Wednesday, October 21, 2015

LAS BAMBAS, LA REUNIÓN DEL FMI-BM, EL TPP, EL MURO DE LA VERGÜENZA



Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107

Vamos a referirnos a cuatro sucesos que, por razones cronológicas, han coincidido en el tiempo y subterráneamente se encuentran entrelazados: la resistencia al proyecto minero Las Bambas, la asamblea del FMI y BM, el recientemente aprobado Acuerdo Tras Pacífico y el muro que separa parte de los distritos de San Juan de Miraflores y Surco, conocido como “el muro de la vergüenza”.

Que existen grupos antimineros que por oficio están allí para oponerse a cualquier proyecto minero, los hay. Pero no menos cierto es que el proyecto original de Las Bambas sufrió cambios al tenerlo ahora en sus manos una empresa china, como el referido al traslado del mineral por tierra y no por un ducto subterráneo como originalmente estaba concebido. Sin ser demasiado ambientalista, la verdad que el cambio afecta el entorno del ecosistema y a los pobladores aledaños.  Es como si al costado de tú casa salieran a todo momento, mañana, tarde  y noche, volquetes cargados de mineral, aspirando los vecinos polvo tóxico todo el día. Obvio que no te va a gustar.

Que se debe hacer algo, es indudable. Que Las Bambas haría subir un par de puntos porcentuales nuestro alicaído PBI, también lo es.

Lamentablemente el gobierno de Humala, por su debilidad y falta de visión, entierra el pico. No se compra los pleitos como su homólogo Correa, que es conciente que los recursos naturales son parte importante de la renta nacional y el desarrollo del país.

Salidas existen. El hecho es que se pongan de acuerdo y de paso se modifique la distribución del canon minero y parte vaya directamente al bolsillo de los pobladores afectados. Incluyendo, de ser necesario y previo consenso con la población afectada, una reubicación de los centros poblados aledaños al proyecto.

Es cierto que buscar una salida consensuada es como buscar “la cuadratura del círculo”, por lo difícil del tema, y más fácil es suscribir “actas de acuerdo” para luego incumplirlas el propio estado; pero existen experiencias exitosas, aunque requieren mucho de “ingeniería social”, paciencia y buena voluntad, amén de decisión política. Sino, los “antimineros” seguirán ganando agua para su molino.

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El otro hecho destacable fue la realización de la asamblea anual de gobernadores del Fondo Monetario Internacional y el Grupo Banco Mundial en el Perú.

Mientras aquí nos debatimos entre “las agendas de Nadine”; la solitaria candidatura de  Alan en las primarias apristas, amén de cargar con la culpa de los narcoindultos; o si PPK y Verónonika Mendoza deben renunciar a sus pasaportes extranjeros, a los que se aferran con uñas y dientes; afuera nos ven con “sana envidia”, como una economía sólida, un país que pudo remontar sus problemas y el que más crece en la región. Claro, no todo es maravillas, nos falta mucho trabajar la institucionalidad y alternativas frente al estancamiento de las materias primas, así como ajustar “el modelo” económico a las necesidades del nuevo entorno.

Satanizados al extremo antaño, no es poca cosa que el FMI-BM hayan realizado la asamblea por estas tierras. Significa que el Perú “está en vitrina”, algo impensable apenas 25 años atrás, cuando comenzaron todos los cambios económicos, época en la que nadie daba ni un sol por nosotros. Cuando teníamos que “rogar” a los inversionistas (con “contratos ley” incluidos) que vengan a un país todavía azolado por el terrorismo y la falta de seguridad jurídica.

Muchos dirán que esto no era lo que pensaban para el país o que no era el Perú de sus sueños.

Es cierto (y me incluyo en ese grupo), pero de nuevo se confunde lo que uno quiere, con lo que es. Y este nuevo (y a la vez viejo) Perú es parte de un proceso inacabado. “Cerrar brechas” entre la ruralia altoandina pobre, todavía resentida y con mucha pobreza evidente, y una costa más próspera y con más oportunidades, que ha sabido “enganchar” con los TLCs suscritos.

Ese cerrar brechas no solo es económico, es también social  y político, e incluso ideológico. Significa, entre otras asignaturas pendientes, reformar el modelo regional imperante, que más ha constituido cacicazgos locales que resultados efectivos a favor de la población, y significa igualmente reformar el sistema de representación política. No la reformita light que se está cocinando en el Congreso (es como pedirle reforma y ánimo de enmienda a un carterista), sino una reforma estructural, que nazca de la sociedad, cosa más compleja.

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Ello nos lleva a la reciente aprobación del Acuerdo Tras Pacífico (TPP, por sus siglas en inglés). Mientras nos afanamos en las cosas menudas de nuestra política local, muy pocos han reparado en la suscripción del acuerdo y las repercusiones que puede traer, sobretodo en el precio de las medicinas y la protección que revestiría a las empresas trasnacionales, muchas de ellas relacionadas con la industria farmacéutica.

Está bien que se suscriba acuerdos comerciales, mientras más, mucho mejor; pero varios de estos tratados, están tocando cuestiones como propiedad intelectual y prolongación en el tiempo de la protección a las patentes, incluyendo las de medicamentos.

Es público y notorio que muchos medicamentos “de marca” tienen un precio mayor acá que en países vecinos. Asimismo, muchas empresas farmacéuticas afuera vienen siendo compradas por otras más grandes (las llamadas big pharma), que no han invertido un dólar en investigación y solo especulan con el precio de los fármacos de las empresas compradas.

El secretismo con el que se llevó a cabo las negociaciones del TPP conlleva suspicacias. Sería bueno que se “airee” en un debate público y franco, antes que el Congreso lo apruebe, o se aplique las cláusulas de excepción en materia de medicamentos antes de aprobarlo a rajatabla.

Sería irónico que los nacionalistas (los que sobreviven al hundimiento del barco) aprueben un tratado lesivo a los intereses nacionales. Crónica de una tragedia que terminó en farsa, aptitud bastante usual por estas tierras, donde los negocios se acuerdan, como dice el conocido tango, a media luz.

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Y hablando de ironías, justo cuando teníamos un acontecimiento de la envergadura de la asamblea mundial, donde se habla de cerrar brechas sociales, salió a luz la noticia del muro (con alambrada de púas y todo) que separa parte del distrito de San Juan de Miraflores con el de Surco. Un distrito populoso y pobre, de otro clasemediero tirando para alto. Construcción de privados con la complacencia de los sucesivos gobiernos distritales de Surco, el “muro de la vergüenza” dice mucho de la segregación que todavía se vive y se padece en nuestro país, pese a los notables cambios que vivimos en los últimos cuarenta años. En otras ciudades, de acá nomás, de América Latina, ese muro hubiese sido impensable; pero estamos en el Perú, donde todavía respiramos un aire rancio a aristocracia virreinal, a apartheid del otro, como en el cercado de la Lima colonial, donde ciertas autoridades no se inmutan frente a la palabra igualdad y trato horizontal. El muro de la vergüenza es un síntoma que en el Perú todavía no hemos superado muchas taras sociales.


Thursday, October 15, 2015

KEIKO CAVIAR



Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
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       @ejj2107


Muchos se han rasgado las vestiduras por el giro al centro de Keiko Fujimori. El más visible nuestro Nobel. Olvidan que una cosa son los deseos y odios políticos, y otra la realidad. Y la que manda siempre es nuestra realidad que, por las encuestas, refleja que el electorado no ve con malos ojos la candidatura  de “la hija del dictador”. Es más, muchos guardan un grato recuerdo del gobierno de Alberto Fujimori y lo consideran como uno de los mejores presidentes que ha tenido el país, y ven una suerte de continuidad y “justicia poética” en la elección de su hija.

Que de repente todavía no tenemos inscrito en nuestro ADN político la democracia como mejor forma de gobierno, es posible. Que no nos importe demasiado un gobierno autoritario, también. Pero es nuestra realidad, nos guste o no. La verdad, somos pocos los que nos preocupamos por la institucionalidad democrática. (Modestamente, como buen converso, me incluyo en el grupo).

¿Qué Keiko puede llegar a ser presidenta? Es probable. Como diría Sarah Connor en Terminator 2: el futuro no está escrito. Y, en política, menos; sobretodo en nuestra voluble política nacional, apenas unas variables que pueden cambiar de sentido en pocas semanas. Pero, creo que nadie en su sano juicio podrá creer que Keiko Fujimori repetirá el gobierno de su padre, con escuhas, grabaciones y compra de conciencias y medios por doquier. Difícil, la coyuntura es otra. Es más, como bien señaló Hugo Neira en una entrevista, los reflectores estarán permanentemente puestos sobre ella de llegar a la presidencia, lo que hará imposible salirse del carril democrático.

Keiko sabe bien que el antifujimorismo es fuerte y si bien tiene un “voto duro”, leal a ella, necesita de ese centro político que la haga ganar, si puede en primera vuelta, mucho mejor. De allí sus declaraciones y estrategias, como buscar asesores y gente de la oposición a su padre, tal el caso del ex ministro del interior de Toledo, Fernando Rospigliosi.

Desfujimorizar el fujimorismo, es su consigna.

No es la primera en intentarlo. Como lo recuerda Aldo Mariátegui en una reciente columna, es el caso de Marine Le Pen en Francia, con amplias opciones de ganar la presidencia, quien no dudó en expulsar a su propio padre del partido que fundó, por las declaraciones marcadamente xenofóbicas de este (una suerte de Isaac Humala de derecha) a fin de “mover” al partido hacia el centro político. El otro es el de la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-Hye, hija del sanguinario ex dictador surcoreano Park Chung-Hee, quien también se desplazó al centro político, con disculpas incluidas, y ganó las elecciones. ¿Qué se ha convertido en una versión femenina de su sanguinario y corrupto padre? Ni remotamente. Park Geun no se desplaza un ápice del carril democrático.

Y se olvida que en nuestro lindo Perú, Ollanta Humala hizo lo mismo para ganar las elecciones en el 2011. Con fuerte olor a chavismo y a autocracia, enterró la gran transformación y sacó a luz una hoja de ruta más democrática y potable. Se corrió al centro polítco, con bendición y todo de nuestro querido Nobel, que fungió de garante político. El resultado ya lo conocemos.

Un partido político con resonancia más allá de la coyuntura se forja por condiciones sociales, no por inscripciones formales y exhibición de locales, como se pretende en la reforma que lleva a cabo el Congreso. Un verdadero partido político nace de las luchas y contradicciones sociales. De las “pruebas” que le impone el contexto adverso. Fue el caso del Apra en los años veinte del siglo pasado o de Acción Popular en los cincuenta. El fujimorismo está por convertirse en el partido de masas que antaño le cupo al Apra. Y de nuevo digo: nos guste o no.

Mis amigos caviares deberían percatarse que quien invita a Keiko a la Universidad de Harvard fue nada menos que Steve Levitsky, caviar gringo por antonomasia y totalmente alejado de las posiciones de derecha. Levitsky será caviar, pero es inteligente, y, si la invitó, por algo será.