Wednesday, May 25, 2016

LA SEGUNDA VUELTA O CÓMO EL BALOTAJE NO ALTERA EL RESULTADO FINAL



Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107




Preocupado lector:

Si Usted cree que la segunda vuelta para las presidenciales es una batalla a tota ultranca contra la dictadura y la corrupción de los noventa y que su voto es primordial para ello, se equivoca. Más allá de los agravios naturales entre los dos contendientes, y gane quien gane, lo más probable es que luego del 5 de Junio sean cogobierno en los hechos. La afinidad del programa económico es tal entre ambos que muchos técnicos de uno u otro equipo no tendrán problema en trabajar para el ganador del balotage.

Si no se ha percatado aún, la economía (siempre la economía) en uno de sus indicadores, el precio del dólar, está más tranquilo que paciente anestesiado; lo que no hubiese sucedido de pasar Verónika a segunda vuelta (la política, siempre la política). De haber sucedido, quizás el dólar estaría superando la barrera de los cuatro soles, con pánico financiero incluido.

No se espante, inquieto lector, si pasado el 5 de Junio, uno de los ex rivales le ofrece su “apoyo incondicional” al otro. Todo por el Perú, claro está. Y quien sabe, de repente encontramos al buen PPK –de no ganar la presidencia- fungiendo en un eventual gobierno de Keiko de primer ministro o de embajador en algún país del occidente desarrollado – EEUU de preferencia-; haciendo –para variar- sus negociados y lobby fronteras afuera, y con pasaporte gringo. Todo por el Perú, claro está.

Y de llegar a la presidencia, necesariamente tendrá que hacer cogobierno con Keiko y su abultado número de congresistas. No solo porque su grupo político –esa amalgama difusa llamada ppkausas- ya está dando muestras de resquebrajarse antes de ser gobierno, sino porque sin el visto bueno de los naranjas sería imposible aprobar leyes importantes en el Legislativo, aprobar el presupuesto y el gasto fiscal, darle el voto de confianza a un primer ministro o designar a los integrantes de los organismos constitucionales. No existirá ese derechismo liberal, culto y progresista estilo suiza que muchos antifujimori sueñan (con unión civil incluida) y por el cual van a votar por PPK. ¿O usted cree en el fondo de su corazón que de llegar al poder “el gringo andino” buscará amorosamente a los del Frente Amplio?

Ese cuento que le han hecho creer, que acá se juega la democracia, es eso: un cuento. No se juega la democracia, ni vamos a regresar a los noventa por el tunel del tiempo, que las aguas de un río no bañan dos veces a la misma persona (Heráclito dixit, el creador de la dialéctica). O, como decía Marx, la historia no se repite igual dos veces (que de dialéctica sabía bastante).

Usualmente tomar decisiones por oposición (“voto contra…”) y no por convicción (“voto a favor de…”) genera pasiones gratuitas y equivocaciones graves de quien elige, como la sucedida en 1990, cuando Mario Vargas Llosa y Alberto “disolver” Fujimori pasaron a la segunda vuelta. Igual se formó una coalición “anti MVLL” liderada por el Apra y la izquierda, a fin que el neoliberalismo no se afinque por estas tierras. Ya sabemos lo que sucedió después por tomar la decisión equivocada. Parece que la “maestra Historia” no ha sido asimilada por algunos conspicuos representantes de la “inteligencia peruana” (es un decir), que pronostican una suerte de apocalipsis de ganar Keiko. Incluyendo a nuestro querido y hepático Nobel y su habitual humor “anti F”.

Ello no quita que, como sociedad civil, estemos muy alertas y proactivos luego del 5 de Junio, gane el que gane. Por un lado tenemos a un movimiento político que si bien se ha democratizado en ciertos sectores, “se ha lavado la cara” –sobretodo los liderados por Keiko-; existen otros con un “ánimo de revancha” (pulsiones tanáticas dirían los sicoanalistas) después de 15 años fuera del poder. Por el lado de los PPKausas, tenemos un grupo heterogéneo de tecnócratas ávidos de ponerse en seguida a la orden de la Confiep y de los grandes intereses económicos, sin preocuparles demasiado el tema social, poniendo énfasis en la estabilidad macroeconómica para crear el clima para las grandes inversiones. No nos ilusionemos tanto (o nos hagamos los ilusos), ni creamos que PPK es un demócrata con vocación social.

También es un cuento eso del endoso partidario a favor de uno u otro candidato. Cuando el spicker o, a veces, el mismo líder de un partido, entonando voz grave declara en los medios que su agrupación votará por tal o cual candidato. ¿Usted cree que los votantes de ese partido obedecerán el dictum partidario y, como mansas ovejas, votarán conforme dice el líder del partido? Claro que no.

Eso sucede en los sistemas con partidos fuertes y adhesiones leales firmes; pero un sistema débil como el nuestro, lo único que sirven esas declaraciones es para inflar el ego del dirigente partidario. Vamos a votar por el candidato tal. Creo que ni su familia le va a ser caso.

Esta segunda vuelta quiere aparentar ser ideológica y política, para lo cual ha ayudado bastante que Mendoza quede tercera. Pero ni ella representa a la tercera parte del Perú, ni su grupo político se encuentra tan enraizado en la sociedad como ellos creen.

Si Verónika analiza fríamente la realidad política, se dará cuenta que ese voto obtenido es gaseoso, se moverá en otro sentido después y la olvidará si no toma decisiones dramáticas (y apropiadas) el día de hoy. En la segunda vuelta parte de ese electorado marcará la K naranja.

Y creo que ya se ha dado cuenta y lo que está haciendo es fijar su liderazgo hacia dentro y fuera de la izquierda, “marcando su territorio”, y convertirse en algo así como “la líder y candidata natural” de la zurda con miras al 2021. Lo cual políticamente es válido; pero debe proyectarse más allá de la coyuntura, y decidir si quiere continuar con un planteamiento radical a lo Gregorio Santos o ir hacia un planteamiento más amplio de políticas sociales y económicas, incluyendo –pese a su desagrado- los grandes proyectos mineros. Su trabajo político debe estar con un pie en la calle y otro en la escena oficial. Ocasiones para encabezar marchas de protesta contra algún proyecto conservador o alguna corruptela bastante evidente no le va a faltar. Ambos grupos que pasan a segunda vuelta tienen las uñas bien afiladas (y los dientes también).

Hay otras cosas más importantes en la agenda nacional que deben ser puestas en debate urgentemente como la reactivación de la economía, los proyectos mineros (¿qué hacemos con ellos, qué hacemos sin ellos?), la reforma del sistema de jubilación –del que nadie dice nada-, las reformas políticas y electorales, la seguridad ciudadana, los derechos posmateriales. Esos temas, de los que hasta ahora solo escuchamos el consabido manoseo de lugares comunes como volver al 24x24 en la reforma policial, deben ser forzados a colocar en agenda por la izquierda y Verónika en especial.

En fin, amable lector. No se obnubile ni se preocupe tanto. Marx decía que la ideología sirve para disfrazar la realidad económica. Quizás lo que está sucediendo ahora con estas seudo alternativas entre votar por el derechista liberal o la derechista heredera de la corrupción, le esté dando la razón al gran Carlitos. Todo es puro bluff, pura neblina. Ojalá que los votantes de PPK luego no se decepcionen cuando haga cogobierno con Keiko. Juntos y revueltos. Todo por el Perú, claro está.

Wednesday, May 18, 2016

BRASIL, UN PAÍS TROPICAL

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107

La separación de Dilma Rousseff  del cargo presidencial pone fin a un modelo que para muchos era inspiración de un gobierno de izquierda en democracia. Fracasados el socialismo del siglo XXI venezolano, el populismo kirchnerista, convertida en república sultánica la Nicaragua sandinista, solo quedaba en la región “el modelo” del Partido de los Trabajadores brasileños.

Con una economía en problemas recesivos (que el último mundial ni ayudó a reactivar), corrupción generalizada tanto en la esfera privada como pública, y en esta última en igual proporción tanto en el partido de gobierno como en la oposición, la opción política elegida fue la separación de la presidenta  Dilma Rousseff  en un controvertido juicio político. (No se le acusa de corrupción, sino de desviar fondos del gobierno para cubrir otras cuentas públicas).

Lo cierto es que trece años atrás, cuando el PT adviene al poder con Lula da Silva, la forma de ganar apoyo político fue a través del clientelaje: usando programas sociales para fidelizar el voto de las mayorías desfavorecidas, concediendo licitaciones a empresas de dudoso comportamiento ético como Odebrecht o avalando su entrada a otros países (entre ellos el nuestro); lo que a su vez trae corrupción y tráfico de influencias.

Lo curioso del caso es que los acusadores de Rousseff y su entorno a su vez están siendo investigados por corrupción. No se salvan ni el oficialismo ni la oposición, por lo que muchos aconsejan como salida a la crisis un adelanto de las elecciones generales.

Todo ello evidencia los límites del populismo y la precariedad institucional en la región, y una grave descomposición social de larga data, evidenciada ahora que los problemas económicos y recesivos acortan la sensación de bienestar vivida años atrás. Aparte que una cada vez mayor clase media reclama un confort que ve diluirse en el día a día, lo que se traduce en furia y enojo ante la descomposición moral de la clase política, a quien culpabiliza por los males de la que pudo ser una gran potencia.

Lo cierto es que gracias a un Poder Judicial más independiente del poder político, se ha podido ir descubriendo la maraña de intereses creados generados por el poder político, considerando a “la era Lula” como una de las más corruptas de la historia reciente; y si bien Brasil todavía es considerada “una potencia”, no menos cierto es que sigue siendo “un país tropical”, con todos los males que ello conlleva, empezando por la corrupción generalizada.