Monday, April 23, 2007

CHINA LEGALIZA LA PROPIEDAD PRIVADA

El proyecto de ley aprobado en Marzo pasado por la Asamblea Popular Nacional (el legislativo chino) concede igual trato jurídico a la propiedad del estado (pública), la colectiva (de las comunidades campesinas) y a la privada. En el fondo, políticamente, es un reconocimiento a que la mitad de la riqueza nacional proviene del sector privado y, por tanto, una necesaria elevación del estatus jurídico de la propiedad privada, limitando a su vez a la propiedad pública que gozaba de privilegios universales.

La ley de la propiedad entrará en vigencia el 1º de Octubre de 2007 y establece que “todo tipo de propiedad, desde la estatal a la colectiva, individual [es decir la particular o privada, nota del autor] o de otro tipo, está protegida por la ley y nadie puede atentar contra ella”.

Lo cual no tiene nada de raro en el Occidente capitalista, pero sí de un país todavía autodenominado “socialista”, en el cual la propiedad pública ha sido la predominante. El gran giro que se dio en la economía china hace treinta años tenía que terminar, tarde o temprano, en el reconocimiento legal de la propiedad privada sobre los medios de producción.

El punto de discusión es que conforme a los planteamientos marxistas-leninistas, la propiedad privada debe ser abolida, o por lo menos reducirse a su mínima expresión en la etapa de transición al comunismo que es el socialismo. No al revés. Así, llegados al “paraíso comunista” ya no existiría propiedad privada, tampoco estado ni familia como las entendemos actualmente. Sería un mundo sin guerras, ni problemas económicos ni sociales, conflictos originados en gran parte por la tenencia de la propiedad.

De allí que sea un contrasentido ideológico que el propio Partido Comunista Chino reconozca igual estatus jurídico a la propiedad privada. Es como –por citar un ejemplo- un liberal ortodoxo reconozca la necesidad de subsidios en una economía de libre mercado.

Pero, no se crea que el asunto solo queda en el mero reconocimiento –lo cual, con tiras y aflojas, se venía trabajando desde años atrás-, sino que una meta del PC Chino es que en el año 2021, cuando se cumpla el centenario de la fundación del partido fundado por Mao Tse Tung, cada familia china vaya a las celebraciones en su carro propio, consolidando la “construcción de un país socialista próspero, poderoso, democrático y civilizado”; conllevando a la creación de una enorme clase media, quizás la más grande del planeta; pero, también a que China se convierta en uno de los principales contaminantes del mundo. Ya actualmente, debido a su acelerado proceso de industrialización, ocupa el segundo lugar en contaminación ambiental luego de EEUU; a este paso es probable que fácilmente le quite el primer lugar.

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Hasta hace algunos años atrás gente de izquierda que milita o había militado en algún partido de origen marxista creía que China era la “salvación” luego del derrumbe de la Unión Soviética y el mundo socialista. Veían al modelo chino como un modelo sui generis para ir al socialismo. No creo que ahora abriguen muchas esperanzas, habría que ser muy ingenuo o muy cínico para decir que China va al socialismo. Las reformas iniciadas hace treinta años por Deng Xio Ping tras el agotamiento del modelo maoísta giró inexorablemente al capitalismo, en un modelo híbrido conocido como “socialismo de mercado”, debido a que mantiene la forma única y totalitaria del control del poder político por el Partido Comunista y el libre mercado en lo económico.

La tenencia de la propiedad en manos privadas, la transferencia de muchas empresas del Estado Chino a sectores particulares, la creación de una clase social de nuevos ricos (conocidos como “los millonarios rojos”) y el surgimiento de una poco a poco acomodada e inmensa clase media, apunta a una sociedad que descansa en el libre mercado como forma económica con todas las consecuencias que ello trae.

Las “lacras capitalistas” abolidas en los primeros años de la revolución han vuelto a aparecer, como la prostitución y el consumo de drogas. La prostitución está dando lugar a que se incremente alarmantemente los niveles de SIDA en la sociedad china, así como la distribución de revistas para hombres (tipo Playboy) con modelos semidesnudas, insinuantes y con rasgos occidentales; así como la ropa de moda o lo último en tecnología que los jóvenes disfrutan en las grandes ciudades.

Otro problema que trae el enriquecimiento es la corrupción, la cual ha aumentado considerablemente entre los funcionarios chinos, muchos afiliados al Partido Comunista y en cargos importantes. Pese a la drástica penalización que existe, los funcionarios en puestos clave no pueden contra la tentación de favorecer una licitación o a un consorcio a cambio de una “comisión”. La dirigencia del PC ya no sabe cómo controlar este cáncer que se ha enquistado en la burocracia.

Un segmento social que se ha enriquecido igualmente con el tráfico de influencias son los hijos de los grandes líderes de la revolución, los que no han hecho mucho honor a los nombres que llevan y más bien se han aprovechado de ello para influenciar en decisiones gubernamentales a favor de grupos de poder económico.

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Pero algo que trae esta ola renovadora de inspiración occidental repercute también en el campo jurídico. Ahora se valoriza más a la Constitución como la ley suprema de la nación y el Estado Chino. Asimismo, los derechos fundamentales –considerados “burgueses” en otra época- se están incorporando en la carta política, aunque por el momento sean más letra que realidad viva. Precisamente dentro de esos derechos se elevó a rango constitucional el derecho a la propiedad, por lo que la ley aprobada es una consecuencia directa de ese reconocimiento constitucional a la propiedad privada.

Igualmente están mejorando su legislación en materia civil. Eso ha motivado que muchos juristas chinos estén estudiando los principales códigos civiles del mundo para adaptarlos a su realidad. Incluso tengo entendido que nuestro querido Código Civil de 1984 ha sido objeto de estudio, junto con el Código Civil argentino y el chileno, estos dos últimos los más antiguos de la región.

Se viven muchos cambios en la sociedad china. La pregunta es hasta dónde llegarán. Alguien comentó irónicamente si al año 2021 (el centenario) llegará el PC Chino. Yo creo que sí. La pregunta es cómo llegará. Se convertirá en un partido democrático, habrá elecciones universales y secretas para elegir a sus dirigentes, China se abrirá aún más a Occidente o se quedarán sólo en la reforma económica, manteniendo la rigidez del partido.

Algo que enseña la historia es que cuando se inicia una reforma profunda sea política, religiosa, económica o social, tarde o temprano repercute a toda la sociedad, cubriendo ámbitos sociales inimaginables, que los gestores iniciales de la reforma jamás pensaron. Algo de eso puede suceder en la China de las siguientes décadas.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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