Por: Eduardo Jiménez J.
@ejj2107
Por
Venezuela perdí, hace unos nueve años, a mis últimos amigos de izquierda.
Encandilados con el “socialismo del siglo XXI” de Hugo Chávez, porfiaban en que
esa “era la ruta” para América Latina. Medio en serio, medio en broma, los reté
a esperar veinte años (que no son nada en la historia): si “el camino a seguir”
era el socialismo del siglo XXI del
“comandante Chávez” o más bien lo era la apertura en lo económico y la
consolidación de la democracia en lo político.
La
verdad no tuve que esperar veinte años. Bastó poco más de cinco para ganar la
apuesta.
Es
que el “socialismo del siglo XXI” no era otra cosa que un programa estatista e
intervencionista del estado, con un aire nacionalista; como el que tuvimos
nosotros, en Perú, con el gobierno del general Juan Velasco Alvarado (a quien
Chávez admiraba enormemente); y las largas colas para obtener los productos de
primera necesidad nos recuerdan al desastre económico que sufrimos en el primer
gobierno de Alan García. Ya lo habíamos experimentado en carne propia.
No
obstante, cierta izquierda (y ciertos gobiernos “de izquierda”) se empecinan en
callar y mirar hacia otro lado. No solo en Perú, también en todo el barrio
(AL). Es preocupante. Dictadura es dictadura, sea de izquierda o de derecha. Lo
otro sería relativizar una (la dictadura “de izquierda”) argumentando “fines
sociales”.
En
ello coincido con Levitsky: la izquierda debe pronunciarse contra el recorte de
derechos a los opositores al gobierno de Maduro, más allá de las simpatías o
antipatías que les tengamos a los perseguidos y encarcelados políticos
venezolanos. Como bien señala, fue gracias a la defensa de la democracia en la
región que consolidamos sistemas más igualitarios y de inclusión social. Fue
gracias a la defensa de los derechos fundamentales en la época del terrorismo
que pudimos consolidar un estado de derecho en los peores momentos.
Es
verdad que a los ricos no les interesa mucho la defensa de la democracia. Ellos
tienen formas de llegar a los que detentan el poder y de hacer sus negocios. Con democracia o sin
democracia. (Un rico, en cualquier tipo de gobierno, tiene medios para llegar
más fácilmente a quien tiene el poder que un pobre trabajador). Es a los
sectores medios y populares a quienes más les interesa defender el sistema; sea
que atente contra el mismo un sátrapa como Nicolás Maduro, aparentemente de
“izquierda”, o algún recalcitrante de derecha.
Tarde
o temprano Maduro y el régimen que heredó de Chávez van a caer. (La Historia
enseña que una dictadura no se sostiene eternamente). Lo lamentable será que el
costo de la recostrucción del país llanero será elevado; y el costo será mayor
conforme se ahonde mucho más la crisis que sacude al hermano país. Y, como
siempre sucede, lo pagará principalmente el pueblo y la clase media (los ricos
tienen como defenderse cuando las correas se ajustan).
En
esta hora crítica para Venezuela no se puede mirar hacia otro lado. No vaya a
ser que la historia los absorba y los digiera, como ya sucedió en tiempos
pasados.
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