseguridad
ciudadana, eliminación de algunos subsidios; y, de añadidura, una Venezuela
dividida. Es bastante probable que esa línea dura que ha querido demostrar
Maduro más se deba a la inestabilidad que el pobre resultado tiene al interior
del chavismo y a la debilidad que el propio Maduro siente, que a las
manifestaciones de la oposición propiamente.
Ello no
significa que el chavismo como movimiento político se extinga (el propio
Capriles hábilmente “robó” algunas promesas chavistas en la campaña); pero sí
algunos de sus dirigentes deberán pasar al retiro, si quieren que el movimiento
subsista. Por lo menos el “hijo político de Chávez” no ha dado la talla en esta
contienda.
Eduardo Jiménez
J.
ejjlaw@yahoo.es
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