Monday, June 15, 2015

800 AÑOS DE LA CARTA MAGNA

Por: Eduardo Jiménez J.
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       @ejj2107


A regañadientes el 15 de Junio del año del Señor de 1215, el rey Juan sin Tierra firmaba un documento que otorgaba derechos y garantìas a la nobleza. Ese documento se conociò como la Carta Magna, y si bien al poco tiempo fue desconocida por el propio rey y sujeta a innumerables enmiendas posteriores, dio inicio a un cambio histórico inimaginable para los actores que suscribieron el documento 800 años atrás.

Como sucede con todo hecho que trasciende, los actores involucrados no tuvieron conciencia de cómo repercutiría la acción en el futuro. La nobleza, a favor de la cual se le concedía una serie de derechos, lo único que quería en ese momento era controlar las arbitrariedades del rey y que sus decisiones no la perjudiquen económicamente. Obvio que no buscaba ni la igualdad social (que no le convenía) y menos económica (que le convenía menos).

Dentro de sus intereses de clase buscaba controles al poder político y así nace uno de los aspectos más resaltantes del constitucionalismo moderno: los controles al poder y las garantías al ciudadano.

Igual sucedió con otra garantía que ahora es lugar común: el ser juzgado imparcialmente y el derecho a ser escuchado. Los nobles ingleses consiguieron que sean juzgados no por el rey, sino por sus iguales, es decir por otros nobles. El juicio justo y el nacimiento de una institución sajona que hemos visto mucho en películas y series de televisón: el jurado compuesto por iguales al inculpado y que al final de cuentas determina si es inocente o culpable.

Ya no hablemos del consejo deliberativo del rey que daría posterior nacimiento al parlamento moderno; al igual que la aprobación por la misma nobleza de todo impuesto (que significa, como antaño, extraer dinero del bolsillo de todos nosotros), lo que dio pie al principio de la creación de tributos sólo por ley expresa del Parlamento, sin injerencia del Ejecutivo.

Pero la Carta Magna no fue el único instrumento que concedió garantías a los súbditos (decir ciudadanos en aquella época era mucho decir). Existieron otras cartas que abrieron las posibilidades de más libertades, como la de los fueros españoles, incluso anterior en fecha de dación; pero, como sucede con otros documentos históricos, la celebridad se la llevó el documento inglés.

Quizás la Carta Magna se llevó el crédito de “piedra angular” de las instituciones políticas y constitucionales que hoy en día conocemos debido al novedoso desarrollo constitucional y control político que contenía en germen (y que no estuvo exento de luchas y guerras civiles), y la “creación” de lo que conoceríamos como democracia representativa, así como ser inspiradora de las constituciones norteamericana y francesa.


La lección es que los derechos y libertades no nacen de la buena voluntad del gobernante, son más bien producto de las tensiones y luchas entre sectores sociales y económicos, lo que da lugar a una cristalización jurídica. Nosotros, en América Latina, hacemos al revés: pensamos que la ley podrá cambiar la realidad; algo así como un pase “mágico” a otra dimensión, y por eso muchas veces nos estrellamos con la dura realidad. Valga esta pequeña reflexión por los 800 años de la Carta Magna.

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