Si bien aprender de los errores ajenos es poco común
–casi siempre aprendemos más de nuestros propios errores- no está demás mirar
la situación de Argentina a diez años del gobierno de los Kirchner, con
reelección conyugal incluida.
Quizás ahora Argentina se encuentra mucho pero mucho más
lejos de despegar hacia el desarrollo que hace diez años atrás: con una
economía hipertrofiada, inflación elevada, escasez de divisas y una serie de corrupciones
gubernamentales mayores la hacen parecerse más a un país del tercer mundo que a
uno europeo como alguna vez se creyó.
La corrupción es democrática (algo bueno trajo “la
revolución” de los Kirchner): va desde los funcionarios de los estamentos más
bajos del gobierno y asciende hasta las altas esferas. Cada vez es más
insistente el rumor de enriquecimiento sin causa aparente de la pareja
presidencial, a tal punto que el patrimonio conyugal ha crecido más de diez
veces desde que asumieron la presidencia; mientras la mayoría de los argentinos
se empobrece día a día.
Esa es una de las aristas de los gobiernos autocráticos:
la pobreza de los ciudadanos y la riqueza de los que están en el poder; y, para
silenciar las denuncias, persiguen a los acusadores, les colocan mordaza,
expropian las empresas o los desaparecen.
En diez años de gobierno de los K se estatizaron empresas
que ahora se encuentran en pérdida, expropiaron los fondos privados de
pensiones (como decimos los peruanos “se los tiraron”), han impuesto mordazas
más o menos sofisticadas a la oposición, no permiten que se divulguen
porcentajes del alza del costo de vida que no sean oficiales y han sometido al
Poder Judicial y a otras instituciones que los puedan controlar.
Va a ser difícil que salgan del hoyo los argentinos. Van
a tener que reconstruir su riqueza, respetar las libertades de la persona y
buscar consensos nada fáciles. Quizás Cristina se vaya (con sus millones) pero
dejará un país sumido en el atraso, el oprobio y la desgracia.
Si de algo nos sirve la historia ajena, aprendamos de
Argentina y que nada bueno resulta cuando una pareja conyugal se sucede en el
poder, al final es una autocracia que trae más pobreza, corrupción y atraso al
país. Por eso los peruanos debemos estar alertas ante los intentos de cierta
pareja que quiere repetir la misma historia.
Eduardo Jiménez J.