Friday, June 30, 2017

¿ADÓNDE VAN LOS FUJIMORISTAS? (O CÓMO KEIKO PUEDE PERDER SU TERCERA OPORTUNIDAD A LA PRESIDENCIA. TELÓN DE FONDO: “EL BAILE DEL CHINO”)

Por: Eduardo Jiménez J.
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Nuestra hipótesis inicial era que la oposición dominante liderada por Fuerza Popular (FP), teniendo a la cabeza a Keiko Fujimori, y utilizando los mecanismos que la propia constitución establece, buscaba la vacancia presidencial, “adelantando” las elecciones generales antes del 2021. Múltiples razones lo hacían sospechar, tanto externas al grupo político (fuerte competencia en el 2021 por nuevos actores en la escena política), como internas (las “luchas dinásticas” al interior de FP, la excarcelación o no del fundador del movimiento, y el desgaste natural por una mayoría parlamentaria obtusa y poco preparada para el reto) permitían suponer que iba a intentar una jugada bastante riesgosa, pero de ganancia inmediata.

Razón para sospechar una vacancia no faltaban. Desde el acorralamiento político-mediático al Ejecutivo hasta una aparente repetición del escenario político crispado de los años sesenta del siglo pasado, cuando un Apra dominante del Legislativo (actualmente de aliado tàcito del fujimorismo) literalmente boicoteó las reformas del primer belaundismo. Todo presagiaba que íbamos a un escenario similar.

Parece –y lo manifiesto solo en condicional- que la estrategia inicial de FP ha variado y no va a la confrontación pura y dura. Por lo menos la ha dejado en suspenso, buscando un mejor momento más adelante, cuando el desgaste del gobierno sea tal que a muy pocos les importe la vacancia de un presidente francamente impopular.

Quizás la asociación inmediata con el semblante autoritario de los años noventa del fundador encarcelado, ha inhibido los reflejos autoritarios del movimiento naranja (reflejos autoritarios que sí los tiene) y que el costo político de una vacancia iba a ser sumamente elevado, y más bien aprovechado por los rivales en la dura competencia por el poder que se perfila para el bicentenario.

Asimismo, en un país como el nuestro, donde el sistema de partidos políticos ha colapsado y no se vislumbra un recambio institucional, los poderes fácticos y mediáticos juegan un papel importante para fijar la agenda política. No es secreto que los poderes económicos y la prensa de derecha buscan más bien un acercamiento tácito o expreso entre el gobierno y la bancada fujimorista. Acercamiento que permita en un clima de paz hacer los negocios (y negociados) sin mayores contratiempos y turbulencias. Evitar un clima exacerbado de polarización como el sufrido en otras partes del mundo. (Curiosamente, los “grandes aliados” de PPK para mantenerse en el poder son los grandes empresarios internos y foráneos que prefieren un clima de tranquilidad política necesaria para sus negocios).

A ello, súmenle que muchos de los representantes del oficialismo se sienten cómodos frente a la mayoría fujimorista e incluso podrían vestir el polo naranja sin mayor vergüenza. Así visto, el tema no es tan difícil de comprender. Afinidad política y afinidad ideológica entre ambas bancadas, existe.

¿Qué harán los fujimoristas? Creo que van a continuar “golpeando” al gobierno, viendo las posibilidades que “caiga solo” ante tanta demolición, ayudado por los “autogolpes” que el propio ejecutivo se propina casi a diario.

En el ínterin buscarán también copar con su mayoría legislativa instituciones esenciales en el sistema político-institucional como el Consejo Nacional de la Magistratura para el nombramiento de jueces y fiscales, el Tribunal Constitucional (“el guardián de la constitución” como se autodefine), y más adelante el Jurado Nacional de Elecciones. Son instituciones claves que permitirían bloquear cualquier acción judicial de la oposición y favorecer las acciones legales del grupo naranja y sus allegados. Quien maneje esas tres instituciones tiene “la llave” del acceso formal al poder.

Por cierto, similar “sutileza” de control institucional lo tuvo el Apra en sus mejores tiempos. La historia se repite, para bien o para mal.

Pero, esa estrategia de “golpear al Ejecutivo hasta que caiga solo” no es sinónimo de garantía de éxito para que la candidata del fujimorismo llegue al poder en su tercer intento. El peso de la bancada fujimorista puede ser su principal lastre. Mantener una alta bancada que únicamente se dedica a entorpecer la labor del gobierno y trabar la vida económica y nacional, sin propuestas viables de cambios que necesita el país y con muchos impresentables que actúan como voceros mediáticos, tenemos una suerte de revival aprista de los mejores tiempos, pero con la diferencia que la bankada naranja no cuenta con parlamentarios de primer nivel, como sí los tuvo el Apra en su época de oro. Un grupo parlamentario como sinónimo de matonería y poco cerebro, puede llegar a desencantar al electorado que no es incondicional del fujimorismo, pero que podría votar por él.

En pocas palabras: no es lo mismo un búfalo aprista que un vocero de la mototaxi naranja.

Asimismo, las elecciones regionales y municipales del 2018 pueden hacer ceder a la “tentación populista” a la bancada fujimorista. Sobretodo porque van a tener que demostrar una performance de legitimidad en el “Perú profundo” y a los innumerables pactos que hicieron con políticos regionales para las elecciones del 2016, además que su propia bancada está poblada de “invitados” del interior del país. Todo ello hace presagiar que el siguiente año tendremos leyes populistas de efecto inmediato pero sin mucho futuro a largo plazo y, de paso, observaremos a un atribulado presidente que, más ortodoxo, observará esas leyes, como ha pasado con la prohibición del uso industrial de la leche en polvo, aprobada recientemente por la entusiasta mayoría del congreso.

Veremos circo con un poco de pan elevado a la enésima potencia, con perjuicio de la caja fiscal.

Por todo ello, he puesto en condicional ese aparente cambio de viraje en la estrategia de FP. Nada quita que vuelva al proyecto primigenio de la vacancia si la popularidad del presidente gira en caída libre y la suma de escándalos y escandaletes, de lobis y adendas, posibilite que al ciudadano no le importe demasiado acortar el periodo constitucional del presidente. En ese contexto, el costo político será bastante bajo.


Por ello, nada está escrito, ni nada está dicho. Todo dependerá como se desenvuelva la coyuntura política, económica y social en los siguientes meses; sobretodo la económica, que anda bastante floja, en parte por el contexto internacional, pero también por la falta de grandes proyectos mineros que para bien o para mal “impulsan” la economía nacional, e igualmente por errores de política anticíclica del propio gobierno, así como el persisitir en los proyectos faraónicos de dudosa rentabilidad que heredó del gobierno de Humala. 

Saturday, June 10, 2017

SE BUSCA PRESIDENTE AUTORITARIO, PROTECCIONISTA Y MANO DURA

Es más o menos lo que ha traído la encuesta sobre la tendencia electoral de los peruanos: se han vuelto más conservadores, buscan un presidente autoritario, proteccionista y por ende que desde el gobierno se controle todo, añadido su pizca de autoritarismo. En otras palabras, se busca un presidente populista de derecha al cual se le puede delegar poderes para que actúe con “mano dura”. Versión moderna de ¡Vivan las cadenas¡ de los españoles de inicios del siglo XIX.

No es la hora de los progresistas, abanico que va del centro hasta la izquierda. La “renovación moral” en la política que un pequeño sector político-intelectual esperaba luego del escándalo de las coimas de Odebecht, es muy difícil que se materialice.

En honor a la verdad, nunca hemos sido una sociedad liberal, ni nos hemos arriesgado a jugárnosla por la incertidumbre de la libertad (menos hemos querido abandonar la coima y el soborno). Quizás ha pesado mucho en nuestra idiosincracia la herencia colonial, donde todo el orden y las prebendas estaban establecidos desde arriba. Incluyendo el “aceitaje” para que las cosas se muevan o para obtener un favor real.

A pesar que hemos tenido el periodo democrático más largo de nuestra historia republicana, buscamos todavía un orden autoritario que nos quite la responsabilidad como ciudadanos libres. Si recordamos bien, cuando Fujimori dio el “autogolpe” (el último intento autoritario serio), el nivel de aceptación que tuvo fue elevadísimo. La “mano dura” que castigue a los que debe castigar (incluyendo en el mismo saco a los  homosexuales, lesbianas y trasgénero) y premie a los que debe premiar (incluyendo prebendas y favores para los cercanos al poder).

Quizás quién “olfateó” mejor la tendencia del peruano en los últimos años fue Alan García. Político nato, tiene la peculiaridad de intuir como piensa el votante promedio. Se dio cuenta de ello y su segundo gobierno fue marcadamente conservador. Dejó de lado las propuestas hayistas y se subió al carro del liberalismo criollo. Otros políticos, en otras latitudes, hicieron lo mismo. Si alguien cree que un político se debe primero a sus principios que a los votos que puede obtener, se equivoca y es mejor se dedique a otra cosa.


Ahora bien, ¿ello significa que una heredera del autoritarismo como Keiko Fujimori tenga la mesa servida el 2021 (o antes)? No necesariamente, Están apareciendo y van a aparecer más políticos populistas-conservadores. Varios compitieron con ella en primera vuelta el 2016, y es posible que para las próximas presidenciales aparezcan otros más. Todo dependerá de quién sintonice mejor con esta tendencia conservadora y autoritaria que va in crescendo. O si se quiere, quién haga las mejores y más creíbles propuestas populistas, para que la cosa pública siga igual.