Por: Eduardo Jiménez J.
@ejj2107
Las resoluciones contradictorias dadas
por un mismo órgano electoral (el Jurado de Lima Centro) revela no solo las
presiones políticas que posibilitaron admitir la candidatura de Julio Guzmán,
sino las presiones que vinieron después de parte de otros contendores que no
vieron con buenos ojos como el Jurado de Lima Centro avalaba que entre a la
competencia electoral el candidato de Todos por el Perú.
La noticia ha dado la vuelta al mundo,
colocándonos a nivel africano en materia electoral (con el perdón de los africanos).
Creo que ni en las dictaduras más sofisticadas se les habría ocurrido estas
maromas electorales.
Más allá de los problemas que ha
traído aplicar los cambios en la Ley de Partidos Políticos cuando la
convocatoria a elecciones ya se había producido, “cambiando las reglas iniciado
el juego”, la decisión del órgano electoral denota evidentes presiones de
grupos de poder para excluir una candidatura que significa un bolsón de cerca a
un quinto de electores. No es poca cosa.
Lo sucedido no obedece solo a una
legislación electoral deficiente e incompleta (responsabilidad de los propios
partidos políticos que en el Congreso solo “maquillaron” la norma), sino a la
carencia de instituciones sólidas.
Como bien señala David Sulmont, el fetichismo legal reemplaza a las
instituciones, cuando estas no son sólidas. La cultura del “papel sellado” sustituye
a la realidad política. Si aparentemente se cumple con las reglas de democracia
interna, el órgano electoral autoriza una candidatura, sin fiscalizar –nunca lo
hace- si el contenido de esa acta refleja la realidad.
Para ello basta saber que de los 19
contendores, solo dos cumplieron con elecciones internas impecables: Acción
Popular y Frente Amplio, este último incluso con participación abierta a
ciudadanos no partidarizados.
El no haber accedido el propio
Congreso, vía la reforma electoral, a que la ONPE supervise las elecciones
internas de los partidos, ha conllevado los problemas que vemos ahora. Actas
que en un momento “producen convicción” y después ya no la producen.
Mientras no tengamos instituciones
sólidas, y estemos en un panorama electoral complicado como el actual,
problemas como el suscitado, seguirán generando inseguridad jurídica; y será
motivo para que los poderes fácticos, amparándose en el “papel sellado”,
presionen más a los órganos electorales, a fin de ganar el partido en mesa y no
en la cancha. A río revuelto…
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