Monday, May 05, 2014

DOS NUEVOS SANTOS EN LA IGLESIA CATÓLICA

El mundo católico ha presenciado y vivido la elevación a estatus de santo a dos papas, hecho inusual y cuya característica común es que fueron los más carismáticos de la Iglesia en los últimos cincuenta años.

Más allá de los posibles “milagros” atribuidos a los ahora dos santos, así como la fe de los creyentes, se encuentra el hecho que una institución milenaria y que a su vez es un estado político haya tenido necesidad de un proceso de santificación tan rápido en el siglo XXI. ¿Por qué?

Creo que frente a los graves problemas que hoy día enfrenta la Iglesia Católica, entre otras estrategias, ha visto necesario contar con dos “héroes contemporáneos” que sirvan de aliento y ejemplo a la feligresía en un mundo bastante escéptico, y mitigar los problemas existentes al interior de la Iglesia (pederastía, corrupción en las altas esferas, escasez de nuevos servidores religiosos, peligro de anacronismo frente a los grandes debates del mundo contemporáneo).

Toda institución, laica o religiosa, necesita héroes, referentes que sean ejemplo que la institución y la ideología que están detrás, siguen vigentes, son “las correctas”, y puedan ser el paradigma a seguir, otorgue un referente de unidad a los militantes y capte nuevos simpatizantes. Los “héroes” cumplen esa función, muchas veces contra sus propios designios personales. Ejemplo del lado “ateo” lo puede ser el Che Guevara en la segunda mitad del siglo XX. Cohesionó después de su muerte a los movimientos comunistas y progresistas, sobretodo del llamado Tercer Mundo. Quizás el Che jamás se propuso ello, pero terminó siendo un icono post mortem y “santo laico”.

Algo similar ha pasado con los dos papas que han subido a los altares. Probablemente jamás se les cruzó por la mente ser santificados algún día; pero sus imágenes y prédicas serán usadas para un propósito subalterno a lo que ellos se propusieron.

Y si bien los dos papas santificados son los más carismáticos de los últimos cincuenta años, las coincidencias terminan allí. Me parece no es casual que uno, Juan XXIII, haya sido el de la apertura de la iglesia al mundo, el del Concilio Vaticano II; mientras el otro, Juan Pablo II, fuera el papa de la reacción, de la vuelta al conservadurismo y a las tradiciones, y el silenciamiento de las voces del denominado cristianismo de izquierda, aquellos seguidores de la Teología de la Liberación.

Creo que la propuesta de ambos papas ha sido producto de un “toma y daca” dentro de las altas esferas del Vaticano. En buen romance: una transacción en la lucha por el poder entre la facción progresista y la facción conservadora. Se eleva a los altares en tiempo record a Juan Pablo II, pero también al “papa bueno”, a Juan XXIII. Y en ambos casos festinando trámites y hasta cantidad de milagros.

Tan graves problemas debe estar atravesando la Iglesia de Pedro, que no sería raro que de aquí a algunos años comience el proceso de santificación del papa Francisco. Se comience a buscar “milagros” que haya hecho después de muerto, se abrevie trámites para subirlo a los altares, se busque testimonios de fe. No sería raro.
Eduardo Jiménez J.



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