Saturday, September 28, 2013

GRADUADOS EN DERECHO DEMANDAN A SUS UNIVERSIDADES POR NO ENCONTRAR TRABAJO

La noticia la encontré en internet hace algún tiempo. La verdad pensaba que se trataba de una noticia local. De repente alumnos que se habían sentido estafados luego de estudiar cinco o seis años en alguna universidad nueva, de esas que tanto existen ahora; eso sí, con permiso de la asamblea nacional de rectores y con todas las de la ley; y que ahora se rasgan las vestiduras para exigir la “autonomía universitaria”.

Pero no. La noticia procedía nada menos que de los propios Estados Unidos. Como que en todas partes se cuecen habas.

El asunto va más por engaño al consumidor. Es decir que al ingresar les hicieron el cuento que conseguirían empleo rápido y fácil, y al final la cosa no fue tan color de rosa. Algunos de los graduandos debieron aceptar cualquier trabajo no tan bien pagado o dedicarse a labores secundarias para sobrevivir, como trabajar en tiendas por departamentos. Si acá tenemos a los taxistas más ilustrados, allá tienen a los vendedores mejor letrados. En fin, cuestión de óptica.

Con esto de la crisis, ciertas universidades norteamericanas no tuvieron mejor idea que maquillar las cifras de empleabilidad de su alma máter en el mercado, con lo que persuadían a incautos para matricularse en su escuela de leyes. Algo parecido a lo que sucede por estos lares, donde a muchos chicos se les engaña con el cuento de la empleabilidad inmediata o los modernos laboratorios de cómputo. Bonita fachada, pero poco contenido.

Por lo visto en Estados Unidos también existen las “universidades chicha”. Curiosamente cuando un nacional con gran esfuerzo va a ser un post grado en una de estas universidades de tercera del país del norte, al regreso casi tiene contratación inmediata. No importa donde haya estudiado, con tal que haya sido en Estados Unidos. Colonialismo mental que le dicen.

Quizás la demanda de estos chicos no prospere, pero por lo menos han sentado su protesta. Tampoco se puede explotar impunemente la credulidad de la gente. A fin de cuentas, no están en el Perú.
Eduardo Jiménez J.

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