Por: Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
ejj39@hotmail.com
@ejj2107
1.- Las dos terceras partes del
electorado optaron por candidaturas que expresan “la continuidad del modelo económico”
y no por el cambio del mismo, como sostenían tercamente en el Frente Amplio.
2.- Tampoco optaron las mayorías por
cambios radicales de constitución política e inciertos saltos al vacío. La
mayoría prefirió más bien conservar lo que tiene e incrementarlo de ser
posible.
3.- Igualmente, la mayoría optó por una
libertad económica, pero también por una presencia más activa del estado.
Servicios que presta, regulación de ciertos precios, seguridad ciudadana,
presencia sancionadora a empresas que abusen de su posición de dominio. La
ideología del “mercado puro” ya no convence, salvo a los dogmáticos.
4.- Si bien será inviable un cambio
radical de constitución política dada la nueva estructura del Congreso, ello no
quita aspectos puntuales de reforma de la carta vigente: composición del JNE,
del CNM, elevación a estatus constitucional de ciertos organismos como
Indecopi. Y un tema tabú que debe verse con serenidad: las empresas públicas
del estado. No queremos regresar a la situación anterior a 1990, pero como
sucede en varios países de Occidente, el estado tiene sus empresas para ciertos
fines estratégicos.
5.- Asimismo, el Congreso electo deberá
avocarse como punto principal de su agenda a la reforma del sistema electoral,
a fin de evitar todos los problemas y errores cometidos en el presente proceso.
Puede comenzar derogando la malhadada ley 30414, remedio que resultó peor que
la enfermedad, y hacer algo más serio y con proyección a futuro como aprobar el
proyecto de Código electoral y la supervisión por parte de la ONPE de la
designación de candidaturas al interior de los partidos políticos. No exagerar
los formalismos del “papel sellado”, excluyendo así a organizaciones políticas
de la competencia electoral, sino velar porque se cumpla cabalmente la
democracia interna al interior de los partidos.
6.- La significativa presencia de una
bancada propia de izquierda por primera vez en treinta años traerá a colación
la puesta en agenda de temas sociales que pueden verse en el presente congreso:
reforma del sistema jubilatorio (tanto público como privado), la masificación
del gas y renegociación de los contratos, el matrimonio igualitario, educación
y salud de calidad, trabajo digno, reforma impositiva. Muchos de esos temas son
“postmateriales”. Curiosamente la izquierda, a falta de una derecha liberal,
debe de tener una agenda de liberalismo político.
7.- Asimismo, es la oportunidad de la
izquierda de tener presencia política propia que no la debe desaprovechar.
Deberá actuar con madurez y discreción, una oposición firme y realista en los
temas de interés general. No es ni remotamente una izquierda moderna, pero algo
pueden hacer en el camino.
8.- Meritoria la trayectoria de Verónika
Mendoza. Por primera vez y desde el desaparecido Alfonso Barrantes, la
izquierda no saboreaba un triunfo así. De la nada y solo a punta de
colaboraciones y voluntarismo fue aglutinando a varios sectores de la
izquierda. Se dejó en el desván a los “viejos dinosaurios”, incluyendo al
antiextractivista Marco Arana, “dueño” de la marca Frente Amplio. Pero la
propuesta frenteamplista “tuvo su techo”: Mendoza comenzaba a sufrir un
imperceptible descenso en aceptación ciudadana que se hubiese agudizado en las
siguientes semanas. De 20 a 22% de aprobación en las semanas previas, quedó en
18% y, parece, la tendencia era a la baja. El discurso radical tiene un límite
y una población objetiva bastante pequeña, a tal punto que Arequipa (“roja”
usualmente) optó preferentemente por la candidatura conservadora de PPK, lo que
ocasionó –junto al voto aluvional a favor de Gregorio Santos en Cajamarca- que
Mendoza pierda la posibilidad de pasar a segunda vuelta.
9.- En todo caso Mendoza ya se hizo conocida
a nivel nacional. Por derecho propio ya es una lideresa dentro de la izquierda;
pero, si quiere llegar con seriedad al 2021, tendrá que reconsiderar sus
posiciones radicales y mirar más como estadista. Ver el todo y no solo una
parte. Tiene tiempo, juventud y voluntad, y algo invalorable que adquirió en
este proceso: experiencia. Dependerá solo de ella.
10.- El Apra nunca muere como dicen los
compañeros; pero, sí deberán hacer su mea culpa puertas adentro y reestructurar
el partido. No creo que Alan García se haya despedido el 10 de Abril, ni que
sea su muerte política por el magro resultado obtenido. Con Alan quizás pase lo
que sucedió en el 2006 frente a Humala: rompa el vidrio en casos de emergencia.
Pero el Apra deberá abrir las compuertas a las nuevas figuras políticas si,
como partido, quiere seguir teniendo vigencia. En otras palabras: más aprismo y
menos alanismo.
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