Monday, April 04, 2016

¿SON ELECCIONES SEMIDEMOCRÁTICAS LAS PRESIDENCIALES 2016 EN PERÚ?

Por: Eduardo Jiménez J.
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       @ejj2107

Así las calificó el Secretario General de la OEA y, chauvinismos nacionalistas aparte, tiene razón. Por lo menos son atípicas o irregulares, si queremos suavizar los adjetivos.

Todo comienza con la promulgación de la norma que reforma varios artículos de la ley de los partidos políticos cuando la convocatoria a elecciones generales ya se había producido. Recordemos que este cambio de reglas fue a insistencia de los propios congresistas de la República, los que –literalmente- se hicieron el harakiri, sea por el tema de las dádivas o del porcentaje mínimo para pasar la valla electoral. Dos partidos perdieron a sus candidatos, un tercero a su vicepresidente, y varias agrupaciones políticas no tienen ninguna opción. Todo gracias a la ley que ellos mismos promulgaron.

El otro responsable fue el JNE y el JEE de Lima Centro, los que tuvieron criterios interpretativos, primero excluyentes de candidatos (Guzmán y Acuña), y luego exculpatorios con otros (Keiko, PPK y Alan). Esas marchas y contramarchas fueron bastante extrañas.

Y el tercero responsable fueron los propios partidos políticos que incentivaron las exclusiones contra candidatos, en el supuesto que los iba a beneficiar. Quisieron ganar en mesa y el tiro les salió al revés.

Algunos abogados y muchos periodistas creyeron encontrar el nirvana jurídico en la tautología “la ley es la ley”; obviando que existen una serie de criterios de aplicación de la norma jurídica, comenzando con el de jerarquía. No se puede dejar de lado los derechos fundamentales reconocidos en la propia Constitución Política y tratados internacionales que el Perú ha suscrito sobre los derechos políticos, sobretodo el de elegir y ser elegido. No se puede privilegiar “el sellito en el acta” antes que el derecho a participar en la competencia, y excluir así a un candidato; o, peor aún, castigar con la exclusión a otro por ofrecer una dádiva económica, cuando el artículo que impone la sanción es a todas luces desproporcionado e irracional. Precisamente allí entra a tallar la labor de los magistrados que no son solo “la boca de la ley”, sino tienen un margen de discrecionalidad para poder resolver. Pero, el temor a chocar con los poderosos, la obsecuencia de otros o la visión cortoplacista de la quincena antes que de la historia como decía Javier Valle Riestra, los hizo actuar de manera errática y timorata.

Las exclusiones de candidatos o limitaciones para poder participar en una contienda electoral se producen sobretodo en países con gobiernos autoritarios (caso Venezuela en la región, Fujimori en los noventa acá) o dictatoriales. En un país con un mediano sistema democrático no se produce exclusión de candidatos. Por ello la calificación de elecciones semidemocráticas aludidas por el secretario general de la OEA. Si nos dejamos de mirar el ombligo, en la región ha causado sorpresa y consternación el proceder del órgano electoral.

Terminado el proceso se va a tener que deslindar responsabilidades. Empezando por el pleno del JNE y del JEE de Lima Centro por el zafarrancho ocasionado del que, con verdadero entusiasmo, han sido copartícipes. En un gobierno plenamente democrático, con instituciones sólidas, ya deberían estar poniendo sus cartas de renuncia sobre el escritorio. Ambos tienen responsabilidades y no se pueden parapetar en que solo “cumplían con la ley”.

Lo que trae a su vez el rediseño de la conformación del JNE. Vía reforma constitucional se debe cambiar los criterios de conformación del JNE. Debe estar conformado por gente especialista en temas electorales previo concurso público de selección. Carece de sentido que esté presidido por el representante del Poder Judicial, cuya única experiencia electoral es saber que en el distrito donde sufraga se implementó el voto electrónico.

Por otra parte, el nuevo Congreso de la República debe aprobar el proyecto de Código Electoral que por intereses subalternos quedó encarpetado. Igualmente, las elecciones internas deben estar supervisadas por la ONPE. Para nadie es un secreto que actualmente el requisito de la democracia interna lo salvan los partidos con actas que son meros formalismos. Igualmente se debe ampliar los plazos. No es posible que faltando pocos días para el sufragio se estén viendo tachas y exclusiones de candidaturas.

Y derogar el dichoso artículo sobre las dádivas económicas. Hay investigaciones serias que demuestran una casi nula relación entre dádiva y voto, sobretodo en las elecciones generales. En todo caso debe graduarse la sanción: multas progresivas solidarias entre el infractor y el partido político, capacidad coercitiva para el cobro de las multas y solo las faltas muy graves deben ser sancionadas con la exclusión del candidato.

El sistema de partidos tal como está no avanza a ningún lado, mas bien retrocede. Después no nos quejemos de la aparición de outsiders, de “vientres de alquiler” o que de fuera nos endilguen calificativos como poco democráticos.


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