Por: Eduardo Jiménez J.
@ejj2107
Por regla las segundas partes no llegan a
estar al nivel de la primera. Es muy difícil. Existen excepciones en el cine,
pero escasísimas. Asu mare 2 confirma
la regla, no la excepción.
Es cierto lo que mucha gente entendida en
cine ha dicho sobre el filme. Es bastante limitado, comedia que se queda en el
gag superfluo, la risa fácil. Es cierto.
Pero no menos cierto es que la siguen
millones de espectadores. Algunos dirán se debe a la expectativa. Muchos vieron
la primera y, acompañado de los nombres conocidísimos en el medio, quieren ver
la continuación, para “pasar el rato”. Y otros optan por la explicación
facilista del éxito obtenido gracias al márketing. (Como que el márketing
puede, per se, levantar un film; sino pregúntenles a los innumerables blockbusters que fracasaron en taquilla
con márketing y todo).
Ahí es donde se equivocan algunos “críticos
de cine” (muy leídos y muy versados en la materia): el público no busca un
producto de calidad, ni una obra de tesis. Únicamente busca pasar el momento,
sin importar demasiado “la calidad” de la película. Y si hacemos un símil
gastronómico: van por una hamburguesa con su respectiva gaseosa (barata de
repente), que por un plato exquisito acompañado de buen vino (caro de repente).
Y ello es lo que Asu mare satisface. Un consumo masivo que no se encuentra exento
del cuidadoso estudio de mercado (que sirve de soporte al éxito de la cinta, no
lo explica). Y hay que agradecer que por el enorme éxito de la saga se esté
consolidando un “cine de género” en el Perú que esperemos siga en forma
ascendente, con una estela de nuevas producciones como las vistas en los tres
últimos años, tanto en la capital como en las regiones. No todo será “obras de
culto”, que esas las ve (las vemos) siempre una escasa minoría. (Sonaba a
ingenuidad pura lo que señalò un “crìtico” para descalificar el filme, en el
sentido que la gente no se acordaba ni del nombre del director de la cinta: la
gente nunca se acuerda de esos datos, salvo que sea un cinéfilo consumado).
Recuerdo que hace años el desaparecido
Armando Robles Godoy, cineasta y un tipo muy inteligente, dijo algo como que de
cien películas que se hagan en el país, diez serán buenas. Y eso.
Armando tenía razón. Y es necesario que se
realicen las cien para consolidar una industria del cine. No interesa que las
noventa restantes sean malas. Sino, ¿cómo creen que se consolidaron industrias
cinematográficas en otras latitudes? Pregúntenles a los mexicanos, brasileños o
argentinos, para no ir muy lejos.
El problema de la calidad técnica y artística
es un problema que no solo se encuentra relacionado con cuestiones formales y
presupuestarias (a mayor calidad técnica y de acabados, el costo es mayor, y
viceversa); sino también con criterios de cultura críticos o autocomplacientes.
En otras palabras: se busca mejorar el producto con estándares altos de calidad
(buen guión, buena dirección de actores, acabados técnicos, etc.), o se
conforman los productores con los estándares mediocres y facilones. Es evidente
que Asu mare 2 optó por lo segundo.
Ello trae a su vez otro tema concurrente. El
de los subsidios y la protección del estado como cuotas de pantalla y
tributación. No estoy en contra, ciertas películas los necesitan; pero con
subsidios y proteccionismo puro no despega una industria. Son un elemento
apenas. El Free market y la
competencia son básicos. Pero, igualmente, como elemento solitario, el libre
mercado tampoco ayuda mucho, porque nos puede llevar a una chatura conformista
como la que vemos en la tv de señal abierta: lo que le gusta a la gente. Lo ideal sería una sabia combinación de
proteccionismo y dejar hacer. De políticas culturales e industriales con
voluntad del estado de ejecutarlas (que a la fecha no existen) y de acción de
los privados a través del mercado.
Incluso para que esta estela de películas de
los últimos años no sea apenas una brisa de verano y pueda tener futuro, cuando
ya la influencia de la “película ancla” haya desaparecido, son necesarias las
políticas de estado y su continuidad en el tiempo. Instituciones que le dicen.
(Aunque reconozco también que por los infinitos “TLC” que estamos firmando aquí
y allá, esas políticas nacionales van a estar subordinadas a otros intereses).
Pero Asu
mare 2 también atrae por un “mensaje”, como el de la anterior. Si la primera
parte era un canto al emprendedurismo,
al chico pobre que surge de la nada y con todo en contra, proveniente de un
hogar disfuncional donde la ausencia del padre es notoria, como sucede en
millones de hogares peruanos (y latinoamericanos), retrato de la realidad
social de miles de connacionales que se identificaban en el filme (y que por
eso se podían reír libremente, haciendo una suerte de catarsis), peruanos que
conforman esa nueva clase media del Perú de las últimas décadas; la segunda
“sella” el ascenso. Esta vez “el trofeo” es la chica de clase alta. De allí que
el papel de Emilia es casi anodino. Es solo “el premio” para el winner.
Ya no estamos en la época del “plebeyo”, del
amor imposible de la mujer de alta
condición, “aunque su sangre también tiñe de rojo”. Estamos ahora en la
época del ascenso social “como sea”, de las condiciones que permiten pasar a
otra posición social, algo impensable en la época de nuestros abuelos. Es
quizás la revolución silenciosa más importante del Perú del tercio final del
siglo XX e inicios del actual que está dando lugar a una nueva fisonomía de la
sociedad peruana (y que mis amigos izquierdistas ni vieron venir por asomo,
imbuidos en sus clásicos del marxismo).
Ese nuevo Perú es mezcla de ciertos valores conservadores y otros progresistas.
Nos guste o no. (A nosotros nos llegó, como otros hechos, tardíamente, la ética protestante y el espíritu
capitalista que alude Weber, a través de las cientos de iglesias
evangélicas que se afincaron por acá en la segunda mitad del siglo XX: la
cultura del trabajo bien visto a los ojos de Dios, del esfuerzo propio –el self of men-, el emprendimiento, son valores que en gran medida provinieron de los
centros evangélicos instalados).
Es evidente que en la segunda parte se nota
más ficción, a diferencia de la primera, más “testimonial”; y con todo ambas
forman un díptico que permite leer a este nuevo Perú. (Y la película,
ideológicamente hablando, tiene un tufillo conservador, pero eso ya es harina de otro costal).
Es indudable que la cinta no pasará a la
historia de lo mejor del cine peruano; pero permite ver otras cosas para quien
quiera ver.
ASU
MARE 2
Dir: Ricardo Maldonado
Guión:
Carlos Alcántara, Alberto Rojas
c/
Carlos Alcántara (Cachín), Emilia Drago (Emilia), Christian Meier (Ricky), Cecilia
Natteri (mamá)
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