Por: Eduardo Jiménez J.
@ejj2107
Si la tendencia continua, el 5 de Junio el triunfo es
naranja. Nos guste o no. Es el desquite de una parte del electorado que siempre
consideró a Alberto Fujimori como el mejor presidente del Perú y a Keiko como
su legítima heredera. Es el triunfo también de una nueva burguesía, quizás
media lumpen y media informal, pero que está expresándose políticamente. Su
filosofía es el pragmatismo, su fe el mercado, y su principal fuerza el dinero,
bien o mal habido.
Pero, ¿qué es PPK? Le queda mal el disfraz de “luchador
social”. Todos sabemos que es un tecnócrata amigo de las trasnacionales, “lobista”
para mayores señas, y cuya lista congresal parecía extraída del directorio de
la Confiep. De ganar él habría tenido forzosamente que hacer un pacto con los
fujimoristas, manteniéndolo en cautiverio en Palacio por cinco años. No le
quedaba otra.
Aparte que no tiene un movimiento organizado y quizás su
gobierno se hubiera debatido, para mal del país, en la anarquía y la
desmembración, a la semejanza del de Toledo. No tendría chance el buen PPK y
sería una marioneta tratando de complacer a la derecha y a la izquierda.
Si el triunfo es naranja, se consolida un partido de
derecha popular con rasgos caudillistas y personalistas. Quizás llene el lugar
que el Apra primigenio tuvo en sus mejores épocas (curiosamente usa también “la
escopeta de dos cañones” como los compañeros de Alfonso Ugarte). Estamos viendo
surgir un auténtico partido popular. Tiempo al tiempo.
¿Qué se repitan los hechos de los años noventa? Lo dudo.
Las fobias, histerias y creencias generadas, más obedecen a los miedos de los antifujimoristas,
y a los intereses subalternos que subyacen en algunos.
Ello no quita que no estemos alertas.
De ganar Keiko, tendrá gobernabilidad y la facilidad de
implementar muchas reformas pendientes, algo imposible con minorías díslocas;
pero, igualmente existe un peligro: dos poderes dominados por un solo partido
es muy riesgoso para una democracia con instituciones débiles como la nuestra.
Hace cometer errores, se percibe la “soberbia de la mayoría” y es lugar más
factible de corruptelas de alto y bajo vuelo. Por ello, como sociedad civil,
debemos estar alertas desde el primer momento. Lo bueno es que los reflectores
estarán puestos sobre ella y su grupo político, lo que permitirá marcar los
pasos, lo que hagan o dejen de hacer. Y tenemos una prensa, más o menos
independiente, que dará cuenta de lo que suceda.
Es un nuevo espacio político el que se abre. Los de abajo
(con plata) se están acomodando arriba. Quizás al final no pase todo de un
gatopardismo. Tiempo al tiempo.
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