Tuesday, August 27, 2013

EL INFORME DE LA COMISIÓN DE LA VERDAD A LOS DIEZ AÑOS

Un frío día del mes de Agosto del año 2003 Salomón Lerner, en calidad de Presidente de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, le entregaba al entonces presidente Alejandro Toledo el Informe Final, constituido en una serie de volúmenes que hasta ese momento era el estudio más prolijo y detallado de la génesis y los años del terror.

Creo que es ocioso especular si debió o no crearse la Comisión. Total, muy al margen de nuestras preferencias o antipatías es un hecho consumado. Igual sucedió con “la polémica” en torno al número de muertos. Si fueron 25,000 o 70,000 no es relevante en cuanto a los hechos acaecidos. Es como especular si en la II Guerra Mundial el número de judíos asesinados fue 6 o 60 millones, ello no quita la sistemática genocida del nazismo.

Otro mito en torno al Informe es que exculpaba a Sendero Luminoso. El informe determina la responsabilidad principal de SL. Ahora bien el uso del término “guerra interna” no implicó un estatus especial a los senderistas capturados, como de hecho fue así. Ninguno de ellos ha gozado o goza de un estatus de “prisionero de guerra”. Fue otro mito en el aireado debate luego de publicitado el informe.

Más allá de si se cumplieron o no sus recomendaciones, fue mucho más importante darle voz a los sin voz, a esa enorme cantidad de ciudadanos anónimos de pueblos remotos y desconocidos, que sufrieron el fuego y represalia de las fuerzas del orden y de las fuerzas del terror. Ello fue importante. Escucharlos y elevarlos a la real condición de ciudadanos.

Las recomendaciones del Informe Final no son “la verdad absoluta”. Me explico. El Informe de la CVR no es la Biblia. No es “la palabra revelada” que debe seguirse a pie juntillas de manera inmutable. Es un hito importante en el estudio y reflexión del fenómeno terrorista que puede y debe ser perfeccionado y superado; incluso para contradecirlo. La crítica más que ideológica debe ser científica, rebatir con fundamento lo que en el informe se dijo. Pero tan importante como las investigaciones que se realicen, es tener una memoria viva, no olvidar lo que sucedió. Si ahora resurge Sendero bajo otras etiquetas y consigue adeptos es porque muchos jóvenes no saben cabalmente lo que pasó en aquellos años, a tal punto que algunos creen que Abimael Guzmán fue un “luchador social” y por eso merece ser amnistiado. Por ello la memoria viva es importante para que no se repita la historia.

Eduardo Jiménez J.

Friday, August 16, 2013

BONOS DE LA REFORMA AGRARIA, RECESIÓN EN CAJAMARCA

Me parece que existe un hilo conductor entre dos hechos distantes en el tiempo y en los actores involucrados: la reforma agraria de 1969 y su último coletazo con el pago de los bonos emitidos por el estado hace más de cuarenta años; y la más que probable recesión en la región Cajamarca el día de hoy, post Conga, lo que traerá como secuela mayor pobreza y baja calidad de vida para sus pobladores.

Desde el punto de vista económico, la reforma agraria del gobierno militar fue un total fracaso. La parcelación en pequeñas unidades productivas de las grandes haciendas del Perú oligárquico trajo pobreza y atraso al campo. Sin la debida asesoría técnica y financiera, el minifundista se vio obligado a trabajar para subsistir, y los bajos precios que se le pagaban por sus productos subsidiaban a la ciudad. Esa situación más o menos se ha mantenido: según el censo agrario el minifundio es predominante, y difícilmente en ese contexto se puede erradicar la pobreza y el atraso. Son ciudadanos que votarán por líderes mesiánicos, esos de verbo inflamado y escasa actitud para el gobierno. Los programas que han querido apoyar al agro son más paliativos que verdaderas soluciones y, a todas luces, como están las cosas, necesariamente se debe retomar la economía de escala que permita una mejor productividad de las tierras.

Pero,  la reforma agraria trajo un hecho social y político impensable para los diseñadores del modelo: asumir la condición de ciudadanía con derechos inherentes en una mayoría de peruanos que dejaron la servidumbre y formas de explotación pre capitalistas.

Muchos migraron a la ciudad en busca de mejores oportunidades, produciéndose el proceso de expansión urbana que todos conocemos, lo que a su vez los convirtió en citadinos y a sus hijos en ciudadanos de primera categoría en un país desigual. El medio empleado para el ascenso social fue el mismo que se utilizó en distintas épocas y latitudes: la educación.

Cuarenta años después de todo este proceso, la reforma agraria nos vuelve a asaltar con un asunto colateral a esta: los bonos con los que se pagó la expropiación de las grandes haciendas. La expropiación no se pagó al contado -como ahora lo prescribe la propia constitución política- sino por medio de bonos. El estado se comprometía a pagar en veinte años la deuda agraria; sin embargo, como sucede en países como Perú, la deuda no llegó a pagarse del todo y muchos se quedaron con papeles inservibles y una vaga y lejana esperanza de ser redimidos algún día por algún gobierno que tuviese a bien honrar la obligación. Conozco familias de linaje aristocrático arruinadas con la reforma y viviendo dignamente su pobreza; otros aprovecharon el momento. Hubo de todo.

Muchos por la necesidad vendieron a precio vil sus bonos, gran parte de los cuales se encuentran en manos de especuladores que pacientemente esperaron a que el estado peruano, tarde o temprano, redima la deuda; y ahora que nuestro país se porta más serio y tiene más dinero, es hora que los pague. Y ahí viene el problema quizás más ético que legal.

El presidente del Tribunal Constitucional que ordenó el pago de los bonos de la reforma agraria fue empleado de uno de los principales tenedores de estos papeles: el Banco de Crédito. Bueno, se dirá fue empleado en tiempo pasado. Pero por ese solo hecho y teniendo en cuenta que ese funcionario de la más alta magistratura tiene derecho a votar doble, en su doble condición de miembro del TC y presidente del tribunal, debió abstenerse. Cuestiones de guardar formas, quizás “cuestiones de viejos” para muchos. De repente; pero la mujer del César no solo debe ser honrada...
Y a tal punto ha sido el escándalo luego de la votación que por allí uno de los magistrados de nuestro “guardián de la constitución” ha pedido la nulidad de su voto, con lo que se torna precaria la seguridad jurídica en torno a la polémica resolución del pago de los bonos agrarios.

No voy a entrar en el debate si la deuda agraria ya prescribió como sostiene un sector de juristas; eso es harina de otro costal. Yo creo que no, pero el asunto merece airearse. Tampoco entraré en el problema formal del procedimiento, que tiene sus bemoles, y hasta se comenta por ahí de un “escrito fantasma” que originó la resolución del TC. Habría que establecer previamente si quien suscribió el escrito tenía poder de representación suficiente y si este estaba vigente o no al momento de los hechos; así como si el Tribunal Constitucional se encontraba facultado a establecer los parámetros del pago de los bonos. Personalmente creo que eso era más competencia del legislador que del juez supremo constitucional.

Menos comentaré la propuesta, un tanto descabellada, de “justicia poética” del historiador Antonio Zapata, en el sentido de pagar los bonos solo de los que compraron legítimamente las tierras de las haciendas expropiadas durante la reforma agraria; asunto peliagudo y de difícil solución práctica. Mucho menos viable me parece la posición de los que discriminan sin mayores argumentos entre pagar a los expropiados originales o a sus legítimos herederos y no pagar a los terceros que compraron los bonos; lo cual nos traería más de un problema no solo legal y constitucional, sino internacional. Pero es un hecho que el problema tiene sus aristas y va más allá del simple pago.

Se dirá ¿qué tiene que ver todo esto con Cajamarca y en especial con los actores del affaire Conga?
La conexión es que esos actores, Gregorio Santos, el padre Arana y todos los demás, son “hijos de la revolución”, de la reforma que los convirtió en ciudadanos y que ahora reclaman sus derechos desde un plano de paridad política. Según nuestras abuelas serían unos igualados; pero son ciudadanos ya no siervos de la hacienda.

No les doy la razón en sus exigencias, porque me parece la estrategia y las alternativas de solución que plantean están equivocadas. Huelen a sebo de culebra. Los políticos regionales se han convertido en los nuevos curacas como acertadamente los califica el sociólogo Gonzalo Portocarrero. Persiguen ocupar el lugar de los antiguos hacendados y de los partidos nacionales que brillan por su ausencia; pero a su vez no rompen con el establishment, con el orden establecido, sino que utilizando un lenguaje radical y azuzando a las masas buscan “acomodarse” en el sistema. Claro, para eso se requiere identificar un “chivo expiatorio” como el culpable de todo el atraso, la pobreza y la desigualdad en la región, y darle duro y parejo. El caso de Ollanta Humala como esta suerte de líder mesiánico y salvador es el más conocido, y el más patético y decepcionante también.

Cajamarca es esencialmente minera y difícilmente el agro como está y menos el turismo pueden sustituir los ingresos que proporciona la minería. Más inteligente que la ciega oposición al proyecto Conga de Santos, Arana y compañía era aprovechar esos recursos que genera la gran minería para invertir en educación, salud e infraestructura, y que Cajamarca salga de la pobreza. Pero optaron por el camino de la demagogia y la agitación que produce muy buenos réditos políticos a corto plazo, y los resultados ya los vemos: la región Cajamarca va camino no solo a la recesión, sino a convertirse en la región  más pobre del país. Y ¿creen que a Yanacocha –la empresa concesionaria de Conga y el chivo expiatorio culpable - le ha hecho algún daño? Ninguno que no puedan paliar. Más bien su plan B es llevarse la inversión que pensaban destinar a otras regiones más amigables. Así es el capital, nos guste o no.

Cuarenta años después, los efectos económicos negativos de la reforma agraria dan como resultado que las variables sociales y políticas se muevan en otro sentido. De repente se hace necesaria una madurez de la clase política regional. Dependerá cómo solucionen los problemas de quienes dicen representar: con demagogia y más pobreza o con sensatez y pragmatismo.

Dependerá cómo estos hijos de la revolución afronten los nuevos problemas para saber si estamos ante una clase política madura y que encare con realismo los retos del siglo XXI o si estaremos ante otra oportunidad perdida.

Eduardo Jiménez J.

ejjlaw@yahoo.es

Thursday, August 01, 2013

LA GRAN CONTINUACIÓN: AL TERCER AÑO DEL GOBIERNO DE HUMALA


El pronunciar un discurso sin sorpresas es bueno, en el sentido que nos aleja de anuncios cataclísmicos, de parteaguas polarizantes como el anuncio de la estatización de la banca en el primer gobierno de García o los confrontacionales discursos de Fujimori contra los “políticos tradicionales” en los años noventa. En ambos casos, la confrontación pura y dura cavó las tumbas políticas de los dos ex presidentes. En el caso de García le costó años de ostracismo y a Fujimori la cárcel.

 

Pero si el no anuncio de decisiones apocalípticas, así como continuar con lo positivo de sus antecesores en el cargo, nos aleja de la inmadurez y los complejos de Adán; un discurso de recuentos y buenas intenciones vacías como que no satisface las expectativas. Se parece a esos sánguches light que son vistosos pero no llenan. Algo de eso pasó al escuchar este 28 de Julio al presidente Humala comenzando su tercer año de gobierno.

 

Por lo general cuando no se dice nada puede deberse a dos supuestos: u oculta algo muy secreto y no lo quiere divulgar, por lo que “distrae” con actitudes intrascendentes; o sencillamente no tiene nada que decir. Creo que en el caso de nuestro presidente fue lo segundo.

 

El cambio de la gran trasformación a la hoja de ruta y luego a la gran continuación (o gran decepción como otros la califican) fue tan vertiginoso en el ahora presidente Humala que cuesta creer en cambios tan radicales y sinceros producidos en tan corto tiempo. Un cambio tan radical y rápido como, por ejemplo, el supuesto improbable de ver de la noche a la mañana a Lourdes Flores exhortando a sus huestes a incendiar la sede central del Banco de Crédito o de la Confiep. Difícil de creer.

 

Pero a Ollanta Humala creo le sucedió lo que a muchos otros presidentes de izquierda en el continente: perdió su autenticidad cuando llegó al poder. El libreto propio fue sustituido por otro, el cual no le convence mucho ni a él cuando lo dice ni a su auditorio cuando lo escucha, pero lo debe seguir si quiere mantenerse en el poder. Por ello, cuando de vez en cuando le sale su “corazoncito chavista” se aprecia al Humala auténtico, al nacionalista que quiso comprar Repsol o estatizar la economía como único camino al desarrollo. Es el Ollanta Humala que tiene como inspiración directa la prédica revolucionaria del general Velasco, el Humala que estoy seguro se conoce de memoria los discursos del “general de los pobres”. Ese es el Humala más natural, el que de vez en cuando “sale del closet” y vuelve a meterse cuando arrecian las lluvias de críticas. Y, salvando las distancias y los personajes, lo mismo le pasaría a Gregorio Santos o al Padre Arana en el muy improbable caso que lleguen a la presidencia de la república: una vez en el poder estarían tratando de persuadir sin mucho éxito a sus seguidores que la ortodoxia económica y el dejar hacer del mercado son los mecanismos idóneos para el desarrollo (y de refilón exclamarían que “Conga va”).

 

Esas contradicciones entre “el antiguo y el nuevo Humala” lo agarran en el tercer año de su gobierno sin convencer demasiado en su nuevo papel de custodio del establishment y guardando en el desván de los recuerdos al antiguo e incendiario personaje antisistema. Lo malo es que lo coge en un momento donde el “piloto automático” de la economía no va a ser suficiente, donde los poderes fácticos están pendientes de cautelar sus intereses al menor desvío del presidente, y con un peligroso aislamiento político que lo puede hacer cometer graves errores. Y son tres años los que tiene por delante.

 

Por lo visto, la gran trasformación está enterrada y difícilmente va a resucitar; pero la gran continuación tampoco lo va a ayudar mucho.

Eduardo Jiménez J.

ejjlaw@yahoo.es