Por: Eduardo Jiménez J.
@ejj2107
Fue impresionante las marchas
desarrolladas en Santiago de Chile y otras ciudades contra las Administradoras
de Fondos de Pensiones, las AFP, cuyo modelo fue calcado literalmente en
Perú.Se estima en dos millones los participantes.
¿Qué sucede?
En promedio las pensiones otorgadas
por las AFP chilenas son apenas el tercio de lo que percibían en actividad los
trabajadores, estando la gran mayoría (90%) en la mitad del sueldo mínimo en
Chile, unos 233 dólares.
Bajo el gobierno de Pinochet se cerró
el sistema estatal de pensiones y todos los trabajadores pasaron a las
administradoras privadas. Supuestamente iban a recibir una pensión mucho mayor
que en el sistemas estatal, el cual –igual que en el Perú- se argumentó se
encontraba “quebrado”.
No obstante, luego de treinta años de
estar en actividad el sistema, las pensiones de los jubilados son minúsculas y
las comisiones cobradas por las administradoras, elevadas. Por ello reclaman
volver al sistema estatal.
No se trata de ninguna conspiración
izquierdista como algún neoliberal ha sostenido por allí (sería difícil
manipular a dos millones de ciudadanos en una conspiración así), sino de
reclamar por pensiones más justas.
Pero, ¿por qué no se ofrecen mejores
pensiones?
Hay dos aspectos que son muy
importantes para ofrecer al trabajador una pensión atractiva. Uno es el
contexto económico mundial y el otro es cómo se invierte el fondo de pensiones.
En el primero, estamos en un contexto económico
internacional todavía adverso, donde la rentabilidad de las inversiones no es
tan elevada. Todo parece indicar que no estamos en la subida de hace apenas
diez años atrás, sino en una lenta cuesta descendente que trata de remontar.
Acerca de ese contexto internacional no hay mucho que hacer, ya que las
decisiones se toman fuera de la región.
Sobre el portafolio de inversiones se
ha denunciado que, al igual que las AFP peruanas, las administradoras chilenas invierten
el dinero en empresas afines a su grupo económico; por lo que no estarían solventando
una rentabilidad que favorezca al trabajador, sino a las empresas relacionadas
del grupo económico al que pertenece la AFP, razón por la que muchas veces la
rentabilidad ni siquiera es positiva en décimas, sino totalmente negativa.
En otras palabras, las AFP sirven de
financiamiento barato, practicamente a costo cero, del grupo económico al que
están suscritas. También las acusan de lobistas, es decir, de hacer presión
política en el gobierno a fin de mantener el estado de las cosas como están. De
allí la indignación de los trabajadores chilenos y su exigencia de retorno al
sistema estatal.
En el medio, el gobierno de Bachelet
conformó una comisión de reforma de las Afp, y algunas de sus conclusiones son
justamente que el sistema adolece de falta de competencia, tiene comisiones
elevadas y las pensiones ofrecidas son bastante minúsculas. Proponiendo también
la creación de una Afp estatal a fin de dinamizar la competencia entre los
privados.
Como se ve, no se ha avanzado mucho en
el vecino país. Los problemas que tiene son muy similares al peruano, por lo
que se requiere de una reforma integral del sistema pensionario, considerando
que la edad promedio de una persona es mucho mayor que hace veinte años y, por
consiguiente, el periodo de no actividad (jubilación) hoy en día es más
prolongado. A lo que se debe sumar las personas que no contribuyeron a un
sistema pensionario, pero ya sobrepasaron el umbral de la tercera edad.
Necesariamente la reforma que se
realice pasa por una participación más activa del estado. Sea como agente
económico, interviniendo en el mercado (la Afp estatal) o, como es nuestro
caso, reformando también el sistema estatal pensionario, conocido como la ONP. De
paso, se debe delimitar las pensiones no contributivas (pensión 65), a fin que
tengan permanencia.
Opciones de reforma existen. La
pregunta es si el gobierno tiene voluntad política para ejecutarlas o decide
tener una actitud pasiva que puede traer más problemas de los que ya existen.
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