No todo comenzó una
fría mañana de Enero de 2008, cuando el agente especial del gobierno peruano
depositaba la demanda ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya , sino mucho antes,
cuando un olvidado contralmirante -el controvertido contralmirante Faura- a
mediados de los años setenta del siglo pasado advertía en un libro que no
estaban delimitados los límites marítimos con Chile y exhortaba a solucionar
esa agenda pendiente. Continuó en la década siguiente cuando la cancillería
peruana hace suya dicha tesis y empezó la etapa del diálogo hasta agotar el
trato directo con el estado chileno y pasar a la siguiente fase, donde un
tercero (la Corte
de la Haya )
dirima el asunto.
Curiosamente el
asunto de los límites marítimos con Chile fue uno de los pocos casos donde
existió una política de estado que significó continuidad a través del tiempo y
los distintos gobiernos: las personas iban rotando pero la política trazada
desde Torre Tagle continuaba. Incluso la tesis de “las cuerdas separadas” era
de la cancillería, a fin que no enturbie las relaciones económicas mutuas. Y,
cosa rara también, significó un consenso de la clase política peruana,
caracterizada no tanto por su fraternidad.
No solo es una
victoria jurídica para nosotros, sino moral. Significa ganarle en derecho al
país que nos ganó en la guerra del Pacífico. Ojalá se pueda superar
definitivamente “el trauma de la guerra”; aunque ello no dependerá solo de
nosotros, sino también de nuestro vecino. Significa voluntad política y buena
fe de ambos gobiernos de acatar y ejecutar el fallo lo más pronto y
serenamente.
Es cierto que gracias
a nuestras relaciones comerciales y de inversión gran parte de esa desconfianza
mutua ha ido amenguando. Los chilenos fueron los primeros en venir a invertir
acá cuando se abrió nuestra economía, luego nosotros fuimos allá con nuestra
gastronomía y comenzamos a abrir restaurantes peruanos por doquier. Nuestra
cultura -por lo menos en la costa- se ha contagiado imperceptiblemente y para
bien de cierta “chilenización”, y los chilenos gracias a los miles de migrantes
peruanos se ha contagiado de parte de nuestras costumbres (de las buenas y de
las otras también). Estamos dentro de la Alianza del Pacífico que, más allá de las rivalidades
naturales, ha permitido sumar intereses y esfuerzos. Ya no hablemos de la
complementariedad de dos ciudades cercanas como Tacna y Arica y que mereció una
declaración conjunta de ambos alcaldes antes del fallo. Existe integración no
solo económica, sino también social y cultural. Nos guste o no se está
construyendo un “destino común”.
Así como Ecuador “se
sacó el clavo” con la victoria militar sobre nosotros en Tiwinza en la década
de los noventa y permitió abrir paso a las negociaciones de paz definitivas
(otro mérito de la cancillería de Torre Tagle); igual puede suceder ahora y
cerrar definitivamente las heridas del pasado. Dependerá que el hecho jurídico
que es la sentencia de la Haya
se convierta en hecho político. Países con tradición de encono peor que la
nuestra lo han conseguido. El futuro post 27-E está abierto.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
No comments:
Post a Comment