Thursday, December 22, 2016

MATARTE HE O MATARME HAS

Por: Eduardo Jiménez J.
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       @ejj2107

En el castellano antiguo aludía a la batalla entre dos hombres o dos bandos, donde uno solo era el vencedor. El combate era a tota ultranca, a muerte.

En la política  -ese “juego” que se inventó para no desperdiciar recursos en una guerra-  se da el mismo principio que en el campo de batalla, con mayor razón si existe una oposición recalcitrante frente al gobierno. Parece que los fujimoristas ya eligieron su opción, la de adelantar las elecciones generales. El 2021 es muy lejano para ellos, no por impaciencia, sino porque 1) su lideresa tendrá más competidores “de peso” ese año; 2) el frente interno no lo tiene parejo, existe una intensa lucha dinástica con su hermano Kenyi, quien se encuentra acumulando fuerzas al interior de Fuerza Popular; 3) sumado al natural desgaste de su mayoría parlamentaria, la cual puede convertirse en un serio lastre, considerando la “angurria” e intereses económicos comprometidos, inversamente proporcionales a su “calidad intelectual” como bancada. Por todo ello, le puede ser fatal para las aspiraciones presidenciales de Keiko esperar a que termine en “forma natural” el gobierno de PPK el 2021.

De allí que los naranjas necesitan adelantar el cronograma, sino el 2017, el 18, junto a las municipales y regionales de ese año, cuando el resto de grupos políticos recién se estén organizando o inscribiendo sus respectivas agrupaciones, y la mayoría naranja no se encuentre tan desgastada por los trajines y errores políticos. El fujimorismo en el corto plazo prácticamente no tiene rivales de importancia y Keiko holgadamente podría ganar las presidenciales. No les interesa el cogobierno, por lo que el “compromiso” que nazca de la reunión entre PPK y Keiko a iniciativas del Cardenal Cipriani, será solo un tema de portada y declaraciones “de buenas intenciones”, nada más. La vacancia presidencial está en su agenda. Lo que le hicieron al padre en el 2000 (defenestración del presidente más los vicepresidentes), ellos lo van a replicar. Todo dentro del marco de la Constitución Política.

Pero, este “juego” tiene sus riesgos: el desprestigio acelerado de Fuerza Popular como culpable de “desestabilizar la democracia” y ser considerado un grupo autoritario y cerrado (“el matón del barrio”). Podrían ser tocados por “la maldición aprista”: nunca llegar a ser gobierno, nunca llegar al paraíso, pese a tener una apreciable aceptación popular, poder fáctico y mayoría congresal. Por más intentos e intrigas políticas de por medio, podrían estar condenados a “vagar en el desierto”, como le sucedió al Apra por cincuenta años (paradójicamente ahora su mejor aliado). Ya lo vemos en las marcadas polarizaciones fujimorismo vs antifujimorismo. Como decía El Viejo, la historia se repite, ora como tragedia, ora como farsa.

Por el lado del gobierno, su indefinición es reflejo de su debilidad política. Sin mayoría en el Congreso, con poca capacidad de maniobra y con un gabinete tecnocrático “de lujo” pero sin el respaldo político para ejecutar las políticas gubernamentales, su margen de acción es bastante corto. Como dijimos en un anterior post, no tienen operadores políticos que se “compren el pleito” en el Congreso, defendiendo a sus ministros o, lo más importante, las políticas gubernamentales. El caso Saavedra es un ejemplo palmario en educación. Un buen técnico, que está haciendo las cosas bien, pero que le faltó el apoyo político. Al no tener apoyo en el Congreso, la minoría oficialista mostrarse dividida y poco propensa a jugársela por su ministro más allá de las declaraciones líricas, la oposición fujimorista lo tuvo servido para ser censurado. Saavedra ha sido un “globo de ensayo”, un pulseo para ver qué más pueden hacer para copar el poder y desestabilizar al gobierno, y cómo reacciona este y la sociedad.

Por ello, el gobierno tiene solo dos opciones: o hace cogobierno con los fujimoristas y permite que sigan copando los puestos clave en el Estado, sometiéndose a sus designios (hasta convertirse en su marioneta), o se enfrenta a la mayoría congresal utilizando los mecanismos constitucionales. Si a los naranjas no les interesa ser cogobierno, fácil deducir qué única opción le queda a PPK. La indefinición o “los golpes de pecho” solo lo conducen al abismo y al suicidio político, quizás más temprano que tarde.

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