Wednesday, April 20, 2016

EL NUEVO CONGRESO



Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107


La composición del nuevo congreso refleja las tendencias mayoritarias de los partidos que obtuvieron la más alta votación. El “efecto arrastre” de los tres que quedaron con la más alta votación; pero también otros hechos que son importantes deslindar.

Es sintomática la aplastante mayoría de Fuerza Popular: alrededor de 72 congresistas (55% del total de parlamentarios); lo que a su vez retrotrae preocupaciones de lo sucedido en los años noventa: el abuso de poder por quienes detentan un poder absoluto.

Usualmente, un gobierno con amplia mayoría legislativa no hace caso a las minorías y comete más errores. Fue el caso de Belaunde en su segundo gobierno en los ochenta, el primer Alan García en el 85 y, claro está, Fujimori en los 90. Gobiernos con amplias mayorías se muestran arrogantes y autosuficientes al no necesitar consensos con otras bancadas. En cambio, gobiernos con minorías relativas como Toledo, Alan II y Humala necesariamente tienen que concertar con otras fuerzas políticas. No siempre salen las cosas bien (fue el caso de la conocida “repartija” de los cargos en los organismos constitucionales), pero por lo menos lo intentan.

La pregunta es si un gobierno de Keiko repetiría la actitud arrogante mostrada por los fujimoristas en el pasado. Quizás la única forma de garantizar lo contrario, más allá de las naturales especulaciones, sería comprometerse desde ahora a otorgar las presidencias de comisiones clave como Constitución, Presupuesto o Defensa a la oposición e, incluso, ceder en un momento la presidencia del Congreso a los grupos minoritarios. ¿Quimeras solamente? Quizás, pero haría más viable la desconcentración de poderes.

Y, en el supuesto que PPK gane la segunda vuelta, necesariamente tendrá que concertar con la bancada fujimorista, lo cual no creo sea tan problemático, considerando que sus planes de gobierno en materia económica son bastante similares.

La segunda mayoría la tiene el Frente Amplio: son los veinte que entrarán al Congreso gracias a la locomotora que significó la candidatura de Verónika Mendoza. Pero existe un detalle que los diferencia de la bancada naranja. Mientras los fujimoristas usualmente son disciplinados, con escaso índice de trasfugismo, también cuentan en su haber con un tercio de congresistas reelectos. Ello significa que tienen experiencia parlamentaria y van a poder “orquestar” mucho mejor al interior de la bancada; lo que no sucede con los congresistas de la flor, que de los 20 apenas 3 son reelectos. Tampoco sabemos como marchará la disciplina parlamentaria, si serán proclives a formar bancadas propias luego de alguna crisis seria; o si acatarán el dictum de Verónika Mendoza o de Marco Arana, “dueño” de la marca FA. Lo peor que le puede pasar a la izquierda es que la promesa de los veinte se diluya en minibancadas y trasfuguismos diversos y termine su firme oposición en eso: solo promesas. Sería trágicómico.

Igual sucede con los 19 de PPK. Casi todos nuevos, sin mucha experiencia parlamentaria. Los ppkuyes van a estar un poco perdidos los primeros meses de labor legislativa. Si gana PPK la segunda vuelta, se mantendrán fieles; si pierde, se podría producir una fragmentación e ir cada uno por su lado. Es lo máximo de fidelidad que tienen agrupaciones cuya unidad partidaria es bastante endeble.

En cambio, la bancada del Apra (ex Alianza Popular) con apenas 5 congresistas -todos de la estrella- tiene la ventaja que el cien por ciento son reelectos. Tienen amplia experiencia parlamentaria y más que seguro parecerán 50 al momento de las declaraciones o los actos políticos trascendentes. Aparte que el Apra tiene una amplísima experiencia legislativa, lo que no sucede con los otros grupos mayoritarios. Igual ocurre con los de Acción Popular, la mayoría repite el cargo.

Eso sí, ambos grupos políticos deberán concertar alianzas para formar bancada (se requiere un mínimo de seis congresistas), lo que no les será difícil dada su amplia experiencia.

Una reflexión final. Con el actual sistema de sufragio en simultáneo para la presidencia y el congreso, la candidatura presidencial usualmente “arrastra” a la lista parlamentaria (aunque la excepción en estas elecciones fue el caso de Alan: allí sucedió al revés, su lista obtuvo más votos que él). Quizás ya es hora de independizar ambos procesos. La elección por la lista parlamentaria puede ser algún tiempo después de la presidencial, incluir una renovación por tercios, distritos uni o binominales a fin que la población conozca de cerca a su parlamentario, incentivar una “carrera política” entre los más jóvenes que puede comenzar como regidor en un distrito (felizmente algunos partidos ya lo están haciendo). Son planteamientos que requieren concertación entre las distintas fuerzas políticas que componen el nuevo congreso. Veremos si tienen interés en efectuarlas o continúa el caudillaje más que la práctica institucional.



Wednesday, April 13, 2016

CONCLUSIONES PRELIMINARES DEL 10 DE ABRIL



Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
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1.- Las dos terceras partes del electorado optaron por candidaturas que expresan “la continuidad del modelo económico” y no por el cambio del mismo, como sostenían tercamente en el Frente Amplio.

2.- Tampoco optaron las mayorías por cambios radicales de constitución política e inciertos saltos al vacío. La mayoría prefirió más bien conservar lo que tiene e incrementarlo de ser posible.

3.- Igualmente, la mayoría optó por una libertad económica, pero también por una presencia más activa del estado. Servicios que presta, regulación de ciertos precios, seguridad ciudadana, presencia sancionadora a empresas que abusen de su posición de dominio. La ideología del “mercado puro” ya no convence, salvo a los dogmáticos.

4.- Si bien será inviable un cambio radical de constitución política dada la nueva estructura del Congreso, ello no quita aspectos puntuales de reforma de la carta vigente: composición del JNE, del CNM, elevación a estatus constitucional de ciertos organismos como Indecopi. Y un tema tabú que debe verse con serenidad: las empresas públicas del estado. No queremos regresar a la situación anterior a 1990, pero como sucede en varios países de Occidente, el estado tiene sus empresas para ciertos fines estratégicos.

5.- Asimismo, el Congreso electo deberá avocarse como punto principal de su agenda a la reforma del sistema electoral, a fin de evitar todos los problemas y errores cometidos en el presente proceso. Puede comenzar derogando la malhadada ley 30414, remedio que resultó peor que la enfermedad, y hacer algo más serio y con proyección a futuro como aprobar el proyecto de Código electoral y la supervisión por parte de la ONPE de la designación de candidaturas al interior de los partidos políticos. No exagerar los formalismos del “papel sellado”, excluyendo así a organizaciones políticas de la competencia electoral, sino velar porque se cumpla cabalmente la democracia interna al interior de los partidos.

6.- La significativa presencia de una bancada propia de izquierda por primera vez en treinta años traerá a colación la puesta en agenda de temas sociales que pueden verse en el presente congreso: reforma del sistema jubilatorio (tanto público como privado), la masificación del gas y renegociación de los contratos, el matrimonio igualitario, educación y salud de calidad, trabajo digno, reforma impositiva. Muchos de esos temas son “postmateriales”. Curiosamente la izquierda, a falta de una derecha liberal, debe de tener una agenda de liberalismo político.

7.- Asimismo, es la oportunidad de la izquierda de tener presencia política propia que no la debe desaprovechar. Deberá actuar con madurez y discreción, una oposición firme y realista en los temas de interés general. No es ni remotamente una izquierda moderna, pero algo pueden hacer en el camino.

8.- Meritoria la trayectoria de Verónika Mendoza. Por primera vez y desde el desaparecido Alfonso Barrantes, la izquierda no saboreaba un triunfo así. De la nada y solo a punta de colaboraciones y voluntarismo fue aglutinando a varios sectores de la izquierda. Se dejó en el desván a los “viejos dinosaurios”, incluyendo al antiextractivista Marco Arana, “dueño” de la marca Frente Amplio. Pero la propuesta frenteamplista “tuvo su techo”: Mendoza comenzaba a sufrir un imperceptible descenso en aceptación ciudadana que se hubiese agudizado en las siguientes semanas. De 20 a 22% de aprobación en las semanas previas, quedó en 18% y, parece, la tendencia era a la baja. El discurso radical tiene un límite y una población objetiva bastante pequeña, a tal punto que Arequipa (“roja” usualmente) optó preferentemente por la candidatura conservadora de PPK, lo que ocasionó –junto al voto aluvional a favor de Gregorio Santos en Cajamarca- que Mendoza pierda la posibilidad de pasar a segunda vuelta.

9.- En todo caso Mendoza ya se hizo conocida a nivel nacional. Por derecho propio ya es una lideresa dentro de la izquierda; pero, si quiere llegar con seriedad al 2021, tendrá que reconsiderar sus posiciones radicales y mirar más como estadista. Ver el todo y no solo una parte. Tiene tiempo, juventud y voluntad, y algo invalorable que adquirió en este proceso: experiencia. Dependerá solo de ella.

10.- El Apra nunca muere como dicen los compañeros; pero, sí deberán hacer su mea culpa puertas adentro y reestructurar el partido. No creo que Alan García se haya despedido el 10 de Abril, ni que sea su muerte política por el magro resultado obtenido. Con Alan quizás pase lo que sucedió en el 2006 frente a Humala: rompa el vidrio en casos de emergencia. Pero el Apra deberá abrir las compuertas a las nuevas figuras políticas si, como partido, quiere seguir teniendo vigencia. En otras palabras: más aprismo y menos alanismo.

Thursday, April 07, 2016

COMO CADA CINCO AÑOS

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
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       @ejj2107


De poder elegir el lugar y el tiempo donde nacer, creo que hubiera elegido acá y ahora. Sería aburrida mi vida de haber nacido en Suiza. Claro, materialmente tendría todo asegurado desde el vientre de mi madre hasta mi muerte. Todo absolutamente planificado: donde estudiar, en qué trabajar, con quién casarme, cuántos hijos tener, ir cotizando para mi plan de jubilación desde los veinte años, y así.

En cambio, acá en Perú, cada cinco años estamos frente a una novedad, un vuelco inesperado o hasta un riesgo para la democracia y la forma de gobierno. El tema no importa a muchos, pero afecta a todos.

Por citar los últimos quince años: el riesgo del chavismo de Humala (que al final de tigre antisistema devino en gatito doméstico de la Confiep); la improvisación y frivolidad de gobernantes como Toledo, navegando entre el whisky y las vacaciones perpetuas en Punta Sal; o la corrupción y la plutocracia en el poder bañado de narcoindultos otorgados nada menos que por un presidente constitucional. Mañana, quien sabe, de repente se postula el primer narco autodeclarado para la presidencia con un eslogan como Soy narco y qué. Y se me queda en el tintero la confección de un presidente hight tech como era Guzmán, producto de las redes digitales y el marketing. Hay de todo como en botica.

Gracias a la democracia tenemos dos vías para escrutar a conciencia a un candidato presidencial: el pasado, lo que hizo y cómo lo hizo; y lo que ofrece. Si Usted aprecia inconsistencias entre uno y otro, desconfíe.

La misma competencia permite sacar a luz “los trapitos sucios” y, felizmente, todavía tenemos una prensa libre –o más o menos libre-. De allí que las denuncias, si son comprobadas, sean importantes.

Muchos estuvimos alertas ante la venida con fuerza del chavismo en el 2006. Humala daba muestras de ser un súbdito obsecuente de Hugo Chávez, lo que le costó la elección ese año; pero somos más tolerantes frente a la corrupción y a los delitos de cualquier candidato. Hugo Neira habla de la anomia de la sociedad peruana, es decir una sociedad enferma, sin valores o mejor dicho antivalores.

Puede ser, usualmente preferimos candidatos que reflejan nuestra idiosincrasia. “Se nos parece” decimos del candidato elegido, como que nos reflejamos ante un espejo, y después, cuando está en el poder, “nos desilusiona”, en una suerte de chivo expiatorio que exorciza nuestras culpas. Y así vamos cada cinco años.

Pensé que estas elecciones iban a ser aburridas, que de repente nos habíamos convertido en ciudadanos formales y ordenados, y, matices de por medio, elegiríamos entre el “elenco estable”, con propuestas más o menos similares. No tomé en cuenta la “cuota de emoción”, cortesía del Congreso de la República al promulgar una ley que trastocaba las reglas de juego iniciada la competencia y peor aplicada por el órgano electoral, excluyendo a unos candidatos y ratificando a otros por los “mismos pecados”, las dichosas dádivas económicas.

Y si bien el JNE, algunos abogados y muchos periodistas creyeron encontrar el nirvana jurídico en la tautología la ley es la ley; lo cierto es que se enturbió el proceso, se llevaron de encuentro la libertad de elegir y ser elegido, y se privilegió la cultura del papel sellado antes que los derechos fundamentales y la realidad política.

A pesar del zafarrancho electoral, la intención de voto de los principales candidatos indica que la gente no quiere un cambio radical del “modelo económico”, ni menos nuevas (y afiebradas) constituciones políticas. Allí se equivoca Verónika Mendoza. El pueblo quiere mejoras en los servicios que presta el estado, en las jubilaciones, la salud, la enseñanza, empleos decentes, más seguridad ciudadana, que no te cobren demasiado en el gas, la electricidad o el trasporte; pero no quiere un “salto al vacío”, a lo cual éramos tan afectos en otros tiempos. La gente quiere reformas que mejoren el sistema, no perder lo poco que ya consiguió en la época de las “vacas gordas”. Algunos candidatos lo han captado mejor que otros.

Platón decía que el gobierno de los plutócratas (los millonarios) es peligroso. Tan peligroso como el de los demagogos. Obvio, un plutócrata en el poder verá sus intereses económicos más que los de la nación. Tratará de acrecentar su fortuna a expensas del erario nacional. Eso de que millonario que llega al gobierno no roba porque tiene mucho dinero, es tan ingenuo como creer que existen felinos vegetarianos. No nos hagamos.

A la lista del buen Platón podemos agregar la de los millonarios que financian a candidatos. Un candidato que nace así, de llegar al gobierno queda hipotecado a quién le prestó los millones para la campaña. Sus grandes reformas quedarán en el archivo de las promesas incumplidas.

Esta vez el peso de la decisión electoral lo van a tener los jóvenes. Muchos se enfrentan a su primera elección presidencial. Algunos con dudas, otros con pasividad, solo para “no pagar la multa”, sin saber que se juegan su futuro. Este país va a ser de ellos, más que de nosotros, que ya “doblamos la esquina”. Espero haya sensatez en muchos al momento de estar a solas en la cabina de sufragio. Contra mi natural escepticismo, quiero creer que algo está cambiando, que la gente ya no vota tan a ciegas como antes. Ya no se miran tanto en el espejo-candidato. Espero sea así, con su voto se juegan el futuro del país.