Por: Eduardo Jiménez J.
@ejj2107
En el castellano antiguo aludía a la batalla entre dos
hombres o dos bandos, donde uno solo era el vencedor. El combate era a tota ultranca, a muerte.
En la política
-ese “juego” que se inventó para no desperdiciar recursos en una
guerra- se da el mismo principio que en
el campo de batalla, con mayor razón si existe una oposición recalcitrante
frente al gobierno. Parece que los fujimoristas ya eligieron su opción, la de
adelantar las elecciones generales. El 2021 es muy lejano para ellos, no por
impaciencia, sino porque 1) su lideresa tendrá más competidores “de peso” ese
año; 2) el frente interno no lo tiene parejo, existe una intensa lucha dinástica
con su hermano Kenyi, quien se encuentra acumulando fuerzas al interior de
Fuerza Popular; 3) sumado al natural desgaste de su mayoría parlamentaria, la
cual puede convertirse en un serio lastre, considerando la “angurria” e
intereses económicos comprometidos, inversamente proporcionales a su “calidad
intelectual” como bancada. Por todo ello, le puede ser fatal para las
aspiraciones presidenciales de Keiko esperar a que termine en “forma natural”
el gobierno de PPK el 2021.
De allí que los naranjas necesitan adelantar el
cronograma, sino el 2017, el 18, junto a las municipales y regionales de ese
año, cuando el resto de grupos políticos recién se estén organizando o
inscribiendo sus respectivas agrupaciones, y la mayoría naranja no se encuentre
tan desgastada por los trajines y errores políticos. El fujimorismo en el corto
plazo prácticamente no tiene rivales de importancia y Keiko holgadamente podría
ganar las presidenciales. No les interesa el cogobierno, por lo que el
“compromiso” que nazca de la reunión entre PPK y Keiko a iniciativas del
Cardenal Cipriani, será solo un tema de portada y declaraciones “de buenas
intenciones”, nada más. La vacancia presidencial está en su agenda. Lo que le
hicieron al padre en el 2000 (defenestración del presidente más los vicepresidentes),
ellos lo van a replicar. Todo dentro del marco de la Constitución Política.
Pero, este “juego” tiene sus riesgos: el desprestigio
acelerado de Fuerza Popular como culpable de “desestabilizar la democracia” y
ser considerado un grupo autoritario y cerrado (“el matón del barrio”). Podrían
ser tocados por “la maldición aprista”: nunca llegar a ser gobierno, nunca llegar
al paraíso, pese a tener una
apreciable aceptación popular, poder fáctico y mayoría congresal. Por más
intentos e intrigas políticas de por medio, podrían estar condenados a “vagar
en el desierto”, como le sucedió al Apra por cincuenta años (paradójicamente
ahora su mejor aliado). Ya lo vemos en las marcadas polarizaciones fujimorismo
vs antifujimorismo. Como decía El Viejo,
la historia se repite, ora como tragedia, ora como farsa.
Por el lado del gobierno, su indefinición es reflejo de
su debilidad política. Sin mayoría en el Congreso, con poca capacidad de
maniobra y con un gabinete tecnocrático “de lujo” pero sin el respaldo político
para ejecutar las políticas gubernamentales, su margen de acción es bastante
corto. Como dijimos en un anterior post, no tienen operadores políticos que se
“compren el pleito” en el Congreso, defendiendo a sus ministros o, lo más
importante, las políticas gubernamentales. El caso Saavedra es un ejemplo palmario
en educación. Un buen técnico, que está haciendo las cosas bien, pero que le
faltó el apoyo político. Al no tener apoyo en el Congreso, la minoría
oficialista mostrarse dividida y poco propensa a jugársela por su ministro más
allá de las declaraciones líricas, la oposición fujimorista lo tuvo servido
para ser censurado. Saavedra ha sido un “globo de ensayo”, un pulseo para ver
qué más pueden hacer para copar el poder y desestabilizar al gobierno, y cómo
reacciona este y la sociedad.
Por ello, el gobierno
tiene solo dos opciones: o hace cogobierno con los fujimoristas y permite que
sigan copando los puestos clave en el Estado, sometiéndose a sus designios
(hasta convertirse en su marioneta), o se enfrenta a la mayoría congresal
utilizando los mecanismos constitucionales. Si a los naranjas no les interesa
ser cogobierno, fácil deducir qué única opción le queda a PPK. La indefinición o
“los golpes de pecho” solo lo conducen al abismo y al suicidio político, quizás
más temprano que tarde.
No comments:
Post a Comment